[EXO]PERSONA Cap 14 1/3

Mar 25, 2013 02:04

Esta vez si que hemos tardado en terminar el cap, sentimos mucho darle tanta guerra a nuestra beta kimjoonmyeon!!! <3<3

En fin, esperamos que este cap os guste, tanto o más que los anteriores!

Esta lleno de muchos secretos desvelados y de complicaciones para los chicos.

Muchas gracias de nuevo por apoyarnos y por los mensajes y comentarios!! Los apreciamos todos!




Cámara  1:

Jongin entró a la casa decidido a hablar con Yixing. Tenía que dejar las cosas claras, saber si de verdad podría relajar su mente de todo el alboroto que se arremolinaba en su cabeza. Una y otra vez se repetía que tenía que tranquilizarse, dejar a un lado los rencores y escuchar.

Necesitaba saber toda la verdad, y eso sólo podría descubrirlo con la historia del chino. Caminó por la casa con cuidado, no quería llamar la atención de nadie, solamente hablaría con Yixing y luego volvería junto a Kyungsoo, y al premio que le esperaba con su compañero.

Cuando entró en la cocina, el chino estaba plantado a un lado de ella, apoyado en una encimera y sujetando una especie de cuerda. Jongin levantó una ceja, extrañado, y se acercó a él.  Apoyó una mano en su hombro, llamando su atención y provocando que el joven se pusiera rápidamente en alerta.

En cuanto le miró, Jongin le regaló una de esas sonrisas que le caracterizaban, llenas de travesura. Sin dejar que Yixing reaccionase, lo agarró del brazo y se lo llevó de aquel lugar.

Necesitaban estar a solas, y la cocina no era el lugar idóneo para concentrarse.
Subieron al piso de arriba, el castaño seguía intentando soltarse del agarre de Jongin, pero éste era mucho más fuerte. En cuanto entraron en una de las habitaciones, Jongin tiró de él, dejando que se cayese en la cama,  le miró serio y apoyó un pie en el borde de ésta. Se apoyó en la rodilla y habló tajantemente.

-  Necesito saberlo -respiró hondo y clavó su mirada oscura en un asustado y sorprendido Yixing-. Quiero que me lo cuentes todo.

Yixing tragó saliva y le miró directamente a los ojos.

- ¿Realmente quieres saberlo? -Yixing quería contárselo, pero tampoco quería aguantar las impertinencias del moreno.

Jongin respiró hondo, se levantó y caminó de un lado a otro de la habitación, frotándose de vez en cuando las manos. Se paró y miró a Yixing serio, demasiado serio, nunca antes había puesto una expresión así.

- Para que podamos llegar a convivir, necesito saberlo todo -se agachó, quedando demasiado cerca del chino-. Cuéntamelo todo, quiero saber la verdad.
Yixing suspiró con profundidad. Había demasiado que contar, y para ello tenía que sumergirse en sus recuerdos y, de entre ellos, encontrar las palabras adecuadas para que Jongin no se alterase.

- Ella vino a mí -comenzó a decir sin elevar la voz y manteniendo un tono bastante lineal, como si contar aquello le costase más de lo que parecía en un principio-. Me dijo que yo le gustaba. La conocía, solía venir por casa, era muy amiga de mi hermana. Al principio me sorprendió, no solían hacerme caso y los rumores que algunas personas hacían correr sobre mí... Bueno -Yixing hizo una pausa y tragó saliva-,  tampoco ayudaban mucho a que la gente se me acercase -clavó la vista en Jongin, sin dejar de hablar-. Era hermosa, con una sonrisa increíble, y una voz que hacía estremecerse al escucharla, era demasiado para mí, y jamás pensé en poder tenerla. Pero ella se fijó en mí, o eso creí en un principio -se pasó la lengua por los labios para humedecerlos-. Ella me pidió salir.

Jongin escuchaba atento, sentado al lado de Yixing, con los codos apoyados en las rodillas, la mirada perdida, y su mente atenta en las palabras. Cuando el chino paró, su vista volvió a centrarse en él, esperando a que continuase, obligándole a contárselo todo. Sin cambiar de expresión, como si fuera una figura viviente que lo escuchaba.

Una vez que Yixing sintió que alma de Jongin había vuelto a su cuerpo, continuó con la historia.

- Yo pensé que todo estaba bien, disfruté a su lado, y mientras estuve con ella pensé que... mi problema se había esfumado -no solía hablar de aquello, de lo que le pasaba, tan sólo lo sabía Luhan. Él era el único con el que había compartido aquello, no estaba seguro de que los demás pudiesen entenderlo, pero debía hablarlo con Jongin o él jamás entendería lo que hizo. Desvió la mirada, quedándose pupila a pupila con el moreno, esperando una reacción por su parte.

