[EXO]PERSONA Cap 14 3/3

Mar 25, 2013 02:08


Cámara 8:

Luhan corrió por la casa buscando a Yixing, no sabía cuándo había soltado aquella cuerda ni por qué razón lo había hecho, pero la preocupación le encogía el corazón. Pensar en la sola idea de que al moreno le pasase algo le hacía temblar. Estaba agotado, su condición física no era la mejor pero no podía detenerse, tenía que ayudarle, encontrarle.

Sumándole más nerviosismo a su cuerpo, un estruendoso sonido de alarma rebotaba por todo el lugar, provocando que la situación anímica del rubio se acelerase y descontrolase todavía más.

Subió hasta las habitaciones, abrió la que había sido de Joonmyeon sin encontrar nada en ella,  continuó por ellas, pero ni rastro de él.  En una de las habitaciones pudo observar como Jongin y Kyungsoo hablaban pero no les dio importancia, su primera prioridad era encontrar a Yixing.

Respiró hondo y como opción desesperada abrió la puerta del cuarto de baño, y sonrió ansioso al encontrarse a Yixing allí.

No dijo nada, tan sólo corrió hacia él y lo abrazó. El miedo y la preocupación todavía corrían por sus venas y no podía controlarse.  Agarró su rostro entre sus manos y  le besó con pasión, quería notar que estaba ahí, a su lado.

Yixing le sonrió sorprendido y le devolvió torpemente los besos ansiosos de Luhan.

- ¿Dónde te habías metido, imbécil? -la voz de Luhan sonaba con reproche aunque su cuerpo  reaccionaba con caricias y besos.

- Yo... -intentó explicarse Yixing sin perder la sonrisa-. Jongin vino a hablar conmigo -intentó decir, pero Luhan, nervioso, no dejaba de abrazarle y besarle-. Luhan -siguió hablando-. Si continúas de esa manera, sabes que no podré contener mi reacción.

Luhan le miró nervioso, respirando acelerado, todas las emociones habían estallado en su interior y necesitaba a Yixing, lo necesitaba ahora.
- No lo hagas -respiró hondo mientras le besaba por el cuello  y le lamía con extremada excitación-.  No quiero que lo hagas.

Yixing cogió aire con profundidad, cerrando los ojos, y lo dejó salir lentamente. Luhan lo había dicho, se lo había pedido, no tenía que continuar aguantando, podía dejar salir todo aquello que había estado guardando tanto tiempo. Abrió los ojos y agarró al rubio por el cuello de la camiseta, y le besó con tanta pasión que sintió que le dejaba sin aire; le lanzó contra la pared y sonrió, disfrutando el momento.
- Tú me lo has pedido -le dijo, mientras comenzaba a quitarse la parte de arriba-.  Ahora no voy a parar hasta tener todo de ti.

Luhan sonrió maliciosamente, le miró pillo y se quitó la camiseta, quedando desnudo de parte de arriba de igual manera que Yixing. Lo atrajo hacia él, agarrándole de los hombros y atrapó sus labios con los de él, goloso. Sabía que no era el momento, las alarmas los avisaban, pero  su cuerpo se lo pedía, ahora no era importante el razonamiento o el qué dirán, ahora mismo sólo eran Yixing y él.

Yixing bajó por el pecho de Luhan, besándole y recorriéndolo con la lengua, dibujando cada pliegue de su piel con lentitud, subiendo y bajando, disfrutando del sabor de su piel. Elevó las manos hasta sus pezones y con ambos dedos comenzó a rodearlos hasta que ambos se pusieron duros y erectos, subió de nuevo con su lengua hasta uno de ellos y la mantuvo entretenida en producir gemidos y en estremecer el cuerpo del mayor de los dos.
Sonrió al escuchar como aquel sonido excitante salía de la garganta del rubio y se elevaba más alto que las alarmas. Bajó la mano izquierda, traviesa e impaciente, al abultado regalo en los pantalones de su compañero y elevó la vista con diversión, clavando sus ojos brillantes en los de Luhan.

