Ooooh~
Estoy aburrida. De nuevo. No es noticia nueva, pero a pesar de que en realidad tengo cosas por hacer, como ver Bleach, retomar Nana, retomar el manga de Ouran, reorganizar todo lo que he escrito, escribir más, leer un par de cosas, meterme a gaia y retomar cualquier rp, ver Prision Break, ver el último capítulo de Yukan Club y ver Dr.House, entre otros... no sé, estoy aburrida, y lo que es peor, floja.
-se tira al suelo-
Pero, esta vez no vine a divagar de sobre eso.
Aunque sí que debo decir algo... Yumichika se ve mucho mejor con el pelo largo y... Ikkaku, te amo, pero te amo más con Yumichika <33
EDIT:
XDDDD; Soy una ociosa... >>;;
Así como es inevitable darse cuenta de que Okiayu Ryoutarou (adoro su voz *000*) es el seiyuu de Kuchiki Byakuya que hace de Tezuka Kunimitsu, y Romi Paku el seiyuu de Hitsugaya Toushirou, de Edward Elric, de Ren Tao y muchos más...
Me di cuenta que el seiyuu de Hirako Shinji, el vizard, Masaka Onosaka
, es el mismo que el de Momoshiro Takeshi, y el seiyuu del arrancar Grimmjoww Jaggerjack es Junichi Suwabe o sea, nuestro querido Ore-sama... que lindos seiyuus~ <333
Ah. Necesito cambiar mis icons también.
De cualquier forma, vine a lo que vine. Vine a postear un fic que le regalé a xale_sanx para navidad~
Creía no estar equivocado cuando pensó que su compañero de dobles no le agradaba la navidad, pero al parecer o era una mentira, o esto era una mentira. Entre debatirse en elegir cuál de las dos era verdad o mentira -o si las dos eran mentiras, o más absurdamente, las dos eran verdad- prefirió seguir observando con detenimiento por unos instantes, tratando de mantenerse lo más compuesto posible ante la situación de su amigo arreglando un pino de verdad en su habitación. Obvió la tierra esparcida por el suelo y las ramas para no contribuir a una jaqueca.
-¡Ta-dda! ¡Y el árbol entró! - Exclamó el joven de cabellos rebeldes con una expresión de triunfo, después de cinco minutos completos estando agachado frente a la base del pino por fin prestándole atención al dueño de la habitación. Se volteó y dio una sonrisa amplia. -Y yo que creía que no entraría... Casi rompo la puerta, pero valió la pena.-
En realidad no sabía si vocalizar sus pensamientos. No. Mejor no. Probablemente su silencio decía mucho más que cualquier cosa.
-¿Te gustó? Lo fui a buscar a la naturaleza.- El impostor dijo, levantándose del suelo y sacudiendo sus pantalones, dejando ver la decoración llamativa del pino: guirnaldas de colores vivos, campanitas en miniatura, adornos de regalos pequeños y muñequitos de galleta. La verdad era que lo había secuestrado; había pensado en ir a buscar uno por él mismo, pero después de una hora se cansó de trabajar con el hacha y decidió 'tomar prestado' uno. Aunque eso no tenía por qué saberlo Yagyuu.
No. Definitivamente creía que no podía decir nada por el momento. Sabía que a veces Niou era impredecible pero... ¿instalarle un pino de navidad en su propia habitación el mismo día de la celebración? Y el pino estaba vivo, no era de plástico. Hasta olía a... pino.
-Bien, creo que terminé.- El joven de ojos claros dio un suspiro de cansancio, se sacudió sus ropas una vez más y le sonrió a su compañero. -La idea era que no me vieras, pero ya que lo hiciste... el viejo de Santa Claus me mandó a hacer el encargo, dijo que estaba corto de duendes, ya sabes. Bueno, de cualquier forma, feliz navidad, Yagyuu~- Le dio una pequeña y amistosa palmada en el hombro y se fue.