Jongin le miró y respiró hondo. Las palabras de Yixing le estaban resultando más duras de lo que pensaba. Siempre había estado convencido de que su hermana había sido una víctima, pero al parecer ella era como los demás, como la gran mayoría. Una chica más que jugaba a reírse de los débiles. El corazón del moreno estaba roto, nunca pudiese haber imaginado que ella, su querida y protectora hermana mayor, pudiese haber sido la causante de todo aquello.

-  Yo... -Yixing se mordió el labio inferior-. No estoy bien -continuó, las palabras pesaban demasiado en la punta de su lengua, y las mil y una maneras de decirlo daban tantas vueltas en su cabeza que ésta comenzaba a dolerle; parecía tan sencillo, pero era tan complicado...-. A mí... a mí me violaron hace tiempo -comenzó a decir, y una vez lo dijo, el resto salió desbocado-. No pude hacer nada por evitarlo, y cuando lo conté, nadie me creyó. Los rumores sobre aquello comenzaron a extenderse y tampoco pude hacer nada por evitarlo. La gente decía que era un fresco, un chico fácil, decían que me acostaba con cualquiera, que incluso lo hacía por dinero, mis padres no quisieron creerme y yo... -Yixing se revolvió el pelo nervioso-. Me pareció que lo mejor era dejar que la gente hablase, porque por mucho que lo negaba todo, nadie me creía. Y así, como la gente no dejaba de hablar, yo mismo comencé a creerlo. Y un día, sin darme cuenta, no podía parar. Necesitaba sexo, y cada vez más -los ojos brillantes de Yixing parecía querer derramarse, pero continuó hablando sin soltar una gota-. Pensé que jamás nadie me vería como a una víctima, porque no lo era. Pensé que en el fondo era un cerdo, que había disfrutado de aquello, y continué buscando aquella sensación, pero jamás me sentí realmente feliz. Me sentía sucio, horrible e... insatisfecho, y aquello me hacía sentirme todavía peor; hasta que llegó ella -el chino apretó con fuerza las manos en sus rodillas,  arrugando el pantalón-. Con su sonrisa y sus palabras amables, pensé que después de todo, aún habría alguien que me quisiera ayudar, que me podría amar. Pero cuando quisimos llegar a más, las cosas se torcieron -hizo una pausa y elevó la cara, mirando al techo, cogiendo aire y parpadeando-. Nos besamos, nos abrazamos, comenzamos a enrollarnos -Yixing cerró los ojos como si de aquella manera pudiese verlo pasando como una película en su mente-. Todo parecía ir bien hasta que ella me apartó y comenzó a reírse, me dijo que todo había sido una broma. Me sacó una foto, obviamente yo estaba empalmado, la envió a sus amigos, me dijo que era un cerdo, un pervertido, y se burló de mí. Yo no podía creerlo y continué besándola. Ella me había dicho que me amaba. Se resistió, pero yo no podía parar y... Cuando me quise dar cuenta, yo... yo había hecho lo mismo que me habían hecho a mí... Intenté disculparme, pero ella estaba destrozada y cuando la miré a los ojos, entendí lo que había hecho.

Jongin no habló, estaba asimilando todo lo que Yixing había dicho, cada palabra, cada pausa o suspiro. La verdad, una verdad que se le clavaba tan dentro que desmoronaba su muro. Ese fuerte que se había creado contra la realidad se destruía pieza por pieza. Se pasó las manos por el pelo, deslizándolas lentamente, esperando a que todo aquel desorden emocional se volviese a colocar o encontrase su sitio.

Se levantó, caminó hacia la ventana y se frotó los brazos, nervioso. Su hermana, a la que juraba conocer, le había engañado, decepcionado. No sabía qué era más duro, si saberlo, o conocer la verdad habiendo pasado por todo lo que vivió. Se giró y miró a un desconcertado Yixing, que le observaba inmóvil desde la cama. Se acercó a él y  le colocó una mano en el hombro.

- No voy a olvidar lo que has hecho -le miró fijamente, pero esta vez su mirada no estaba llena de rabia, sino de un mar de sensaciones reprimidas-. Pero sí voy a intentar entenderlo. No puedo juzgarte, porque antes de hacerlo, debería juzgarme a mí mismo.

Yixing tragó saliva y asintió, con los ojos como dardos clavados en la diana de la pupila de Jongin.

