Reto nº3. Azirafel/Crowley

Dec 20, 2010 17:20

 Y aquí va. Nos salimos del fandom de Harry Potter -por fin; digo yo que ya era hora- para ir a parar al de Buenos Presagios. Fantástico libro, por cierto.

Good Omens (Buenos Presagios)
Azirafel/Crowley

1. Gafas
Sin las gafas, Crowley parece más serpiente que nunca, con esos ojos tan raros de pupilas alargadas. Sin las gafas, también, Crowley parece más real, menos demonio.
A Azirafel le gusta, definitivamente. Le parece bien, ese cambio. Interesante, cuando menos. Sobre todo porque no son las gafas lo único que ha desaparecido, y -aunque pensar esto signifique que está pecando, aunque sea sucumbir un poco ante el mal y ese demonio ante él- el ángel no puede evitar echar un vistazo al cuerpo desnudo. No, no está nada mal, el cambio.

2. Coche
No aprende. No, está claro, no aprende. Y eso que le conoce desde hace mil años o algo así, que se ven todas las semanas y que podría contar cada agujero de su nariz sin mirar. Bueno, eso no; demasiado fácil. Mejor aún: puede acordarse de cada una de sus expresiones sin verle siquiera. Y esta, precisamente esta, es una que no le gusta nada.
Crowley le ha invitado a subir al coche, y Azirafel estaba cansado, y, oye, al fin y al cabo es un coche. ¿Qué podría pasar?
Y justo al subir recordó esa otra vez, hace unos quinientos años, en que Crowley se ofreció a llevarle en carro. Y cómo parecía que los bueyes iban a morir de cansancio y cómo el carro siguió corriendo y corriendo, y Azirafel se maldice cuando el demonio coge una curva a doscientos veinte. Menos mal que son inmortales, se dice.

3. Estantería
A él no le engaña, no le engaña en absoluto. Sabe perfectamente cómo tiene colocado cada libro, el orden en todas las estanterías, y ese no estaba ahí. No señor.
Así que le mira, furioso -y ver a un ángel furioso es algo raro, muy raro, teniendo en cuenta que está pecando de ira-, y le exige explicaciones, y Crowley se hace el inocente. Me has cambiado de sitio las estanterías, acusa Azirafel; el demonio se encoge de hombros. No sabía que era taaaan importante, se excusa. Es sólo un juego. En serio.
Azirafel gruñe. Todos los días lo mismo.

4. Pelo
La verdad, no sé cómo puedes vivir así, murmura Crowley. Azirafel se hace el ofendido -y sí, puede que un poco sí lo esté, en realidad, pero es que tiene motivos. Se ha metido con su pelo, ese... demonio, y se ha quedado tan ancho. Ahora es cuando el ángel empieza a entender por qué es un agente del Infierno, su amigo.
¿Qué tiene de malo?, pregunta, aún con la barbilla levantada.
Nada, supongo. Nada si viviésemos en el siglo dieciocho, claro, y le suelta una sonrisa socarrona. Pero ya es hora de modernizarte, ángel, ¿no crees? Y se echa a reír.

5. Pantalón
Obviamente le da reparo. Es decir, que, teniendo en cuenta la época, no le parece especialmente educado eso de no llevar pantalón -o algo que se le parezca, por lo menos-, incluso si es a un lugar como este. Pero claro, Crowley entiende más de estas cosas. Crowley siempre entiende más de eso que los mortales llaman moda y que, sinceramente, a Azirafel le parece más que nada un invento maligno. Ahora que lo piensa, tendría mucho sentido.
¿De verdad tengo que llevar esto?, pregunta, antes de salir de la habitación. Crowley sonríe, le da un repaso aprobatorio con la mirada. Sin duda alguna, dice. El bañador te sienta bien. Aunque podríamos ir a una playa nudista.
Por algún motivo, eso no le suena bien.

6. Luz
Y de pronto hay una luz cegadora, y Azirafel teme, por un instante, haber metido la pata. No sería raro; últimamente están muy tiquismiquis, allá Arriba. Así que se prepara para lo peor -o casi-, y se levanta de la cama de un salto. Tampoco es cuestión de que le pillen durmiendo.
Pero no es más que una falsa alarma. O casi.
¿Mal momento, ángel?, Crowley sonríe de forma maléfica, algo que, por cierto, le queda bastante bien. Mucho.
La verdad, cariño, podrías haberme avisado, masculla Azirafel, colocándose las gafas. Me has pegado un susto de muerte.
Ah, ángel, pero es que eso es lo más divertido, ¿no crees?
Azirafel no se molesta en contestar.

7. Caos
La librería es un caos, esa tarde. Tampoco es que haga falta mucho para convertir un lugar tan abarrotado en un desastre total -una estantería al suelo y poco más, supone Azirafel-, pero sigue siendo molesto. O no tanto, claro, porque está claramente ocupado, el dueño, está ocupado evitando que Crowley meta mano en los asuntos de los mortales -y es que es mucho más interesante que Crowley meta mano en otros sitios, sitios más oscuros y que implican mucho, mucho tiempo de tienda cerrada y estanterías volcadas, muchas horas de caos.

8. Oscuridad
Oh, vamos, cariño, y ahí casi se ríe, Azirafel, pero reírse de una situación así habría sido más propio de un demonio, así que lo deja pasar. No puede ser para tanto, ¿no? Eres un demonio, una criatura de la...
¡No lo digas!
Vale, vale, suspira el ángel. De todas formas, la luz volverá pronto, digo yo. ¿No crees, cariño?
Crowley gruñe. Luego se acurruca un poco más cerca del librero, claro, con lo que el gruñido pierde efecto. Pero qué se le va a hacer.
Quién habría dicho que a un demonio le daría miedo la oscuridad, suelta Azirafel, por fin, y -esta vez sí- se echa a reír.

9. Letra
¿La ves? El demonio sacude la cabeza, exasperado. No, dice.
¿Ahora? Resoplido. Tampoco.
Vamos, cariño, esta tienes que verla, ¿no?
Crowley se muerde el labio, entrecierra los ojos, se acerca un poco. Nada, suelta, al final, y se deja caer en el sillón.
Bueno, pues si no la ves, cariño, entonces...
¡Es sólo una letra, ángel! Será falta de práctica, no...
Oh, cariño, si llevar gafas no es tan malo, y, para ser un ángel, la sonrisa en la cara de Azirafel es muy poco angelical.

10. Lupa
Necesitarías una lupa para ver eso, ángel, protesta Crowley. Azirafel sólo frunce el ceño. Como tú digas, cariño, le dice, molesto. Es tu vida. Bueno, tu cuerpo.
Y se da la vuelta. Crowley vuelve a colocarse la camisa, con un último vistazo a su hombro. No es como si pudiese vérselo bien, claro; al fin y al cabo, un cuello humano no puede girar ciento ochenta grados -no importa lo que diga esa molesta película-, ni siquiera cuando lo controla un demonio. Es anatómicamente imposible, así que, supone, tendrá que fiarse de lo que diga Azirafel.
Pero es que es diminuto, ¿verdad? El ángel se encoge de hombros; sigue enfurruñado. Vamos, que no hace falta alarmarse por tan poco, ¿no? Nuevo gesto indeterminado. Esto va para largo, suspira Crowley.
Y todo por un maldito lunar.

retos, slash, f: good omens, fanfiction, p: aziraphale/crowley

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