Los labios del rubio estaban algo secos de tantos gemidos que el moreno le producía, se pasó la lengua por ellos, goloso, y clavó sus dedos en la espalda del más bajo, su boca se entretuvo devorando su cuello, subiendo por la curvatura entre los hombros hasta toparse con su oreja.
Notó como Yixing se retorcía por aquel juego pervertido que habían empezado, sin dudarlo, la boca traviesa atrapó la oreja del moreno entre sus labios, produciendo un gemido brusco de los labios del más bajo.
Las manos de Yixing eran rápidas y expertas. Luhan estaba nervioso, excitado, descontrolado. Quería manejar la situación, quería llegar a ser el fuerte, pero era demasiado bueno. Todas esas corrientes eléctricas llenas de sensaciones increíbles, producidas por las manos, la boca, los labios, la lengua de Yixing eran superiores. Nunca antes había sentido algo así.
Su miembro suplicaba por salir de las ropas que lo oprimían, necesitaba liberarse, y como si el moreno lo supiese, rápidamente lo liberó, rozando la punta con un par de dedos, haciendo que Luhan se revolviese de placer, y gimiese algo más agudo de lo que solía hacerlo.
- Aaah, joder, Yixing -se mordió los labios, y bajando sus manos torpemente por el cuerpo del más pálido, comenzó a liberarle de las ropas que le quedaban.

Yixing aprovechó la ventaja y sonrió. Realmente no le interesaba ganar o perder en aquel juego de poder, sólo pensaba en disfrutar de aquello más que de cualquier otra cosa en su vida. Adoraba el sexo, se había convertido en algo casi tan necesario para él como el aire o comer, incluso en algunas ocasiones más importante que lo segundo. Pero en esa ocasión no era sólo sexo, era más que eso.
Se apartó un poco de él y le observó, agarrando el miembro erecto y palpitante de Luhan entre sus manos. Comenzó a mover su mano lentamente y Luhan se retorció. Yixing sonrió con placentera diversión, se pasó la lengua por los labios y volvió a pegarse contra él.
- ¿Puedes sentir cómo me pones? -le susurró al oído-. Soy muy bueno con esto -continuó hablando, dejando que las palabras surcasen los gemidos profundos y acelerados del rubio directamente hasta sus oídos-. Te debo esto, y llevo mucho años esperando por ti.

Yixing decidió responder a la invitación de su lengua con un abrazo aún más intenso, jugó en el interior de la boca de Luhan deslizando su lengua por aquella cavidad húmeda, chocó alguna que otra vez con sus dientes, rozó la punta y saboreó con intensidad aquellos labios, lamentando tener que apartarse de vez en cuando para tomar aire.
Aceleró los movimientos de su mano en el miembro del rubio, apretando y aflojando los dedos de la manera más correcta que jamás le había tocado a Luhan. Pasó con rapidez las yemas de sus dedos de uñas cortas y cuadradas por la punta, parándose a tamborilear juguetonamente sobre aquella zona sensible.
Luhan apartó la cara, echando la cabeza hacia atrás y ahogando un gemido de placer, mordiéndose el labio; Yixing sonrió satisfecho, jadeante sobre el pecho del rubio y de nuevo volvió a buscar sus labios.