***
Las luces eran intermitentes... y brillantes. Pudo notarlo bien cuando cerca de las 10 y algo de la noche apagó la luz de la lámpara que se encontraba sobre el escritorio y se acostó en su cama. Logró limpiar toda la tierra, mas no le quedó tiempo suficiente para sacar el árbol de su habitación, que lucía en toda su gloria. Era hermoso, eso sí debía admitirlo, pero llenaba gran espacio del lugar.
Quizás tendría que cortarlo. O tirarlo por la ventana, porque no sabía cómo había entrado por la puerta. Quizás nunca entró por la puerta, era Niou, después de todo.
Se preguntó si había sido el único afortunado.
Dejó escapar el primer suspiro desde que vio el pino de navidad en su habitación y se acomodó para dormir.
Olía a pino. Extrañamente, le ayudó a dormir.
Pero no tanto como hubiese querido.
No era de esas personas que necesitaran dormir mucho, mucho menos era tan apegado a la cama como otros, pero una hora y un poco más no le satisfacían para nada. Se obligó a abrir un ojo y luego estiró la mano hacia la mesita de noche para buscar sus lentes; sin ellos veía solo manchones de colores. Claro que antes de que pudiese ponérselos, ya sabía que pasaba. Estiró su mano nuevamente, esta vez para prender la luz tenue de su mesita de noche.
Escuchó un HOHOHOHOHO navideño que seguramente despertó a todo el vecindario y frunció el entrecejo para mirar a Santa Claus colgando de su ventana. A Kirihara le hubiese gustado verlo. Más risas estruendosas y Santa Claus terminó de subir la ventana, miró a Yagyuu y se rascó la barba.
-Estás más delgado que la última vez, Santa Claus.- Alzó una ceja escéptico, mas conservó sus modales.
-¿Cierto? Por eso, ¿dónde dejaste las galletas y la leche? Muero de hambre.-
-Creo que no tengo. Mi hermana se tomó lo que quedaba hace un rato.-
-Maldición.- Murmuró bajo antes de volver a poner su voz... esponjosa. -Bien. ¿Te has portado bien?-
-Ah. Creo que no. Creo que no controlé demasiado bien a mi compañero de dobles.-
-...Bueno, eso se puede perdonar, joven. Ahora, dónde dejé tus regalos...- Metió su mano en una bolsa y sacó un par de cosas para tirarlas sobre la cama del pelicastaño. -Bien. Condones, lubricante, ¿te gustan los vibradores? Le iba a dar este a un joven, pero parece que ya tiene uno.-
-...-
-¿Qué no necesitas uno? Hahahaha, bien, bien, pero de cualquier forma lo dejaré.-
-Cierra la ventana y ven a dormir.- Yagyuu suspiró, dejó sus lentes sobre la mesita de noche y apagó la luz.
-¿Invitando a Santa Claus a la cama? Si que te portas mal.-
El pelicastaño se acomodó. -¿No quieres, entonces?- Murmuró, sin prestar demasiada atención.
-Aún me quedan dos visitas a dos niños traviesos.-
-Déjalos para mañana.-
-Pero Bakaya--
-Este año creo que le toca a Jackal-kun.-
-¿Y tu crees que se la crea con Jackal?-
-Inventará una historia de Santa Claus de África o algo por el estilo. Cállate y ven a dormir, ¿quieres? Y sácate esa barba que pica, apaga las luces del árbol y cierra la puerta con seguro.-
-¡Eh! ¡Si es mía! ¡Natural!-
-Si claro.-
Después de unos momentos, se pudo escuchar el sonido de ropa cayendo al suelo, seguido de la ausencia de las luces benditas y el sonido de la puerta cerrándose. El Caballero soltó un suspiro mudo y sintió el peso sobre la cama, unos brazos rodéandole la cintura, y el cálido aliento sobre su cuello.