- No soy un santo, nunca he pretendido serlo. Si quieres odiarme, lo entenderé, pero no me gustaría que lo hicieses. Es inútil hacerlo, el odio no lleva a nada, es destructivo -Yixing no divagaba, hablaba de su propia existencia. No le gustaba hablar de su problema, había hecho de él algo con lo que convivir; no le gustaba lamentarse, y a pesar de que había pasado mucho tiempo haciéndolo y algunas veces continuaba sintiéndose mal. Había aprendido todo aquello de mala manera, pero después de todo, lo había aprendido; y si no hubiese comenzado a pensar así, probablemente ahora estaría muerto.

Jongin sonrió, pero no de esa manera seductora, sino de una manera tierna, un tanto infantil. Asintió y le acarició la cara suavemente, parándose en su mejilla y dándole un par de suaves golpecitos.

- Para perdonar uno necesita olvidar, y no puedo olvidar todo lo que he vivido -rió suavemente y le miró fijamente, sin odio-.  Pero como tú has dicho, el odio es destructivo, y no quiero destruir a nadie. Ahora mismo, sólo quiero salir de aquí -respiró hondo y se alejó de él-.  Pero no sé qué pasará si nos volvemos a encontrar fuera.

- ¿Es eso una amenaza? -sonrió levemente, dejando a la vista sus hoyuelos marcados a ambos lados de la cara.

Jongin le miró y sonrió travieso.

- Tómatelo como un consejo -le señaló y dejó que su boca se torciese en una sonrisa demasiado seductora-.  Cuando salgas de aquí, corre todo lo que puedas para alejarte, porque te buscaré.

Yixing le devolvió una sonrisa semejante y un destello interesante cruzó con intensidad sus ojos.

- Quién sabe -respondió con tono animado-. Puede que te esté esperando.
Jongin rió, sacándole su parte divertida a esas amenazas entre líneas, se sentó a su lado y apoyó los codos en sus rodillas,  colocándose algo inclinado hacia delante. Estaba a punto de contestarle cuando un ruido extraño lo interrumpió. No era muy fuerte, de hecho estaba cerca de él,  por eso podía sentirlo. Levantó el brazo en el que llevaba el reloj que le habían colocado y abrió los ojos, sorprendido.

El ruido procedía de las agujas del reloj. Las pequeñas manecillas habían comenzado a girar de manera descontrolada.

- ¿Pero qué cojones? -Jongin miró entre molesto y sorprendido a Yixing, como si éste tuviese la respuesta a aquello.

Yixing elevó la comisura derecha de su labio en un gesto de confusión y acercó la cara al reloj de Jongin.

- ¿Qué le pasa? -le preguntó sin elevar la voz, mirándole con interrogación escondida.

- Las agujas son una cuenta atrás -miró hacia ellas y luego a Yixing-.  Parece que se nos acaba el tiempo.

Yixing le devolvió la mirada y asintió.

- En más de un sentido, Jongin -murmuró más para sí mismo que para el moreno.

Jongin le miró sin entender y se levantó.

- No puedo perder más el tiempo -el moreno hizo un gesto con la cabeza para despedirse y  se alejó, dejando a Yixing solo en el cuarto.

Cámara 2:

Suho estaba cansado. Aunque intentaba que no se le notase, los párpados se le cerraron en varias ocasiones, como si estos pesasen demasiado. Se mordía el labio con fuerza, tanto que se había dejado una marca, pero necesitaba mantenerse ahí. Era más que necesario.

La verdad es que el tiempo en el que había permanecido consciente nunca era ni estable ni constante. Tampoco solía ser mucho tiempo, pero después de hacer que Joonmyeon no tuviera  la "medicina", pensó que quizá esta vez sería él quien pudiese estar ahí todo el tiempo.

Era obvio que se equivocaba. Pero aún así no se rendiría, necesitaba continuar; si Joonmyeon volvía lo jodería todo, y ambos tendrían que ser considerados perdedores.

Desvió la mirada hacia el chico que estaba a su lado; Sehun parecía caminar ajeno a lo que le sucedía, y por ello dio las gracias mentalmente. No quería que se preocupasen por él, no necesitaba eso para nada.

Sehun giró la vista hacia su compañero y levantó la ceja con curiosidad. Joonmyeon se había comportado de manera extraña desde que habían salido de la casa. No le quería dar importancia, pero si alguno de ellos no estaba al 100% de sus capacidades, estaba seguro de que el plan no resultaría.

Se acercó y le agarró la mano, provocando que el mayor se sobresaltase. Sehun le dedicó una sonrisa antes de continuar andando y transformar esa sonrisa en su máscara de pasividad.
Suho le observó con el ceño fruncido, agarrando su mano, en el mismo lugar en el que le había tocado. «Compasión» , pensó para sí mismo. Odiaba todo lo que tuviese que ver con ella.

- Llegaremos en breve -le comentó, incorporándose y pareciendo volver a tomar el control de su cuerpo y su voz-. No queda muy lejos.

