De:
eve_malfoyPara:
xizu Título: Merry Christmas and Happy New Year, Humphrey.
Personajes/Pairings: Nate/Jenny, Chuck/Dan
Longitud: 9563
Rating/Advertencias: N/A
Sinopsis: Después de ver como su mundo de derrumba, Jenny decide que lo mejor que puede hacer es aceptar la proposición de Chuck.
Rojo y verde. Esos son los colores que recuerde de sus navidades en Brooklyn. Acebo, y bolas de plástico. Galletas horneadas, con forma de muñecos de nieve, por su madre, el ponche de huevo preparado por Rufus; levantarse de madrugada, despertar a Dan para abrir los regalos. Jerseys tejidos a mano, bolsos de saldo. Su primera máquina de coser. Las navidades en Brooklyn eran rojas y verdes, caseras y hogareñas, pero sobre todo eran felices.
En el Upper East Side no siempre lo fueron, no porque siempre faltaba alguien, en las que siempre había alguien enfadado con alguien. Donde Dan no encontraba su sitio, cuando Chuck se negaba a ser parte de esa familia tan grande como distinta; Navidades en las que Rufus y Lily discutían. Serena y sus idas y venidas. Serena y sus relaciones. Serena siendo el centro del universo, haciéndola sentir minúscula. Sobre todo cuando él ya no posaba sus ojos en la pequeña J, sino que volvía hacerlo en S. Aquellas navidades fueron las peores porque estaba sola; sola porque había perdido a Eric intentando ser la reina de Constance, jugando a ser mayor con el hijo de un embajador; cayendo en un pozo demasiado hondo.
Aceptar la proposición de Chuck fue tan ridículamente fácil.
Una vez terminó aquel año, después de verse expuesta ante todos, de ver como quien más y quien menos era capaz de rehacerse, de ser su propio fénix. Se dio cuenta de que necesitaba ayuda. Chuck, también; aunque él jamás la pediría. Su ruptura con Blair había derrumbado su imperio personal. Conservaría todo lo demás pero las piezas de Charles Bass eran demasiado pequeñas para unirlas de nuevo, así que solo podía crear uno nuevo.
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Vivían en la misma casa, una que Chuck había comprado sin ni siquiera haber puesto un pie en ella. Jenny tenía un par de habitaciones para ella en el piso de arriba, también su propia entrada. Chuck casi nunca estaba en la ciudad, viajaba por todo el continente comprando empresas, después vendía una parte y así su fortuna seguía creciendo. A veces regresaba a la ciudad para examinarse. Se había matriculado en una escuela de finanzas; una buena donación y nadie había hecho demasiadas preguntas. Ella había conseguido entrar en la escuela de diseño de Londres. Para mantenerse buscó un trabajo, solo un par de horas al día, quería al menos ser capaz de pagar sus propios gastos.
-Ni hablar.
-No puedes pagarlo todo.
-En realidad sí, sí que puedo. Podría comprar esa cafetería o incluso ese lugar donde estudias.
-Chuck.
-¿Cuánto necesitas?
-Pero…
Alguien importante llamó por teléfono, y la discusión tuvo que finalizar en ese punto. A la mañana siguiente tenía seis tarjetas de crédito distintas sobre la mesilla de noche. Todas ellas, sin límite.
Habituarse a la ciudad fue fácil. Nadie la conocía, no era la hermana de nadie, ni la chica de Brooklyn convertida en la reina de una de las escuelas más importantes de Nueva York. Y definitivamente no era la pequeña J.
La escuela estaba llena de aspirantes a diseñadores, de divas, de grandes talentos aunque aquello no hacía más que presionarla para que se esforzase un poco más. Estaba acostumbrada a sentirse así, no había en aquel lugar nada contra lo que no hubiera luchado en el Upper East Side.
-Buen trabajo, señorita Humphrey.
-Gracias señora Bradford.
-Eres su ojito derecho - Maggie tenía pecas cubriéndole todo el rostro, unos ojos azules que rezumban alegría y un talento más que considerable a la hora de combinar telas y colores.
-No lo soy.
-Sí, pero eso es porque las dos sois de Nueva York. Por cierto, ¿vas a volver a casa por Navidad?
Ni siquiera se lo había planteado, es verdad que su padre le había preguntado las dos últimas veces que había telefoneado pero había estado demasiado ocupada con las cosas de la escuela para pensar en ello. Volver a Nueva York le aterrorizaba, no estaba preparada ni siquiera habían pasado seis meses; regresar sería dar un paso atrás.
-Lo sé papá, pero entiendelo, no puedo permitirme perder esos días.
-Es Navidad.
-Ya.
-No puedes estar sola.
-Maggie me ha invitado a cenar con su familia.
-Pero…
-Iré por Pascua. Lo prometo.
-Jennifer.
-Tengo que dejarte, te quiero. También a los demás.
Después de colgar no se sentía demasiado bien consigo misma, pero si había dejado atrás Nueva York, y estaba allí era para avanzar, ahora ya no había vuelta atrás.
-¿Mintiendo de nuevo, pequeña J?
-No me llames así.
-¿Por qué no quieres ir a casa? - Chuck estaba apoyado en la pared, frente a ella, con un vaso entre las manos.
-No tengo ganas de volver… - Chuck sonrió de medio lado - aún no. Necesito más tiempo.
-Tranquila. No seré yo quien te de un discurso para que lo hagas.
-¿Y tú?
-¿Yo? - caminó hasta sentarse en el sofá cerca de Jenny - pensaba invitarte a cenar, pero he oído que ya tienes planes.
-¿Maggie? Era una excusa.
-Me alegro. El sitio es caro de cojones y odiaría tener que cancelar la reserva.
-Gracias.
-Puedes dármelas después de la cena.
-¡Vete a la mierda! - cuando el cojín impactó en la mano con la que Chuck sostenía el vaso este derramo su contenido sobre su camisa - Oh, joder… lo siento… yo… no quería… voy a buscar… mierda es una camisa tan cara…
-¡Eh! ¡Jenny! - chilló para llamar su atención - Tranquila, ¿vale? Es solo una camisa.
-Pero…
-Supongo que estos deben ser los inconvenientes de tener una hermana pequeña.
Cuando Chuck se levantó y pasó a su lado, depositando un casto beso sobre su cabello tuvo que reconocerse a si misma que junto a él se sentía segura. Como hacía mucho tiempo que no lo hacía.
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-¡Voy! - gritó por cuarta vez mientras se ataba el pelo con una goma, maldiciéndose por no haber aceptado la criada que Chuck le había ofrecido al llegar a Londres - Más vale que… ¡Dan!
-¡Sorpresa! - se quedo allí quieta, mirando a su hermano enfundado en un abrigo gris, con un gorro gris entre las manos y la maleta a sus pies - Un…”Hola, Dan. Me alegro tanto de verte” Creo que sería lo correcto.
-Lo siento es que… - se abalanzó sobre él intentado contener las lágrimas - … ¿qué… qué haces aquí?
-Puede que papá se deje engañar, pero ¿a mí? ¿Trabajos para la escuela? Por favor, debiste haber trabajado un poco más en tu excusa.
-Es… vale, pero no le digas nada.
-Solo si me dejas pasar. Porque de verdad que estoy muerto.
Cuando entraron al piso Jenny se disculpó para cambiarse de ropa, aunque Dan prosiguió hablando con ella mientras se quitaba el abrigo.
