Lady Butterfly
Kimi yuku ya Te marchas tú;
yanagi midori ni verdes son los sauces
michi nagashi largo el camino
-Taniguchi Buson (1683-1716)
Despuntaba el alba cuando Li Po Yen salió de su pequeño estudio y se dirigió con pasos apresurados a los jardines del templo del Caballo de Fuego. El templo se encontraba en lo alto de una montaña en el corazón de China. Las nubes se formaban a varios cientos de metros por debajo de la cúspide de la montaña protegiéndola de la vista de los soldados del nuevo régimen chino. El templo era uno de esos últimos lugares donde parecía que el tiempo se hubiera detenido indefinidamente y todavía se podía sentir la paz y la belleza con la que fue construido.
Li Po Yen se sentó en un banco de piedra, dirigiendo su vista hacia el Este, esperando esos segundos de belleza infinita que lo inspiraría para continuar trabajando en sus bellas estatuas de piedra. Los rayos del sol iluminaron el paisaje que se abría ante la hambrienta mirada de Yen, y éste se deleitó con ese festín visual que tan solo sucedía en la hora entre horas.
Dos horas más tarde, Li Po Yen se encontraba en la misma posición. La tierra a su alrededor temblaba contando historias pasadas mientras Yen escuchaba atentamente. De repente, y sin previo aviso, dos pequeñas sombras saltaron encima del venerable komuko.
- ¿Qué haces, Li Po Yen?-preguntaron los dos pequeños hsien-tsu.
Li Po Yen contuvo una maldición y miró a sus asaltantes. Zhang Xi era una preciosa nyan y Huan Lee era un travieso hanumen.
Ambos habían sido adoptados por los hsien del Templo del Caballo de Fuego después de que una terrible inundación asolara la cuenca de Sichuan dos años atrás y dejara a ambos hsien-tsu huérfanos. Desde entonces ellos se habían convertido en el desastre natural del Templo del Caballo de Fuego probando la paciencia de los hsien y los humanos.
Li Po Yen miró a los pequeños con reproche.- ¿No deberíais estar en la escuela?- les preguntó. Ambos pequeños se quedaron callados intentando encontrar una buena excusa que darle al anciano.
- Pues verás, venerable Li Po Yen.- Xi era una niña muy astuta y sabía que al referirse a Yen con el título de venerable ganaría su simpatía inmediatamente.- Lee y yo pensamos que siendo tú uno de los hsien más sabios y cultos nos podrías ilustrar en algo que no nos enseñen en la escuela, pero si estás muy ocupado nos marcharemos inmediatamente… a…a…a… ¡ah! ¡sí! ¡a meditar!.-Xi terminó su explicación con un brillo de triunfo en sus ojos. Seguro que Li Po no se negaría a dejarles ir y ellos podrían marcharse a jugar a otro lado. Pero Li Po tenía otra cosa en mente.
- Bien, mis pequeños, como veo que realmente estáis interesados en aprender dejadme que os cuente una historia, una vieja historia que aconteció entre las paredes de este sagrado templo hace muchos, muchos años… Hum, pero antes pasemos a nuestra forma wani para estar más cómodos, ¿qué os parece, mis pequeños?- Li Po Yen no esperó a que los hsien-tsu se transformaran cuando él ya había cambiado de forma. Allí donde antes se encontraba un hombrecillo de mediana edad vestido con unos simples pantalones y camisa negra, ahora se encontraba un ser maravilloso, un hsien, un komuko. Su piel antes pálida había cobrado un tono ambarino profundo. Sus pequeños ojos marrones ahora brillaban con luz propia. Su cabello oscuro estaba recogido en una larga trenza y en su cabeza llevaba un pequeño casquete del color del oro. Las ropas negras que vestía habían quedado en el olvido y en su lugar se encontraban una camisa roja y pantalón negro, ambos confeccionados con la más fina de las sedas y con bordados de dragones y de fénix hechos con brillantes hilos de oro y plata.
Los dos pequeños viendo que ya no tenían escapatoria también cambiaron de forma. Ya no eran un par de niños traviesos sino las encarnaciones vivas de los jóvenes espíritus que habitan en su interior.
Zhang Xi, la pequeña nyan, poseía una belleza extraordinaria. Sus rasgos habían cambiado totalmente. En ese momento Xi poseía la belleza felina de su kwannon-jin. Sus orejas tenían la forma triangular de los gatos y de sus manos cubiertas por una pequeña capa de pelo blanco aterciopelado, salían pequeñas garras. Y Li Po Yen miró con diversión cómo la pequeña jugaba con su larga cola de gato, pero también se sentía algo escandalizado al ver que Zhang Xi ya se había acostumbrado a llevar tan poca ropa como los otros nyan.
Huan Lee, el pequeño hanumen, también se había transformado en su forma wani. Lee poseía, como todos los miembros de su kwannon-jin, muchas de las características físicas de los monos. Su cuerpo estaba cubierto de pelo y también a él le había salido una cola. Pero Lee, a diferencia de Xi, era capaz de utilizar ésta cola de una manera más efectiva, sobre todo si tenía que colgarse boca abajo desde un árbol para gastar una broma a algún hsien despistado. Lee en su forma wani llevaba ropa totalmente extravagante y llamativa sin contar con el sombrero de tres picos, similar en diseño al de los bufones del Oeste.
Cuando los dos pequeños terminaron de transformarse ambos se sentaron en el suelo frente a Li Po Yen, y se prepararon para escuchar la historia que éste les iba a relatar.
* * * * *
Una terrible tormenta de verano se desató en medio de la noche. El viento aullaba, los truenos rugían y los relámpagos cegaban. Los árboles se arrodillaban ante la crueldad de la lluvia y el viento, y todas las criaturas buscaban refugio allí donde lo encontraban.
La familia Tieh se hallaba sentada enfrente del pequeño hogar que calentaba la casa. Las llamas lamían con agrado la madera seca con la que Yongtai las alimentaba. El abuelo Cheng y Li, el marido de Yongtai, estaban sumergidos en una discusión y Yang, la hermana de Li, hablaba animadamente con Yongtai cuando llamaron a la puerta. Cheng y Li levantaron sus cabezas exaltados.
- ¿Quién osaría estar fuera en un día como este?-preguntó Li. Ante sus palabras, Yongtai se levantó y se dirigió a la puerta.
Cuando abrió la puerta se encontró con dos personas envueltas en capas y cuyos sombreros la impedían descifrar sus facciones. En ese momento uno de ellos habló, y su voz era clara y cristalina. Era la voz de una mujer.
