[Tsuchiya Yuuichi] Ley#11. De viaje
De viaje
Tsuchiya Yuuichi [Tuti] | 465 palabras | G | Drama ligero
Escrito para 30vicios
Tabla
"Nada se va para siempre."
Existen momentos --no son sino segundos-- tan abruptos, extraños e inevitables que Yuuichi difícilmente los percibe como tales, en que la realidad es más clara de lo necesario, tan fácil y directa que se ve en la necesidad de seguirla y levantarse del sofá apresuradamente, para caminar a lo largo de la habitación y de ser posible, si no tiene ensayo aquella tarde, salir a la calle tras prácticamente tirar el perchero al tomar su chamarra con manos ansiosas.
Sucede en mañanas a medio llover casi todas las veces, y en pocas ocasiones durante noches avanzadas en que toma una copa de vino --o sochou, si a su garganta apetece-- frente al televisor, mientras observa algún viejo video de sus compañeros, cuando no es sino él en la habitación.
Baja en el elevador, se despide apenas de la portera si se halla cerca, y trotando recorre media acera antes de parar en seco, elevar el brazo y gritar "¡Taxi!". El camino es transcurrido con la cabeza ladeada hacia la ventana, observando el pavimento, los edificios y los peatones como en la espera de acortar la espera. Apresura al conductor, pues sabe bien que, aunque jure lo contrario, de tardarse demasiado se arrepentirá y le pedirá que dé la vuelta y le deje en algún parque cercano, o acaso en el departamento de algún amigo con el que hablar hasta perder la voz.
De aquellas ocasiones, sin embargo escasas, la mitad de ellas sí llega a la estación de autobuses. A veces alcanza la taquilla y saca su cartera, en otras queda de pie a mitad de la organizada terminal. De cualquier forma sigue pensando "Tengo que verlo, tengo que aclarar las cosas con él".
Mas el deseo de seguir la dirección ya memorizada de aquella única postal recibida (regalo de su cumpleaños número 18), queda como una ilusión inútil y sin realizar. Recuerda a su madre, las lágrimas de ella; a su hermana con una sonrisa necia e inocente; los reproches de su abuela y tíos; al parecer Yuuichi recupera la cordura y terquedad.
Piensa que recriminar a su padre por haberlos abandonado, convencerlo de ir a la fiesta de cumpleaños de su hermana, saludar a su madre y ver alguna de sus obras de teatro no servirá de nada. Sabe que esto no arreglara el pasado o le hará perdonarlo, mucho menos borrará las lágrimas que él mismo ha derramado, y termina por irse de la estación, rumbo a la casa de un viejo amigo, deseando que su padre no regrese más de aquel nuevo hogar.
Tsuchiya Yuuichi [Tuti] | 465 palabras | G | Drama ligero
Escrito para 30vicios
Tabla
"Nada se va para siempre."
Existen momentos --no son sino segundos-- tan abruptos, extraños e inevitables que Yuuichi difícilmente los percibe como tales, en que la realidad es más clara de lo necesario, tan fácil y directa que se ve en la necesidad de seguirla y levantarse del sofá apresuradamente, para caminar a lo largo de la habitación y de ser posible, si no tiene ensayo aquella tarde, salir a la calle tras prácticamente tirar el perchero al tomar su chamarra con manos ansiosas.
Sucede en mañanas a medio llover casi todas las veces, y en pocas ocasiones durante noches avanzadas en que toma una copa de vino --o sochou, si a su garganta apetece-- frente al televisor, mientras observa algún viejo video de sus compañeros, cuando no es sino él en la habitación.
Baja en el elevador, se despide apenas de la portera si se halla cerca, y trotando recorre media acera antes de parar en seco, elevar el brazo y gritar "¡Taxi!". El camino es transcurrido con la cabeza ladeada hacia la ventana, observando el pavimento, los edificios y los peatones como en la espera de acortar la espera. Apresura al conductor, pues sabe bien que, aunque jure lo contrario, de tardarse demasiado se arrepentirá y le pedirá que dé la vuelta y le deje en algún parque cercano, o acaso en el departamento de algún amigo con el que hablar hasta perder la voz.
De aquellas ocasiones, sin embargo escasas, la mitad de ellas sí llega a la estación de autobuses. A veces alcanza la taquilla y saca su cartera, en otras queda de pie a mitad de la organizada terminal. De cualquier forma sigue pensando "Tengo que verlo, tengo que aclarar las cosas con él".
Mas el deseo de seguir la dirección ya memorizada de aquella única postal recibida (regalo de su cumpleaños número 18), queda como una ilusión inútil y sin realizar. Recuerda a su madre, las lágrimas de ella; a su hermana con una sonrisa necia e inocente; los reproches de su abuela y tíos; al parecer Yuuichi recupera la cordura y terquedad.
Piensa que recriminar a su padre por haberlos abandonado, convencerlo de ir a la fiesta de cumpleaños de su hermana, saludar a su madre y ver alguna de sus obras de teatro no servirá de nada. Sabe que esto no arreglara el pasado o le hará perdonarlo, mucho menos borrará las lágrimas que él mismo ha derramado, y termina por irse de la estación, rumbo a la casa de un viejo amigo, deseando que su padre no regrese más de aquel nuevo hogar.