-Dime que no te estás acostando con él.
-Por millonésima vez, Dan. No, no me acuesto con Chuck. ¿Qué demonios te pasa? Sabes perfectamente lo que me ha traído aquí. ¿Crees que no soy capaz de resistir los encantos de Chuck Bass?
-Claro, claro que sí.
-¿Entonces?
-Nada. Es un capullo, y no quiero que te haga daño.
-Es muy bueno conmigo. Casi como un hermano mayor.
-Pero para eso ya me tienes a mí - protestó.
-Lo sé pero es… distinto. Pero te prometo que siempre serás mi hermano favorito.
-¿Debería ponerme celoso? - la voz de Chuck llegó desde las escaleras, precediendo su entrada - ¡Feliz Navidad, Humphrey!
-Feliz Navidad - murmuró.
-Supongo que te unirás a nosotros para cenar en Nochevieja, ¿verdad?
-¿Vas a cenar con él?
-Si bueno, lo de Maggie también era una excusa.
-Si preferís cenar solos…
-No digas tonterías, Chuck. ¿Puedes arreglarlo?
-Por supuesto - Chuck miró la maleta de Dan apoyada en el sofá - puede quedarse en la habitación junto a mi despacho.
-Gracias - Jenny codeó a su hermano para que al menos agradeciese el gesto.
-Tengo asuntos que atender abajo. Nos vemos.
-Creía que tenías dos habitaciones - le recriminó Dan, nada más estuvo seguro que Chuck había desaparecido.
-Y es así, pero en una tengo mi taller.
-¿Y no tienes un sofá cama?
-No. ¿Tan mal te cae Chuck que no puedes dormir en el mismo piso que él?
-No, claro que… está bien - suspiró resignado - Necesito una ducha.
-Pues coge la maleta, te acompaño a tu habitación. Tienes un baño para ti solo.
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Las tiendas atestadas de gente solían ponerla de buen humor en casi cualquier época del año, pero sin embargo por alguna razón la presencia de su hermano aquellos días no estaba siendo todo lo evocadoras de buenos momentos que hubiera deseado. Dan no era alguien con quien quisieras ir de compras, no disfrutaba mirando los escaparates, odiaba probarse ropa y definitivamente tenía un gusto pésimo que apenas había mejorado con su salida del barrio donde habían crecido.
-¡Dios misericordioso! - exclamó cuando le vio acercarse a una hilera de camisas - Dime que no pensabas escoger nada de esto.
-Bueno, que más da. Solo es una camisa. No voy a gastarme todo mi sueldo en…
-Será mi regalo de navidad.
-¿De dónde sacas el dinero?
-Vendo algunas cosas que diseño - mintió aproximándose a mirar más de cerca la tela de los pantalones.
-¿Dejas que Chuck te mantenga? - chilló - Joder, ¿seguro que no estás liada con él? Porque suena y huele a que sí
-Estás obsesionado. ¡Oh, dios esto es perfecto! - sacó la percha con unos pantalones - Disculpe, ¿podría darme la chaqueta para estos?
-Por supuesto - un joven rubio se acercó a ellos y tomó los pantalones para pasar a buscar la prenda. Dan le miró de soslayo, y cuando comprobó que Jenny se iba en busca de camisas siguió observando al muchacho.
Definitivamente el color vino le sentaría genial al traje, y a su hermano le iba de maravilla. Podría combinarlo con una corbata negra, sería sencillo y elegante algo que hiciera que Dan no se sintiera incomodo y que no hiciera que los demás quisieran matarle por desentonar, o algo parecido. Cuando fue acercarse para llamar a su hermano, se percató que el dependiente había vuelto con la chaqueta mostrándosela a Dan. Este sonreía, y tenía un leve rubor en las mejillas, tocaba la tela después de que el rubio hubiera pasado la mano por ella y asentía a sus explicaciones. Tenía la misma cara de idiota que había arrastrado durante años detrás de Serena.
-¡Joder! - Exclamó llamando la atención de toda la tienda - Esto… - carraspeó acercándose a su hermano que le miraba con esa cara de no entender absolutamente nada que le crispaba los nervios - Creo que he encontrado la camisa perfecta.
-Le va perfecta con el color de sus ojos - Dan dejó escapar una risa tonta y Jenny estuvo a punto de volver a chillar.
-Será mejor que te lo pruebes, puede que necesite algún arreglo.
A la salida de la tienda Jenny estaba pensativa y callada mientras que Dan intentaba entablar una conversación acerca del taller de literatura que había cursado durante el verano y que le había mantenido ocupado durante tanto tiempo que apenas habían podido hablar.
-Eres gay.
-¿Qué?
-Eres gay, y no me lo habías dicho - se detuvieron en mitad del pasillo atestado de gente - No puedo creerlo, soy tu hermana. Te lo cuento todo y tú…
-Yo… ¿cómo lo has sabido?
-¡Mierda! Ni siquiera vas a negarlo - se percató que la gente empezaba a mirarles - Vamos a tomar un café.
En la planta baja del centro comercial había varias cafeterías entraron en la menos concurrida y se sentaron en el fondo del local, Dan con un expreso doble y Jenny con un té. Durante los primeros minutos ninguno de los dos fue capaz a romper el silencio.
-Fue durante el taller, en Vermont. No sé, estaba ese chico, Jeremy. Tenía algo, al principio solo nos llevábamos bien. Compartíamos un par de clases, los apuntes y algún café a deshora pero nada más. Pero entonces alguien organizó una fiesta en la residencia donde nos estábamos quedando y creo que bebí demasiado y cuando quise darme cuenta estaba empotrado contra la puerta de su habitación.
-No quiero detalles.
-Jen… es una jodida estupidez. Un puto tópico de mierda. Pero te juro que vi la puta la luz. Me di cuenta de porque metía la pata en cada relación que tenía, porque nunca funcionaba, porque siempre sentía que faltaba algo. Con Serena, con Vanessa…
-¿Te enamoraste?
-¿De Jeremy? ¿Estás de coña? Era algo así como un putón, se metía en los pantalones de cualquiera - su carcajada hizo que Jenny se relajara - pero me abrió un mundo nuevo.
-Iugh…
-Gilipollas. No literalmente.
-Empecé a salir con otros chicos, y bueno no ha estado mal. No es que haya encontrado al hombre de mi vida pero…
-¿Se lo has dicho a papá? - negó antes de dar un sorbo a su café - ¿A alguien?
-Eric. Me está ayudando bastante, sobre todo a conocer el ambiente.
-¡Dios! Vaya par de locas.
-¡Eh! No te creas, somos maricas. Pero muy machos - Dan extendió la mano hasta tomar la de su hermana - siento no habértelo dicho antes, solo… necesitaba tiempo.
-Todos necesitamos tiempo.
-Gracias.
-Pero… - Jenny se mordió ligeramente el labio - sabes, me da la sensación de que hay algo más.
-¿Algo más?
-Sí, no sé. Entiendo que tu primera experiencia con ese tipo te diera alas pero, ¿nunca habías sentido nada por otro hombre?
-No. Nunca.
Jenny sabía que Dan siempre se tomaba su tiempo para contestar, para reflexionar. Una respuesta demasiado rápida era sinónimo de mentira en los labios de su hermano.