- ¡Disculpad que os moleste en tan horrible noche! Soy una sacerdotisa del Templo del Caballo de Fuego. Mi acompañante y yo buscamos refugio. ¿Sería mucha mi impertinencia si os pidiera un lugar seco dónde pudiéramos pasar la noche?- Tras decir esto, levantó su rostro y sus preciosos ojos pardos miraron suplicantes a Yongtai.
- Por supuesto, sacerdotisa. Sed bienvenidos a esta humilde casa. Vuestra presencia nos honra. -Y con una pequeña reverencia les invitó a pasar a la comodidad de la casa de los Tieh.
Yongtai pronto ayudó a la sacerdotisa a quitarse la capa y el sombrero. Después hizo lo mismo con su acompañante.
La viajera vestía ropas de seda roja con un estampado de fuego. Su vestido se amoldaba a todos sus movimientos. Tieh Yongtai estaba convencida de que ésta mujer podría caminar entre el fuego sin quemarse ni un pelo, y estaba más cerca de la verdad de lo que se podía imaginar.
Su acompañante también estaba ricamente vestido. Llevaba pantalones negros largos y una túnica roja y negra. El hombre era de mediana estatura pero su mera presencia era imponente. Yongtai se ruborizó al darse cuenta de que se le había quedado mirando ensimismada más tiempo del que era correcto. Su rostro era bellísimo y en sus ojos se reflejaban las llamas del fuego con tal intensidad que parecían hipnotizar el alma misma de aquellos que se atrevían a mirarlos directamente. Lo extraño era que ese hombre la observaba con la misma intensidad con la que era observado. Parecía como si reconociera a Yongtai, pero ¿de dónde? Yongtai estaba segura de que nunca antes había visto a este extraño, sin embargo había algo… El momento pasó.
- Gracias, señora. No podíamos continuar nuestro viaje. La lluvia es demasiado intensa. ¿Os importa que me acerque al fuego?-La voz del viajero era profunda y Yongtai vibró con cada una de sus palabras. ¿Por qué la ocurría esto a ella?
A pesar de que la casa de los Tieh era pequeña y muy humilde, al mismo tiempo era muy confortable. El fuego estaba ardiendo con pasión en el hogar. La sacerdotisa también se acercó al fuego y Yongtai pensó que la vio meter las manos en el brillante corazón de las llamas.
- ¿Podría ofreceros algo de nuestra inadecuada comida, mis señores…?-Yongtai hizo una pequeña pausa ya que todavía desconocía los nombres de sus visitantes. - Xien Mi, señora, Lady Xien Mi, primera sacerdotisa del Templo del Caballo de Fuego. Mi acompañante prefiere mantener su título en el anonimato, pero lo podéis llamar Lord Han Tai.-Ante estas palabras el corazón de Yongtai se paró. ¿Sería posible? ¿Por qué sentía que debía conocer ese nombre? Sus pensamientos fueron interrumpidos por Lady Xien- Y, ¿cuál es el nombre de esta agraciada familia? Me gustaría saber a quién tenemos que agradecer tanta hospitalidad.-
Tieh Li se levantó e inclinó la cabeza con respeto, -Lady Xien, Lord Han, yo soy Tieh Li y esta es mi familia: Cheng, Yongtai y Yang.
- ¿Y sus hijos? ¿Están durmiendo?- dijo Xien Mi. Ante sus palabras se hizo un incómodo silencio.
- No tenemos hijos, Lady Xien. Los dioses así lo han querido.-Li dijo esto con una nota de dolor inconfundible y dirigió una mirada de reproche a su esposa. Era evidente que la culpaba a ella por ese vacío tan grande en su vida. Yongtai se apresuró a traer comida a los invitados. Un plato de bolas de arroz y pulpitos fritos apareció ante Xien Mi y otro ante Lord Han. Li y Cheng volvieron a su conversación, mientras que Yongtai y Yang comenzaron a hablar con Xien Mi. Lord Han se sentó en silencio sin tomar parte en ninguna de las conversaciones, observando todo lo que ocurría a su alrededor. Pero sobre todo observándola a ella, aspirando el aroma de su piel, y sufriendo por la tristeza que denotaban sus ojos. Era ella. Tenía que serlo.
A medida que transcurría la velada, Yongtai se sentía más atraída hacia la figura de Lord Han. Era extraño, sentía que le conocía, pero no sabía de dónde. A pesar de estar sumergida en una conversación con las otras mujeres, sus ojos se dirigían disimuladamente hacia Lord Han. Yongtai sintió que éste la devolvía la mirada. En ese momento, Lady Xien habló y la sacó de su ensimismamiento.
- Me gustaría hacer algo para agradecer vuestra hospitalidad, pero no tengo dinero. Así que os lo voy a agradecer de otra forma.- Li y Cheng, al escuchar el ofrecimiento de Lady Xien a Yongtai y a Yang, también levantaron sus cabezas y prestaron atención. Lord Han la miró inquisitivamente.- Os voy a contar una historia que no tiene final, a menos que uno de vosotros me dé una respuesta.
Los ojos de todos los presentes se posaron en ella.
- No hace mucho tiempo escuché relatar esta historia a un buen amigo. Y esto fue lo que me dijo: "En una mañana resplandeciente yo me sentía muy inquieto. Necesitaba sentir el frescor de la hierba bajo mis pies y la dulce brisa sobre mi rostro. Y con esta idea en mente salí del templo y me dediqué a vagar por el bosque. Sin darme cuenta del tiempo ni de la dirección de mis pasos acabé cerca de un pequeño lago. El lago me llamaba con sus aguas resplandecientes. Yo me acerqué. El resplandor parecía demasiado brillante para ser real y estaba en lo cierto. Lo que estaba resplandeciendo eran unos peces plateados. Pero para mi sorpresa, vi entre tanta plata algo dorado. Pensé que alguien habría perdido algo en el río y la pequeña cascada lo había arrastrado hasta aquí. Cuál fue mi sorpresa cuando el objeto dorado se movió. Al enfocar mejor mi vista, me di cuenta de que no era un objeto sino un pez dorado, el único de su especie. Sus escamas estaban hechas de oro puro y sus ojos de diamantes. Jamás en mi vida había visto un ser tan hermoso. Y entonces, algo se apoderó de mí. Necesitaba verlo más de cerca pero a mí no me gusta el agua y nado bastante mal. El pez dorado vio mis inútiles intentos de alcanzarle. Sacó su cabeza del agua y me miró. De su boca salió una carcajada. El pez dorado se estaba riendo de mí. Y entonces fue cuando me habló, pues hablaba el idioma de los humanos. Su voz sonaba como el agua de la cascada:
"¡Jajajajajaja! Jamás podrás cogerme, torpe humano. Soy el único de mi especie y estoy protegido contra todo aquel que me quiera pescar. Pero si consigues pescarme te concederé un deseo, sea este el que fuera". Así me habló el pez y mi ansiedad por atraparlo aumentó, como os podréis imaginar. Ahora bien, el pez dorado estaba protegido mágicamente. Así pues, ¿cómo atraparlo? ¿Qué habrías hecho en mi lugar?" Y esa es mi pregunta: ¿Qué habríais hecho en su lugar, amables amigos?-
El primero en responder fue Li. -Yo cortaría una rama de bambú. Luego haría una caña con ella y le pondría un hilo y un anzuelo. También buscaría un buen cebo y esperaría a que picara.-
- Amigo Tieh Li, el pez es demasiado listo como para morder el anzuelo, es paciente y el lago esta lleno de comida así que no se acercaría a él por muy escondido que estuviera el hierro. ¿Y qué piensa Yang?-dijo Lady Xien negando con la cabeza.