Sehun asintió pero no dijo nada, no quería mantener una conversación en esos momentos. Ahora mismo sólo le interesaba localizar a ese tercero y poder entender plenamente todas las intenciones de sus supuestos compañeros. Suho lo entendió al momento y no volvió a hablar hasta que estuvieron enfrente del lugar donde había dejado a Jongdae. Miró a Sehun y le asintió, señalando que entrase. Después entró él, y adelantándole, comenzó a llamar a Jongdae.

Cuando ambos muchachos estuvieron dentro del edificio, una sombra salió de una de las habitaciones. Jongdae sonreía triunfante. Miró a Sehun, analizándolo y dejando claro su descontento ante una persona tan joven como tercero en ese trabajo. Se necesitaba responsabilidad y fidelidad, si uno de los tres fallaba, se iría todo al garete.

Jongdae se acercó a una de las mesas y estiró los planos. Les hizo una señal con el brazo para que ambos se acercaran.

- Y entonces -comenzó a decir Suho, colocándose de manera que pudiese ver todo el plano perfectamente-. ¿Has encontrado algo, Jongdae?

Sehun se apoyó en el hombro de Joonmyeon, esperando a que el otro joven hablase.

- Sí, las he encontrado, no tendremos problemas para llegar hasta ellas -señaló las puertas marcadas en el papel-. Tampoco creo que tengamos que entrar a la vez por ellas, tan sólo con entrar será suficiente. El problema es que si alguno de nosotros tiene complicaciones o no puede entrar, los demás no podrán saberlo. Así que tenemos que estar completamente seguros de que todos hemos atravesado esas puertas -cogió aire y señaló otros círculos marcados-.  Esas secciones tienen una especie de alarma que controla todo el lugar. Si cometemos un error, la alarma sonará -miró hacia Suho y sonrió satisfecho-.  No conozco los métodos de protección de la zona, pero no creo que sean óptimos.

Sehun miró a los dos muchachos y luego al papel, se separó de Joonmyeon y se apoyó en la mesa, jugando con su esbelta figura y deleitando a los dos muchachos.

- ¿Entonces lo único que tenemos que hacer es entrar? -rió suavemente, como si se estuviese riendo de un chiste sin importancia-.  Tanto lío para esto. Si lo hubiese sabido antes, no habría tardado tanto en salir.

Suho les miró a ambos y suspiró.

- Jongdae lo presenta como algo sencillo, pero no creo que las cosas vayan a ser así de fáciles. Recordad que nos vigilan, debemos estar preparados para cualquier cosa -añadió Suho con tranquilidad.

Jongdae asintió.

- Estoy de acuerdo contigo -se separó de la mesa para que ambos le mirasen-.  He estado fijándome y creo haber encontrado todas las cámaras de la zona; si nos damos prisa y  repasamos bien los planos, podremos evitarlas de algún modo y así llegar a la puerta sin ser vistos.

Sehun miró hacia los dos y luego se sentó sobre la mesa, arrugando un poco los planos.

- ¿Estás diciendo que con tan solo saltarnos las cámaras y abrir la puerta seremos libres? -el tono del joven sonaba totalmente pretencioso.

- No, claro que no. Lo único que eso nos garantiza es atravesar las puertas que nos impiden salir de esta ciudad -Jongdae le respondió de manera seca, odiaba tener que relacionarse, pero sobre todo con  muchachos impertinentes como lo era Sehun.

Suho miró a ambos sonriendo con placer. Le gustaba que Jongdae lo pasase mal, después de todo, aunque sabía que se necesitaban para salir de ahí, también disfrutaba haciéndole pasar un mal momento. Se lo debía.

- Dejemos de hablar entonces y pongámonos manos a la obra, ¿no? -Suho no sabía de cuánto tiempo disponía, y antes de que Joonmyeon volviese, tenía que salir de ahí.
Jongdae asintió y miró hacia Suho.

- ¿Y vamos a hacerlo sin hablarlo antes? -se sorprendía de que Suho, el calculador, se lanzase a lo que pasara.

Suho apretó los labios con fuerza, reteniendo un suspiro, y dibujó una sonrisa, que a pesar de que pretendía ser tranquilizadora, no lo parecía tanto.

- Sí, bueno -le quitó importancia-. Hablemos y démonos prisa, es posible que nos estén escuchando, y cuanto más tardemos menos posibilidades habrá de conseguirlo.

Sehun se fijó en que Joonmyeon parecía molesto con la idea de planear la situación. Se acercó a él y apoyó la mano sobre su hombro.

- No hace falta, hay que entrar por las puertas ¿no? -Jongdae miró molesto al más joven mientras éste hablaba-. Pues entremos, seguro que tras ellas se encuentran los bastidores,  platós y demás. Podemos buscar la sala de maquetación y encontrarnos en ella.

