eventualidades del destino-espacio-tiempo

Sep 30, 2010 23:08

Entonces, voy, corriendo porque estoy apurada xD, y estoy escapada de mis días relax-curando-adicción-al-internet :o

Nombre: "Eventualidades del Destino-Espacio-Tiempo" (Nombre muuuuuy provisional. Se aceptan sugerencias xD)  Hecho para el reto " time travelling" de crack_and_roll  
Fandom: Merlin
Categoría: One-Shot (semi-largo... pero por la deadline. creo que actualizaré cuando lo tenga terminado)
Palabras: 5102 (por ahora...)
Género: Aventura, Comedia de enredos.
Personajes: Hints Morgana/Merlin, Merlin/Arthur. Básicamente Merlin y Morgana enredados en el tiempo y espacios temporales gracias a un hechizo que salió mal. Y Nimueh. Y Uther. Y posiblemente Morgause.
Advertencias: Spoilers de las dos primeras temporadas de Merlin, cuando menos. Y crack. Mucho crack.
Notas: Comenzó con una idea sencilla que de pronto tomó proporciones épicas y este es el resultado. Un borrador de mucho cuidado, escrito muy rápido, sin betear, por continuar y a por revisar. No a ser tomado muy en serio

Pautas del reto:
-Romper las siguientes reglas de viaje en el tiempo (Osea, hacer todo lo contrario):
1) A toda costa, aléjate de tus antecesores.
2) Evita las mariposas. Y sobre todo ¡no las pises!
3) No hables sobre el futuro.
4) Se productivo y ¡aprende lo que puedas!
5) Siempre lleva goma de mascar contigo. Nunca sabes cuando puede ser útil.
6) ¡Mejórate a ti mismo!
7) Prepárate para conseguir ropa acorde a la época || Entrena un poco antes de irte.
8) Intenta evitar una paradoja.
9) Cuídate de la policía (De la policía del tiempo, sobretodo).
10) Esta perfectamente bien, viajar tu solo.
-Hacerlo en un fandom que no tenga nada que ver con viajes en el tiempo. (Adiós la esperanza de hacerlo con Doctor Who)

"Eventualidades del Destino/Espacio/Tiempo"

La cueva era apenas visible por entre el denso follaje de la vegetación de otoño. Se asomaba de manera inocente y le hacía signos con la mano como para que siguiesen de largo. Pero ese no era el plan y jamás lo sería. En cuanto se había fijado en ella por el rabillo del ojo, Merlin supo que era allí. Parecía muy típico de su mayor enemiga. Podía decirse que era casi de su gusto.

No especialmente macabro como uno esperaría de una llamada bruja malvada. Sino más bien… ¿cómo podría llamarlo? ¿Una morada romántica? Con todos esos colorines danzando alrededor, y las hojas cubriendo, y los sauces llorones dormitando al lado de la hermosa cueva de cuarzos rosados. Sí. Romántico era la palabra, aunque lo que ocurriese adentro estuviese lejos de ser benigno o puro.

De todas maneras habían encontrado su escondite por suerte. Tal vez una parte de sí mismo ya había estado en ese lugar o era un sexto sentido que tenía para meterse en problemas, pero todas las pistas los traían hacia ese montículo de tierra de la isla de Om, y aún así, de no haberlas tenido, había algo en él que le decía que por fin, después de tantos años habían encontrado la guarida de la legendaria bruja Morgana.

Lo único que lamentaba era que Arthur no estuviese lo suficientemente consciente como para darse cuenta lo correctas que habían sido sus ataduras. Miró la cara de su compañero con consternación, su expresión, parecida a la de un pez, se había estancado en esa mueca de sorpresa con la que Merlin lo había dejado. Se preocupó por un segundo por el futuro y lo que pasaría cuando Arthur despertarse, pero rápidamente, dándose cuentas que había cosas más importantes en las que pensar, se bajó del caballo haciendo un hechizo de protección para que no le ocurriese nada al príncipe de Camelot mientras él se enfrentaba con ella. Con su destino.

El dragón le había advertido con un susurro en sus sueños y de alguna manera había conseguido lanzar a Arthur a aquella búsqueda, sólo porque sabía que algo malo estaba a punto de pasar. Y para que el dragón le avisase, salvando indirectamente la vida de Uther Pendragon, debía de ser algo verdaderamente malo.