- Yo buscaría una buena red y cuando viera el reflejo dorado se la echaría encima.-Lady Xien una vez más negó con la cabeza.
- ¿Cheng?-Preguntó Lady Xien.
Ante la mirada inquisitiva de Lady Xien, Cheng decidió ser precavido. Cheng había vivido muchos años y era muy sabio…
- Lady Xien, esa historia es muy interesante, pero me temo que la única manera de atrapar al pez dorado es con magia.- Una pequeña luz triunfal brilló momentáneamente en sus ojos.
- Cheng ha demostrado ser tan sabio como su edad, pero no. El pez también era inmune a la magia. ¿Y bien? Tan sólo quedas tú, Yongtai.
Yongtai sentía que tenía que responder correctamente a esta pregunta. Algo importante estaba pasando, algo que escapaba a los sentidos y a la razón. ¿Pero cómo encontrar la respuesta correcta? De repente un rayo de entendimiento cruzó su mente. ¿Podría ser?
- No pretendo saber la respuesta a este gran acertijo, pues sólo soy una pobre e inadecuada mujer. Si mi honorable marido y su venerable padre no han sabido la respuesta, seguramente que yo no la sabré. -Yongtai dijo esto con una gran reserva y modestia. Ante sus palabras, Lady Xien dijo:
- No te he preguntado si conoces la respuesta. Te he preguntado que qué habrías hecho tú en su lugar.- Ante esta amonestación por parte de un superior, Yongtai no tuvo más que responder a su pregunta, tal y como ella sabía que ocurriría.
- ¿No es de suponer que el pez dorado sentiría curiosidad si viera a otro pez dorado? Él dijo que era el único de su especie, ¿no?.
- ¿Y cómo propones encontrar a otro pez dorado?-Preguntó Yang.
- No a otro pez dorado, querida Yang, el mismo. Yo haría construir una caja de cristal con un espejo en el fondo. Cuando el pez dorado pasara por encima y viera su reflejo iría a investigar, ¿no? Entonces cuando estuviera dentro de la caja, se cerraría la tapa y lo atraparía.
Tras estas palabras se hizo el silencio.
- Esa es una estrategia muy interesante, Yongtai. Te confieso que a mí nunca se me habría ocurrido.-Y Lady Xien lanzó una mirada inquisitiva a Lord Han. Éste la dedicó una sonrisa por demás misteriosa.
Poco después todos se fueron a descansar. Todos menos Yongtai. Ésta se sentó frente al hogar unas horas más. Sus invitados dormían tranquilamente unos pasos detrás de ella. Yongtai estaba hipnotizada por el crepitar del fuego y sus maravillosos movimientos. Y así se quedó sumida en sus pensamientos sin percatarse de que era observada. Así como Yongtai estaba hipnotizada por el fuego, Lord Han estaba hipnotizado por Yongtai. Tenía que ser ella. Sus ojos recorrían su cuerpo, sus facciones, su olor… Era ella. Después de tantos siglos, por fin la había encontrado de la manera más extraña. Otra vez una oleada de tristeza envolvió a Yongtai. Lord Han podía sentir como el ying la envolvía con su frialdad. Tenía que hacer algo para cambiar ese estado. Por encima de todas las cosas él quería que ella fuera feliz. Lord Han miró una vez más a Yongtai. La hermosa mujer se había quedado dormida hacía varias horas.
Tai se acercó a la chimenea con cuidado de no despertar a Yongtai. El fuego todavía crepitaba con fuerza. Era un buen fuego, uno que llevaba quemando desde hacía mucho tiempo. Y eso era justamente lo que él necesitaba. Han Tai se sentó frente al fuego y empezó a recitar un poema. Se trataba de un poema que él había compuesto muchos años atrás para el juego predilecto de la corte real japonesa: renga.
-Bajo las llamas
de mi corazón arde
fuerte deseo.-
Después, con un susurro utilizó el arte de Hou Shen para hablar con el espíritu del fuego, Mu-King. La intensidad del fuego disminuyó por unos instantes antes de volver a brillar con más fuerza. En ese momento Lord Han supo que Mu-King le bendecía con su presencia.
- ¿Quién se atreve a despertar al fuego durmiente de esta casa?-dijo Mu-King con voz profunda en un susurro.
- Yo, Lord Han Tai, tu amigo y protector.-Tras decir esto las llamas envolvieron en un tierno abrazo a Tai.
- Lord Han Tai, tu felicidad es mi felicidad. ¿En qué puedo ayudarte?-
- Brillante Mu-King, muéstrame escenas de la vida de Yongtai.-Le pidió, y eso fue lo que Mu-King hizo. Le mostró las partes de la vida de Yongtai que ésta había mantenido ocultas incluso de su propia familia. Vio noches en vela, lágrimas y tristeza. Vio reproches y desengaños. Pero lo peor de todo es que en ningún momento vio una sonrisa. Tai miró a Yongtai. Sin poder evitarlo Tai derramó una lágrima por Yongtai pues él sabía perfectamente por qué ella era tan infeliz. Éste no era su verdadero tao, éste no era su verdadero destino. Pero él la ayudaría a encontrarlo.