Jongdae los miró a ambos y suspiró, agotado.

- Esto es una locura. ¿Y si  no hay plató? ¿Y si lo que te encuentras tras esa puerta no es lo que te esperas? Se nota que eres un crío -las palabras salieron de los labios de Jongdae con rabia.

Sehun le miró, molesto. Nadie le llamaba crío, lo odiaba, y mucho menos se lo iba a decir un pirado que se escondía en las sombras.

- Es mejor quedarse observando qué va a pasar, ¿verdad? -la sonrisa de Sehun se ensanchó maliciosamente, mientras observaba cómo el rostro del mayor se crispaba.
Suho suspiró. Le encantaba esa situación, hubiese disfrutado mucho de una buena pelea entre aquellos dos, pero no era el momento. Aunque sí el lugar, no era ése el momento en el que aquello convenía.

Caminó hasta Jongdae y le susurró al oído.

- No es momento para esto. Intenta comportarte, Sehun tiene algo importante, algo que necesitamos.

Jongdae respiró y asintió, cerrando ambas manos en puños. Miró hacia los dos, y con un gesto de cabeza, les indicó que lo siguieran.

- Cada uno de nosotros irá hacia una puerta, pero como siempre, hay un inicio -el chico de cabello negro miró hacia los otros dos, hablando muy seriamente-. La puerta principal es la que está en la zona más industrial, por donde se puede ver el comienzo de aquel riachuelo.

Sehun caminaba tras ellos sin ni siquiera fijarse en lo que Jongdae estaba explicando. No entendía para qué darle tantas vueltas al hecho de abrir una puerta.

Suho asintió.

- ¿Cómo lo sabes? -preguntó con curiosidad. Si iba a hacerlo necesitaba conocer todos los datos, aquello también formaba parte de Joonmyeon, era algo que compartían. Necesitaban saberlo todo.

Sehun se apoyó en una pared mientras los observaba, en silencio, como siempre.

- Estuve leyendo los planos y todas sus características -respiró hondo, no le gustaba que juzgasen su trabajo-. Esa es la única puerta que necesita llave, las demás se abrirán solas cuando la  cerradura de la primera se abra.

- ¿Eso lo pone en los planos? -Suho elevó una ceja y luego resopló, desviando la mirada hacia Sehun-.  Sehun -le llamó para que se centrase-. Tú te encargarás de esa puerta.
Jongdae frunció el ceño, ya no era sólo que dudase de él, sino que le había cedido toda la responsabilidad al crío engreído que los acompañaba.

- ¿Qué? No creo que sea buena idea.

Sehun sonrió al notar que el chico de los planos se molestaba por la decisión de Joonmyeon.  Se incorporó y asintió, con un suave deje.

- Por mí no hay problema -sonrió mirando hacia el organizador de todo aquello-.  Creo que sé a lo que te refieres.

Jongdae  contemplaba incrédulo la escena, ya no sólo estaba molesto, sino también cabreado, porque parecía que esos dos ocultaban algo. Si se hablaba de jugar con la gente, de utilizarla, él era un experto, el mejor, y no podrían engañarle.

Suho se adelantó y agarró a Jongdae, acercándolo a él, tanto que sus labios rozaron la piel de su oreja con cada susurro.

- Tiene la llave -le dijo, tan bajo que sólo él podría oírle, luego se apartó y volvió a colocarse cerca de Sehun, sonriéndole-. Sé que lo harás bien -agregó con una sonrisa llena de confianza.

Sehun asintió y  sonrió ante el gesto de confianza del mayor. Todavía no se había acostumbrado a que alguien le apoyase de esa manera. Jongdae, por su parte, asintió, dejando claro que se aprovecharía de lo que Suho acababa de confesarle.

- Está bien, pues me dirigiré hacia aquella puerta entonces -Sehun sonrió y  se acercó a Suho, besándole suavemente-. Nos vemos luego.

Jongdae apartó la vista hacia otro lado. Aquel gesto le resultaba violento, no sabía cómo  comportarse ante tan clara muestra de pasión por parte de sus compañeros.

Suho ignoró la reacción de Jongdae y disfrutó del acto de cariño que Sehun le proporcionaba; sabía que era lo que aquel chico necesitaba y a él no le desagradaba para nada dárselo tan gratuitamente.

Volvió la vista al chico de los planos y carraspeó para llamar su atención.

- ¿Qué es lo siguiente?

Cámara 3:

El joven de cabello  ceniza se alejó de los otros dos muchachos, estaba seguro de que podría abrir la puerta sin problemas. Cuanto antes la abriese, antes podrían deshacerse de Jongdae, y así Joonmyeon y él serían los ganadores de PERSONA.