El rubio lo besó, le mordió y le agarró de la cabeza manteniéndole frente a él, sólo para seguir saboreándole, disfrutando de ese sabor excitante y  pícaro que le regalaba. Cada caricia encendía mucho más el cuerpo del mayor, que gemía descontrolado. Jadeante, miró hacia los ojos de Yixing y  sonrió malicioso. Agarrándolo por los hombros, lo giró, dejando el cuerpo del moreno entre la pared  y el suyo propio; besó su cuello, atrapando algo de piel entre sus labios y succionando, y con una lengua traviesa y vivaz, continuó saboreando la pálida piel de Yixing.
El menor se revolvía, luchando contra la presión que ejercía el rubio contra la pared, pero no pudo evitar rendirse ante la perfecta acción que Luhan le regalaba. Los labios finos y rosados del rubio se habían posado en uno de sus pezones, e  intercalándose con su lengua, saboreaban al joven moreno que gemía sin control, mientras que las finas manos de Luhan continuaban con ese movimiento de muñeca tan placentero en la extremidad del menor.
Yixing pasó la lengua por su cuello, bajando lentamente y sintiendo como el vello sobre la piel se erizaba. Continuó bajando, disfrutando de ello hasta que llegó a su clavícula. Una vez ahí, abrió la boca y le mordió. Luhan no pudo evitar que saliese un grito de sus labios, era demasiado. Le gustaba, adoraba sentir aquello, esa sensación de locura y descontrol superior a cualquier droga  que pudiese haber tomado.
Recorrió la espalda del moreno frotando su cuerpo contra el de él,  creando una danza demasiado sensual para cualquier ojo indiscreto. Sus dedos se deslizaron de nuevo hacia el pecho de Yixing, arañándole, dejándole una marca rojiza que atravesaba su  pecho agitado.
- Puedo sentirlo, ¿pero sabes? -el rubio contestó entre jadeos y gemidos descontrolados. Las manos de Yixing trabajaban demasiado bien como para no perder el control-.  Necesito que esto llegue a un nivel superior -sonrió perverso, y se pasó la lengua por los labios justo antes de atrapar los de su compañero entre ellos, mientras que su mano deseosa atrapaba la erección de nuevo, comenzando con un vaivén incesante, que sacaba del interior de Yixing una dulce melodía de gemidos y suspiros excitantes.

Yixing perdió el control por un momento, soltó la mano del miembro de Luhan y sus piernas temblaron, cerró los ojos y se mordió el labio, reprimiendo los gemidos en el interior de su garganta. Todo su cuerpo se puso en tensión al sentir la respiración del rubio tan cerca de su piel; sus pezones no tuvieron en cuenta lo que su mente pensaba y le dejaron en evidencia, igual que su entrepierna que latía con impaciencia, totalmente erecta y dura.
- Luhan -dejó escapar entre gemidos y jadeos, retomando el movimiento de bombeo sobre Luhan-. No me tientes... Llevo demasiado tiempo reprimiendo esto.
Yixing sonrió disfrutando de ello. No estaba mintiendo, jamás había sido tan sincero. Aquel era su sitio, su lugar, era lo que él mejor manejaba, pero con Luhan era diferente. Había aguantado hasta aquel momento, había esperado a que el rubio tomase la iniciativa, había roto su límite en varias ocasiones pero lo había hecho por él, por Luhan, había estado esperando por aquello, pero ¿por qué?
Pasó la mano por el pecho de Luhan y elevó los ojos, clavándolos en los de él, en ningún momento dejó de masturbarle, ni de gemir mientras le miraba. Luhan le excitaba, pero tantas otras cosas lo hacían... Aunque esa vez, era diferente.

No paró, la erección caliente y palpitante de Yixing le rogaba que continuase, y él quería continuar. Besó de nuevo los labios del moreno, entrelazando su lengua con la de él, jugando a un pilla-pilla seductor y travieso que lo único que hacía es que ambos quisiesen más.
Se separó por un segundo del cuerpo del menor, no por gusto, porque le hubiese encantado seguir con aquel juego de caricias, roces y  besos, sino porque el juego había acabado. Ahora llegarían a un nivel superior.
- Yixing -se pasó la lengua por los labios y sonrió de manera traviesa-.  Chúpamela.

Al principio Yixing no podía creer lo que estaba escuchando, pero así era. Luhan sonreía delante de él, contuvo su respiración agitada y tragó saliva. Parpadeó un par de veces para hacerse a la idea de lo que le estaba pidiendo, pero antes de darse cuenta de sus propios actos ya había caído de rodillas ante él y le miraba desde el suelo.
Se la agarró con ambas manos y se pasó la lengua por los labios, humedeciéndolos. Volvió a dirigir una mirada directamente a los ojos de Luhan y le devolvió la sonrisa; estaba seguro de que aquel rubio no sabía dónde se metía.
Yixing acercó su cara a la entrepierna excitada del mayor y comenzó a lamerle la punta, despacio, muy despacio, disfrutando de aquello como si tratase del caramelo más dulce y delicioso que había tomado.
Manteniendo las manos aferradas a la base, continuó lamiendo el largo de su falo, dibujando el perfil de sus venas hinchadas y calientes con la punta de su lengua, cubriéndola levemente de su saliva. Continuó haciendo con suma paciencia mientras Luhan le observaba, apretando los puños a ambos lados de su cuerpo y gimiendo cada vez más alto.
Yixing agarró con más fuerza la polla de Luhan y finalmente se la introdujo del todo, provocando un sonido de succión que retumbó por los azulejos del baño. Cerró los ojos y movió la cabeza para provocar el mayor placer al rubio, deseaba que perdiese el control, que se volviese todavía más loco por él.