En cuanto sus manos tocaron las primeras piedras de la cueva tuvo aquel sentimiento con cada centímetro de su cuerpo de que allí dentro se estaba gestando algo verdaderamente macabro. Y él tenía un buen olfato para esas cosas. Poco después, esa piquiña de magia que despedía aquel lugar dejó de ser una sensación y se convirtió en mil y un bichos que intentaron comerse sus dedos mientras topos come-encantos le jalaban de los pies hasta sus moradas. Por lo menos había dejado a Arthur a buen recaudo disfrazado de seto, pensó mientras se deshacía de las trampas con la rapidez que un cerebro acelerado por la urgencia y el temblor de la magia entre sus dedos le daba.

Ya estaba adentro. Y esperaba haber llegado a la hora correcta porque sino iba a armar un berrinche.
Un hechizo que conjuró para flotar sobre el aire le impidió hacer ruido, y comenzó a explorar la cueva sigilosamente, valiéndose de la luz natural del entorno, intentando pasar desapercibido.

No sabía lo que le había traído hasta allá o lo que se podría traer Morgana entre manos, pero esperaba que valiese la pena. Si llegaba a encontrarse con la bruja de pronto en una situación hogareña como cocinar una sopa o simplemente fuera de casa de vacaciones en algún lugar malvadístico definitivamente Arthur le iba a echar la bronca cuando despertase (además de arreglar ciertos puntos con él, cómo por qué exactamente estaba en aquel momento noqueado) y él quedaría en ridículo por seguir las indicaciones de un dragón supuestamente malvado pero ciertamente cada vez más cerca de la senilidad.

Pero pronto sus cavilaciones dieron fruto cuando con el oído parado oyó una lengua que conocía muy bien, invocando en algo más que un susurro. Estaba haciendo magia. Y parecía bastante más concentrada en ello de lo usual.

Asomó un centímetro de su mirada a través de los cuarzos de la cueva, y le devolvieron el reflejo de un hechizo gestándose. El aire de pronto tomó un olor impoluto como si fuese oxígeno puro, y el viento comenzó a galopar en dirección contraria como si aquellas aguas en las que Morgana estaba cometiendo alguna fechoría fuesen una fuente de poder absoluto.

Y allí estaba ella. En el medio de aquel lago que había encontrado. Rodeada de pociones y pergaminos e ingredientes desperdigados a su alrededor. Y ella mojada en el agua jabonosa, que parecía dar vueltas en un remolino del cual era centro, con un destello de magia y aquel sabor a lo prohibido.

Morgana miraba hacia el techo, con la mirada perdida, con un brillo sobrenatural en sus ojos verdes, y sus palabras en aquel idioma del pasado subían y resonaban contra las paredes, rebotando en su cabeza. No conocía aquel hechizo, se dio cuenta Merlin y aquello le dio más miedo que cualquier cosa.
De pronto Morgana interrumpió su letanía para rebuscar en aquel frasco que tenía guindando del cuello un objeto. Maligno, seguramente. Desde su escondrijo Merlin esperó lo peor, pero en vez de reaccionar a ello y buscar una manera de detenerla se quedó allí un segundo, como si el poder de una magia tan fuerte lo dominase, cuando la curiosidad de ser envuelto por un encantamiento tan absoluto era mayor que cualquier razón.
Sacó de pronto una piedra, no más grande que la palma de la mano en forma de huevo, que centelleó con luz cadavérica por las inmensidades de la cueva. La bruja invocó de nuevo a la fuerza de la tierra, y su canto, más potente y más fuerte que el de antes, terminó por fin de despertar al único espectador.

Tenía que hacer algo. ¿Pero cómo? Tenía que detenerla. Sin embargo las aguas del estanque pronto se levantaron y lo dejaron vacío, y una explosión de luz se hizo inminente. Antes de reaccionar de la única manera que pudo, llegó a ver un reflejo de los labios fruncidos en éxtasis de Morgana, antes de que la piedra saliese volando y hubiese logrado tirarla al suelo.
De pronto, por unos segundos, el mundo se coloreó de negro.