Corrió manteniendo el paso hacia el lugar que le había indicado el chico de los planos. Cuando llegó, estaba dudoso, un poco perdido, ya que no encontraba nada que se pareciese a una puerta por la zona.

Se paseó de un lado a otro, observando bien todos los recovecos,  pulsando algunas paredes e incluso se asomó al pequeño riachuelo que había para comprobar que la puerta no estuviese bajo el agua.

Pero nada, ni rastro de la maldita entrada.

Sehun ya comenzaba a molestarse, hasta llegó a pensar que todo había sido un plan de los otros dos para dejarlo de lado. Pero entonces la vio. Allí estaba, escondida tras un par de matorrales, una pequeña puerta de color ambarino le esperaba.

Corrió hacia ella, y cuando la contempló, sintió que el final estaba cerca. Acarició la puerta como si estuviese tocando algo frágil,  y sonrió satisfecho. Se paró unos segundos, pensando en la manera de poder abrirla, y entonces recapacitó. Joonmyeon le había elegido a él  por algo, tenía que ser  el encargado de abrir la puerta de inicio. Sehun se pasó la lengua por los labios, meditando las posibles razones por las que su amante en el juego le había escogido.

Cuando se metió las manos en los bolsillos y los dedos de su mano rozaron el frío metal de la pequeña llave con la que se había despertado, se dio cuenta.  Su objeto. Desde un principio había tenido la clave, la solución para salir de allí, y no se había dado cuenta.
Rió para sí, burlándose de lo estúpido que había sido, y  encajó la llave en la cerradura. Tragó saliva, nervioso, y esperó unos segundos antes de empezar  a girarla.

El mecanismo de la cerradura comenzó a moverse, poco a poco el cerrojo se abría y  la puerta comenzaba a ser accesible. Sehun sonrió emocionado, notando cómo su corazón bombeaba rápidamente por la excitación del momento.

Su gran momento.

Y entonces ocurrió. No se acordó de las palabras de Jongdae y cruzó la puerta  inmediatamente después de que ésta estuviera completamente abierta. Un escandaloso sonido comenzó  a brotar de algún lado, haciendo que el joven de cabello gris se alterase.

Antes de que pudiese retroceder sobre sus pasos, la puerta se cerró de golpe.

Sehun corrió hacia ella y luchó para abrirla, pero era inútil. Los dispositivos del lugar habían cerrado la zona,  la alarma de emergencia sonaba, avisando de que el joven imprudente había cometido el error del que le habían avisado no hacía mucho.

Golpeó la pared y  maldijo en alto. Ahora estaba encerrado fuera, sin saber qué hacer. Soltó un grito de rabia, pero cuando se giró para continuar por aquel oscuro pasillo, alguien conocido le estaba observando.

Cámara 4:

Kyungsoo se quedó mirando hacia la puerta esperando a que Jongin volviese; quería aprovechar ese tiempo para pensar en el premio, pero no se le ocurría nada en concreto. Todo lo que se le venía a la cabeza, así como llegaba, se iba antes de poder asentarse del todo. Algunas ideas eran rápidamente descartadas porque le parecían demasiado absurdas, otras porque no parecían del todo serias; y finalmente optó por dejar de darle vueltas al asunto y esperar a que su compañero de premio volviese y decidirlo entre los dos.

Elevó la vista al techo y movió sus piernas, balanceándolas adelante y atrás mientras colgaban fuera de la cama. Se estiró y dejó caer su espalda contra el colchón, ¿habría conseguido Jongin hablar con Yixing y arreglar las cosas? No estaba seguro, tampoco lo estaba de si eso era lo correcto, pero pensó que ahí dentro tampoco les convenía tener enemigos.

Cerró los ojos y suspiró. En algunas ocasiones había pensando en todo lo que había hecho y esperaba que aquellas familias le pudiesen perdonar. Observaba el mundo a través de unos ojos diferentes, unos ojos irreales y especiales disfrazados de comunes. La vida había sido cruel con él, le había puesto en el mundo equivocado, y todo aquello se volcaba día a día contra su persona. Hablar y escucharse normal, pero de repente ver todas aquellas caras interrogantes le frustraba; ¿qué había de malo en él? ¿Qué había de extraño?

