Rodrigo e Ixca por Insurgentes Sur

Jul 23, 2009 23:29



En otro momento de su vida, Rodrigo Pola (ya exitoso, guionista de esa época de producción desenfrenada del cine mexicano de finales de los cincuenta) sale de una fiesta donde Bobó - un personaje que hace fiestas donde concurre el Todo México - y se encuentra a Ixca Cienfuegos en su carro. Ixca está demacrado, descuidado - han pasado tres años desde su encuentro anterior. Pola sale manejando su Jaguar hacia el Pedregal de San Ángel (que es como decir Santa Ana en Bogotá, pero bastante más lujoso) sin saber donde dejar a Ixca cuya presencia siempre puede ser incómoda. Ixca siempre hace que la gente diga cosas que les dan duro. Con su silencio, su mirada irónica, la gente termina hablando lo que nunca dice en condiciones normales.

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... Entre sus palabras, Rodrigo iba pensando y dudando de su veracidad. No tenía por qué darle gusto a Ixca Cienfuegos, su nueva vida exigía cierta conducta frente a los demás: una conducta que, sobre todo, suprimía la necesidad de ofrecer razones y justificarse. Y sin embargo...
   -Óyeme, Ixca: entonces era muy fácil destruirlo todo, y sin embargo se trataba de las cosas que no se pueden destruir. Y ahora que solo tengo cosas que piden ser destruidas, que dizque se las lleva el viento, ahora no puedo tocarlas, las respeto, las conservo. Todo lo nuevo. Y mandé a la chingada el amor, el respeto a mí mismo, la vocación, todo... y mi madre sabía que así iba a ser, ¿sabes?, por eso me exigía esas defensas, sí, burguesas, las mismas que he terminado por crearme. Mi madre me entendía, cómo no, pero me entendía en cada ocasión, en el momento mismo; no lo sabía, ¿cómo te diré?, por entero, abarcando toda mi vida, y lo sabía sin decirlo, Ixca, buscando otros pretextos fuera de lo que yo quería ser, y yo tenía que justificarme por las cosas que ella sabía pero que no decía. Era como un juego donde los dos jugadores jamás se encuentran, cada uno jugando como loco por su lado y creyendo que el otro está en el juego.
     -Pero si ahora estás haciendo lo mismo, ¿no te das cuenta? No puedes verte a tí mismo con verdad, por más que trates. Ahora mismo sé que quieres ser sincero, Rodrigo, y solo estás buscando que te compadezca y me admire de tus nuevas justificaciones. Eres un...
     -¡Cállate, pendejo! Tú que vas a saber nada, tú que vives como sombra, hurgando, escondido, comiéndote las vidas de los demás. Tú que no tienes carne ni huesos. ¡El hombre puro! Hijo de la gran chingada. Más te valdría justificarte una sola vez y sentirte pobre diablo una sola vez...
      -Siéntelo entonces, no hay necesidad de que lo digas.
      Rodrigo clavó el dedo en el encendedor. -¡El hombre puro! ¡El hombre fuerte capaz de llevar toda su tragedia adentro! ¡Cobarde! Nunca le has dado nada a nadie, sino tus recetas, tus malditas soluciones de hombre justo; nunca has querido... ¡Bah; ahora ya no puedes ningunearme!
      Ixca fumaba con lentitud, derrumbado sobre una esquina del auto. -Te duele lo de Norma.
      Rodrigo metió el freno. Ixca fue arrojado hacia adelante y se detuvo con ambas manos sobre el parabrisas. -¡Cabrón, repite eso y...! -Rodrigo acercó el puño al rostro de Cienfuegos. ...

extracto de La región más transparente  - Carlos Fuentes - 1958 - pág. 514 en ed. RAE 2008

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