[Trad] (IM)Pulso - Cap 2 2/3

Oct 30, 2013 16:50



Jongin no tenía sueño.

Normalmente no tenía sueño cuando llegaba la noche, aunque el clima estuviese casi siempre lluvioso, lo que muchas personas consideraban el tiempo perfecto para dormir. Jongin estaba en su habitación, acostado en su cómoda cama, pensando en algunas cosas que le habían ocurrido cinco años atrás.

Pensando en Kyungsoo.

Aquella noche en la que el humano se había encontrado con el demonio, el joven (niño en esa época) casi no lograba conciliar el sueño después del encuentro, con millones de pensamientos martilleándole la mente. A la mañana siguiente, Jongin llegó a pensar que todo había sido un sueño, un ideal que él había creado en su cabeza y que seguiría allí, en aquel orfanato, hasta ser expulsado al cumplir la mayoría de edad.

Sin embargo, cuando llegó a la gran cafetería, una de las coordinadoras del orfanato lo llamó y entonces conoció a su nueva familia. En menos de una semana, Jongin ya tenía una casa nueva, un cuarto sólo para él, padres que parecían ser molones y una hermana.

Cinco años habían pasado y el joven ya tenía catorce años y no tenía miedo a los adultos. Había superado su miedo con el paso del tiempo, mientras conocía nuevos familiares en grandes comidas en las fechas conmemorativas, y frecuentaba una escuela particular de Londres. Al contrario de lo que Jongin esperaba, nadie se metió con él por ser de una etnia diferente, ni en la nueva familia ni tampoco en el nuevo colegio.

Se preguntaba si el hecho de que todo le fuera bien se debía al pacto que había hecho con Kyungsoo. Si el demonio le observaba desde lo lejos, ayudándole en sus problemas.

-Kyungsoo... -murmuró Jongin el nombre del demonio, en la oscuridad de su cuarto, rompiendo el silencio que hasta entonces lo sofocaba.

Las sábanas cubrían prácticamente todo su cuerpo y el joven lamía sus propios labios mientras enfocaba en su mente el recuerdo que tenía del demonio que había hablado durante algunos minutos aquella noche de un día que le parecía ser el peor de todos mientras vivió en el orfanato. Jongin no llamó a Kyungsoo porque pidiera ayuda, la verdad es que él pensaba que no la necesitaba. Una buena niña algo más joven que él había sido adoptada ese día y Jongin se había dado cuenta de que jamás se lo llevarían de ese lugar. Nadie lo quería.

Si ni sus padres le querían, ¿por qué un extraño iba a quererlo?

Aquella noche Jongin lloró y pidió ayuda divina, suplicó para que le enviasen a alguien, para que alguien cuidara de él.

Cuando Kyungsoo llegó, Jongin no entendió qué hacía allí aquel adulto de facciones infantiles. Por qué sus ojos y sus labios eran tan grandes y por qué su voz le parecía tan dulce. Aunque era difícil para Jongin creer que Kyungsoo era alguien que venía del Infierno.

¿Cómo podía existir alguien tan bueno y bondadoso en el Infierno?

Porque era eso lo que Jongin notaba en Kyungsoo… Alguien que en pocas palabras y gestos le hizo ver una sutileza, una bondad y una belleza que jamás había visto en algún humano, tanto adulto como niño.

Kyungsoo ayudó a Jongin a encontrar una familia, un hogar… Pero el niño quería que el demonio  le acompañase. Quería hablar con él, oír su risa y ver su sonrisa. Jongin no estaba siendo egoísta… ¿O sí?

El joven dio un largo suspiro.

Se sentía extraño. Cuando pensaba en el demonio de años atrás todo lo que hacía era unos dibujos, intentando retratar una cara que jamás quería olvidar, y entonces sonreía a sus recuerdos hasta que sentía sus ojos llenos de lágrimas por la soledad que sentía. Sin embargo,  con el paso del tiempo… Bueno, últimamente, se sentía extraño cuando pensaba en Kyungsoo.

Muy extraño.

Una sensación incómoda bajo el vientre, una presión en una pulsación diferente a la que él conocía como normal porque ya había oído a sus compañeros de escuela hablar sobre ello, pero aún así… ¿Era normal sentir aquella pulsación mientras pensaba en Kyungsoo?