Luhan gimió roncamente, echando su cabeza hacia atrás, sus caderas se movían sin control contra la boca del moreno, que seguía postrado de rodillas, regalándole la mejor felación que  había vivido desde hacía años. En sus labios se dibujó una sonrisa placentera, orgullosa. Se sentía mejor que bien, estaba llegando al paraíso y eso sólo con haber probado los labios de Yixing.
Deslizó sus dedos por los cabellos del menor atrapándolos como si fueran los hilos de una marioneta y comenzando a guiarle en ese regalo que le estaba proporcionando. De su garganta salían gemidos roncos y profundos que se mezclaban con todos los sonidos producidos por aquellas fricciones y chupetones que el moreno le regalaba.
- Así me gusta, Yixing, por fin tienes lo que querías -gimió fuerte, poniéndose algo tenso-.  Soy todo tuyo, joder.

Yixing quiso sonreír pero no pudo, continuó chupando y succionando, moviendo la lengua de vez en cuando, dejándose guiar por la mano de Luhan enredándose en su pelo. Luhan continuó con el movimiento de su cadera, gimiendo mucho más alto y  fuerte,  estaba llegando, el moreno lo hacía demasiado bien, su lengua estaba siendo el paraíso. Se notaba que era un experto en ese juego sexual, controlaba los músculos de la garganta a la perfección, sus dientes sabían dónde apretar y sus labios cómo moverse.
La respiración del rubio y  la musculatura de su cuerpo eran la clara señal de que estaba llegando al límite. Con un fuerte tirón de pelo, Luhan se derramó en la boca del menor, gimiendo demasiado fuerte como para pasar desapercibido. Yixing se mantuvo un momento ahí sin apartarse, reteniendo el semen en su boca. Cuando Luhan aflojó el tirón de pelo se apartó, cerró los ojos y se tragó aquello con un ruido seco. Se pasó la  mano por los labios, limpiándolos, y se levantó.

- ¿Te lo has pasado bien? -sonrió travieso, sin apartar los ojos de los de Luhan; caminó hasta él, y extendiendo las manos a ambos lados del cuerpo del rubio, lo apresó entre él y la pared-.  Ahora es mi turno.
Atrapó los labios en beso aún más apasionado que los anteriores, y cuando Luhan comenzó a devolvérselo, aprovechó la oportunidad para darle la vuelta y pegar su cara de niño bueno contra los azulejos blancos de la habitación. El rubio quiso protestar, pero Yixing apenas le dio tiempo porque una vez le tuvo dándole la espalda, su lengua incansable comenzaba a bajar por su espalda, siguiendo el dibujo de su columna hasta llegar al final de ella.
Agarró con fuerza sus nalgas con ambas manos, abriéndolas y dejando a la vista la entrada del rubio. Yixing la observó durante un segundo e introdujo un dedo lentamente.
- Umm -murmuró con satisfacción teñida de diversión-. Parece que tú también tienes ganas de que sea mi turno.
Comenzó a mover el dedo dentro de él lentamente, muy lentamente, mientras que los dedos de la otra mano se clavaban con ansiedad en una de sus nalgas. Un dolor punzante atravesó la espalda del rubio, que jadeó contra la fría baldosa del baño, sus manos resbalaban por la pared,  intentaba revolverse pero el moreno tenía más fuerza de la que parecía tener.
- Ah, joder, Yixing... Me haces daño -cerró los ojos y ahogó un gemido de dolor en su boca.