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La mañana de Nochevieja amaneció con una neblina propia de Londres. Dan le había llevado chocolate caliente a la cama, y habían desayunado viendo juntos la BBC. Había estado vagueando en la cama hasta casi al mediodía cuando Chuck les había llamado para anunciarles la hora de la cena y a que hora debían estar listos para no pillar demasiado tráfico por el centro. También les comentó que una de sus filiales daría un cocktail esa noche, al que por supuesto no iban a asistir pero que por el contrario lo harían a una de las mejores fiestas que se organizaban en el Soho. Única y exclusiva.
-Jenny, en serio. Vas a cenar con tu hermano y con un tío al que has visto borracho y drogado. ¿De verdad necesitas dos horas para arreglarte?
-¿Qué parte de fiesta es la que no entiendes?
-Pffff…
-Quizás encuentres a un guapo inglés con el que liarte.
-Entonces pinta mejor.
-O puede que lo haga yo.
-Mira eso ya no me gusta tanto.
-Ya no soy una niña - se quejo mientras se miraba por última vez en el espejo, tomó el bote de laca rociando un poco sobre el recogido y suspiró. Iba a ser una buena noche. La primera de una racha, tenía que serlo - ¿Qué tal?
-Espectacular.
Chuck había subido debido a la demora de sus invitados, y hecho su aparición segundos antes de que Jenny saliera del baño. La pequeña de los Humphrey llevaba un vestido negro por encima de la rodilla y con una cola que descendía hasta el suelo y lo acariciaba al menos medio metro, con un corpiño ajustado al pecho con un escote de media luna, la tela, raso negro se ajustaba perfectamente a su figura. El simple recogido de su melena rubia, y el maquillaje casi invisible le daban un aspecto felino.
-Estás preciosa - Dan se acercó a ella para dar un par de besos - ¿Lo has hecho tú?
-Por su puesto, ¿acaso lo dudabas?
-Claro que no.
-Bueno, ya que estás lista - les interrumpió Chuck - tengo que anunciaros que tenemos un invitado de última hora. Nathaniel.
Jenny se quedó casi congelada. Aquello tenía que ser una broma. Si una broma pesada, eso o puede que Chuck tuviera otro amigo llamado Nathaniel. Uno que no le hubiera roto el corazón, uno que no fuera vestido con un esmoquin negro, con el pelo hacia atrás y tuviera los ojos más azules que ella hubiera visto jamás.
-Hola, chicos.
Dan que aún no se había volteado, lo hizo despacio observando al recién llegado junto a Chuck, con su pose de actor de los años cincuenta, un cigarrillo en una mano, y una copa en la otra. La raya a un lado y el pelo perfectamente peinado. Jenny apretó su mano tan fuerte como él lo estaba haciendo con la suya.
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Chuck tomó su copa de vino, recién rellenada y dio un trago largo. Observó a sus invitados por varios minutos, frunciendo ligeramente los labios. No esperaba que aquella cena fuese una de esas navidades de postal navideña, pero al menos esperaba algo de conversación. Nate y Humphrey eran amigos y bueno Jenny y él estaban empezaban a llevarse bien. Estaba claro que algo faltaba.
-Otra botella de vino - ordenó al camarero.
-Aún no han traído los entrantes - murmuró Nate.
-¿Y? A ti te ha dejado Serena, ella se está escondiendo de su familia, él… - miró a Dan durante unos segundos - bueno seguro que también esconde algo. Estamos aquí para beber.
-¿Has roto con Serena? - preguntó Daniel preocupado.
-Cree que nuestra relación no va a ninguna parte.
-Como todos sabíamos desde el principio.
-Gracias, Chuck. Eres un amigo cojonudo - espetó Nate mientras retorcía la servilleta - No sé porque he aceptado la invitación.
-Porque en Nueva York tendrías que aguantar a tu familia, y probablemente terminarías topándote con Serena, o peor aún emborrachándote y arrastrándote hasta su casa para suplicar.
-Chuck… - masculló Jenny - ¿Por qué no hablamos de otro tema?
-¿De por qué te escondes tú?
-No - replicó molesta - pero no sé, de lo que haces cuando viajas por Europa. O de las clases de Dan, o de las tuyas, Nate. No sé, cualquier cosa que no tenga que ver con…
-Vamos pequeña J, deléitanos. Tienes tres hombres para ti sola.
-Soy su hermano.
-Pues dos hombres, y un gilipollas.
-Vete a la mierda.
-¡Por favor! - suplicó - Solo quiero tener una cena tranquila, ¿podéis evitar mataros al menos durante los entrantes?
-Ha empezado él.
-¡Uy, Humphrey que valiente! Acusándome delante de tu hermana pequeña.
-¡Chuck! ¿Quieres callarte de una puta vez? Porque de verdad nos estás jodiendo la noche a todos - Nate deshizo el nudo de su pajarita y agarró la botella de vino para servirse otra copa.
-Gracias - murmuró Jenny.
-Si, gracias Nathaniel. Por demostrar que aún tienes pelotas y que mi hermanastra no se las quedó todas. Ahora sí, por favor sirva la cena.
Dan miraba de reojo a su hermana que jugueteaba con la comida, mientras él intentaba degustar el pescado. Ir a Londres no había sido una buena idea, quizás visitar a Jenny si podía serlo, pero estaba claro que aquella cena iba a ser un completo desastre. Para empezar estaba su nula relación con Chuck, y su odio patente hacia todo lo que tuviera mutua relación. Por otro lado estaba Nate, despechado tras la ruptura con Serena que estaba dando buena cuenta de la reserva del setenta y cinco de vino blanco que el camarero acababa de servirles.
-¿Sigues en el equipo de la universidad? - preguntó intentado romper la tensión, y quizás para evitar que Nate llegará borracho al segundo plato.
-No, necesitaba tiempo para centrarme en otras cosas.
-Serena - interrumpió Chuck - ¿Y para que te ha servido?
-Para nada - gruñó bebiéndose de un trago el vaso de vino que acaban de beberlo.
-Si alguna vez escucharas a tus viejos amigos.
-Sería un amargado - respondió Dan, con un ligero resquemor en la voz - Tenía derecho a intentar ser feliz.
-Como si pudiera. Como si alguien pudiera - canturreo sonriendo de medio lado - Aunque quizás Humphrey tú seas el conocedor de la llave de la felicidad ¿no? Puede que todas tus relaciones, que han terminado, como todos sabemos, genuinamente bien te hayan llevado a un estado zen desde el cual nos puedas decir a los demás como alcanzar el nirvana, o al menos… intentarlo.
-¡Que te follen! No tengo porque aguantar que me insulten - Dan iba a ponerse en pie pero no lo hizo, porque la silla a su lado emitió un sonoro estruendo al estrellarse contra el suelo - ¡Jenny! ¿Dónde vas? - pero ni siquiera volteó el rostro - Estupendo, mira lo que has conseguido.
-¿Cena con espectáculo?
-Eres un capullo integral, Chuck - Nate se levantó y siguió los pasos de la pequeña J.
-¡Quieto ahí, Humphrey!
-¿Qué?
-Que te sientes, y sigas cenando - con un gesto llamó al camarero - Tu hermana estará bien.
-Estás loco si crees que voy a dejar a mi hermana sola.
-Está con Nate.
-Me da igual.