A pesar de todo lo que había visto de la vida de Yongtai y de verla tranquilamente durmiendo a pocos pasos de él, Lord Han aún no podía creer que ella estuviera por fin aquí. Podría asomarse a las profundidades de su alma y perderse en su nueva pureza. ¿Qué podía darla para que encontrara esa paz y felicidad que él sabía que jamás encontraría al lado de su esposo? Lord Han se acercó a Yongtai. De entre sus ropas sacó una pequeña caja. Un poco de agua se derramó al abrirla. Al hacerlo una luz dorada iluminó la pequeña habitación. Dentro se encontraba un pez dorado rodeado por pequeños espejos. El pez sacó su cabeza del agua.
- ¿Y bien? ¿Ya has decidido cuál va a ser tu deseo o piensas tenerme como mascota?-
- Sí, ya estoy listo.-Y mirando una vez más el rostro pacífico de Yongtai dijo, -Que obtengas aquello que tu corazón más desea, Tieh Yongtai, mi reina.-Una vez pronunciadas estas palabras, una luz brilló dentro de Yongtai.
Al amanecer, Lord Han y Lady Xien salieron en silencio de la casa de los Tieh sin decir adiós. Tras la tormenta llegó la calma y el campo y los bosques mostraban todo su esplendor con las primeras luces del día. Cuando ya habían recorrido varios kilómetros Lady Xien habló.
- ¿Y bien, mi señor Han?-
- La búsqueda ha terminado, Xien Mi. La he encontrado.-Y tras estas palabras ambos caminaron en silencio hasta el Templo del Caballo de Fuego.
Cuando Yongtai despertó, Lord Han y Lady Xien se habían marchado. Nueve meses después Tieh Lian nació.
* * * * *
Li Po Yen se calló. El sol estaba en su cenit y una suave brisa mecía los árboles, los arbustos y las flores del jardín. Los susurros que producían las plantas al mecerse parecían formar parte de la historia de Yen, dándole una cualidad mística de increíble belleza. Xi y Lee se había quedado mudos. Ambos estaban completamente sumidos en un silencio absoluto, ni siquiera se habían dado cuenta de que Li Po se había callado. Cuando Xi y Lee volvieron en si, miraron con intensidad a Li Po.
- ¿Y qué pasó después, venerable Li Po Yen?-Una nueva muestra de respeto apareció en el tono de los pequeños hsien-tsu.-¡Dinos! ¿De qué se conocían Han Tai y Tieh Yongtai? ¿Cómo era Lian? Por favor,-le suplicaron-sigue contándonos.
- ¿Pero no es hora de que vayáis a comer algo?-les preguntó.
- No, pero si el venerable Li Po Yen tiene hambre podemos ir a por algo de comida y regresar de inmediato, ¿verdad, Xi?-
- ¡Claro que sí!-Respondió la nyan. Y ambos parecían volar mientras iban a por algo de comer para los tres. Cinco minutos después volvieron con unas bolas de arroz y una jarra de bambú repleta de agua.
Los tres comieron tranquilamente, bueno, Li Po Yen comió tranquilamente mientras los pequeños hsien-tsu devoraban la comida con la esperanza de que Li Po Yen también se diera prisa para continuar con su relato. Quince minutos después Li Po Yen terminó su último bocado.
- ¿Y bien? ¿Por dónde iba? ¡Ah! ¡Sí! Ya recuerdo. Tres veranos después…-
* * * * *
Tres veranos después Tieh Li se reponía de una extraña enfermedad que llevaba arrastrando desde el nacimiento de Tieh Lian. Ningún médico había sido capaz de decirle a Tieh Li lo que tenía con exactitud, pero su salud se deterioraba más y más cada día. Desgraciadamente, esa no era la única preocupación de Tieh Li. No, Tieh Li tenía otra razón por la cual sentirse miserable, y esa razón era su hija Tieh Lian. Li sospechaba que la pequeña no era realmente su hija, pero en ningún momento se le ocurrió preguntarle a Yongtai si sus sospechas eran ciertas. De todas formas Yongtai había sido una buena esposa y a pesar de que él sabía que Yongtai no le quería, no tenía corazón para poner su honor en peligro insultándola con una pregunta como esa. Además, Yongtai no se había movido de su lado desde que enfermó. ¿Cómo podía hacerle eso a ella?
Sumido en estos pensamientos, Tieh Li no se dio cuenta de que su esposa se había acercado a él silenciosamente. Cuando Yongtai habló, Tieh Li se sobresaltó.
- Honorable esposo. ¿Cómo se encuentra?-le preguntó.
- Como siempre.-Tieh Li dijo esto en un tono muy seco.
- Honorable esposo. Acabo de recibir una misiva de Lady Xien desde el Templo del Caballo de Fuego. Ella se ha ofrecido para que uno de los médicos del templo le atienda. ¿Querría mi honorable esposo ir al templo para intentar curarse?-
- ¡No!-gritó.-¡Me niego a ir al templo!- dijo cortante. Li sospechaba que los sacerdotes que llegaron esa horrible noche hacía tanto tiempo a su casa fueron los que le maldicieron con esa horrible enfermedad. Además, Li también sospechaba que Lord Han Tai era el verdadero padre de Lian. Li no quería acercarse al templo por nada del mundo.
Yang, que estaba observando la escena desde el umbral de la puerta decidió intervenir. Ella no permitiría que su hermano muriera si había alguna solución.
- ¡Hermano! ¡Por favor! Escucha a tu humilde esposa aunque sea sólo por una vez. Si te pueden curar… Si pueden interceder ante los dioses para que la salud vuelva a brillar en tu rostro…Por favor, ¡dales una oportunidad! Te lo suplico. Nosotros ya no tenemos dinero para pagar a más médicos. ¡Tienes que ir al templo!-Yang dijo esto con lágrimas en los ojos.
Ante la mirada suplicante de su esposa y de su hermana, Tieh Li se dio cuenta de que tenían razón. Si era cierto y le podían curar, tal vez mereciera la pena ir hasta el templo. Tendría que dejar atrás todas sus dudas y sus sospechas. Tal vez esta sí fuera la mejor solución. Además, si Lord Han Tai se encontraba en el templo, esto le daría una oportunidad para descubrir si sus sospechas eran ciertas o si simplemente él las había fabricado porque no soportaba la idea de que su esposa no le amara.
Tres días después, Tieh Li, Yongtai y Lian iniciaron su viaje al templo dejando atrás a Yang para que cuidara de su venerable padre Tieh Cheng.
Al día siguiente los Tieh llegaron al templo. Los tres fueron muy bien recibidos por los habitantes del templo, y Lady Xien salió a su encuentro.
