Escrito para
30vicios Autor:
kaori_konekoFandom: Prince of Tennis
Personaje/Pareja/Trío: Niou Masaharu/Yagyuu Hiroshi
Tabla #12 - Espinas
-¿Yaaaaagyuu?-
No. No había ni rastro.
Niou frunció el entrecejo. Detestaba cuando Yagyuu desaparecía sin avisar. No era que tuviese que avisar, pero sí lo hacía porque era Yagyuu, y todo estaba mejor cuando Yagyuu seguía siendo Yagyuu - o en su defecto, cuando Yagyuu era Niou.
Le llamó. Nada. Al parecer tenía el celular apagado.
Y Niou supuso que tendría que volver solo a casa, y que no habría sesión especial con Yagyuu. Bueno, para la próxima se la cobraría.
Caminó de vuelta a su casa a paso flojo, y en cuanto llegó, subió a su habitación. Abrió la puerta y parpadeó ante la figura familiar sentada en la silla de su escritorio.
-¿Yagyuu?- Quiso fruncir el ceño en confusión, mas no lo hizo, ni preguntó al respecto. No sabía cual sería la razón que llevaría a su compañero de dobles a dejarlo botado y luego a aparecer en su habitación, pero debía haber alguna, porque era Yagyuu.
Los ojos marrones se levantaron del libro en sus manos por unos momentos, antes de comenzar a recitar con toda calma.
-Pues espinas son tus flores
Y espinas son tus placeres,
Entre tan falsos colores
Una mientes y otra eres.
Si espinas de desconsuelos
Son horas tan peregrinas,
¿Dónde guardaron los cielos
Flores de tantas espinas?-
El peliblanco, de pie en la entrada de la habitación, simplemente quedó mirando al otro joven, conforme las frases pasaban, arrugando más y más su entrecejo a falta de compresión, aún cuando oír la voz de Yagyuu podía ser bastante relajante.
-...Ya.- Fue lo único que dijo el impostor, medio sonriendo. -Me encanta como recitas, pero sabes que sé una mierda de literatura, no tiene sentido que leas.- Avanzó unos pocos pasos y se recostó en su cama, tirando su bolso a un lado, mientras su mirada se posaba de lleno en el mayor.
Yagyuu se volteó para mirar al joven sobre la cama, una sonrisa leve tomando sus labios. -Lo sé. Sólo que extrañamente me recordó a ti.-
-Sí, a mi también con eso de 'falsos colores' y 'mientes y otra eres'.- La sonrisa ladina creció.
Niou no entendía nada de literatura, mucho menos de poesía, por lo que en realidad sería una estupidez tratar de explicarle algo. Pero lo había pensado una y otra vez.
No. En realidad no era por lo de 'falsos colores' o supuestas mentiras que Niou podía suponer; estaba lejos de eso. Espinas.
-Puede ser.- Como puede no ser. -Son las espinas, Niou-kun.-
-'Las espinas no sirven para nada, son pura maldad de las flores'- Citó el menor con voz burlona, sonriendo aún más al recordar lo que un profesor había dicho. Increíble. Quizás lo había recordado porque justo después de eso el hombre se había tropezado y caído estrepitosamente. -Si, concuerdo. Soy como las espinas, Yagyuu.- Respondió finalmente, aparentemente satisfecho.
'Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores,' Como bien Niou lo había dicho.
'El mundo no necesita espinas, necesita flores,' Entre tantas otras frases.
Sería media mentira decir que Niou se asemejaba a una rosa, porque una rosa era elegante, era hermosa, era frágil, y a pesar que el peliblanco pudiese tener estas dos últimas características, no era una belleza ni una fragilidad como la de la rosa. Era más como la de un cactus; un cactus con espinas, que vive en el desierto, sobreviviendo, solo teniendo espinas como su única protección y coraza para impedir que los demás se acercaran.
Como también sería una mentira, pero esta vez completa decir que las espinas no servían, porque sí lo hacían, como también sería mentira afirmar que las espinas son la maldad de las flores, pero sería mucho peor decir que el mundo no necesita espinas.
-'El mundo no necesita espinas, necesita flores'- Agregó el pelicastaño a los pocos segundos, forzándose a sonreír. Sería como implicar que Niou no era necesario de acuerdo a lo dicho.