-No, no da igual - Chuck suspiró con resignación - Está bien, Dan. Siéntate y escucha atentamente.
Observó los ojos marrones fijos en él, el brazo izquierdo extendido, ligeramente apoyado sobre la silla donde Nate había estado unos minutos antes. Una sonrisa burlona bailaba en los labios de Chuck. Dan dio un paso atrás y volvió a sentarse.
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-Vas a congelarte - la voz de Nate llegó casi como un susurro, mezclada con el ruido de los coches que aún circulaban por las calles.
-Estoy esperando un taxi - la seda del interior de la chaqueta del esmoquin de Nate se deslizó por sus hombros desnudos, haciendo que un cosquilleo recorriera todo su cuerpo.
-Gracias.
-Siento que Chuck se comporte como un imbécil.
-No es tu culpa.
-No tienes porque irte, hablaré con él para que trate de controlarse. Solo hace estás cosas porque cree que me sentiré mejor así. Es su forma de ayudarme.
-Lo sé.
-Jenny.
-¿Sí?
-¿Pasa algo?
Cuando giró el rostro, Nate estaba demasiado cerca. Podía oler el aroma de su colonia, podía ver los poros de su piel, sentir su gélido aliento rozar su cabello. Sus ojos se llenaron de lágrimas, que mal trató de disimular.
-Tengo frío nada más - afortunadamente para ella el portero del restaurante detuvo un taxi frente a la puerta - Será mejor que me vaya.
-No puedes irte - Jenny dejó que la chaqueta se deslizará sobre su piel y caminó hasta la puerta abierta.
-A cualquier parte - le dijo al taxista cuando se sentó.
-¿Disculpe?
-Arranque lléveme a… - la puerta volvió abrirse y Nate entró en el vehículo.
-Si tú no te quedas, yo tampoco lo haré.
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Daniel saboreó el último pedazo de tarta que quedaba en su plato antes de dejar la cucharilla sobre él. Después alzo la vista para percatarse que Chuck le miraba fijamente, con la copa de champagne medio vacía cerca de los labios.
-¿Qué? - espetó visiblemente nervioso.
-Nada - respondió encogiéndose de hombros - Se han ido juntos en un taxi.
-Vale - irguiéndose apenas se detuvo a pensar - ¿De verdad piensas que dejándolos solos va a surgir algo?
-No, pero por lo menos hablarán.
-Pueden ponerse a discutir sobre si el café es mejor en Nueva York o aquí. También podrían simplemente irse cada uno por su lado, o salir de fiesta a emborracharse.
-Efectivamente, a Nate se le da bastante bien esto último. Pero no lo hará.
-¿Cómo lo sabes?
-Porque le importa tu hermana. La quiere.
-¿Entonces por qué salió con Serena? Chuck, Nate estaba enamorado de ella desde hacía años. Lo sabes.
-¿Y? No saliste tú con Olivia estando enamorado de Vanessa.
-Eso no tiene nada que ver.
-¿Cómo que no?
-Pues porque no.
-Es la misma situación, sales con una persona de la que crees estar enamorado cuando de verdad no lo estás. Es solo una transición hasta que llega la verdadera persona.
-¿Cómo Blair y tú?
Chuck apretó ligeramente los labios, casi imperceptiblemente. Dejó la copa sobre la mesa y cerró los ojos. Todo aquello transcurrió demasiado despacio para Dan, o quizás es que había bebido demasiado. O, y que alguien se apiadase de él, es que Chuck Bass es tan verdaderamente irresistible que el tiempo junto a él, parecía detenerse.
-Será mejor que vaya a buscarla.
-No conoces la ciudad.
-La llamaré al teléfono.
-Ha dejado su abrigo y bolso en el guardarropa.
-¿Cómo lo sabes?
-El maître me lo ha dicho.
-¿Hay algo que no sepas? Espera yo creo que sí, la razón por la que Blair te dio plantón.
-Humphrey estás terminando con la poca paciencia que había decidido brindarte.
-No sé si eso debería servirme como halago o como amenaza.
-Yo tampoco - confesó.
-Tengo que encontrarla.
-Está bien - sucumbió - te llevaré a casa, supongo que habrá ido para allá.
-Bien.
-Vamos.
-¿No pagas?
Chuck pasó a su lado negando con la cabeza mientras el camarero sujetaba la puerta del reservado, Dan le siguió con expresión sombría anticipando que el trayecto a casa iba antojársele especialmente largo.
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Mientras Nate se servía una copa, Jenny subió las rodillas al sofá. Al final había optado por una retirada a casa, era lo más sensato si él decidía acompañarla, en cualquier momento podría excusarse fingiendo una repentina jaqueca y ocultarse en la seguridad de las cuatro paredes de su habitación.
-¿Quieres algo?
-No, gracias - Nate dobló con cuidado la chaqueta colocándola sobre el respaldo del sofá justo frente a Jenny, desabotonó los dos primeros botones de la camisa y se sentó - Has estado muy callada durante la cena
-He estado un poco resfriada - mintió - creo que aún no estoy recuperada del todo.
-Ya. Estás muy guapa, ¿es un diseño tuyo?
-Sí.
-Seguro que estás haciendo un gran trabajo en la escuela.
-Hago lo que puedo.
-Jenny, de verdad lo estoy intentando pero…
-Pero ¿qué? - estalló poniéndose de pie - La verdad Nate es que no sé que quieres que te diga, ¿qué tengo una vida maravillosa en Londres? Pues sí, no me va mal, estoy haciendo lo que quería. Chuck es como un hermano para mí y estar aquí me está ayudando a…
-¿A?
-A ver las cosas de otra manera - suspiró derrotada - Me duele la cabeza será mejor que suba a acostarme.
-Pero… ni siquiera son las doce.
-Mejor. Buenas noches.
Nate se quedó allí sentado, observando como Jenny subía las escaleras, con la cola de su vestido negro arrastrando por cada uno de los peldaños de mármol, desapareciendo a medida que ella subía, que caminaba por el piso de arriba. Hasta que ya no quedó nada que ver.
El hielo se había derretido cuando volvió a poner la mirada en el vaso que enseguida depositó en la mesa más cercana. Deambuló por el salón durante al menos media hora antes de tomar el camino hacia el piso superior. La puerta estaba entornada, y la luz encendida. Sobre la cama estaba el vestido negro pulcramente extendido, una percha y una funda a su lado para guardarlo, en la radio sonaba algo de música.
-¿Puedo pasar? - no obtuvo respuesta - Jenny, ¿puedo…?
-¿Qué quieres? - preguntó junto a la puerta.
-Asegurarme de que estás bien. Preguntarte si necesitas algo… y pedirte disculpas.
-¿Disculpas?
-Creo que he estropeado tu fin de año.
-¿Qué? No, claro que no… - se mordió el labio mientras se apartaba de la puerta - pasa.
-No, necesitas descansar.
-Y tú necesitas hablar. Nate, te conozco, vamos - tomó su mano con delicadeza y le hizo pasar a la habitación.
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La limusina apareció varios minutos después de que ellos salieran del restaurante, Arthur salió raudo para abrirles la puerta; Chuck pasó primero, Dan se sentó a su lado. Este último se pregunto si la limo sería la misma en la que había viajado unos años antes cuando habían estado en St. Jude, estuvo a punto de preguntarlo pero Chuck interrumpió sus pensamientos poniendo una copa frente a su rostro.