-

-Oh no.-La oyó decir a voz ahogada justo cuando eran engullidos por aquel vacío que no tenía ni idea de dónde había salido.

¿Lo había logrado? No estaba seguro de eso, pero en cuanto su cabeza golpeó el suelo y sintió a Morgana luchando contra él entre la tierra, Merlin se dio cuenta que ya no estaban en el escondite de la bruja. Peor aún, no sabía dónde estaba y aquellos escasos segundos de confusión, mezclados con aquella sensación de haber sido jalado hacia abajo demasiado rápido terminaron de hacer huevo revuelto a su cabeza.

-¡Merlin!-Gritó con sorpresa y él tembló instantáneamente debido a la fuerza de la ferocidad con la que había pronunciado su nombre.

-¿Qué demonios estás haciendo?- La perfecta combinación entre un grito de histeria y un susurro desesperado salió de los labios de Morgana, mientras se lo quitaba rápidamente se encima con una patada.
Merlin se llevó la mano a la cabeza durante un segundo, temiendo que estuviese sangrando, pero al parecer había sido sólo una contusión.

-Evitando que asesines a Uther.-Murmuró en voz baja, todavía sin recuperarse del mareo.

Ni siquiera sabía para qué la había detenido. Ni siquiera sabía qué era lo que ella había estado planeando en primer lugar. Pero suponía que había sido eso. Si estuviesen en otra situación capaz y habría sido una escena humorística. Capaz aquel hechizo habría sido para depilarse las piernas, o para cocinar un buen pesto, y él lo había detenido con la misma fiereza utilizada para evitar el fin del mundo o algo parecido. Pero había algo que le había dicho en el primer instante que no se trataba de algo tan banal como eso.

Miró hacia arriba, donde se encontraba su llamada peor enemiga, levantándose de entre la tierra como lo haría él minutos después. Su capa de terciopelo púrpura estaba llena de aquella sustancia pegajosa que había derribado en su impulso por detenerla y briznas de hierba se habían quedado atrapadas entre su armadura.

-Oh. Desde luego.- Exclamó con veneno mientras lo miraba como si fuese un pedazo de mierda atascado a su zapatilla.-Siempre tu trabajo, ¿no, Merlin?

Él la miró, todavía confundido. ¿Qué había pasado exactamente? El sol brillaba sobre sus cabezas, y aquel pastizal en el que se había hundido era definitivamente distinto al bosque en el que se había encontrado minutos antes. ¿Qué había hecho Morgana exactamente? ¿Sería una ilusión? Sintió el sabor metálico y salado de la sangre en su labio inferior y aquel olor a tierra fresca lo trajo de nuevo a la realidad. No. No era una ilusión. Aquellos eran los campos circundantes a Camelot. Los conocía muy bien, de todos aquellos años viajando de un lado a otro y cazando con Arthur, fingiendo ser un campesino para adecuarse a las necesidades de su Sire. Era difícil que en sus tiempos de dama Morgana hubiese llegado a fijarse en todos aquellos detalles, en el trazado del arado, en el sabor de la tierra fértil, en los bichos que ahora gateaban entre sus pantalones. No. No era una ilusión. ¿Entonces qué era?

Oh, qué demonios había hecho. El pensamiento atravesó de pronto la cabeza de Morgana. Todo había dado un giro. Se suponía que Merlin no debía de estar allí. Ahora saldría todo mal, cuando Morgause le había dicho específicamente que…
Tendría que deshacerlo y tendría que hacerlo rápido. Miró al mago, apenas poco menos que un hombre, mirar confundido a sus alrededores. Y supo que a pesar de los contratiempos si todavía quería hacer algo bien tendría que hacerlo rápido.

- Pero ahora,-Sonrió hacia él mientras arqueaba las cejas.- Soy yo la que tiene trabajo que hacer, si no te importa.

Oh. Aquella mirada de mala malísima que conocía muy bien. Aquella misma mirada que había tenido en cada uno de sus encuentros, cuando estaba dispuesta a hacerle daño y a básicamente destruir el universo por razones desconocidas que no fuesen ser la mala del cuento.

Sus labios comenzaron a emitir algo más que un susurro y sus ojos brillaron de una manera que Merlin conocía muy bien. Abrió por completo los ojos y se preparó para contratacar cualquier posible hechizo de su peor enemiga. Pero el viento trasladó el sonido de los grillos del valle y él se quedó esperando aquel ataque que nunca pareció llegar.