Jongin intentaba dormirse siempre que se sentía extraño, pero aquella noche era difícil. La sonrisa del demonio, sus labios se abrieron mientras su voz salía suavemente como en una canción a los oídos de un niño… Sus ojos parpadeando lentamente mientras encaraba los de Jongin.

El joven suspiró y gimió bajito.

Quería saber cuál era la sensación de tocarse a sí mismo. Jamás había hecho eso porque el Padre de la Iglesia, a la cual le obligaban ir una vez por semana, le había dicho que era pecado. Pero Jongin se preguntaba por qué sería pecado el simple hecho de tocarse.

¿Qué pasaría si envolviese con sus manos aquella parte de su cuerpo que latía y se endurecía, como si pidiese atención…? ¿Le pasaría algo tan malo si lo hiciera, iría al Infierno por tocarse? Claro, pensó Jongin sonriendo.

Iría al Infierno de todas formas.

Por encima de la ropa, lento, con un leve roce, Jongin acariciaba su intimidad y sentía como se calentaban sus mejillas por el acto, ya que era la primera vez que hacía aquello y no sabía exactamente como debía hacerlo. Llevaba puesta una camisa blanca de lino que su madre le había dado en su cumpleaños y unos pantalones de algodón, hechos exclusivamente para dormir que, aparentemente, eran la última moda en París. Jongin se sentía cómodo dentro de su ropa.

Demasiado cómodo.

Jongin llevó sus manos hasta el dobladillo de la camisa y la levantó, mostrando su abdomen. Estaba tapado por las sábanas hasta los hombros y no quería mirar lo que hacía. Sus ojos estaban cerrados y se mordió los labios cuando empujó lentamente el elástico de los calzoncillos y deslizó una de sus manos hacia el interior de la ropa.

El adolescente suspiró pesadamente cuando envolvió su miembro con una de sus manos con delicadeza. Las venas latían contra su piel y sentía todo su cuerpo caliente.

Jadeaba bajo mientras movía su mano por la extensión de su órgano. Jongin no sabía exactamente qué hacer e intentó acordarse de las conversaciones que sus amigos tenían sobre ello. Era una sensación buena, pero quería sentir más…Más…

- ¿Te echo una mano?

Jongin gritó tan alto, de pavor y miedo, que seguro que el barrio entero lo había oído. El joven se sentó rápidamente en la cama y miró para los lados, sin ver nada en la oscuridad. ¿De verdad había oído un susurro en su habitación o sería su imaginación?

-Jonginnie... No me digas que tienes miedo -la voz suave murmuró otra vez y las luces del candelabro del cuarto de Jongin se encendieron como por arte de magia.

La iluminación era mala, pero ahora el joven podía ver quien estaba parado en medio de su habitación. El demonio vestía de negro y sonreía hacia el humano.

-¿K…Kyungsoo? -murmuró Jongin, pestañeando deprisa y apretando la sábana entre sus dedos, escondiendo la mitad de su cuerpo.

-No tienes que gritar tan alto, Jonginnie… -murmuró el demonio haciendo una pequeña mueca al ver la habitación del niño.

-¿Lo escuchó alguien? -la puerta continuaba cerrada, pero el adolescente no sabía si debía mirar para Kyungsoo o proteger la entrada de su habitación.

Jongin, en realidad, estaba muy confuso (y excitado).

-No te preocupes, están todos dormidos y continuarán así hasta que me vaya…

Los dos se hundieron en el silencio y se miraron durante unos segundos. Jongin seguía sentado en la cama y Kyungsoo estaba todavía de pie. Ninguno de los dos sabía exactamente lo qué debía hacer.

-¿Estás aquí, verdad? -murmuró Jongin, todavía sin saber que expresión mostrar.

-Sí, te prometí que vendría… Lo prometí ¿no, Jonginnie? -dijo Kyungsoo sonriendo, acercándose a la cama del adolescente.

El problema era que Jongin todavía se sentía extraño y él no pretendía salir de debajo de la seguridad de sus sábanas, que escondían su motivo de vergüenza. Kyungsoo se sentó al borde de la cama y el humano sintió un vuelco en su corazón.