- ¡Bienvenidos, amigos míos! ¿Cómo está el honorable Tieh Li? En un momento será llevado a sus habitaciones para que los médicos que tenemos aquí puedan revisarle. ¿Y cómo está nuestra pequeña Lian? Sería todo un honor para mí si me dejaras tomarla en los brazos, Yongtai, por favor.-Ante esta petición Yongtai la dio a su pequeña. Lian sonreía abiertamente a esta nueva señora que entraba en su vida.
Un monje se llevó al enfermo Tieh Li a su habitación en el pequeño hospital del templo, mientras Lady Xien mostró sus habitaciones a las cansadas viajeras. Después las invitó a que tomaran una frugal comida con ella. Mientras comían, Lady Xien informó a Yongtai de que había un herbolario muy sabio y que él tenía unas hierbas medicinales que podrían curar a Tieh Li. El único problema era que este anciano solamente iba una vez al año a la aldea cercana al templo. Únicamente aparecía durante el festival de los barcos-dragón que tendría lugar en el próximo día. Todos en la mesa esperaban expectantes los fuegos de artificio, la comida y las carreras de los barcos-dragón. Lian participaba animadamente con sonrisas y carcajadas, todavía incapaz de entender todo lo que ocurría a su alrededor pero feliz porque la gente a su alrededor lo era. Poco después todos se retiraron a descansar ya que el viaje había sido muy largo.
La mañana del festival todos descansaban menos la pequeña Lian quien estaba demasiado feliz para dormir. Lian miró el rostro de su madre quien dormía apaciblemente, la dio un beso en la mejilla y salió de la habitación. Realmente no era tan difícil para una niña de tres años abrir una puerta, sobre todo para una niña tan capaz como lo era Lian.
En pocos minutos la niña estaba fuera de las habitaciones y caminando feliz por los pasillos de la residencia adjunta al Templo. Los rayos del sol se filtraban por las ventanas y Lian decidió que era hora de explorar los jardines. Y así Lian salió y recorrió los jardines sin ser molestada, aunque siempre bajo la atenta mirada de alguno de los monjes que la habían visto salir de las habitaciones.
Casi sin darse cuenta, Lian llegó hasta un pequeño claro donde se encontraba un banco de piedra y desde donde se podían ver las montañas y el mar de nubes que constantemente flotaba a cientos de metros por debajo de la cúspide. Lian quiso acercarse más, pero el banco no estaba vacío. Un hombre estaba sentado con la vista perdida en el horizonte. Lian era una niña muy educada y no quería molestar al señor, así que simplemente se sentó en el suelo esperando a que él se fuera para poder sentarse en el banco y ver lo que este hombre veía.
- ¡Seas bienvenida, pequeña Tieh Lian!- dijo el hombre sin darse la vuelta.
- No quería molestarle, señor. ¿Quiere que me vaya?-Lian dijo esto con pesadumbre ya que no quería marcharse de ese lugar tan hermoso.
- Por supuesto que no. Te estaba esperado. ¡Ven aquí! Siéntate conmigo un rato.-Lian se acercó a este extraño sin preguntarse ni una sola vez cómo sabía su nombre, o por qué estaba tan seguro de que la niña iría a él de esta manera. Lian sentía una extraña familiaridad con este hombre y le tenía plena confianza. Lian se sentó a su lado.
- ¿Quién eres?-Le preguntó.
- Mi nombre es Han Tai y te conozco desde que se encendió la primera llama de tu vida.- Han le dijo esto con mucho cariño.
- ¿Cómo es eso posible?-Lian estaba confusa y ese concepto escapaba a la razón de sus pocos años.
- Algún día lo comprenderás, pero no hoy.-Han Tai acarició la cabeza de la pequeña con ternura.-¿Quieres que te cuente una historia, pequeña mariposa?-
Ante esta propuesta los ojos de Lian se iluminaron, pues Lian amaba las historias y los cuentos que le contaban su madre y su tía antes de irse a dormir.
- ¡Sí! Si no es mucha molestia. Me gustaría oír su cuento.-
- Pues bien, mi cuento se sitúa en una Época de Leyendas de la que casi ningún humano ha oído hablar. En aquél entonces, todo se encontraba en armonía y casi se podría decir que el mundo estaba en un estado de perfección absoluta. En aquella bella época los dioses Dragón y las diosas Fénix gobernaban el universo. Entre todos los dragones había uno en especial a quien los Wan Xian llamaban Dragón de Fuego y entre todos los fénix había una en especial, la Reina de Hielo. Ambos fueron creados sintiendo un gran amor por el otro, ya que así lo había decidido el Augusto Emperador de Jade. El Dragón de Fuego y la Reina de Hielo se amaban con locura pero eran tan diferentes como el sol y la luna. El Dragón de Fuego era compasivo y amable, pero la Reina de Hielo era altanera y engreída. La Reina de Hielo se sentía superior a todos los otros seres y trataba con desdén a aquellos que eran inferiores en rango y posición. - Han Tai calló por unos minutos perdido en sus pensamientos. Cuando Han se dio cuenta de que Lian estaba esperando a que continuara con su historia, él prosiguió.
- En aquella época también había poderosos demonios que intentaban derrocar al Augusto Emperador de Jade quien no conocía la existencia de los mismos. Los demonios se habían mantenido bien escondidos. Estos demonios habían creado sociedades secretas y habían elegido a sus propios líderes, los reyes Yama. Éstos eran tan poderosos que lograron convencer a la Reina de Hielo de que el Augusto Emperador de Jade quería que destruyera a los humanos. Y como la vida de los humanos significaba muy poco para la Reina de Hielo, ésta no se inmutó mientras veía cómo la guerra, las enfermedades, la sequía y el hambre mataban poco a poco a los humanos que se suponía tenía que proteger. El Dragón de Fuego sintiendo que algo no marchaba bien fue a ver a P'an Ku al Templo Celestial, y fue allí cuando descubrió la infamia que los reyes Yama habían cometido. Inmediatamente fue a detener a la Reina de Hielo, pero ya era demasiado tarde. Varias civilizaciones enteras habían desaparecido de la faz del Reino Medio para siempre. Cuando el Dragón de Fuego le dijo que había sido engañada, la Reina de Hielo no parecía muy afectada ya que estaba convencida de que había hecho lo correcto incluso si no había sido ordenado por el Augusto Emperador de Jade. Cuando P'an Ku se enteró de lo que la Reina de Hielo había hecho la mandó llamar para que se presentara en el Templo Celestial. El Dragón de Fuego sintiendo que en parte era responsable por no haberla detenido a tiempo, decidió acompañar a la Reina de Hielo. Cuando ambos llegaron, el Augusto Emperador de Jade les esperaba con un castigo ejemplar. La Reina de Hielo fue condenada a pasar una eternidad como humana en el ciclo de la vida y la muerte. A pesar de que P'an Ku no quería castigar al Dragón de Fuego, éste le pidió que lo hiciera y que le condenara a la misma suerte que a su amada fénix porque no podía concebir la vida sin ella. Cuando la Reina de Hielo escuchó esto se arrodilló ante P'an Ku y le suplicó que no hiciera caso del pedido del Dragón de Fuego. El Augusto Emperador de Jade viendo una pequeña posibilidad de redención para la reina fénix, decidió convertir al Dragón de Fuego en un Hsien y le dio el poder para recordar su pasado y así buscar a la Reina de Hielo en sus múltiples reencarnaciones a través del tiempo.- Han detuvo en este punto su relato sintiendo que alguien se acercaba.