Morgana lo miró extrañado por un segundo. Se había quedado estancada en aquella pose de bruja maligna y ahora contemplaba su rostro para ver si él había hecho algo. Pero no había hecho nada. Era a ella la que no le había salido el plan como hubiese querido.
-No sirve.- Dejó escapar el mago con una media sonrisa. Pudo sentir la indignación en el aire.

-Por supuesto que sirve sólo que….- Musitó histéricamente, repitiéndoselo una y otra vez. Mientras volvía a decir el embrujo y se ayudaba con movimientos de manos para darle más fuerza a su ataque infructuoso.

Por un segundo, antes de preguntarse con seriedad qué era lo que verdaderamente estaba pasando, Merlin intentó aguantar las ganas de reír.

-Sólo estamos viajando en el tiempo,- Abrió los ojos frenéticamente.- Por supuesto que sirve.

Pero no parecía servirle. Merlin susurró unas cuantas palabras en aquel idioma que ya se había convertido en su segunda lengua, para ver si acaso él podría incendiar aquella brizna de hierba que ondeaba en frente de él, sólo si lo quisiese. Pero nada pasó. La ansiedad de no contar con sus poderes se hizo durante unos instantes más poderosa que aquella reacción que sin querer había aguantado.

-Yo tampoco…-Abrió los ojos confundido.-Un momento… ¿Estamos viajando en el tiempo?

Morgana le ignoró magistralmente, ensimismada en su propia confusión. Su ceño fruncido se intensificó, y dejó escapar un poco más que un suspiro.

-A menos de que…

-¿A menos de qué?-Dijo Merlin incrédulo, para luego preguntar con más coherencia.-Morgana, ¿Dónde estamos?

El que pronunciase su nombre fue suficiente para captar su atención por un par de segundos, que el mago aprovechó para mirarla con las cejas levantadas.

Era extraño. Hacía mucho tiempo que no veía a Morgana tan de cerca, o que se fijaba en ella más de dos minutos. En verdad, cuando estaba poseído por el fragor de la batalla y la urgencia de detenerla antes que cualquier otra cosa, no podía fijarse en lo poco que había cambiado con el pasar de los años y cómo el brillo de su mirada se mantenía siempre allí fijo, incluso cuando hubiese una idea perversa detrás de él.

Y era en ese momento cuando se daba cuenta de que era la misma Morgana de años atrás. A la que le había llevado flores. A la que había querido Uther como un padre. La que fastidiaba a Arthur, reía con Gwen y había llegado alguna vez a llamarle “amigo”. Esa Morgana que era a la vez tan distinta y tan parecida a la que tenía enfrente y que ahora se debatía contra sí misma y contra su duda acerca de qué debía de hacer ahora.

-Yo me iré por un lado, tú te irás por el otro.-Dijo rápidamente con un destello de ira, como si de pronto se acordase quién era él en realidad y de qué lado estaba.

Merlin dejó escapar una sonrisa. Tal vez porque en verdad lo sentía así, o por aquella declaración tan poco oportuna cuando en verdad su adversaria no tenía nada con qué amenazarle. No es que él estuviese mucho mejor, claro. Pero el que lo manduqueasen aunque era costumbre, era fastidioso. Y si era su peor enemiga, aún más.

-¿Verdaderamente crees que soy tan tonto?-Fingió indignación.

Quién sabía lo que le habría llevado a Morgana a viajar en el tiempo. Pero sus conclusiones eran que nada bueno. Y el que no quisiese que él se entrometiese era simplemente otra confirmación de ello. No iba a dejarla irse por su cuenta bajo ninguna circunstancia.

-¿O prefieres que lo hagamos mano a mano?- Escupió las palabras con rabia, mirándolo fijamente, como si estuviese dispuesta allí mismo a matarlo a golpes.

Merlin se mordió el labio imaginándose una pelea con Morgana que fuese sin magia. Y aunque sabía que ella tenía un buen gancho izquierdo y derechazos de temer, la idea se le antojó ridícula.

-¿Con qué me vas a atacar, con la parte de atrás de tus zarcillos?