-Creo que necesitamos beber.
-Creo que nunca he estado más de acuerdo contigo.
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La tela de la camisa era tan delicada y fina que permitía que el calor corporal de Nate irradiase de tal manera que Jenny pudiera sentir arder las zonas de su piel donde se tocaban. Tumbados los dos en su cama, ella con una camiseta de tirantes desgastada y unos pantalones viejos y él con su nuevo y reluciente esmoquin apenas habían hablado desde que el joven hubiese entrado en la habitación.
-¿Cómo estás? - preguntó ella mirando hacia el techo.
-Cómodo.
-No, ya sabes a lo que me refiero.
-Ah, ya… - Nate suspiró y giró el rostro mirando hacia la derecha.
Jenny, tez pálida, suave. No como Serena, que a pesar de ser rubia tenía la tez más oscura y tersa. El cabello de Jenny estaba recogido con una goma, era mucho más claro, también más fino. En realidad Jenny parecía mucho más delicada que Serena. Eran dos mujeres completamente distintas que habían tenido en común, ser capaces de llamar su atención, de llenar su mente con pensamientos e imágenes, su corazón con sentimientos que otras muchas hubiesen deseado.
Cerró los ojos durante un segundo más, buscando una respuesta concreta o más bien el hilo del que tirar para poder empezar a hablar. Para deshacer la madeja en la que todo se había convertido.
-No sé. No lo se, Jenny - confesó - Es solo que…
-¿La echas de menos?
-Sí, claro. Pasábamos la mayor parte del tiempo juntos, y bueno… no logro entender, como hemos pasado de todo a nada. ¿Me entiendes?
-Me hago una idea - su mano derecha aferraba con fuerza la colcha, intentando así darse imaginarias fuerzas para seguir allí, para ser la amiga que en ese momento Nate necesitaba.
-No puedo evitar pensar si de verdad me quería.
-Claro que lo hacía.
-No puedes estar segura - sentenció, Jenny tenía un pequeño lunar en el cuello del que Nate nunca se había percatado pero del que ahora estando allí, tumbados el uno junto al otro era difícil no darse cuenta - Creo que ni siquiera ella puede saberlo. Todo paso tan rápido, tan… después de su accidente y…
-Ya. Lo sé. Pero eso no quita que os quisierais, habéis tenido una relación larga, quizás esto sea solo un bache.
-No, no lo es. Los baches ya los hemos pasado - aseguró suspirando.
Cada vez que Nathaniel hablaba lo hacía a su cuello, golpeando directamente con su aliento en su piel. Y cada vez que eso ocurría, ella recurría a su mente, a los recursos que esta le daba para pensar que aquella no era más que la penitencia por haber sido una mala hija, una mala hermana y haber estado metida en tantos problemas el pasado año. Si lograba superarlo las cosas serían mucho mejor para ella. Solo tenía que pasar por aquel calvario, concentrarse en cualquier cosa que no fuera el cuerpo, la voz o la piel de Nate y no tendría ningún problema.
-Te he echado de menos.
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Chuck había guardado aquella botella de whisky para emergencias, y estaba claro que viajar con Humphrey la noche de fin de año lo era. Cuando Arthur les anunció que iba a tener que estar parados casi cerca de una hora, dio gracias al cielo por haber sido capaz de contener sus instintos tantas veces, y que ahora aquella botella estuviera en sus manos.
Era la segunda que iban a beberse. La primera había caído mientras recorrían el camino del restaurante al centro de la ciudad, apenas habían sido cuarenta minutos pero el atasco y la escasa conversación había hecho el resto.
-¿Otra? - preguntó Dan mirando como Chuck hacía malabarismos para no caerse del asiento mientras metía la mano debajo de él.
-Si tengo que pasar la noche contigo, más vale que sea bien borracho.
-Gracias.
-Deberías sentirte halagado, vas a pasar fin de año con Chuck Bass. Solo. No todo el mundo tiene tanta suerte.
-Perdona que no… - la lengua se le trababa demasiado a menudo y sabía que su compañero de noche ya se había dado cuenta, por eso intentaba no hablar demasiado, aunque eso fuese casi un milagro para él - … que no me sienta, fas… fascinado por ello.
-Lamentable entonces.
-¡Dios que calor! - protestó quitándose la chaqueta. El abrigo, y la corbata habían volado con las dos primeras copas.
-También podrías pedirme que bajara la calefacción - Dan le miró de soslayo después de aceptar la copa - Está bien.
Chuck, se incorporó con algo de reticencia, no quería demostrarle a Humphrey que estaba borracho, no tanto como él, pero si lo justo para perder el equilibrio en el mínimo espacio del que disponían en la limo. Se quitó el abrigo, y la chaqueta, doblándolos con cuidado y dejándolos sobre el otro asiento.
-Pfff…
-¿Y ahora qué?
-Tienes a gente que te lava y te dobla la ropa Chuck, ¿por qué demoniosss no la lanzas?
-Porque a diferencia de ti, no soy el eslabón perdido.
-Empiezo a no sentirme ofendido cuando tratas de que lo esté, lo cual debería irritarte.
-Estoy en un puto atasco en la noche de fin de año, cuando debería estar en una de las mejores fiestas de toda la ciudad. Créeme Humphrey hay cosas que me irritan más.
-¿Cómo? - Chuck le arrebató el vaso para volver a llenárselo, si perdía la consciencia, quizás se callara la boca - ¿Estás tra… tratando de emborracharme?
-Sí, y después me aprovecharé de ti.
-Bueno, tampoco serías el primero.
Dan tardó un par de minutos en caer en la cuenta. Chuck solo unos segundos. Cuando le pasó el vaso Daniel estaba demasiado incómodo como para hacer otra cosa que no fuera dar un trago largo a su bebida, y para Chuck no era distinto. No le gustaba que la gente le contara sus problemas, quizás Nate, o Serena. Incluso Jenny porque ella era como una hermana pequeña, pero ¿Humphrey?
-Sí, vale. Soy gay. ¿Pasa algo? - espetó Dan removiéndose en el asiento.
-No, nada. Este es un país libre. Solo que si estabas pensando alistarte…
-Gilipollas… ¿Tienes algún problema con ello? ¿Te intimida o qué? - con el alcohol recorriéndole cada rincón de su cuerpo Dan solía sacar una parte bravucona, bastante absurda - ¿tienes miedo de que te meta mano o algo?
-No.
-¿No? - y que usualmente solía desaparecer, a los pocos segundos - Ya claro, seguro.
-Aunque pueda parecerte extraño, algunos hombres me consideran atractivo. Siento no ser de tu tipo.
-Si, ya. Vale.
En la calle, la gente caminaba deprisa de un lugar a otro. Entrando en las casas o pubs abiertos para la ocasión. Dan deseaba salir del maldito coche y perderse con ellos. Porque aunque estaba demasiado borracho, sabía perfectamente que considerar a Chuck más que atractivo no era producto del alcohol, o de la tensión persistente entre ellos.
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-Yo a ti también - Nate cogió su mano izquierda, entrelazando sus dedos - Ojala hubiera podido ayudarte cuando me necesitaste, fui un amigo horrible.
-No, claro que no.
-Cuando más me necesitabas no estuve a tu lado. Francamente, Jenny, ¿cómo llamarías a eso?