Lian, que no se había dado cuenta de que su madre la estaba buscando, preguntó- ¿Y la encontró?- Han la miró con ternura.
- Sí, pequeña mariposa, el Dragón de Fuego encontró en varias ocasiones a la Reina de Hielo, pero todavía no han descubierto como han de redimirse para que la maldición que pesa sobre ellos se rompa y así puedan volver juntos al Templo Celestial.-En ese momento Yongtai llegó buscando a su pequeña.
- ¿Lian?-dijo Yongtai.
- ¿Sí, mamá?-Lian no quería marcharse con su madre. Ella quería seguir escuchando la historia del Dragón de Fuego y la Reina de Hielo.
- ¿Dónde has estado? Te he buscado por todas partes. ¿Por qué molestas al buen señor?-Cuando dijo esto, Yongtai se dio cuenta con quién estaba su hija. Era Lord Han Tai. Un pequeño temblor recorrió la espalda de Yongtai, aquí estaba el hombre que había invadido sus pensamientos y sus sueños desde que le conociera.
- ¡Oh! Disculpad a mi hija, mi señor. Si os ha molestado será castigada.-E hizo una pequeña reverencia.
- ¡No! Por favor, Yongtai. La pequeña mariposa y yo estábamos hablando. No me molesta en absoluto. ¿Cómo has estado?-Han estaba ansioso por saber de Yongtai.
-Bien, mi señor Han Tai. Desde la llegada de Lian he estado muy ocupada. Pero ella es la razón de mi existencia. No sabría qué hacer sin ella. Y ahora, ella tiene que venir conmigo para cambiarse de ropa, visitar a su honorable padre e ir al festival en busca de medicina para mi esposo. Me han dicho que hay un hombre muy sabio que sólo aparece durante el festival y que podría tener unas hierbas medicinales para mi esposo.-Yongtai era consciente de que Lord Han Tai la miraba con ansiedad.- ¿Nos acompañará mi señor Han Tai al festival?- Yongtai sabía que había sido demasiado audaz al preguntar semejante cosa a Lord Han Tai pero no lo pudo evitar. Al mismo tiempo, Yongtai tenía remordimientos ya que allí mismo, en el templo, se encontraba su esposo quien estaba enfermo. Pero ella no podía dejar de pensar que era con este hombre con el que ella quería estar y no atada a la cama de un esposo al que no amaba.
- Será un honor acompañarlas al festival y ayudarlas a encontrar a ese venerable sabio.- Lord Han Tai sonrió y su cara se iluminó. Sus ojos de un profundo tono marrón brillaban con intensidad.
- ¡Qué bien!-Gritó la pequeña Lian con alegría mientras su madre se la llevaba para poder vestir a la pequeña con sus ropas de gala.
Tras vestir a la pequeña, Yongtai fue al hospital a ver a su esposo. Tieh Li había permitido que su esposa y su hija fueran al festival a regañadientes ante la insistencia de Lady Xien y del doctor.
- Honorable esposo, espero que se encuentre mejor. Vengo para informarle que ya nos vamos en busca del sabio, pero que regresaremos lo antes posible para estar a su lado.- Después ambas salieron del hospital y se reunieron con Lord Han Tai y Lady Xien.
El 25 de junio era el día más largo del año. Para los habitantes del Reino Medio esto significaba que era el momento en el que la concentración de la fuerza yang en la Tierra era la más alta, y también era el momento en el que la fuerza ying empezaba a cobrar fuerza. Y ese día Lord Han Tai, Lady Xien, Yongtai y Lian lo pasaron entre risas, bromas y juegos. Han Tai no se separó ni un minuto de Yongtai ni de Lian. Y Lady Xien les convenció para que fuera ella la que buscara al sabio mientras los tres se divertían en el festival.
El festival de los Barcos-Dragón era una tradición muy antigua. Era la manera en la que los habitantes del Reino Medio daban la bienvenida al verano. Las carreras de barcos en forma de dragones era una de las atracciones más características de esta celebración y la que causaba más expectación entre los habitantes más pequeños de las aldeas. Las carreras tenían lugar por la mañana y un gran gong marcaba el inicio de las mismas. A ambos lados del río y encima de los puentes se podían ver espectadores que apoyaban a uno u otro equipo. Después de las carreras todos se iban al centro de la aldea para probar las tartas de arroz que las mujeres habían estado cocinando para esta ocasión tan especial.
Por la noche, todos se prepararon para ver los fuegos de artificio. Sentados en un pequeño banco a la orilla del río, todos mantenían las cabezas inclinadas hacia atrás observando maravillados las hermosas formas y colores de los fuegos artificiales. Lian aplaudía entusiasmada con cada explosión de la pólvora.
- ¡Qué belleza!-dijo Yongtai.
- ¡Sí, qué belleza!-dijo Han Tai tomando la mano de la mujer que había amado toda su vida, ésta y todas las pasadas. Yongtai aceptó esa muestra de cariño. Ambos se miraron a los ojos, unos ojos que no mentían, unos ojos donde se reflejaba todo el amor que ambos sentían. Pero era un amor condenado al fracaso. Por muy infeliz que ella fuera en su matrimonio, su honor no la permitiría abandonarlo todo y seguir a este extraño hombre de ojos pardos que la ofrecía el universo entero con solo una mirada…
En ese momento llegó Lady Xien y rompió el encanto.
- Por fin encontré al sabio. Yongtai, él me ha dado esta pequeña bolsa y dice que debemos administrar el medicamento en forma de té, pero que tengamos cuidado porque podría tener efectos secundarios…
* * * * *
Varios días después, Tieh Li, Yongtai y Lian regresaron a su pequeña aldea con la bolsita de hierbas. Yongtai a pesar de que amaba a Lord Han Tai, decidió que sería mejor no volver a verlo ya que la tentación de perderse en sus brazos era demasiado fuerte. Poco podía imaginarse Yongtai que el destino tenía una desagradable sorpresa para ambos. Una sorpresa que desencadenó una tragedia tan grande que sólo con pensar en ella las lágrimas inundan mis ojos… -Y con esto Li Po Yen continuó su relato.