- Me has asustado… - murmuró Jongin y recibió una carcajada como respuesta.

-También, estabas ocupado y no podía dejar escapar esta oportunidad… - el demonio tenía una sonrisa maliciosa en sus labios y la mitad de su rostro estaba cubierta por las tinieblas que dominaban casi toda la habitación.

-¿O...ocupado? ¿Qué quieres decir con eso? ¡No estaba haciendo nada! -sus mejillas estaban tan calientes que Jongin tenía la certeza de que estaba colorado.

Se estaba sintiendo muy estúpido, la verdad.

-Ah, ¿quieres que diga lo que estabas haciendo? Te estabas tocan...

-¡No! -gritó Jongin, levantando las manos extendidas en señal de desesperación.

Kyungsoo comenzó a reírse. El corazón de Jongin estaba comenzando a calmarse, pero sus mejillas continuaban calientes. El demonio realmente estaba ahí, hablando con él, y el adolescente sólo conseguía pensar en lo vergonzoso que había sido que Kyungsoo le viera.

¿Por qué el demonio tenía que aparecer justo la primera vez que se tocaba?

-Dime, Jonginnie... ¿En quién estabas pensando? -preguntó el demonio ante de lamer sus labios lentamente.

-¡En nadie! -mintió Jongin, gritando, y su voz subió algunos decibelios por el nerviosismo- . Y no me llames así… ¡Es un mote demasiado infantil!

-Pero pega contigo… -murmuró Kyungsoo con falsa tristeza antes de volver a mostrar una pequeña sonrisa en sus labios- . Venga, cuéntame… ¿estabas pensando en alguna amiga?

-¡No!

-¿Amigo?

-¡No! ¡Deja de intentar adivinarlo! ¡No estaba pensando en nadie! -Jongin gesticulaba con las manos intentando alejar la atención de Kyungsoo de su rostro, que ardía. Por lo menos la habitación estaba oscura y el demonio (probablemente) no podría ver el color rosado de la cara del humano.

Al menos, era lo que Jongin esperaba.

-Jonginnie... Me estás mintiendo, te estabas tocando. Te recordaba como un niño lindo e inocente, ¿qué ha pasado? -Kyungsoo estaba siendo sarcástico, pero el otro no se dio cuenta.

-Crecí… -el joven parecía avergonzado y el demonio soltó una risotada antes de llevar sus dedos hasta el pelo revuelto y oscuro de Jongin.

El humano se sorprendió dando un respingo, temblando y mirando asustado hacia el demonio.

-No tienes que temerme, Jongin -murmuró Kyungsoo sin sonreír, mientras seguía acariciando el cabello del humano.

-No te tengo miedo… -dijo tranquilo el joven, mirando fijamente hacia los ojos del demonio- . Mis sentimientos hacia ti no han cambiado.

El silencio se instaló y permaneció algunos segundos, antes de que el demonio levantara una ceja y sonriera de medio lado.

-¿Sentimientos? ¿Y qué tipo de sentimientos tienes hacia mí, Jonginnie?

Kyungsoo sabía que estaba de cierta forma, torturando psicológicamente al mortal cuando vio cómo apartaba la vista y comenzaba a decir palabras inconexas mientras agitaba los brazos, intentando de alguna manera algo inútil borrar las palabras que todavía flotaban en el aire, de lo que él acababa de decir.

-¡No, no es eso! ¡Me expresé ma... mal! No quería decir…Quería decir… Eres algo así como un hermano… Algo así… Sabes… -Jongin estaba tan avergonzado que su erección apenas le molestaba, aunque estuviese latiendo despacio gracias a la corta distancia entre el demonio y él.

-Olvida lo que dije -murmuró Kyungsoo serio y el joven se asustó.

-¿Qué? -murmuró Jongin confuso.

El Grimorio sonrió antes de alcanzar el rostro del humano, y lo agarró gentilmente por las mejillas coloradas.

-Continuas siendo adorable, Jonginnie -el tono de voz de Kyungsoo fue tan bajo, que Jongin soltó el aire por la boca con fuerza cuando sintió que sus pulmones se vaciaban deprisa.

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