-Acababas de empezar tu relación con Serena. Estaba la universidad…
-Ninguna de esas excusas justifica haberte fallado. Lo lamento - Nate apretó más su mano.
El calor que desprendían sus pieles en contacto, estar tan cerca de él, estaba haciendo que todo aquello contra lo que llevaba meses luchando volviese a florecer. Cuando había dejado Nueva York, se había jurado a sí misma que nunca más volvería a flaquear, al menos en cuanto a Nathaniel Archibald se tratase; pero la vida se había empeñado en ponerle las cosas difíciles, eso es lo que ella estaba pensando cuando Nate soltó su mano.
-Son casi las doce - se había incorporado ligeramente, inclinándose sobre ella para mirar el despertador sobre la mesilla de noche de su lado de la cama - Es una forma rara de terminar el año, ¿no crees?
Cuando abrió los ojos, Nate estaba a escasos centímetros, de su rostro. El pelo engominado se le había revuelto un poco, y caía libre sobre sus ojos, Jenny quería alzar la mano, acariciarle la cara, acunar sus mejillas y pedirle que le besara. ¿Qué mejor manera de empezar el año? Pero solo musitó un pequeño sí. Nathaniel se quedó un rato más observando como la joven apartaba la vista y la fijaba en la ventana. Las luces de la ciudad iluminaban se reflejaban de formas distintas contra los cristales, algunas jugaban a hacer extrañas sombras con las cortinas. A lo lejos, en una iglesia comenzó con el repicar de sus campanas. Apenas faltaban unos segundos para las doce.
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La limusina se detuvo cerca de la plaza del parlamento, Dan bajó la ventanilla con el pretexto de respirar un poco de aire fresco, pero lo hizo para despejarse, necesitaba sacarse la borrachera de encima como fuera. Junto a ellos la colosal torre del Big Ben les custodiaba, en medio de aquel enorme atasco, si se asomaba un poco podía ver de refilón la silueta de la gran noria a orillas del río. Sin lugar a dudas era un marco incomparable para cambiar el año. Cuando volvió a sentarse en la limo, le pareció que la compañía tendría que deslucir bastante aquel momento mágico, pero lo cierto es que estar allí con Chuck parecía, de alguna retorcida manera, lógico.
-Son casi las doce - anunció.
-Me alegra que sepas leer un reloj. No puedo creerme que estemos parados en un estúpido atasco justo en este momento.
-Hemos tenido suerte.
-¿Qué?
-Bueno, es un lugar… ¿bonito?
-¿Perdona?
-El Big Ben, el parlamento… y todo eso…
-Preferiría estar en el sofá de algún pub con una rubia sobre mi regazo.
-Eso puedes hacerlo cualquier año.
Impredeciblemente Chuck, guardó silencio. Observó la hora en su reloj, faltaban dos minutos para que aquel maldito año terminase, y de verdad que deseaba que lo hiciese. No es que creyese que las cosas fueran a cambiar de un momento a otro, pero necesitaba pasar página y sentía que si ese año no llegaba a su fin, no podría hacerlo.
-Ya empieza - anunció Dan cuando escuchó la primera campanada.
-Levanta - le pidió Chuck.
-¿Qué?
-Vamos, levanta - con algo de dificultad ambos se pusieron de pie, mientras la ventanilla del techo se deslizaba.
Para la tercera campanada, ambos tenían medio cuerpo fuera de la limosina. Observando el extraño panorama a su alrededor, muchos de quienes se habían visto atrapados como ellos en el atasco habían bajado de sus coches y contemplaban la majestuosa figura de la torre dando una tras otra las campanadas. Con la última, un espectáculo de fuegos artificiales surgió de orillas del río, y todos alzaron la vista un poco más, al cielo.
-Creo que es el fin de año más raro y más bonito que he vivido en toda mi vida - casi susurro Dan.
-Casi podría estar de acuerdo contigo.
Cuando Dan giró el rostro con expresión sorprendida por las palabras de Chuck, esté tenía un leve rubor en las mejillas, y el viento había despeinado su cabello. Tenía una sonrisa distinta a todas las que Dan le había visto antes, casi parecía como si está fuera de verdad y todas las demás no fueses más que muecas ensayadas frente a un espejo.
Daniel se inclinó tentativamente sobre Chuck, esperando un rechazo brusco, un empujón que lo devolviera a la realidad, pero lo que encontró fueron unos labios suaves, delicados y suaves. Con sabor a whisky y a champagne que hicieron que todo su cuerpo se tambaleara.
-Feliz año, Humphrey.
Cuando Chuck susurró aquellas palabras sobre sus labios, Dan abrió los ojos y volvió a ver aquella media sonrisa burlona. Y olvidó todo lo que había sentido de un plumazo.
-Feliz año, Chuck.
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-Feliz año nuevo - Jenny volvió la vista para darse cuenta de Nate no se había movida ni siquiera un centímetro, sus ojos seguían fijos en su rostro.
-Feliz año, Nate - murmuró.
-Te he echado tanto de menos… - la mano derecha de Nathaniel ascendió hasta su mejilla y comenzó a acariciarla - tanto… - inclinándose sobre ella, hasta que sus labios se unieron.
-No, Nate. ¿Qué haces? - Jenny puso sus manos sobre su pecho para separarle de ella.
-Solo, yo… quería… quería besarte.
-Ya… pero… - suspiró resignada - Solo lo haces porque estás herido, sigues enamorado de Serena y bueno… ya sabes.
-Jenny, yo…
-El año ha terminado. No quiero… - una lágrima resbaló por su mejilla - no puedo pasar por esto. Vine para empezar de cero. Tú sólo me quieres como lo hacen Chuck o Dan y está bien… no importa… pero necesito tiempo, volveremos a ser amigos.
Nate se dejó caer sobre la cama, tapándose la cara con el antebrazo. Su mano había soltado la de Jenny y está había aprovechado para ponerse de pie. Recogió algunas cosas que había por el suelo, sin volver la vista a la cama donde él seguía tumbado. No sabía como había sido capaz de no sucumbir. Los labios cálidos de Nate, probarlos una vez más y dejarse llevar. Pero las cosas no eran como ella quería, jamás lo serían.
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Chuck observaba como Dan hacía esfuerzos para no resbalarse por la pared en la que se había apoyado. Acababan de llegar, después de una larga hora en el atasco. En la limusina, sin apenas intercambiar palabras, con la tensión patente entre los dos. Giró la llave una vez más y la puerta se abrió.
-Gracias a dios - murmuró Dan entrando a tropel - ¿Nate?
-¿Queréis una copa? - preguntó mientras bebía a morro de la botella que había cogido del minibar.
-No - Daniel giró sobre sus talones - Te lo dije, te dije que…
-Cállate - le recriminó - Voy a ver a tu hermana.
-¿Qué? No… iré yo.
-Ni siquiera puedes tenerte en pie - con un solo dedo le dio un ligero empujón haciéndole tambalearse - Que no siga bebiendo.
-Pero…
-¿Es que no puedes hacer lo que se te ordena por una puta vez en tu vida?
-¿Por qué crees que tienes razón? ¿Por qué tengo que hacer lo que tú quieras? - había dado un par de pasos, hasta acercarse a Chuck con sus narices casi rozándose.
-Porque sabes que quieres hacerlo.