* * * * *
En un hermoso día de verano, la pequeña Lian jugaba tranquilamente en el jardín ante la mirada de su madre, Yongtai. Cuando ésta se cercioró de que Lian estaba a plena vista, Yongtai fue a la pequeña capilla a rezar. Yongtai siempre rezaba para dar las gracias a los dioses y a sus ancestros por haberla permitido dar a luz a su maravillosa hija. A pesar de la decisión de Yongtai de no volver a ver a Lord Han Tai, ella había seguido manteniendo el contacto con el Templo del Caballo de Fuego y les hacia visitas periódicas con su pequeña hija. Tieh Li se había convencido de que nunca podría ganarse el amor de su esposa y la ignoraba constantemente, de manera que el templo se había convertido en el único refugio donde Yongtai se sentía feliz y segura.
Durante las visitas al santuario, Lady Xien instruía a la pequeña Lian y Yongtai pasaba las horas hablando tranquilamente con Lord Han Tai con silencios y miradas que decían más que las propias palabras pero sin cruzar el umbral de lo aceptable para una mujer casada y un amigo. Pero lo que más agradecía Yongtai era que todos en el templo amaban a la niña y la consentían todo. Yongtai terminó de rezar y miró cómo su hija jugaba en el jardín. Por un momento Yongtai pensó en llamarla para que entrara con ella a la casa pues era hora de cocinar, pero al mirar la carita de felicidad de su pequeña decidió dejar que continuara jugando en el jardín. Además, el jardín era seguro y ella dejaría la ventana abierta para vigilar a la pequeña.
El jardín de la familia Tieh era pequeño pero siempre estaba verde y en días como este, las flores se abrían en todo su esplendor capturando los colores del arco iris. En el centro del jardín se hallaba la Piedra del Filósofo que Li y el abuelo Cheng habían traído desde muy lejos cuando los dos eran más jóvenes. El suave aroma de las flores atraía a todo tipo de insectos, pero en especial a las mariposas, de las que el jardín siempre estaba lleno. Lian amaba tanto a las mariposas que se pasaba las horas muertas persiguiéndolas por todo el jardín, sobre todo desde que Lord Han Tai la llamó pequeña mariposa. Pero en este hermoso día había una mariposa en especial, una bella mariposa cuyos colores eran diferentes al del resto de las mariposas y captaron la atención de Lian. Durante horas la siguió. Lian estaba tan concentrada en la mariposa que no se dio cuenta de que atravesó la puerta del jardín y se adentró en el bosque.
La tarde caía y las primeras estrellas iluminaron con su tenue luz el cielo. Yongtai llamó a su pequeña Lian a cenar. Cuando no recibió respuesta alguna, Yongtai buscó a la niña por todo el jardín. Por fin llegó hasta la pequeña puerta trasera. Cuál fue su horror al contemplar que ésta estaba abierta, y el darse cuenta de que su hija estaba afuera, en algún lugar, la llenó de temor. Lian no estaba acostumbrada a salir sola por ahí. ¿Qué le habría impulsado a hacer semejante cosa? Y con este pensamiento salió en su busca.
La luz de la luna llena pronto iluminó con intensidad el camino de Yongtai. El bosque era muy denso y por doquier se podía escuchar el susurro de los árboles y el murmullo de las bestias que habitaban el bosque. Cuando la desesperación no la dejaba ni respirar, Yongtai llegó a un claro en el bosque. Desde donde se encontraba podía escuchar el tintineo del agua. El río no estaba lejos. ¿Dónde podría estar su hija? Se acercó más al agua cristalina. Tenía mucha sed y Yongtai se acercó a beber un poco de agua. Cuando se agachó para beber, escuchó un sonido diferente, como el llanto de un niño. Yongtai abrió bien los ojos, a poca distancia de donde se encontraba vio algo medio flotando entre los juncos. Cuando se acercó más vio que se trataba del cuerpo de su pequeña. Lian estaba agarrada a unos juncos mientras intentaba salir del río. Sus fuerzas estaban cediendo. Yongtai gritó el nombre de Lian y corrió a sacarla del río. Llevaba ya demasiadas horas metida en el agua. Su cuerpo estaba frío. Sus ojos estaban hinchados y sus labios tenían un extraño tono púrpura. Yongtai buscaba desesperada una señal de vida de su pequeña. La había oído llorar, pero podía haberse equivocado. Mientras tapaba a su hija con su camisa, Yongtai por fin recibió la señal que tanto ansiaba.
- ¿Mamá?-Lian estaba tan débil que estas palabras fueron poco más que un susurro. Pero Yongtai las escuchó. -¡Shh, shh! ¡Calla, mi niña! ¡Guarda tus fuerzas!-
Yongtai tomó a su hija en sus brazos y salió corriendo. ¿Pero adónde ir? La casa de los Tieh estaba demasiado lejos. Lian se había alejado muchísimo de la aldea donde vivían. En ese momento de desesperación Yongtai escuchó un nombre en su cabeza: Lord Han. El templo no quedaba lejos. Con las fuerzas reunidas de la desesperación y el temor, Yongtai dirigió sus pasos apresurados hacia el Templo de Caballo de Fuego.
Cuando llegó al templo, los pies de Yongtai estaban sangrando. Sus zapatillas estaban hechas jirones alrededor de sus pies y sus brazos estaban tan cansados que apenas podía sostener el cuerpo inconsciente de su hija. La humedad de la camisa que llevaba su hija se filtró hasta sus mismos huesos. Los guardianes del templo la miraron e inmediatamente fueron a ayudarla. Uno de los guardianes tomó a Lian en sus brazos, mientras Yongtai se desplomaba del cansancio en los brazos del otro. Ambos las llevaron al interior del templo. Los gritos de alarma sonaron en el interior. Todos llamando a Lord Han y a Lady Xien.
Los guardianes llevaron a Yongtai a una de las habitaciones de invitados. Luego llevaron a Lian a otra pequeña habitación. El médico del templo, Lao Cheng Po, reconoció a las dos, y viendo que Lian estaba peor que su madre la trató a ella primero, mientras indicaba a uno de los monjes que curara las heridas de Yongtai y la dejara descansar. Entre todo el ajetreo la noticia llegó a Lady Xien y a Lord Han quienes salieron corriendo de sus habitaciones para reunirse con Yongtai.