Siempre dando tumbos, siempre sin encontrar una explicación, de barrio en barrio, de colegio en colegio, de médico en médico; y finalmente una solución. Cuando comenzó con el tratamiento, todo parecía tremendamente bueno. Le habían asegurado que las cosas se volverían normales, pero le habían mentido. Kyungsoo era un buen chico, iba a clase y no se metía en líos. No sacaba las mejores notas, tampoco era el primero en responder a todo, pero no suspendía, y jamás se saltaba las normas. Kyungsoo no llamaba la atención, o por lo menos así debía ser; pero no lo era. Tenía algo, algo que los demás consideraban interesante, o más bien consideraban digno de reírse, y así fue como él se convirtió en el blanco de las burlas. Quizá porque era demasiado torpe, o porque apenas hablaba con la gente, o puede que porque fuera el único chico que no salía los fines de semana. Kyungsoo jamás fue el chico invisible, para su desgracia.

Y volvía a casa cada día preguntándose por qué, aguantándose las ganas de llorar que se atascaban en un nudo incómodo en su garganta, con la ropa intacta pero el corazón lleno de moratones. Las palabras, los gestos, las miradas de sus compañeros, todo aquello le hacía diferente. Siempre sería diferente, no podía escapar de ello.

Recordó el día, años atrás, cuando se había encerrado en el baño y había mandado desagüe abajo las pastillas que le había recetado el médico. No había servido de nada, él, con medicamento o sin él, seguía siendo un punto blanco en una pantalla negra, en una inmensa pantalla negra que giraba y giraba intentando lanzarle fuera.

Aquel día había comenzado a autolesionarse y a esconderlo, y poco a poco se había vuelto un experto en ello.

Kyungsoo abrió los ojos y pasó sus manos por las cicatrices de sus brazos. No podía escapar de lo que era, jamás podría dejar de ser Kyungsoo, dejar atrás todo aquello, y pensaba que lo había conseguido hasta que entró en PERSONA.

- Nunca dejamos de ser quien somos en realidad ¿verdad? -murmuró en alto-. Después de todo, lo que hacemos, por mucho que pase el tiempo, continuará ahí.

Nuevamente, Kyungsoo cerró los ojos y se acurrucó sobre sí mismo, haciéndose un ovillo.
Esperaba que Jongin no tardase mucho más, comenzaba a sentirse mal, y cuando Jongin estaba cerca las cosas parecían mucho mejores.

Unos brazos fuertes y  duros estrecharon a Kyungsoo, atrayéndole hacia un pecho cálido, y a su vez los dedos traviesos de sus manos jugueteaban por entre las finas hebras de pelo. Jongin estaba allí, había visto cómo el pequeño chico asustadizo se torturaba mentalmente y  no pudo resistirse a regalarle un momento cálido, un gesto simple para cualquiera, pero perfecto para una persona que se encuentra perdida. Para alguien como Kyungsoo  aquel abrazo tenía más significado que cualquier palabra bien intencionada.

- Ya estoy aquí -susurró suavemente cerca de su oído.

El mayor asintió entre los brazos del moreno,  mientras que Jongin  alargaba ese abrazo.  Él también necesitaba apoyo, y su amigo, aquel chico asustadizo y  temeroso, era el bastón perfecto para que su cordura se mantuviese firme en ese sitio.

Todo era una locura, todos estaban enlazados de una manera u otra, pero a Jongin en ese momento sólo le importaba él.

- No tienes por qué sentirte solo -añadió, mientras clavaba su mirada oscura en los enormes ojos de Kyungsoo.

Kyungsoo abrió los ojos todavía más y se escondió entre los brazos de Jongin, llorando. No esperaba que él entendiese esa sensación, tampoco era lo que quería. Necesitaba llorar, su cuerpo se lo pedía y  por eso lo hizo.

- Jongin -murmuró entre leves sollozos-. Gracias.

El moreno no dijo nada, tan solo colocó suavemente su mano sobre la cabeza de Kyungsoo y le acarició  el cuello lentamente.  En momentos como éstos era mucho mejor mantenerse en silencio, que todo el veneno que encerraba el más bajo saliese como tuviese que salir. El tiempo se les acababa, pero en aquel momento daba igual.

Kyungsoo tampoco dijo nada. Por una vez sintió que todo aquello que corría por dentro de él parecía calmarse, como si Jongin hubiese lanzado unas cuerdas dentro de él y lo hubiese agarrado todo y sacado fuera. Sintió que en aquella mirada oscura se encontraban todas las respuestas, las que había estado buscando y las que nunca jamás pensó en preguntarse.

Acarició la cara de piel morena, Jongin era suave a pesar de que siempre pensó que sería áspero. Respiró su aroma, era dulce y empalagoso, como un bombón. Se agarró con fuerza a él, respirando cada vez más despacio, tranquilizando su corazón.

- Todavía tenemos algo que hacer -comenzó a decir Kyungsoo, separándose y pestañeando para retener las lágrimas que aún parecían querer salir.