-¿No vas a querer probar los regalos que Santa Claus te dio?-
-Si Santa Claus hubiese tenido la delicadeza de traerme una soga y un par de esposas, si, pero como no lo hizo, buenas noches.-
-Eh, tal vez Santa Clauss pueda volver--
-Duérmete. Y mañana sacas el árbol. Buenas noches.-
Y este es otro, que le regalé a
algodondazucar para navidad también~
-Bien, chicle, ¿tenemos un trato?-
-Ya te dije que sí.-
-¿Entonces qué vas a hacer por mi?-
-Voy a alejar a apestosa de Ayanokoji de una maldita vez y lograr que casualmente tu y Yagyuu se queden encerrados en el armario.- Recitó de memoria, utilizando las mismas palabras que recibió. Pareció recién procesar todo, y frunció el entrecejo. -Oye, ¿no crees que es mucho? ¡Son dos cosas, no abuses!-
-¿Quieres que te ayude o no?-
-...-
-Ahora sí nos entendemos.-
-Solo si tu haces tu trabajo.-
-Cuenta con eso, un placer hacer negocios contigo.-
**
Una practica agotadora, como la de todo los días. Podía admitir que le encantaba practicar, pero también adoraba la sensación que le quedaba después de éstas, la adrenalina palpable corriendo por sus venas, su respiración agitada y una energía renovada que parecía llenarlo por completo.
Con una sonrisa satisfecha en sus labios, el joven alto y moreno entró en los vestidores luego de asegurarse que Kirihara no estuviese usando como blanco móvil a alguno de los jugadores menores, lo cual le quitó un poco más de tiempo de lo esperado; Akaya sí que parecía tener energía estos días.
Descartó su uniforme con rapidez para dejarlo sobre las bancas, tomó su toalla y se dirigió a una de las duchas desocupadas, pasando por alto las conversaciones ajenas entre los titulares de Rikkai. La sonrisa aún adornaba sus labios; era un buen día, y no tenía motivo para estar menos que feliz. A los pocos minutos, luego de sentir el agua fría chocando contra su cuerpo cálido, salió de la ducha y acomodó su toalla alrededor de la cintura, dirigiéndose de inmediato a las bancas.
Sus ojos grises se detuvieron en ellas. Su bolso. Estaba abierto. Parpadeó, y sin pensarlo demasiado se acercó. Sus manos frenéticas comenzaron a revisar; no era algo demasiado extraño si le faltaba algo de su bolso, porque siempre habían pequeños duendes que se divertían probando su paciencia.
Su reporte de inglés estaba. Manual del estudiante, adentro, al igual que el aviso de reunión que les habían entregado. Su reloj estaba. Su CD de Rakugo también. Ya podía sentir cómo el alivio viajaba por su cuerpo. La caligrafía que Sanada les entregó, en su lugar. Jackal suspiró audiblemente y sacudió su cabeza. No había nada de qué preocuparse.
La sonrisa se borró.
...
-¡Mi escapulario!- Soltó con frustración, manos y ojos inquietos. Sintió cinco pares de ojos sobre sí al darse vuelta, la mitad de ellos llenos de confusión.
-¿Esca-qué?- Preguntó el menor de los titulares, luciendo como el perfecto niño que era. -¿Es de tu secta satánica, Jackal-senpai?- Agregó, dejando de lado su tarea de intentar quitarle la toalla a Niou. De cualquier manera estaba fallando miserablemente. Soltó un gemido de dolor luego de que el imitador le diera un coscorrón especialmente asesino.
-De seguro lo dejaste en casa, Jackal.- El capitán del equipo fue el primero en responder, con una sonrisa que bordeaba demasiado la diversión. Ignoró olímpicamente a Kirihara, quién ahora se había acercado a los tres demonios de Rikkai.
Era casi como si pudiese creerle a Yukimura, que sí, si lo dejó en casa, pero no; si de algo estaba seguro era que no sacaba su escapulario de su bolso.
Iba a refutar, cuando de pronto decidió guardar silencio, una por prudencia, y otra por la mirada clavada de Sanada encima suyo. -¡La caligrafía está!- Respondió, porque la mirada severa del fukubuchou cuestionaba más que las palabras.
-¡Todavía no sé que es un escapulario! Quiero uno.- Detrás de Yukimura, Sanada y Yanagi, que salían de los vestuarios, salió Kirihara apresuradamente. Pudo escuchar un 'estás muy pequeñ o para tener uno, Akaya' de Yanagi antes de escuchar el silencio abrumador que se vino encima sin su escapulario.