-El mundo necesita 'rosas' como tu, Yagyuu.- Los ojos más claros se clavaron en los marrones, los labios del menor conservando la sonrisa ladeada con firmeza.
-No, Niou-kun, siento tener que discordar en ese tema,- Comenzó, ajustándose los lentes con elegancia. -porque creo que si las espinas no existieran, las rosas no seguirían siendo rosas.-
Como él mismo no sería Yagyuu, y Niou no sería Niou. Tanto las espinas como las rosas eran necesarias y lejos estaban de ser maldad, eran simplemente una protección. Tanto las rosas en sí, como las espinas eran hermosas; era simplemente cuestión de darse cuenta.
#20 - Penitencia
-Ooh, vamos, me estas jodiendo, Yagyuu.-
-¿Luzco como si lo estuviese haciendo, Niou-kun?-
-Bueno, siempre luces igual, no me ayuda.-
-...-
-Heh, vamos.-
-...No es una broma. Esa es tu penitencia, y para tu infortunio, tendrás que cumplirla como acordamos.-
-¡Eh, espera, Yagyuu! ¡Tienes que ser objetivo!-
*
Tenía que admitir que sí había sido un poco duro. Pero una penitencia era una penitencia, y no era como si todos los días tuviese la oportunidad de exigirle una a Niou. Además, la última vez el impostor había logrado zafarse, pero ahora no. No era algo demasiado difícil... era una penitencia simple e inofensiva, y por mucho que Niou se quejara, también era parte importante de una actividad extraprogramática de Rikkai, en donde todos debían participar.
Yagyuu se ajustó sus lentes y terminó de arreglar su vestimenta. Observó su reflejo en el espejo y sonrió levemente, satisfecho. No era lo más cómodo, pero por lo menos no le tocaba lo de Niou.
-Eh, necesito ayuda acá.- La voz de Niou alcanzó sus oídos. No sabía donde estaba exactamente, con tantos estudiantes por todos lados.
-¿Niou-kun, te ayudo en algo?- A los pocos segundos pudo distinguir que su compañero de dobles estaba tras un biombo.
-Nah, olvídalo, Yamada ya me está ayudando.- La cabeza de Niou se asomó, y Yagyuu pudo notar que su pelo estaba aún más desordenado de lo usual. -Ya salgo.- Agregó, a la vez que volvía a desaparecer.
Yagyuu escuchó una queja, dos maldiciones y una risa del otro lado, y decidió ir a ocupar su tiempo en otra cosa, ya que Niou parecía demasiado entretenido en lo que hacía.
Cinco minutos más tarde lo vio. Y no se veía para nada avergonzando, aproblemado, mucho menos preocupado, todo lo contrario. Se veía... se veía...
-Niou-kun.- No podía dejar de mirarlo. La parte inferior estaba muy corta, dejaba sus piernas, gran parte de los muslos descubiertos. Su colita estaba deshecha y su pelo se veía más dócil. ¿Estaba usando medias? ¿Y estaba usando brillo en los labios? ¿Era solo el efecto del traje o se veía con más cintura?
-Yagyuu~ ¿Te gusta?- Los labios de Niou se curvearon en una sonrisa burlona y seductora a la vez. El peliblanco dio una vuelta entera. -¿Y?-
Segundos después, palabras lograron dejar sus labios. -...Está muy corto eso.-
-¿Tu crees? Nah, yo pienso que está bien. Digo, si voy a disfrazarme de sirvienta tiene que ser bien. Además, esto es para reunir fondos para los cursos y tu querías que lo hiciera ¿no? De seguro a la gente le va a gustar.- Dicho esto, dio media vuelta y avanzó dos pasos, tras los cuales giró su cabeza. -Ah, y ¿Yagyuu~? Nos vemos después que todo termine, en los vestidores.- Sonrió socarronamente y caminó hacia un grupo de jóvenes con los que empezó a bromear de inmediato.
Yagyuu parpadeó, observó a Niou por unos segundos más y decidió que había sido una pésima idea. De hecho, se sentía como una penitencia para él, en vez de para Niou, porque el otro joven lucía incluso entretenido. La próxima vez que pensara en una penitencia para Niou - porque sí iba a ganarle otra vez, de eso se aseguraría - lo consideraría dos veces antes de decidirlo.