La bruja se dio la vuelta indignada y comenzó a escalar la cuesta, buscando un camino con paso furibundo. Merlin miró al cielo, dándose cuenta, ahora entre el silencio que de verdad había algo distinto en aquel sitio. No sabía si sólo él lo sentiría, o sólo la gente con magia, que por lo general era más sensible, pero el aire allí parecía denso y las imágenes traslúcidas, como si estuviesen metidos en una ilusión, excepto por aquel gancho de la realidad que simplemente les indicaba que el que ellos estuviese allí era un error. El mundo parecía seguir independientemente de ellos, no especialmente para sus visitantes. No era una ilusión. Y si lo era, era probablemente la mejor que vería nunca. La parte de su cerebro todavía negando que cosas como los viajes en el tiempo pudiesen existir se dio por vencido, y se encontró de nuevo allí, observando el paisaje de trescientos años en el futuro, o cien en el pasado, o hacía quince minutos en el presente.

En cuanto cayó en la cuenta de que si seguía pensando en pajaritos preñados, perdería a Morgana de vista. Aceleró el paso, dispuesto a seguirla a donde fuese que se dirigiese.

Tenía que tenerle el ojo echado en primer lugar, y en segundo, ella era probablemente la única manera que tendría de salir de allí y volver al pasado, o al futuro, o al presente, o a dónde sea que perteneciese en realidad. Aunque ahora, que la magia no funcionaba, se preguntaba exactamente cómo lo haría. Por su cuenta no podría hacer nada, y sabía demasiado poco acerca de cómo trabajaba el embrujo temporal como para poder pensar en algo coherente.

-Es… una pregunta sencilla, ¿sí?-Gritó entre jadeos de esfuerzo a la pequeña figura que se movía a quince metros por delante de él, ensimismada en el camino que no sabía a dónde conduciría.- ¿Me estás escuchando?

Morgana ni pareció darse cuenta de su existencia, embarrándose aquella especie de pantalones que ahora parecía usar. No sabía qué habría pasado con la antigua chica que usaba vestidos y paseaba discretamente por el campo en vez de correr como una desaforada.
-¿Me…estás escuchando?-Exhaló Merlin, intentando todavía mantenerse a su paso.

-Si piensas que me voy a rebajar a prestarte atención, estás muy equivocado.-Fue su única contestación, en una voz muy digna, todavía impregnada de irritación.

-Bueno, no importa.-Intentó recuperar el aliento el mago.-La pregunta, ¿Qué demonios está pasando?

Porque sí. Verdaderamente, esa era la mayor pregunta que necesitaba contestación inmediatamente. Sobretodo si querían salir de allí en primer lugar.

Aunque fuese lo contrario a sus palabras, Morgana se detuvo por un segundo para lanzarle una mirada de odio que refulgió por menos de un nanosegundo en sus ojos verdes.

-Absolutamente nada. -Respondió como si él no fuese lo suficientemente inteligente para entender una posible respuesta.
-Pues pareces estar bastante tensa para que esté pasando absolutamente nada.

Oh. Allí la había pillado. Sus hombros intentaron relajarse para demostrar que todo iba según los planes acordados. En vano, porque su cara ya la había delatado.
Merlin sonrió.

-Morgause dijo que estaría bien…- Se justificó la bruja mientras se mordía el interior de la boca y continuaba avanzando por el camino.
-Oh. ¿No lo está? ¡Qué sorpresa! - Comentó irónicamente.

Definitivamente tantos años de seguirle la pista a los intentos fallidos de matar a Uther Pendragon de las hermanas lo había acostumbrado al hecho de que la mayoría de las veces, sus planes por alguna u otra razón, resultaban infructuosos.

-No entiendo lo que está pasando.-Volteó ella de nuevo, encarándole.- Interviniste y ahora estamos atrapados.

-¿Atrapados? ¿Hubieses preferido que no intervi…-Comenzó a preguntar Merlin, antes de darse cuenta de lo que estaba a punto de decir. Eso de pensar las cosas antes de decirlas no le iba tan bien a veces.-Bien. Mi punto no es válido. ¿Pero qué debemos de hacer?