Su escapulario...
-¿Lo perdiste?- A los pocos segundos, escuchó la voz calma de Yagyuu y levantó la vista para ver al pelicastaño cerca suyo.
-Lo tenía en mi bolso, estoy seguro.-
-Puedo ayudarte a buscarlo si quieres.-
Las palabras de Yagyuu iluminaron tenuemente los ojos grises. -Si puedes, lo agradece---
-Lástima que hoy Yagyuu se haya comprometido a ayudarme en mis lecciones de... música, ¿eh?-
Jackal parpadeó. Yagyuu también. -¿Lecciones de-- Auch. Si. Lo siento, Jackal-kun.-
Niou se encogió de hombros con una sonrisa ladeada y pasó un brazo por los hombros de su compañero de dobles. -Si mañana todavía no aparece te ayudamos, compañero.- Agregó el peliblanco, antes de arrastrar al caballero hacia la puerta.
-Niou-kun, todavía no estás vestido bien.-
-De eso te encargas tu, Yagyuu~ Ja, Jackal~-
Escuchó unos murmuros más, un quejido y suspiró. Bueno, lo primero era lo primero...
Se quitó la toalla de la cintura y se secó rápidamente, para luego buscar sus prendas de vestir. Ya ni siquiera sentía la energía de hace algunos minutos, sino que se comenzaba a sentir desganado. Soltó otro suspiro y comenzó a rebuscar entre su ropa. Y rebuscar. Y cuando tiró todas las prendas a la otra banca y comprobó por tercera vez que no, sus boxers no estaban.
Soltó un gemido de autocompasión. Bueno, tendría que pasar por alto su ropa interior, porque lo primero era encontrar su escapulario...
Tomó los shorts y estaba a medio subírselos cuando escuchó un ewww desde la puerta.
-Jackal, ¿qué no usas ropa interior?-
Marui. El medio brasileño contuvo las ganas de suspirar otra vez y se volteó. -Marui, ahora no estoy de humor para-- ¡Mi escapulario!-
¿Qué diantres hacía su escapulario en las manos de Marui?
-¿Esto?- Las orbes violetas se movieron desde el objeto en sus manos hacia su compañero de dobles, una sonrisa tomando sus labios lentamente; primero una leve e inofensiva para transformarse en una de travesura y deleite. -¿Es muy importante?- Preguntó con curiosidad bastante convincente, balanceando el objeto en sus manos con lentitud.
-¡Si!- La respuesta no se hizo esperar.
Las cejas del genio se alzaron de inmediato, y su mirada se afiló imperceptiblemente. -¿Demasiado importante?- Volvió a cuestionar.
Jackal frunció un tanto el entrecejo, olvidando su labor de ponerse los shorts y dejándolos caer para tomar la toalla y ponersela descuidadamente. -Si lo es.- Respondió, aún sin entender qué tenía que ver todo. -Marui no sé que-- Las palabras murieron en su boca cuando observó cómo la expresión de Marui se tornaba de observante a levemente irritada.
-¿Ah, si?-
Casi pudo palpar el desafío en la voz del ojivioleta. Y no pudo sino mirar con horror como Marui miraba su escapulario con algo parecido a desprecio y acto seguido salía de los vestidores. -¡Marui, espera! ¡Devuélvelo!-
El jugador de dobles parpadeó dos veces antes de salir corriendo detrás, sin siquiera importarle estar solo con una toalla o estar con pies descalzos; no se iba a detener a pensar en trivialidades cuando su escapulario se había ido corriendo y su compañero de dobles estaba actuando tan extraño.
-¡Marui!- Llamó por tercera vez, casi luego de un minuto completo persiguiéndolo. Ya cansado del juego - y gracias a Dios que el colegio estaba ya casi desierto - decidió poner sus últimas fuerzas en atrapar al genio y acortó la distancia entre ellos, logrando detener al joven de menor estatura por el brazo, haciendo que Marui se detuviese contra una de las paredes frías del edificio.
