Apr 03, 2014 01:45
Marco era un niño que trabajaba en los cafetales de las montañas. Era de origen muy humilde y jamás había salido de su pueblo. Cuando era muy pequeño su padre se había marchado y le dijo:
-Hijo, he de marcharme. Te he dado todo lo que he podido, pero te daré una última cosa, un consejo que me dió mi padre y su padre a él. Si sueñas con las estrellas al menos alcanzarás la luna.
El niño no lo comprendió en ese momento, pero guardó las palabras como el mejor de los tesoros. Intentó comprender y, cada noche, se tumbaba en la montaña a mirar las estrellas. A los pocos meses ya tenía nombre para cada una de ellas. ¡Había miles!
Un día le preguntó a alguien como se podía alcanzar la luna, pero solo obtuvo burlas como respuesta. "Ja, eso es imposible muchacho" le decían unos, "No me has perder el tiempo y vete a jugar con los demás niños" le decían otros. Pero Marco siguó soñando con las estrellas, así que metió sus excasas posesiones en una bolsa y se fué del pueblo.
Vi por primera vez el océano y su magnitud le sobrecogió. Navegó y atravesó tormentas, en las que conoció el miedo a la muerte. En tierras lejanas su mente se perdió en la soledad y el silencio del desierto por el que vagó con gente extraña de piel oscura. Subió montañas, más altas y temibles que los de su tierra natal. En la ciudad conoció la mentira, pero también el amor y ese amor hizo que se quedara.
La ciudad era inmensa y de todos los rincones del mundo acudía gente a comerciar y deleitarse entre sus murallas. A cada mercader, a cada músico, a cada sabio que conocía, Marco preguntaba. Pero nadie sabía como alcanzar la luna, hasta que un buen día alguien le dijo.
No se como alcanzar la luna, pero en el fin del mundo encontrarás la respuesta.
Esperanzado, el niño que ya era hombre, emprendió de nuevo el viaje pero antes de partir fue junto a su amada y le dijo:
Quizás no alcance las estrellas, pero te traeré un trozo de luna del fin del mundo.
Sin decir más, partió rumbo este, pues contaban las leyendas que allí el mundo se acababa y que nada podía viajar a donde nacen la luna y el sol.
En su viaje reflexionó. "He visto desiertos y montañas, oceanos y lagunas cristalinas, conocido multitud de gentes, costumbres ideas y sabores. Se que una bella jovén aguarda mi regreso. ¿Que puede darmé más la luna?."
Confusó, continuó.
Un buen día, casi sin darse cuenta, llegó a un acantilado donde un anciano fumaba impasible su pipa.
¿Sabe como alcanzar la luna? - preguntó Marco.
Si, lo sé. - El anciano lo miró y guardó silencio.
¿Podría decirme cómo? - insistió Marco.
Después de hacer un hermoso anillo de humó le respondió:
Podría decirtelo muchacho, pero antes dime una cosa, ¿que has hecho para conseguirla?
Entonces Marco le contó sus aventuras, viajes, de cómo salió del cafetal en busca de la luna y descubrió la emoción, el miedo, la bondad y el amor. El viejo escuchaba impasible y cuando terminó la historia dijo:
Antes de que te cuente el secreto quiero que me digas una cosa: si hubieras sabido como alcanzar la Luna antes de salir del cafetal, ¿habrías tenido tan buena historia para contar?
El chico reflexionó y, mientras lo hacía, la luna salió por el horizonte, pálida y brillante, tan cerca que pareciera que extendiendo la mano se pudiera coger.
Mirando a la Luna, respondió:
No.- Extendió la mano como para tocarla pero paró a medio camino. Miró al anciano - Puede guardarse el secreto, pero me gustaría saber como alcanzar el sol.
El viejo sonrió por primera vez y respondió:
Yo no lo sé, pero me dijeron que donde nace la tierra conocen el secreto.
Marco cogió su bolsa y emprendió el camino de vuelta. Llegó junto a su amada y le dijo:
Pude alcanzar la luna, pero entonces comprendí que más lejos que la luna está el sol y no sé como llegar hasta él. Pero esta vez quiero que vengas conmigo, para tener mi trozo de luna siempre a mi lado.
FIN