#26 - Pistola
-¡Jackal, cúbreme!-
-¿Eh? ¡No puedo cubrirte si te mueves tanto!-
-¡Eso es trampa, Marui-senpai! ¡No sobornes a Jackal-senpai! ¡Es individual!-
-¡En el amor y en la guerra todo se vale, Akaya!-
De verdad que eran un blanco fácil. Marui no paraba de aparecer; parecía que no podía permanecer quieto por mucho. Kirihara salía sólo para reclamarle a Marui, y Jackal parecía querer intentar cubrir a Marui, aunque era una misión levemente imposible, incluso para la muralla de hierro de Rikkai.
Ellos eran los blancos más fáciles, porque por otro lado estaba Yanagi, Yukimura y Sanada. Yukimura era mucho mejor de lo que les hacía creer, y sin duda debía tener algún tipo de plan junto con Sanada o Yanagi. Se encargaría de ellos después.
El peliblanco se agachó un poco más, escondiéndose por completo detrás de unos arbustos, cuidando ser lo suficientemente silencioso para no ser notado. Ubicó a todos en los alrededores y asintió para sí. Si, primero eliminaría a los otros tres.
Y sí faltaba alguien aparte de esos seis. Pero ese era tema aparte.
Pistola en mano, comenzó a avanzar lentamente.
Debía avanzar un par de metros más, y estaba seguro que encontraría unos arbustos perfectos para poder darle a Jackal, Marui y Kirihara. Y lo encontró. No fue difícil tirar del gatillo tres veces seguidas. Tres veces, haciendo que la fuerza del proyectil le resintiera su mano izquierda. Lo había intentado muchas veces antes, no era una sensación desconocida para él.
Los proyectiles acertaron perfectamente en los tres; su puntería era la mejor. Los tres cuerpos cayeron y el joven de pelo alborotado se apresuró a moverse de refugio. Si se quedaba ahí, Yukimura le encontraría y se terminaría todo.
Lo más rápido que pudo, avanzó en dirección opuesta para resguardar su integridad física. Ya con esos tres menos, solo quedaban cuatro.
Lo que no esperaba era encontrarse con él, de los cuatro que quedaban. Sus ojos se dilataron imperceptiblemente por unos segundos, y a pesar que en su mano se encontraba la pistola y estaba listo para disparar, no lo pudo hacer. No pudo siquiera apuntarle; sentía su mano temblar levemente, sentía que no podía.
Le miró, y miró la pistola que estaba siendo apuntada en su dirección. Sonrió. No hubiese podido hacerlo, de cualquier manera. Había apuntado a Kirihara, a Marui y a Jackal, y pudiese haber apuntado a Yukimura, Yanagi y Sanada sin problema alguno, sin pensarlo dos veces, incluso pudiendo producirle hasta cierto placer hacerlo, pero no podía apuntar a Yagyuu, porque varias pistolas habían pasado por sus manos y sabía lo que causaban. Era diferente apuntarlo a él.
-Hazlo.- Dijo con una sonrisa abierta, mirando a Yagyuu, incitándole a hacerlo.
Una mirada fue intercambiada. De cualquier forma tendrían que enfrentarse al final.
-Lamentablemente, prefiero eliminarte yo a que lo haga otro.- La voz calmada y profunda de Yagyuu respondió. -Lo siento.- Jaló el gatillo, causando que segundos más tarde, el cuerpo de Niou cayera al suelo.
El pelicastaño dejó caer su mano y avanzó hacia el otro joven hasta quedar a su lado, agachado.
-No sabía que doliera tanto.- Murmuró el peliblanco, sobándose la mancha roja en su abdomen.
-Deberías haberme liquidado.-
-Y no lo hice.-
-Uno de los dos tenía que desaparecer.-
-Aa. No me arrepiento.- Niou sonrió, apoyando sus codos en el suelo para soportar tu peso. -¿Ahora que me dices de dos Yagyuus contra los demonios?-
-No sería menos que justo,- Yagyuu sonrió de vuelta. -mientras no lo descubran.-
Asaf. Tengo sueño. Uhm.