Lisbon

Jul 08, 2011 18:16

 Uff, hace como mil años que no posteo. Así que hala, me tocó.
Supongo que puedo hablar del concierto. O del viaje, en general.
Lo primero es decir lo de I love Lisbon (que sí, que sí, que ahora hay camisetas y tazas y llaveros de esos de todas las ciudades... Probablemente también los haya del pueblo más remoto del país más remoto del planeta más remoto del Universo. Cosas de la globalización). Y sería cierto (por lo menos, I love la parte de Lisboa que he visto, que obviamente es la turística y no tiene gracia. Qué se le va a hacer). La verdad es que en dos días no ha dado tiempo de ver mucho más que lo que viene en la guía, pero con eso está bien. Es una ciudad turística y cómoda y esas cosas, y, además, yo ni siquiera pensaba ir a verla, en principio, así que siempre es un plus. 
El primer día llegamos casi que a la hora de cenar, así que nos limitamos a dar vueltas y vueltas por zonas cerquita de nuestro hotel (que, por cierto, estaba muy bien situado): la Plaza Figueira y la Plaza del Comercio y la Avenida de la Libertad (sí, sí, lo admito: fui a ver el Hard Rock Café. Bueno, la tienda, porque a lo demás no nos dejaron entrar...) y tal. Así que bien. 
El segundo día fue turístico total: no me he sentido más guiri en mi vida, creo. Nos faltaban las chanclas con calcetines, pero fue muy divertido, aunque nos pateamos media Lisboa (y menos mal que lo hicimos antes del concierto, porque si no...). Íbamos en plan tranquilo, lo que nos dé tiempo a ver y punto, y al final casi nos sobró rato. Jo, si hasta fuimos de tiendas (de souvenirs, por supuesto, que a ver quién es el listo que vuelve a casa sin traer un imán xD).
Y luego está el tercer día. Mañana turística sin incidentes memorables (excepto por la parte en la que se nos ocurrió subir a un tranvía que supuestamente nos llevaba al hotel y acabó siendo el que iba en sentido contrario. Pero vamos, que casi nada). Y tarde... ¡concierto!
Debo admitir que es la primera vez que estoy en un concierto tan a lo bestia (sí, sí, tampoco es que haya ido a muchos, pero aún así...). Todo lo que se veía a la hora de entrar eran cabezas, y no tengo ni idea de cómo narices acabamos donde acabamos (cuarta/quinta fila!! Incredible!), pero vamos, que no me hace falta saberlo. Me vale con haber estado allí. Nos pasamos tres horitas esperando a que el asunto empezara: las puertas se abrían a las tres, y hasta las seis no había absolutamente nada. Un poco coñazo, la verdad, pero qué se le va a hacer. La cuestión es que mereció la pena.
Empezaron a tocar The Twilight Singers. No puedo decir que me gustaran especialmente (aunque la música sí que me gustó bastante, pero es que a mí me gusta casi toda la música, y estaba yo emocionada con eso de que por fin pasaba algo), aunque, la verdad, hay que concederles que se encontraron un público un tanto dificilillo. Estábamos todos un poco hasta las narices de esperar y, hay que ser realista, el 99,99% de los presentes querían a Coldplay. Me incluyo. Así que repartamos las culpas: fifty/fifty. 
Los segundos en tocar fueron Grouplove. Sinceramente, no tenía ni idea de quiénes eran, pero me encantaron. No sólo por la música (pegadiza y todo eso, pero no es que vaya a convertirse en mi favorita del mundo mundial); más que nada fueron ellos. La energía que derrochaban en el escenario, debo admitirlo, no la tuvieron ninguno de los otros. Ni siquiera Coldplay. Fue una puesta en escena genial, sin efectos especiales ni leshes, pero con unas ganas y un disfrutarlo que nos hicieron saltar a todos. Una inyección de buen rollo, la verdad.
Luego tocó Blondie. Pensé que no sabía quiénes eran (lo admito, lo admito), pero luego descubrí que, anda, si esta canción me la sé. Y fueron sólo un par de ellas las que pude corear, pero, oye, qué bien sentaba. Y, además, ella fue realmente simpática (aunque el resto del grupo pareciesen muebles. Cuando el que tocaba el teclado se acercó casi me deprimo: comparado con los chicos de Grouplove, que habían hecho lo mismo, parecía que nos odiara. Mucho), así que animó bastante. Todo bien.
Lo peor de los conciertos habían sido, sin duda alguna, los descansos. Una se sentaba, claro está, porque media hora da para mucho; estábamos todos espachurrados, por supuesto, pero así dolían menos los pies. Y, además, parecía que hacías algo. Pero, si habíamos sufrido con los descansos de media hora antes del resto de grupos, el de Colplay fue horrible. Empujones por todas partes; la gente se volvió loca en un segundo, así que todos de pie. Y, encima, no hacían nada más que aparecer técnicos y técnicos y técnicos, y cuando parecía que había algo (yo me guiaba por los gritos, porque ser bajita y estar en cuarta fila significaba que no podía ver nada, absolutamente nada en ese momento) resultaba ser otro técnico. No sé cuánto tiempo nos tocó esperar; lo genial fue cómo se lo tomó la gente. En vez de seguir empujando, empezamos a cantar (y, la verdad, lo agradecí: duele menos). 
Y entonces salió Coldplay. 
Supongo que habrá vídeos. Montones. Pero seguro que no tienen nada que ver con el estar allí. Acabé viendo la mayor parte del escenario, flipándolo en colores con las lucecitas y las mariposillas de papel que soltaron y los globos gigantes. Incredible. En serio. 
Al final, para qué engañarnos, me quedé con ganas de más. Ayer, por ejemplo, tocaba Jimmy Eat World. No, no han sido el plato fuerte (en realidad, por no venir no venía ni información en el folletito ese que nos dieron en el festival), pero me habría flipado verlos. Pero, en fin, una no puede tenerlo todo. Otro año será.

rl, blah blah blah

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