- ¿Y acaso eso no te pone? -se burló el menor sin dejar de mover el dedo dentro del rubio.

Luhan arañó sin ningún resultado la pared y se revolvió un poco. Cerró los ojos, su orgullo no le permitía lloriquear, pero le dolía. Le dolía demasiado, aunque el maldito moreno tenía razón, a pesar del poco tiempo que había pasado, parecía que su cuerpo estaba comenzando a reaccionar de nuevo.

Yixing sacó el dedo de dentro de Luhan y se apartó, caminando hacia el armarito sobre el lavabo.
- No soy de esa clase de personas -murmuró mientras buscaba algo entre los botes de pomada que habían ahí-. Realmente no quiero sólo sexo contigo, aunque no niego que sería divertido hacerlo así.
Yixing volvió de nuevo junto a Luhan, que todavía le miraba, apoyado contra la pared y jadeando nervioso, provocando que la superficie reluciente de las baldosas se empañase.
El más joven se agachó, retomando la postura anterior y se echó algo transparente que salió del bote en su dedo, lo esparció bien y comenzó a introducirlo de nuevo lentamente en el interior de Luhan.
- Jamás he sido así de cortés con nadie -continuó hablando-. Pero tampoco me lo habían pedido -Yixing le miró con ternura y un brillo especial en sus ojos, se pegó a su espalda y le besó con ternura sobre el hombro-. Debes sentirte un tipo con suerte, Luhan -terminó diciéndole, mientras le introducía del todo el dedo lleno de aquella sustancia y comenzaba a moverlo de nuevo, aunque ahora un poco más rápido.

Luhan no pudo evitar gemir de placer. Aquella vez, cuando el dedo de Yixing le invadió, había resultado completamente diferente. Le gustaba; dolía, pero no era un dolor fuerte, sino placentero, como cuando te pellizcan suavemente y  acabas por acostumbrarte.
- Siempre lo he sido -sonrió entre jadeos el mayor-. ¿Acaso dudas de mi suerte?

Las caderas del rubio comenzaron a moverse por sí solas, suplicando más. Necesitaba mucho más placer, su cuerpo rogaba por que Yixing le mostrase todo lo que escondía. Yixing lo sabía pero no quería estropearlo ahora que había estado esperando tanto por aquello, añadió con rapidez un segundo dedo y cuando éste se acostumbró le siguió un tercero.
Observó lamiéndose los labios, disfrutando de cada movimiento y gemido del rubio, le admiró en cada una de sus partes y le deseó tanto como nunca había deseado a nadie. Quería hacer aquello con Luhan. Lo había querido hacer desde aquel día en que lo había visto agitado y nervioso en el supermercado, aquella idea se había afianzado tiempo después en la ducha, y poco a poco se fue haciendo más fuerte con cada uno de los roces que habían tenido.
Pero aquel impulso, aquello que había nacido de su necesidad enfermiza de sexo, se había vuelto algo más fuerte, algo que jamás pensó que una persona como él podría llegar a tener.
Amaba a Luhan, realmente lo amaba.
Sacó los dedos de su interior, y agarrándosela, comenzó a penetrarle lentamente. El cuerpo de Luhan se tensó con su intrusión, y Yixing le rodeó con sus brazos por la cintura, besándole por el hombro para relajarle. Un gemido sordo atravesó  la habitación, Luhan estaba tenso, la intrusión de Yixing en él había sido superior a lo que se imaginaba. Jadeaba mientras el moreno movía sus caderas contra él, esos jadeos, a los pocos minutos se habían convertido en gemidos agudos y roncos. Le gustaba, le encantaba sentir la caliente y dura extremidad del menor en su interior, era agradable, tanto que le hacía perder el control sobre su cuerpo, el cual se movía al ritmo de las embestidas del moreno.
Quiso hablar pero su mente no estaba totalmente centrada para poder hacerlo.  Cada movimiento llegaba a más,  Yixing, en la última estocada, había rozado su próstata, haciéndole gemir como nunca antes lo había hecho.
- Sí, Yixing, hazlo -suplicó, mientras su cuerpo se movía al ritmo de aquella danza sexual-. Quiero que te corras dentro de mí.

