¡No van a echar a Tina! Acabo de hablar con mis padres. Siguiendo vuestros consejos, he negociado, protestado e incluso recurrido al chantaje emocional. Tras infinitas horas de negociación, hemos llegado al siguiente acuerdo: la gata puede quedarse siempre y cuando ellos no tengan que encargarse de ella para nada. Bueno, sí, seguirán comprando
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