Jongin estaba luchando por contenerse, por no estrechar fuertemente a Kyungsoo entre sus brazos y salir de allí. Huyendo juntos, para que nadie le hiciese más daño, para que al fin  pudiesen ser felices. La mano del mayor era fría y temblaba leventemente, pero aun así notó como si una energía nueva le llenase cuando los dedos rozaron su piel.

En el momento en que Kyungsoo se separó, en el interior de Jongin se creó un pequeño vacío, pero no hizo nada, respetó la decisión de su compañero.

- Así es -clavó su mirada en los ojos llorosos de Kyungsoo, luchando contra las ganas de romper ese pequeño velo. Esa final tela invisible que los separaba.

Kyungsoo elevó la vista distraído, buscando nada en la inmensidad de aquel cuarto, como si fuese un niño curioso que encontrase las respuestas a las preguntas más extrañas dibujadas en el aire. Se mordió el labio levemente y luego volvió la vista a Jongin.

- ¿Has conseguido hablar con Yixing? -le preguntó, dibujando una sonrisa tierna en los labios.

Jongin sonrió, asintiendo. No quería preocupar a Kyungsoo así que no profundizó en el tema. Se sentó en la cama y le agarró la mano, apretándosela dulcemente.

- No tienes por qué preocuparte -el moreno hablaba con una sonrisa dulce en el rostro-. Todo está bien ya.

Kyungsoo le devolvió la sonrisa y asintió, también jugueteando con sus dedos entre los del moreno.

- ¿Has pensado en lo del premio entonces?
Jongin asintió y  clavó la mirada en la de Kyungsoo.

- Sí, creo que lo mejor sería un momento de paz en medio de toda esta locura -sonó dulce, quería hacerle entender que quería regalarle tranquilidad, un lugar seguro en el que pudiesen descansar por un momento.

Kyungsoo le miró durante unos segundos sin decir nada y luego dirigió la mirada al suelo, dubitativo. Pasó un poco más de tiempo observando lo que había cerca de sus pies y después volvió a subir la cabeza para mirarle a los ojos.

- Tienes razón -asintió-. Algo para... ¿nosotros? -jamás había dicho aquello, y al decirlo se le llenaba la boca de un sabor tan dulce que esperaba que jamás tuviese que dejar de decirlo.

La sonrisa de Jongin iluminó su rostro haciendo que el corazón de Kyungsoo latiese más rápido.

- Sí, dejemos de pensar en todos, en ti o en mí, y pensemos en nosotros -Jongin se levantó y se acercó hacia el pequeño televisor de la habitación-. Pediremos un lugar en el que tú y yo podamos estar solos, a salvo, al menos por unas horas.

Kyungsoo le observó con un brillo intenso en los ojos. Si Jongin sólo pretendía ser amable con él, si sólo quería engañarle y jugar con sus sentimientos… Le daba igual, no le importaba que todo aquello pudiese ser una mentira. Era una mentira demasiado agradable.
Jongin miró hacia la pantalla y habló alto para que PERSONA pudiese oírle.

- Hemos decidido -esperó unos segundos para obtener una respuesta-. Queremos nuestro premio.

Pero no hubo respuesta alguna para las palabras del moreno. Se giró sorprendido, clavando su mirada en la del mayor que, estaba todavía sentado en la cama. Kyungsoo se levantó y caminó hasta su compañero.

- ¿PERSONA? -preguntó con duda, elevando la voz-. Queremos pedir nuestro premio.
Pero de nuevo no obtuvieron ninguna respuesta. Kyungsoo miró confuso a Jongin.

- Qué extraño… ¿Por qué no contestan? -Jongin  se acercó  hacia una de las esquinas de la habitación e hizo gestos con las manos alzadas hacia la cámara.

- A lo mejor no hay una cámara ahí -añadió Kyungsoo, siguiéndole-. ¿Crees que pasa algo?
Jongin miró hacia Kyungsoo y  se acercó al pasillo, asomándose para ver si había algún compañero cerca; pero nada. Volvió a entrar en la habitación y asintió.

-  Me da la sensación de que algo no anda bien.

Un sonido alarmante comenzó a estallar desde todos los lados, recordaba a una sirena de advertencia. Kyungsoo se tapó los oídos y entrecerró los ojos, molesto, corrió hasta Jongin y le miró sorprendido.

- ¿Qué está pasando? -gritó para que Jongin pudiese oírle por encima de aquel estruendoso ruido.

Jongin se sorprendió, poniéndose rápidamente en alerta, y negó ante la pregunta de Kyungsoo.

- No lo sé, pero creo que será mejor que salgamos de aquí.
Agarró la mano del mayor y corrió escaleras abajo, sin preocuparse de los demás, sin saber nada de Yifan. Algo dentro de él le obligaba a correr, alejando a Kyungsoo del peligro.

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