Drabbles San Valentín: Desde lejos
Pues nada: ya que estamos en esa maravillosa época del año que es el día de los enamorados, aquí va una (de tres) serie de drabbles. Diferentes fandoms y personajes, claro; en este caso, dedicado a todos los amores imposibles, a todos los que miran desde lejos.
1. Severus Snape (Harry Potter)
Es una chica más, claro, una Gryffindor sangre sucia y traidora, el enemigo -aunque eso él aún no lo sabe. Es sólo una chica más, con la corbata de un color diferente -rojo fuego, rojo sangre- y la misma maldita costumbre de ignorarle en los pasillos. Y Severus desearía haberse mordido la lengua, claro, desearía poder hablar con ella y disculparse -pero qué puede decirle, en realidad. No quiere que sean amigos, no de nuevo. No sólo eso, al menos.
2. Sketch (Skins)
No es la primera vez que Lucy desea ser otra persona, desde luego -puede recordar otras muchas, puede recordar tardes y tardes abrazada a la almohada, pensando qué distinto sería todo, si viviese en otro lugar, con otra madre y otro cuerpo y otra ella misma. No, no es la primera vez que Sketch querría cambiar de piel, pero sí la primera en que mataría por ser hombre. Por sentir su mirada -aunque sólo fuera una vez.
3. Lavender Brown (Harry Potter)
Lo suyo no exactamente amor, claro, pero da para un romance -ese que siempre ha soñado con tener, ese que le hará especial, distinta. Le mira de vez en cuando, más o menos disimuladamente, y se pregunta cómo será tenerle cerca, abrazándola, cómo será besarle, ahora que han crecido y él es más guapo de lo que esperaban, ahora que se está convirtiendo, más o menos, en el héroe con el que podría estar. Un día de estos, se dice. Un día de estos puede que dé el primer paso, Lavender -y es que, al fin y al cabo, Ron Weasley no es el único Gryffindor en esa torre.
4. Albus Dumbledore (Harry Potter)
Comparten muchas cosas, claro. Ideales y proyectos, intereses, inteligencia -no ha conocido a nadie como él, desde luego. Nadie con quien hablar, de igual a igual, de hombre a hombre -muchacho a muchacho-, nadie con quien planear un futuro. Nadie que le haga temblar de esa forma tan rara y probablemente anormal -y Albus no es lo bastante Gryffindor como para decírselo, claro. No quiere que se vaya de su lado, no quiere perder a Gellert. No podría soportarlo.
5. Pansy Parkinson (Harry Potter)
Es lo que le vienen diciendo desde que era niña. Es el chico rico y de buena familia, el hombre de sus sueños -más o menos-, arrogante y guapo y tan absolutamente insoportable que hace que ella parezca simpática. Es un poco sentirse mejor consigo misma -y se sentiría mejor todavía si consiguiera su atención, por un momento. Si Draco Malfoy dejase de adorarse a sí mismo y la mirase -un instante, sólo eso- y pudiese verla. Los besos no bastan.
6. Hotohori (Fushigi Yuugi)
No sabe cómo tendría que actuar, no sabe qué se supone que tiene que hacer. Es guapa y simpática, claro, pero es la Sacerdotisa, ante todo, y no sabe si es eso lo único que le importa, en el fondo -si está intentando convertirla en su sueño. No sabe si es sólo ese anhelo de compañía, ese querer a alguien como algo más que un sirviente, lo único que le hace fijarse en ella -lo único que le acelera el corazón y le seca la boca, lo único que se le aparece en sueños y desea tanto que casi duele. Y, sinceramente, no le importa.
7. Yui Hongo (Fusigi Yuugi)
Y es absurdo, en realidad, porque es ella quien lo merece -es ella quien merece tener a un guerrero apuesto y amable a su lado, alguien que le proteja y sea un poco más cálido que Nakago, alguien que se preocupe de verdad. Alguien como Tamahome, claro, pero él está con Miaka -y es que ella siempre ha tenido mala suerte. Intenta ser buena chica, intenta ser perfecta -estudia y trabaja y se esfuerza muchísimo, ayuda a los demás, y lo único que le queda, ahora, son cicatrices en las muñecas, y un corazón roto.
8. Hikou (Fusigi Yuugi)
No sabe a cuál de los dos quiere más -sí lo sabe, en realidad. A ella. A ella, aunque puede que sólo sea porque es mujer y porque es tan cálida y tan, tan ella que no puede evitar mirarla. Y sabe que están juntos -sabe que sobra, Hikou-, y hay veces en que les odia tanto como les ama. Hay veces en que querría romperles en pedazos, borrarles del mundo, y después se arrepiente y desea no haberlo pensado, desea seguir junto a ellos, como hasta ahora. O quizás un poco más cerca. Sí, eso es. Más cerca.
9. Kurt Hummel (Glee)
Kurt nunca ha tenido suerte, claro. Finn era terriblemente heterosexual, y él lo sabía, y qué podía hacer salvo aguantar los insultos y las peleas, intentar verle como a un hermano. No, Kurt nunca ha tenido suerte -ahora es igual. Y se le hunde el mundo, pero qué puede hacer, otra vez, salvo sonreír y asegurarle a Blaine que cantará con ellos -aunque sea para otro. Aunque tenga el corazón roto, de nuevo.
10. Nakatsu Shuichi (Hanazakari no Kimitachi e)
Sonríe, suelta su discursito, le asegura que sólo era una broma, se rompe por dentro. Nakatsu Shuichi no llora -no en público, al menos-, pero cómo querría hacerlo. Y Mizuki le devuelve la sonrisa, y está preciosa y sería tan fácil, tan perfecto, besarla aquí mismo. Sería maravilloso, se dice, pero se contiene. Y le asegura que siguen siendo amigos -que es lo único que han sido, al fin y al cabo, lo único que serán-, que puede contar con él para lo que quiera. Y la deja marchar. Ser un buen chico es un asco.