Yixing sonrió divertido y aceleró con más fuerza y ritmo las embestidas, clavándose dentro de él con toda su fuerza, jadeando excitado sobre su hombro, rozando sus oídos con cada gemido ronco y profundo.
- Luhan -murmuró con pasión, mordiéndose el labio para retener el clímax final un poco más-. Dilo una vez más -le ordenó, mordiéndole en el cuello y dejándole un marca-. Quiero oírte decir que eres mío.

Luhan reprimió un gemido al notar cómo Yixing le golpeaba una y otra vez su zona sensible. Retorciéndose, excitado, repitió entre gemidos lo que el menor quería escuchar.
- Soy tuyo, joder, quiero ser tuyo ahora -estaba demasiado excitado, su erección había vuelto a despertar y  estaba deseosa de explotar una vez más.

Yixing sonrió con satisfacción, y apretándose una vez más contra él y golpeando incansablemente su interior, terminó por derramarse, gimiendo casi tan alto como Luhan.
Exhausto y jadeante, se dejó caer sobre la espalda del mayor, apoyando su flequillo revuelto y rizado sobre la piel clara del rubio. Se volvió a pasar la lengua por los labios. Los tenía secos y le dolían. Tragó saliva, y saliéndose de él, se apoyó en la pared  y se dejó resbalar por ella. Luhan había terminado justo segundos antes de que el moreno se derramase en su interior. Con la respiración entrecortada, imitó los pasos del moreno y se dejó resbalar por la pared, apoyando la cabeza contra ésta.
- Estamos jodidamente locos -confesó  con una risilla traviesa.

Yixing echó la cabeza hacia atrás, devolviéndole la sonrisa y dejando que el pelo le cayese, mojado y revuelto, por la cara.
- Puede que sí -rió divertido.

Luhan entrelazó sus dedos con los de Yixing y cerró los ojos. Ahora, el único sonido que podían notar era la alarma escandalosa que se repetía una y otra vez.
- Siento joder el momento, pero tenemos que irnos -el rubio se pasó la lengua por los labios.

Yixing elevó la vista al techo y asintió.
- Eso que suena -comenzó a decir-. Es porque algo malo ocurre, ¿no?

Luhan sonrió y negó.
- Eso que suena es porque puede que lo malo ocurra.

Cámara de vigilancia de la habitación 7:

Estaba de nuevo allí, encerrado en el principio, como si nada de lo vivido estas semanas tuviese sentido. Apoyó la espalda contra la pared, estaba fría pero le daba igual, aunque su piel reaccionase al contacto, su mente no.  En aquellos momentos, todo su ser estaba congelado, preparándose mentalmente para no destrozarse a sí mismo.

Miró al frente, donde se podía ver el cristal del cuarto de baño; seguía igual que cuando salió de allí, lleno de arañazos. Se levantó lentamente, apoyando los puños en el colchón para hacer fuerza y comenzó a caminar. Su reflejo apenas se veía, pero era suficiente para dejar ver que las lágrimas no habían cesado desde que volvieron a encerrarlo en aquel lugar.

Se sentía mal,  la pena le inundaba. Había conseguido enfrascar todos sus sentimientos en lo más profundo de su ser hace ya unos años. Cuando su vida había dado una vuelta completa.
Estaba acostumbrado a que sus sueños se desvaneciesen, convencido de que su mente estaba preparada para  afrontarlo de nuevo, pero no era así.

Siempre había soñado con ser un gran deportista, su pasión, su dedicación, las horas de entrenamiento habían sido constantes desde muy pequeño. Pero aquel fatídico día, cuando viajaba hacia el aeropuerto, otro coche se interpuso en sus sueños, destrozándolos como si fuera igual de fácil como partir un  folio de papel en dos. Cuando sufrió aquel accidente, cuando ingresó en el hospital, sus sueños ya habían desaparecido. Tao apoyó la mano en el cristal golpeándolo con fuerza, a pesar de saber que éste soportaba sus golpes.