Dan tragó saliva tan despacio que apenas fue consciente de cómo Chuck se separaba de él y subía las escaleras. Estaba claro que había bebido demasiado, sí, sólo eso podía explicar su erección.
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-¿Qué ha pasado?
-¿No sabes llamar a la puerta? - preguntó Jenny mientras cerraba la revista que estaba ojeando.
-Es mi casa. ¿Qué coño ha pasado con Nate?
-Nada.
-¿Nada? ¿Y por qué coño está ahí abajo bebiéndose hasta el agua de los floreros?
-No lo sé.
-No intentes engañarme, pequeña J. Te conozco.
-Mira, es la verdad, no lo sé. Subió aquí, hablamos y después volvió a irse.
-¿De qué hablasteis? - Chuck se apoyó en el tocador con los brazos cruzados sobre el pecho.
-No sé, de Serena, de cómo se sentía…
-Ya… ¿y? ¿Nada más?
-Nada más - Jenny ahuecó la almohada que tenía en su espalda - Quiero dormir, ¿serías tan amable de irte?
-Cuando me digas la verdad.
-Ya te la he dicho.
-No me toques las pelotas, ¿vale? He tenido suficiente paciencia quedándome con tu hermano toda la noche, y no lo he hecho para esto…
-¿Y para qué lo has hecho?
-No te hagas la idiota, no te pega. Nate te quiere, lo sabes.
-Nate está enamorado de Serena.
-Bobadas. Eso es lo que cree, pero no sabe lo que le conviene.
-¿Y tú sí?
-Sí.
-Chuck, ni siquiera sabes lo que te conviene a ti. Deberías dejar que sea él quien decida.
-¿Y tú? ¿Le has dejado? - Jenny apartó la mirada durante un segundo - Lo sabía.
-No soy el segundo plato de nadie. Primero se quedó con Vanessa, luego con Serena, ¿por qué tengo que creer que me quiere?
-Porque te lo digo yo.
-Pfff…
-Nadie conoce a Nathaniel mejor que yo. Y nadie sabe mejor que yo lo que le conviene y debe tener. Así que baja, habla con él y tirátelo si hace falta.
-¿Así es como lo arreglas todo no? Dando órdenes.
-Es lo que mejor se me da - respondió acercándose a ella - Vamos levanta - la agarró de un brazo.
-Para, me haces daño.
-No, hasta que te levantes de esta maldita cama y dejes de compórtate como una cría. ¿No has aprendido nada? Vamos, joder. Tienes a Nathaniel a punto de caramelo…
-¡Basta! - chilló - ¿o te das cuenta de que no le quiero así? ¿Qué esto solo me hace más daño? No quiero tu compasión, no quiero la suya. Quería, deseaba que Nate me amara de verdad, por lo que soy… pero… no lo hace. No lo hará. Y tengo que asumirlo.
-Mocosa, cabezota.
-¿Por qué no puedes dejarme en paz?
-¡Porque no me gusta verte sufrir! Porque no quiero que pases por lo que yo he pasado, porque no lo mereces. Porque eres mejor que cualquiera de las mujeres con las que Nate ha estado. Y porque sé que te quiere. ¡Joder!
Los cristales de la ventana vibraron tras el portazo con el que Chuck había abandonado la habitación. Jenny, se llevó las manos a las mejillas para limpiarse las lágrimas que habían empezado a brotar minutos antes. Entonces la puerta volvió a abrirse.
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-Así que… ¿tú también estás borracho? - Daniel asintió sentándose en frente suya - ¿Dónde habéis estado?
-En la limusina.
-¿Qué?
-Cuando salimos del restaurante nos pilló un atasco, así que hemos pasado casi dos horas allí.
-Oh.
-¿Qué? - preguntó Dan arrebatándole la botella antes de que Nate volviera a beber.
-Nada, solo es que Chuck nunca pasa tanto tiempo en el coche. A no ser que esté follando.
-Ya, bueno… evidentemente no estaba haciendo eso - Nate se encogió de hombros - Bebimos, ya sabes tiene el minibar a reventar. Y eso, nada más.
-Vale, vale.
-¿Qué ha pasado con Jenny?
Nate se removió nervioso, trató de ponerse de pie pero no estaba en condiciones de hacerlo. Se llevó las manos a la cara y se frotó el rostro con fuerza.
-No sé. No lo sé.
-Mira tío. Eres un buen amigo, pero si vuelves a hacerle daño a mi hermana…
-No quiero hacerle daño. De verdad. No sé porque… pero tenía tantas ganas de besarla.
-¿La besaste?
-Sí, pero… ella me apartó. Creo que me odia.
-Ella no te odia - Dan suspiró - Has roto su corazón, dos veces. ¿Qué coño quieres que haga?
-No era mi intención. Además te recuerdo que la primera vez, fuiste tú el que me dijiste que me alejara de ella.
-Tenía quince años. Era una cría.
-Pero…
-Nate, mira te entiendo ¿vale? Has roto con Serena y crees que mi hermana…
-No, no es eso. Lo que siento por Jenny, es diferente. Ha estado siempre ahí, es como un fuego incandescente. Nunca llegó a arder demasiado pero siempre ha tenido brasas. Me hubiera gustado… quería demostrárselo. Supongo que ahora es demasiado tarde.
Dan observó el rostro de Nate, ligeramente crispado. Parecía sincero, sus ojos estaban ligeramente humedecidos y podía haberlo achacado a la cantidad de alcohol que había ingerido si no hubiera sido porque en el fondo siempre había sabido que algo así podía pasar.
-Deberías subir, y decirle lo mismo que me has dicho a mí.
-Ella no quiere oírlo. Solo quiere que seamos amigos.
-Se está protegiendo. Es normal. Si de verdad crees que esto puede funcionar, que vas a hacerla feliz. Sube las escaleras… - un fuerte portazo interrumpió su conversación.
-¡Todos los Humphrey sois iguales! - espetó Chuck señalando - Os creéis más listos, mejores… y…
-Creo que voy… yo… iré a hablar con Jenny - Nate desapareció sigilosamente escaleras arribar.
-¿Y a ti que mosca te ha picado ahora? - Dan se puso de pie.
-Nada. Nada… - gruñó Chuck - Me voy.
-¿Qué? ¿A dónde?
-Ciertamente, no creo que sea de tu incumbencia.
-Hola - Nate se quedó de pie con la mano en el pomo de la puerta - Parece que has conseguido terminar con la paciencia de Chuck, ni siquiera tu hermano había podido.
-Ya bueno, no debería meterse donde no le importa - refunfuñó.
-Creo que solo… bueno que trata de ayudarnos.
-¿A qué?
-¿A estar juntos? - Jenny observó la ligera sonrisa de Nate - Ya, ya sé que piensas que todo esto es porque Serena me ha dejado pero… Jenny, siempre he sentido algo por ti. Desde aquella noche cuando nos besamos, creo que desde antes… pero primero eras demasiado joven, y luego… no debí dejar que Dan me convenciera para separarme de ti.
-Nate, por favor…
-Escúchame, ¿sí? Estaba enamorado de Serena, pero… como se está enamorado cuando eres un crío. Siempre he sabido que no iríamos a ninguna parte. Lo nuestro es y siempre será algo platónico. No debimos intentarlo. Somos mejores amigos que pareja. Siempre lo hemos sido. Pero supongo que cuando Tripp apareció, los celos pudieron más que yo - Nate cerró la puerta y se acercó hasta la cama - Y ya ves, lo único que conseguí es perder un año. Y puede que a ti.