1. Severus Snape (Harry Potter)
Es una chica más, claro, una Gryffindor sangre sucia y traidora, el enemigo -aunque eso él aún no lo sabe. Es sólo una chica más, con la corbata de un color diferente -rojo fuego, rojo sangre- y la misma maldita costumbre de ignorarle en los pasillos. Y Severus desearía haberse mordido la lengua, claro, desearía poder hablar con ella y disculparse -pero qué puede decirle, en realidad. No quiere que sean amigos, no de nuevo. No sólo eso, al menos.
2. Sketch (Skins)
No es la primera vez que Lucy desea ser otra persona, desde luego -puede recordar otras muchas, puede recordar tardes y tardes abrazada a la almohada, pensando qué distinto sería todo, si viviese en otro lugar, con otra madre y otro cuerpo y otra ella misma. No, no es la primera vez que Sketch querría cambiar de piel, pero sí la primera en que mataría por ser hombre. Por sentir su mirada -aunque sólo fuera una vez.
3. Lavender Brown (Harry Potter)
Lo suyo no exactamente amor, claro, pero da para un romance -ese que siempre ha soñado con tener, ese que le hará especial, distinta. Le mira de vez en cuando, más o menos disimuladamente, y se pregunta cómo será tenerle cerca, abrazándola, cómo será besarle, ahora que han crecido y él es más guapo de lo que esperaban, ahora que se está convirtiendo, más o menos, en el héroe con el que podría estar. Un día de estos, se dice. Un día de estos puede que dé el primer paso, Lavender -y es que, al fin y al cabo, Ron Weasley no es el único Gryffindor en esa torre.
4. Albus Dumbledore (Harry Potter)
Comparten muchas cosas, claro. Ideales y proyectos, intereses, inteligencia -no ha conocido a nadie como él, desde luego. Nadie con quien hablar, de igual a igual, de hombre a hombre -muchacho a muchacho-, nadie con quien planear un futuro. Nadie que le haga temblar de esa forma tan rara y probablemente anormal -y Albus no es lo bastante Gryffindor como para decírselo, claro. No quiere que se vaya de su lado, no quiere perder a Gellert. No podría soportarlo.
5. Pansy Parkinson (Harry Potter)
Es lo que le vienen diciendo desde que era niña. Es el chico rico y de buena familia, el hombre de sus sueños -más o menos-, arrogante y guapo y tan absolutamente insoportable que hace que ella parezca simpática. Es un poco sentirse mejor consigo misma -y se sentiría mejor todavía si consiguiera su atención, por un momento. Si Draco Malfoy dejase de adorarse a sí mismo y la mirase -un instante, sólo eso- y pudiese verla. Los besos no bastan.
6. Hotohori (Fushigi Yuugi)
No sabe cómo tendría que actuar, no sabe qué se supone que tiene que hacer. Es guapa y simpática, claro, pero es la Sacerdotisa, ante todo, y no sabe si es eso lo único que le importa, en el fondo -si está intentando convertirla en su sueño. No sabe si es sólo ese anhelo de compañía, ese querer a alguien como algo más que un sirviente, lo único que le hace fijarse en ella -lo único que le acelera el corazón y le seca la boca, lo único que se le aparece en sueños y desea tanto que casi duele. Y, sinceramente, no le importa.
7. Yui Hongo (Fusigi Yuugi)
Y es absurdo, en realidad, porque es ella quien lo merece -es ella quien merece tener a un guerrero apuesto y amable a su lado, alguien que le proteja y sea un poco más cálido que Nakago, alguien que se preocupe de verdad. Alguien como Tamahome, claro, pero él está con Miaka -y es que ella siempre ha tenido mala suerte. Intenta ser buena chica, intenta ser perfecta -estudia y trabaja y se esfuerza muchísimo, ayuda a los demás, y lo único que le queda, ahora, son cicatrices en las muñecas, y un corazón roto.
8. Hikou (Fusigi Yuugi)
No sabe a cuál de los dos quiere más -sí lo sabe, en realidad. A ella. A ella, aunque puede que sólo sea porque es mujer y porque es tan cálida y tan, tan ella que no puede evitar mirarla. Y sabe que están juntos -sabe que sobra, Hikou-, y hay veces en que les odia tanto como les ama. Hay veces en que querría romperles en pedazos, borrarles del mundo, y después se arrepiente y desea no haberlo pensado, desea seguir junto a ellos, como hasta ahora. O quizás un poco más cerca. Sí, eso es. Más cerca.
9. Kurt Hummel (Glee)
Kurt nunca ha tenido suerte, claro. Finn era terriblemente heterosexual, y él lo sabía, y qué podía hacer salvo aguantar los insultos y las peleas, intentar verle como a un hermano. No, Kurt nunca ha tenido suerte -ahora es igual. Y se le hunde el mundo, pero qué puede hacer, otra vez, salvo sonreír y asegurarle a Blaine que cantará con ellos -aunque sea para otro. Aunque tenga el corazón roto, de nuevo.
10. Nakatsu Shuichi (Hanazakari no Kimitachi e)
Sonríe, suelta su discursito, le asegura que sólo era una broma, se rompe por dentro. Nakatsu Shuichi no llora -no en público, al menos-, pero cómo querría hacerlo. Y Mizuki le devuelve la sonrisa, y está preciosa y sería tan fácil, tan perfecto, besarla aquí mismo. Sería maravilloso, se dice, pero se contiene. Y le asegura que siguen siendo amigos -que es lo único que han sido, al fin y al cabo, lo único que serán-, que puede contar con él para lo que quiera. Y la deja marchar. Ser un buen chico es un asco.