-Morgause me advirtió que sólo podía ser una persona.-Recordó su compañera de pronto, mientras se paraba a pensar.-Debió de haber sido eso, has causado que el hechizo saliese mal, metiéndote en él cuando sólo tiene capacidad para una persona. Tal vez…

-¿Por qué no te dijo tu hermana exactamente cómo repararlo en caso de que saliese mal?- Se encogió de hombros con una mirada acusadora.

-Porque a mí las cosas no me salen mal.-Mordió de vuelta.- No soy como tú, Merlin.

Morgana siguió por el camino. Volviendo a darle la espalda.

-Genial. Otro Arthur más.-Suspiró derrotado antes de seguirla con el paso animado.

Tenía que admitirlo. Si hubiese estado su amigo allí en primer lugar, podría haber pensado en otra cosa en vez de meterse de lleno, literalmente, en los planes de la bruja, y no estaría metido en aquel embrollo en quién sabe en qué lugar y en qué momento. Si lo de la magia era apenas el inicio de las cosas que habían funcionado mal no quería ni pensar en las que le seguían. Y al parecer Morgana tampoco, mientras rebuscaba en su mente una solución (cualquiera, con tal de salir de allí), en su camino a dónde fuese que pensase que estaba yendo.

Pero estaban en Camelot. En los alrededores, por lo menos. Eso parecía seguro. Ahora se contemplaba la fortaleza amurallada a lo lejos, y el verdor de las colinas circundantes llenas de dientes de león, un día de verano, servían para afirmar sus dudas.
Pensó por un segundo si debía de decírselo a Morgana. ¿Eran compañeros en una expedición, ahora? ¿Eran aliados contra el mundo? Nah, probablemente ya se habría dado cuenta ella sola o ya lo sabría desde el primer lugar. (Si querías hacer un hechizo locación-tiempo, tenías que saberlo.)

Además no parecía muy abierta a algún tipo de conversación.

Porque era incómodo. No iba a decir que no. ¿Casi cinco años persiguiéndola y arruinándose la vida de diez mil maneras y hechizos distintos para reducirse a tener una charla banal una mañana de quien-sabe-cuándo? Incómodo era probablemente la primera palabra que le venía a la mente.

Aún así no pudo detener su lengua, ni su voz animada que resonó por el prado.

-¿No es esto peligroso?-Y vaya que lo era, y no era momento de regañarla, pero era otra cosa que en ese momento no podía evitar.- Podrías causar un cataclismo con este tipo de hechizos, ¿No lo sabías?

Si las miradas matasen, probablemente Merlin habría estado pudriéndose ya bajo el sol en algún lugar del camino, porque las que había recibido en los últimos cinco minutos habían sido las más poderosas de toda su vida.

-Ahórrate la charla.-Arrugó la nariz, Morgana.- Tan sólo…intenta no meterte con alguna planta o algún animal.

Y vaya. Ahí estaba el primer consejo útil que se dignaba a esclarecer su llamada “compañera”.
Ahora sí estaban hablando. Algo de cooperación entre las dos grandes mentes maestras de la magia no parecía mala idea para salir de aquel enredo.

-¿Por qué exactamente?-Avanzó, luchando contra las malezas para colocarse a su lado.

-Podrías…-Comenzó a decir Morgana.-¡Cambiarlo todo!-Exclamó de pronto en un ataque de histeria que le hizo preguntarle a Merlin si se le habría olvidado tomarse su té de la mañana o si estaría en sus días.

Y de pronto se dio cuenta de lo que había pasado, en cuanto siguió los ojos de Morgana que miraban con horror su bota sobre el césped.

-Oh mierda.-Se le escapó mientras recogía a aquella mariposa de color ambarino entre sus manos, olvidando que ya no tenía magia.

-¿Está muerta?-Se acercó Morgana.- ¿La mataste?

No había dudas. El ala estaba extendida en un ángulo extraño y las antenas revoloteaban en una escena patética-cómica, de no haber sido por el dramatismo de la situación.

-¿Qué has hecho? Oh, ¿qué has hecho?-Chilló la bruja en un hilillo de voz.

-No sé.-Admitió mientras abría mucho los ojos.-¿Qué he hecho?

-Lo has cambiado todo.-Susurró con el peso de la desesperanza.

