Y aquí vengo yo, dispuesta a hacer que os recuperéis de esa sobredosis de azúcar de ayer. Así que nada, aquí va.
Tabla Simbólica
Fandom: Fushigi Yuugi
Claim: Hikou/Houjun/Kouran
Advertencias: ehm... suicidio. Y creo que poco más.
19.Crisis
No debería ser tan difícil, seguir viviendo. Ha pasado algo más de una semana; no ha tenido fuerzas para verlos. A ninguno de los dos: a Hikou porque es un monstruo, y a Houjun… Houjun no merece esto.
Se mira al espejo. Tiene los ojos hundidos y la piel blanca; el pelo, largo y castaño, le cae por la cara y la espalda. Tiene que cortárselo, decide. No le queda bien así.
No debería ser tan difícil, seguir viviendo. No debería sentir cómo arranca una parte de sí misma cada vez que corta un mechón. El suelo está sucio, ahora, lleno de pelo y de lágrimas. Porque Kouran llora. Kouran llora cada minuto, cada segundo de lo que sigue empeñada en llamar su vida. Le duelen la entrepierna y las entrañas, y el corazón, y solloza.
Limpia el cuarto de baño con movimientos metódicos. Quién diría que tienes una crisis, Kouran, se dice. Se permite una sonrisa. Sigue limpiando.
Y entonces lo ve.
El piso está vacío; su compañera está de vacaciones, y no ha dejado nada, cree. Quizás sea de alguno de ellos, de Houjun o de Hikou. O quizás sea la Providencia, una señal divina.
Es una cuchilla. Fina y nueva, brillante; está en el armarito junto al lavabo, y parece llamarla. Lleva, imagina Kouran, grabado su nombre.
Apenas se da cuenta de lo que hace. Cuando termina -cuando el suelo está sucio de nuevo, manchas rojas sobre el suelo blanco- lo único que se le ocurre es que podría no haberlo limpiado.
20.Abismo
Siempre era la misma pesadilla, desde niño. Un caer eterno, infinito; solos el abismo y él. Gritaba y nadie le oía, o quizás quienes lo hacían procuraban ignorarle; se despertaba abrazado a la almohada, llorando en silencio y temblando, y tenía que repetirse una y otra vez que no era nada, que todo estaba bien.
Ahora es igual. Ahora es igual, con la diferencia de que nada está bien, Hikou, con la diferencia de que no es un sueño, y no va a despertar. No sabe por qué lo ha hecho. O quizás sí lo sabe, porque él merecía algo mejor, porque Houjun no podía estar con ella. Con Kouran.
Hikou tiene diecinueve años y ha matado a su mejor amiga. Y era una estupidez -al fin y al cabo, ¿qué culpa tenía ella?-, y ahora no puede dar marcha atrás, cambiar el tiempo. Así que observa, aterrado, el cuerpo en el suelo. Tiene los ojos muy abiertos, los labios enrojecidos; tiene sangre en las muñecas. Kouran se ha cortado las venas -no quería recordar lo que le has hecho, no podía vivir con eso, no tú, no tú-, y a Hikou le falta el aire, se ahoga, cae, de nuevo, en el abismo.
Podría ser una pesadilla.
21.Aguja
Quedan seis días para el cumpleaños, pero qué importa. Está enamorado. Así que la busca. Llega a su puerta y saca la llave -quiere que sea una sorpresa. Y sonríe al pensar en lo que le lleva, en el regalo que quizás no sea perfecto, pero que es lo mejor que ha podido encontrar.
Quiere besarla, a Kouran. Besarla y decirle lo mucho que la quiere, decirle -confesarle- que con ella podría hacer cualquier cosa. Que por ella podría hacer cualquier cosa. Matar o morir; dicen que el amor llega a esos extremos.
Abre la puerta, y es raro. Todo está en silencio, allí dentro; luego escucha un sollozo, quedo, discreto.
Viene del baño grande. A Kouran le encanta esa bañera.
Cierra la puerta con cuidado, antes de avanzar. El piso está a oscuras, así que va con cuidado. Deja el regalo en la mesilla -ha tenido que tantear antes de encontrarla- y deja escapar una sonrisa. Está seguro de que le va a gustar.
Los sollozos se escuchan más claros al otro lado de la puerta cerrada. El baño está ocupado, pero Houjun reconoce la voz. Cómo no hacerlo, si conoce a Hikou desde los dos años.
Así que abre sin pensar, sin preguntar, y le encuentra ahí, de pie, quieto y tenso y mordiéndose los labios. Hikou también le ve.
Yo no quería. Yo no quería esto, Houjun, lo prometo. Y al principio no sabe qué hacer, no sabe a qué se refiere; luego la ve a ella.
Kouran está tendida en la bañera. Tiene los ojos abiertos, los labios rojos; no se mueve. No respira, tampoco. Y a Houjun algo le atraviesa el corazón. Es como una aguja, una aguja inmensa que le destroza por dentro.
Hay una cuchilla en el suelo.
Grita.