-No… no sigas.
-¿Por qué no?
-Porque no me quieres, porque… si lo hicieras, si lo hubieras hecho nunca habrías permitido que me fuera. Que hiciera todas aquellas cosas.
-Lo sé. Y lo siento - sentándose junto a ella tomó su mano - Perdóname, por favor.
Jenny se quedó mirando las manos que apretaban la suya, más grandes, más fuertes. Y se sintió de nuevo segura. Como a su llegada a la ciudad, como había estado buscando todo ese tiempo.
-No me harás daño, ¿verdad?
Nate sonrió, y se acercó poniendo una mano en su nuca para atraerla hacia sus labios. Besándola despacio, reconociendo su boca. Tomándose su tiempo para paladear sus labios, su lengua. Jenny suspiró entre los primeros besos, amarrándose a la camisa de Nate a los pocos segundos.
-Te lo prometo.
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Lily terminó de recolocar las velas en la mesa, Rufus podía ser un gran marido, un buen músico y un padre estupendo pero estaba claro que no sabía poner una mesa. Los chicos no tardarían en llegar, y era la primera Navidad en cuatro años en la que estarían todos juntos, aquello merecía la mejor decoración posible.
-Charles ha llamado - anunció Rufus entrando en la habitación, Dan que leía junto a la ventana levantó la vista - Al parecer su vuelo ha sido cancelado, y no podrá venir.
-¿Qué? Pero… ¿por qué no ha avisado antes?
-No lo sé querida. Es una verdadera lástima, pensaba que estas Navidades estaríamos todos.
-Iré a llamarle, puede que no esté para Nochebuena, pero quizás llegue para Navidad.
-Está bien - Rufus se sentó junto a Dan - ¿Te ocurre algo?
-No, ¿por?
-No sé, estás un poco pálido.
-Estoy perfectamente bien.
-¿Qué le pasa a mi madre? - preguntó Serena bajando por las escaleras.
-Chuck no ha podido volar desde Londres.
-Estaba segura que no vendría - la joven cogió un bombón de la fuente sobre la mesa de café - Parece que Nueva York ya no es de su gusto.
-Estamos en casa.
-¡Cariño! - Rufus se levantó como un resorte del sofá para correr a abrazar a su hija - ¿Qué tal ha ido el viaje?
-Estupendo.
-Es una suerte que cogierais el avión antes que Chuck, él no ha podido viajar por el mal tiempo.
-¿Mal tiempo? - preguntó Nate - Es la primera vez que volamos desde Londres y no había niebla para despegar.
-Pero…
-¿Veis? - apuntó Serena - está claro que Chuck ya no quiere saber nada de nosotros.
-No digas eso - protestó Jenny mirando de refilón a su hermano - Puede que se levantara mal tiempo después de que saliéramos de allí, ¿verdad, Nate?
-No sé - Jenny le codeó - Esto, bueno claro… puede.
-Voy a buscar a Vanessa - anunció Dan poniéndose en pie.
-Creía que vendría ella.
-Lo sé, pero me apetece estirar las piernas.
---
Mientras Jenny colgaba la ropa en el armario Nate esperaba sentado en la cama.
-Voy a matarle.
-No es para tanto.
-¿Qué no es para tanto? Me lo juró. Dijo que vendría.
-Es Chuck. No sé que esperabas.
-Que cumpliera su palabra - se dio la vuelta mordiéndose el labio - ¿Has visto la cara de mi hermano?
-Claro que sí, todos la hemos visto. Lo gracioso es que nadie se de cuenta.
-Es que no lo entiendo… ¿por qué tiene que ser así? Chuck debería dar el paso de una maldita vez.
-¿Salir del armario?
-No, salir con mi hermano. Dejarse de tonterías. No pueden estar jugando como si fueran críos. Ya no lo son.
-Tampoco son tan mayores - protestó.
-Lo sé pero… ¿qué sentido tiene esa relación que tienen? Chuck viene a escondidas a ver a mi hermano, y él viaja a Londres. ¿Para qué?
-¿Para follar?
-No seas bruto.
-Pero es la verdad… no creo que hagan otra cosa - Nate cogió la mano de Jenny y la acercó a él - Se que te gustaría que pasara algo más. Pero no creo que Chuck esté enamorado de tu hermano.
-¿Por qué estás tan seguro?
-No lo estoy, pero es Chuck. Además probablemente, acabaría mal.
-¿Por qué? Nosotros estamos bien, ¿por qué ellos no pueden estarlo?
-Porque no son Nate y Jenny - sonriendo se sentó a horcajadas sobre sus piernas - porque no se quieren como nosotros.
-Pero podrían… - murmuró mientras le besaba.
-Supongo…
---
Dan lanzó una última piedra al lago observando como botaba apenas un par de veces, formando círculos concéntricos. Metió las manos en los bolsillos y se dio la vuelta.
-Hola
-Hola - frunciendo el ceño pasó a su lado - ¿Has conseguido teletransportarte?
-Daniel…
-Mira Chuck, no tengo ganas de tonterías. Me has pedido que viniera, ¿qué quieres?
-No puedo hacerlo - suspiró - Todavía no. Dame tiempo. ¿Vale?
-¿Para qué? Esto es una tontería. Esta claro que no vamos a ningún lado. He estado pensando y creo que deberíamos dejar de vernos.
-¿En serio quieres eso? - Dan se encogió de hombros - Eso no es una respuesta.
-Quiero poder verte cuando quiera. Quiero dejar de viajar de un continente a otro, y sobre todo dejar de mentir a los demás. Pero eso no lo voy a tener nunca.
-Te estoy pidiendo tiempo. ¿Por qué no puedes dármelo?
-Porque estoy cansado de hacer siempre lo que tú quieres.
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Eric hablaba animadamente con Vanessa, quien le contaba sus últimos proyectos para unos documentales sobre el barrio que pensaba realizar. En un rincón del sofá, Jenny se acurrucaba contra Nate que acariciaba su pelo mientras observaba como Rufus, Lily, Dan y Serena jugaban una partida de Scrabble.
-Si vuelve a ganar, le mato - protestó Serena refiriéndose a Dan.
-No es mi culpa ser el mejor en esto.
-Siempre tienes que ganar a todos los juegos de mesa, da igual a cual juguemos.
-Serena tiene razón - apuntó Jenny - tienes muy mal perder.
-Eso es mentira.
-Vamos, Humphrey todo el mundo sabe que no sabes perder. Y lo que es peor… tampoco sabes ganar.
-¡Charles! - exclamó Lily poniéndose en pie para abrazarle - Creí que no podías volar.
-Bueno, no hay nada que el dinero no pueda conseguir.
Uno por uno Chuck fue saludando a los miembros de la familia, hasta dejar para el final a Dan. Jenny que se había sentado de nuevo junto a Nate apretó su mano con fuerza, este le sonrió después de besar su mejilla.
-Feliz Navidad, Chuck.
Chuck estrechó la mano que Dan le tendía, para después tirar de ella haciendo que sus labios chocasen. Un jadeo involuntario escapó de la garganta de Dan cuando Chuck mordió sus labios, para después besarle con desesperación.
-Feliz Navidad, Daniel.