-¿Lo he hecho?-Murmuró Merlin, antes de darse cuenta de que su compañera de pronto había desaparecido. Con la única idea en la mente de terminar con eso rápido y antes de que Merlin se diese cuenta de su desaparición.

-

La Camelot del pasado era alegre. O por lo menos lo parecía.

Mantuvo el ojo avizor todo el tiempo que se mantuvo en aquella excursión, para ver si podría conseguir a Morgana de nuevo. Aún así, no dejó pasar detalle de la ciudad que ahora se abría ante sus ojos.

Debía de ser algún momento del pasado, o del futuro muy futuro, pues la gente hacía magia en la calle. Y en el mercado, junto con pavos magníficos y banquetes magnánimos se vendían pócimas a voz de grito y se cobraba el trabajo de una adivinadora que parecía tener un record de 100% al predecir tu futuro. El mundo era colorido y daba vueltas, y lo que parecía un domingo, bullía alegre de gracia y humanidad, en una fortaleza limpia, feliz y próspera, que Merlin jamás había visto en su tiempo de vida.

La teoría de que se encontraban en algún lugar del pasado se vio confirmada cerca de media hora después, cuando se detuvo durante un segundo en la fuente frente al castillo para tomar un sorbo de agua antes de retomar la búsqueda de su enemiga y se encontró frente a frente con el príncipe de Camelot.

Uther Pendragon le sonreía con suficiencia desde su caballo blanco. Un Uther de veinte años o menos, que parecía más interesado en las jovencitas del pueblo que lo halagaban y ponían flores en sus espuelas que en arranques de furia inusitados, cacerías de brujas y casarse con trolls.

De pronto todo el pueblo estaba en la plaza, viéndolo salir a él y a sus caballeros. Eran puras risas y luces, y gritos y cotilleos. Y sonrisas que lanzaba por doquier. Y canciones que recibía de sus futuros súbditos. Y el rumor de la adoración que bajaba y volvía a subir, para acompañar al joven Pendragon en su día de caza, y no hacían más que promover el brillo y la felicidad en la cara de cada uno de aquellos campesinos, que vivía por el día a día, confiando en el futuro que sin duda les traería a aquel joven buenmozo y de buen corazón, que era querido por todos y que los deslumbraba a todos con su gracia y su afabilidad.

Y de pronto, un destello de odio. Un grito entre la multitud y una flecha volando, que atravesó a la armadura del joven príncipe y que hizo a la sangre manar en una chispa de terror. La oleada de gente gritó desaforada, herida y confusa, los guardias, lo bajaron del caballo. Negrura. Odio. Venganza. Y los niños perdiéndose entre la mareada. Y los gritos resonando por entre los muros. Y la sangre manando, desde ese momento, siempre manando por siempre y para siempre sobre las losas de Camelot. Y una capa de terciopelo púrpura, que sólo podía pertenecer a una persona, huyendo por entre la multitud.

Y Merlin supo de pronto que había encontrado al culpable. Y mientras se daba cuenta su corazón hizo un giro mortal sacudiendo de pronto un pensamiento único: ¿qué pasaría ahora?

Corrió a trompicones entre la multitud, para poder alcanzarla. La adrenalina era como un tambor en su cabeza, y sentía de pronto náuseas por el olor de la gente y el sabor de la sangre, pero eso lo impulsaba hacia adelante.

Se metió por debajo de un puesto de pociones para acortar el camino, derribando unas cuantas de golpe, que cayeron con estrépito sobre su cabeza. Pero valió la pena porque pudo alcanzar de pronto un extremo de la capa, mientras intentaba desaparecer por un callejón.
Morgana se volteó sorprendida primero, y luego simplemente agresiva, maldiciendo por lo bajo por haber sido alcanzada y atrapada con las manos en la masa.

-¿Estás loca?-No pudo retener el tono de desesperación en su voz.- ¿Qué estás haciendo?

Y de pronto cayó en la cuenta de lo que podría pasar.
Había matado a Uther Pendragon, su reinado había acabado. O más bien, nunca había empezado. Arthur era un agujero en el tiempo. La magia había proliferado. Y él… tal vez él no existía del todo o sería alguien completamente distinto o quién sabía qué. ¿Qué había hecho Morgana? Lo había cambiado todo. Sería una implosión del mundo que conocía, de pronto ya no había nada seguro, y el espacio sería engullido por el tiempo. Se miró a las manos por un instante temiendo desaparecer. Ahora que la continuidad podría estar rota y todo cambiaría.