Tardó unos segundos en recuperar su aliento y aún así, su agitación era notable en el subir y bajar de su torso y en su mirada cansada y confundida. -¿De qué va todo esto?- Preguntó, concentrándose en mirar a los ojos violetas solo para notar la expresión contrariada de Marui. Notó que la mano más chica y blanca apretaba el escapulario contra su abdomen, como también los labios rosa del mayor apretándose.
-Dijiste que era muy importante. Dijiste que---
Solo entonces entendió, como si un balde de agua fría le llegara de lleno sobre su cuerpo. Y no pudo evitar sonreír ampliamente, su risa espontánea, profunda y grave interrumpiendo las palabras de Bunta a medio camino, riendo incluso más fuerte al ver a su compañero de dobles lucir irritado.
-¡No te rías, Jackal!-
Eso fue suficiente para ejercer su fuerza de voluntad y contener la risa, pero a pesar que su boca no dejaba escapar risa alguna, sus ojos le delataban. -Lo siento, lo siento.- Logró musitar a los pocos segundos, logrando acallar sus ganas de reír en su mayoría. -Es que no pensé que--
Marui le interrumpió, bajando la mirada y transformándola una vez más. Su agarre sobre el escapulario se suavizó. -Tu lo dijiste...- Susurró, tomando a su ventaja en encontrarse en un lugar tan privado, tan cerca de Jackal, y se puso de puntillas para hablarle cerca del cuello, aliento cálido chocando contra la piel ya fría. -Es importante, ¿verdad?- Preguntó, utilizando su mano libre para trazar su índice por el torso moreno de forma tortuosa, sonriendo con confianza habitual al sentir los escalofríos y suspiros inaudibles que causaba con tanta facilidad.
-S-Si...-
-¿Más importante que yo?- Preguntó nuevamente con tono bajo, sus labios rozando la piel canela varias veces, sus dientes mordisqueando apenas la piel que tan bien conocía. -Dime Jackal... ¿es tu escapulario más importante que yo?- Sonrió aún más al sentir el agarre del más alto debilitarse sobre su brazo. Ya podía sentir a Jackal derritiéndose. Ya podía sentir que podía hacer lo que quisiera con el menor y obtener lo que quisiera; siempre lo hacía, de cualquier forma, sólo un tensai podría hacerlo con tanta facilidad y naturalidad.
-C-Claro que no, Bunta.- Le parecía una barbaridad ponerse a comparar a su escapulario con Marui, pero no era como si pudiese pensar mucho en sus momentos. Cerró sus ojos e intentó encontrar los labios del pelirrosa con los suyos, mas no pudo.
-¿Seguro que no?- Alzó su rostro y lamió el mentón con delicadeza. -Porque de verdad que lucías angustiado sin él.- Hizo una mueca y mordisqueó la línea de la mandíbula.
-Dios, estoy seguro que no, Bunta.- Respondió entre suspiros, logrando en un impulso unir sus labios con frenesí, saboreando la dulzura tan deseada. Sentía que iba a morir si Marui pasaba un segundo más molestándolo; podía ser una muralla de hierro en las canchas, pero fuera de ellas no era ni de hierro ni nada parecido.
Sintió una de las manos de Marui moverse de su torso hacia su nuca y subir para acariciar su cabeza como solo el tensai lo hacía y dejó escapar un quejido de placer al presionar sus cuerpos juntos, hasta que nuevamente el mayor les separó, su respiración igualmente agitada que la del medio extranjero, sus ojos brillantes y una sonrisa triunfante decorando sus labios. -Bien, me gusta que tengas sus prioridades bien definidas.- Declaró, escurriéndose del agarre del moreno con agilidad. -Pero, ¿si tuvieras que elegir entre el escapulario y yo, qué---
-Bunta, no vas a comenzar--
-Ya, ya... ¿Y entre tu madre y yo?-
-¡Bunta!-
-Bien, entendido.-
-¿...Y mis boxers?-
-Puedes vivir sin ellos. Además, te ves mejor así.-