Aquel loco le había despojado de sus sueños. La beca por la que iba a competir no le fue otorgada, por lo que todos sus esfuerzos y premios anteriores comenzaron a perder el valor que tenían.

Sus padres, los cuales habían apostado por él todas sus ganancias, cayeron en la ruina. Y él no podía hacer nada más que pudrirse por dentro en aquel horrible hospital. Rehabilitación, aquella era la solución a su problema. Si realizaba la rehabilitación completa, podría recuperarse y volver a competir.  Pero de nuevo, el foco de la desilusión se paró sobre él.  A unas semanas  de haber comenzado con la terapia, el hospital que le estaba tratando sufrió un incendio.

Se perdieron demasiadas cosas aquel día, y una de ellas fue la ilusión de Tao. Estando todo perdido y sin otra solución que la de autoabastecerse.  El joven chino comenzó a enfrentarse con otros muchachos de la zona, apostando grandes sumas de dinero. El poder y la fama volvían a él, pero de una forma más oscura.  Era demasiado fácil, nadie tenía los conocimientos que le habían sido otorgados a él a base de un fuerte entrenamiento.  Sus rivales caían como moscas ante él.

Y entonces sucedió. No pudo parar, el momento en que el mayor de sus rivales se enfrentó contra él, otra vuelta volvió a retorcerle por dentro. Demasiados golpes, una cantidad de sangre considerable y un cuerpo inerte.

El joven chino había arrebatado una vida con sus propias manos. Su corazón se había llenado de tanta maldad y egoísmo que no pudo frenarse hasta ver eliminado su problema. De nuevo comenzó un torbellino de situaciones y  dolor, una vez más juicios, peleas, abandonos. Se vio solo ante la posibilidad de ser juzgado. Una vez más el joven rey fue destronado de su puesto de maravilla, una vez más era visto como un cualquiera, sumándole que ahora era un asesino.
Cuando aquel hombre de traje negro y mirada furtiva se le apareció en comisaría justo antes de su juicio y le propuso la opción de ser libre a cambio de participar en un experimento, el joven no dudó en aceptarlo.

No había duración en la prueba, ni demasiados riesgos, parecía sencillo.  Para el muchacho maestro del wushu no sería un reto.

Lo que no pudo esperarse es haberse encontrado con todo aquello.  Necesitaba ser fuerte, pero vivir con aquellas personas, protegerlas, se había convertido en su prioridad ahí dentro.  Estaba seguro de que había sido castigado por parecer frío y malencarado, pero no lo era; no podía evitar preocuparse por sus amigos, porque al fin y al cabo aquellos tres muchachos se habían vuelto demasiado importantes para él.

Y luego estaba Xiumin, su baozi; el gege que le abrió las puertas para encontrar de nuevo su dulce corazón. El que sin pedir permiso se hizo dueño de sus sentimientos, de sus acciones y deseos. Con el que finalmente notó que se sentía libre, que volvía  a ser feliz.
Tao retrocedió de nuevo y se sentó en la cama contemplando sus manos. Si se concentraba, todavía podía sentir el calor de su redondo y pequeño compañero. Tenía que ser fuerte por él, no podía rendirse y sucumbir a ese encierro al que le habían condenado de nuevo. Cerró los ojos con fuerza y  pudo volver a sentir los labios juguetones de Xiumin sobre los suyos, y sonrió  disfrutando del recuerdo.

Y entonces aquella fantasía creada para poder soportar su castigo fue deshecha,  un fuerte ruido rompió el silencio del edificio. Tao se extrañó, ya que aquellas salas habían sido insonorizadas, o eso creía él.

Se levantó de la cama, apoyando su rostro contra la enorme puerta que lo encerraba en aquel lugar, y entonces pasó.  En cuanto las palmas de sus manos se posaron sobre el metal,  la puerta se abrió, dejándole libre.

A pesar de estar sorprendido, en el rostro ojeroso del moreno sólo podía verse una sonrisa sádica.

Era la hora. Comenzaría su juego, su venganza.

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