-Por algo vine.-Dijo una Morgana desafiante.

Y entonces Merlin lo supo. No lo había hecho por ignorancia. Sabía exactamente todo lo que pasaría o podría haber pasado y aún así lo había hecho. Era el riesgo que tomar. Era su corazón rebosante de odio y de orgullo y de venganza, que podía hacer cualquier cosa para lograr su objetivo sin importar cuántas vidas arruinadas (inclusive la suya propia) podía haber en el camino.

-¿Para matar a Uther?-Susurró, todavía sin poder creerlo. Durante un tiempo había pensado mejor de ella. -¿Qué demonios te pasa? ¡Acabas de entrar en pánico porque maté accidentalmente una mariposa y acabas de matar a UTHER PENDRAGON!

-Porque vale la pena.

En cuanto miró dentro de sus ojos lo vio todo. Era la desesperanza absoluta. La desesperación.
Y por un instante se sintió verdaderamente mal por ella.

-¿Vale la pena?-Murmuró cansado.- ¿En serio?

Morgana lo miró como diciendo “Porfavor, no la misma charla de superhéroe que me das siempre.” Pero él se dio cuenta de que no tenía energías como para hacerlo, así que simplemente suspiró. No hacían falta palabras. Había sido una tontería y ella lo sabía. Pero lo volvería a hacer una y otra vez hasta lograrlo.

-Ni siquiera fue un buen tiro. Le di en el hombro apenas.-Morgana miró hacia abajo.

Merlin suspiró dejándose caer contra una pared de piedra, sin poder creer todavía

-Además, ¡Qué poco original! Estás viajando en el tiempo, ¿no pudiste haber pensado en algo mejor?

-Ya cállate, Merlin.-Respondió la bruja con aspereza.

Y el mago intentó no sonreír. Desde luego ella y su hermana llevaban lo que parecía una vida atentando contra Uther de todas las maneras posibles, desde flechas envenenadas hasta caballos encantados, pasando desde luego por duendes contratados y sirenas conquistadoras. Definitivamente viajar por el tiempo parecía sólo una cosa más por intentar. Si no hubiese habido tanta tensión en el ambiente podría haberse permitido un chiste por lo sensacional del asunto, así que en vez de eso hizo una pregunta que llevaba fastidiándole un buen tiempo.

-¿Has pensado en cómo vamos a salir de aquí?

-¿Vamos?-Chilló con una semi-carcajada aprendida en el Instituto de Malvadas Malignas por correspondencia. - Ya averiguaré cómo salir de aquí sola.

-Como quieras.-Se encogió de hombros como única contestación.

Merlin frunció los labios. Una parte de él, la que creía en el destino había comenzado a creer que eso sólo era una eventualidad de la vida para ponerlo a trabajar de nuevo con Morgana Le Fay, no que le pareciese demasiado mala idea, sobretodo si querían volver a tener una vida y un destino… pero parecía que el cosmos tendría que esperar al menos un rato.
Por lo menos hasta que a Morgana se le bajase un poco la adrenalina.

-¿Qué?- Inquirió Morgana al ver que Merlin la observaba en silencio.

-Te encontré.-Sonrió, sabiendo que el que se jactase siempre de encontrarla y detenerla no le caería ni remotamente bien a su peor enemiga, que sólo respondió volteándole los ojos.

Y entonces una flecha, justo por encima de sus cabezas, que iba sin duda alguna dirigida hacia ellos. No les dio tiempo ni para reaccionar cuando unos hombres vestidos de pies a cabeza de blanco comenzaron a aparecer por las esquinas, apresurados por atraparles. Ni siquiera lo pensaron mucho. Merlin y Morgana se miraron mutuamente y se olvidaron durante un segundo de las viejas rencillas para echar a correr. Estaban siendo perseguidos.

Y... continuará... esperen la actualización dentro de unos días cuando haya vuelto del hiatus :)

Segunda Parte

escritos, merlin hizo su magia en mí, fanfiction: merlin, crack&roll

Previous post Next post
Up