Cuando Xien Mi llegó al lugar donde descansaba Yongtai, ésta había recobrado el conocimiento.
- Xien Mi, ¿cómo está mi hija?-
- ¡Tranquila, Yongtai! Debes descansar. Lao Cheng Po está cuidando de tu hija. Yo todavía no la he visto. He venido aquí directamente.-Xien Mi no podía soportar la cara de dolor de Yongtai provocada por la incertidumbre. Había lágrimas en los ojos de Yongtai y la pidió suplicante que fuera a ver a su hija.
- Xien Mi, por favor… ¡Tengo que saber algo de ella! Creo que me moriría si algo la pasara. La quiero demasiado.-Xien Mi sabía demasiado bien que Yongtai no estaba exagerando. Conocía cuanto amaba a su hija, una hija que ella misma había ayudado a traer al mundo. Acarició la frente febril de su amiga y salió de la habitación. Se acercó al monje que curó las heridas de Yongtai y le pidió que la trajera un té. Mientras tanto Lady Xien fue en busca del médico. Éste se encontraba en la siguiente habitación tratando de salvar a Lian. Cuando Xien Mi miró a Lao Cheng Po, éste giró levemente la cabeza. No había nada que hacer. El corazón de Xien Mi se encogió. Inmediatamente pensó en la reacción de Yongtai. Se dejaría morir. ¿Y Han Tai? ¿Lo sabría ya Han Tai?
Como si sus pensamientos fueran un imán, en ese momento llegó Han Tai.
- ¿Qué ha pasado? Me acaban de informar que Yongtai está herida. ¿Está bien? ¿Y su hija? ¿Dónde están?-Lady Xien se dio cuenta de que su amigo estaba aún más desesperado que ella misma.
- Tai, Yongtai está bien. Solo extenuada. Pero, Tai… Lian se está muriendo.-Tai tardó unos segundos en asimilar las consecuencias de lo que había oído.
- ¡No!-Gritó-¡No! ¡No puede ser! ¡Si Lian muere, ella se morirá! Mi, ella morirá y tendré que vivir otra vez sin su presencia. ¿Cuántos otros siglos tardaremos en reunirnos? ¡No! No lo soportaría. No puede ser. Y no lo será. - Con esto salió corriendo, sordo a las llamadas suplicantes de Xien Mi y del doctor.
Han Tai fue a sus habitaciones. Debajo de su cama se encontraba una pequeña caja de laca negra ricamente decorada en oro y enamel. Imágenes de vidas pasadas fluían con nitidez en su superficie cuando puso sus manos sobre ella. Han Tai cogió la caja y salió de la habitación. Pasó por los corredores y jardines del Templo del Caballo de Fuego, su objetivo estaba grabado en la mente. Han Tai se detuvo unos instantes en la habitación de Yongtai. Cuando entró, la habitación estaba en penumbras. El monje que había traído el té a Yongtai había apagado casi todas las luces para que ésta durmiera. Pero el sueño no había llegado y Han Tai encontró a Yongtai despierta.
- ¿Han Tai? ¡Estás aquí! Tai, mi hija. Mi pequeña está muy mal. Fue mi culpa. La dejé sola en el jardín y ella se marchó… - Unas lágrimas de desesperación corrieron por sus mejillas -Tai, ¿la has visto? ¿Cómo está mi pequeña?-
- Estará bien, no te preocupes. Te prometo que todo saldrá bien. Yongtai… tengo algo que pedirte. Es muy importante que sigas mis instrucciones al pie de la letra. La vida de tu hija depende de ello.- Ante estas palabras, Yongtai se atemorizó, ¿qué podría ser tan importante?
- Lo que tú quieras, Tai. Con tal de tener a mi hija con vida lo que tú quieras.-
- Mañana, cuando vayas a despertar a Lian verás esta pequeña caja a su lado. Quiero que un artista diseñe un retrato mío y lo añada a esta línea de ancestros. Después quiero que se la des a Lian y que le digas que ella haga lo mismo el día que nos deje para siempre. También quiero que tú y Lian os mudéis al templo. Mi buen amigo, Zhang Chien, la dará una buena educación a Lian. Tu hija será privilegiada al ser discípula de un hombre tan renombrado como Zhang Chien. Dejo todo esto escrito en una carta. Quiero que se la des a Zhang inmediatamente después de que encuentres la caja. ¿De acuerdo?-
Yongtai no entendía nada de lo que Han Tai decía. ¿Adónde iba? ¿La abandonaba? ¿Pero cómo podía hacer eso cuando más le necesitaba? ¡Imposible! Aún así, Yongtai calló sus dudas y asintió con la cabeza. Entonces Han Tai se acercó y depositó un suave beso en su mejilla.
- Nos veremos pronto…-y Yongtai habría jurado que después Han Tai añadió la palabra prohibida-…amada.-
Tras salir del cuarto de Yongtai, Han Tai dirigió sus pasos al cuarto contiguo. Sus ojos habían pasado de un tono miel a un brillante tono rojo. Las puntas de sus cabellos también habían cambiado de color y ahora mostraban un color anaranjado.
- ¡Fuera de mi camino!-rugió con todas sus fuerzas. Y todos se apartaron. Xien Mi intentó hablar con él, pero Han Tai estaba más allá de todo razonamiento. Entró en la habitación de Lian y echó a todo el mundo cerrando la puerta tras ellos con llave. Inmediatamente después Xien Mi golpeaba la puerta con todas sus fuerzas, más como una resistencia moral a lo que sabía que acontecería que a un deseo real de detenerle.
Han Tai se movió y calló de rodillas al borde de la cama de Lian. Ésta estaba en un estado lamentable. Su cara apenas tenía el brillo de la vida, y sus pequeños pulmones no eran capaces de generar el oxígeno tan necesitado por el cuerpo. La niña ya no tosía. Tampoco se movía. Ella esperaba apaciblemente a que la muerte la cubriera con su fúnebre crespón.
Han Tai tocó la mejilla de Lian. Estaba fría. Faltaba poco. No tenía que recapacitar sobre lo que estaba a punto de hacer. No volvería a pasar otra vida sin Yongtai, no si podía evitarlo aunque no pudieran estar juntos. Cuando Han Tai sintió que faltaba muy poco para que el espíritu de Lian saliera de su cuerpo, éste tomó la pequeña caja de laca negra y la abrió. En su interior se hallaba una daga. La hoja estaba grabada con un dragón por un lado y un ave fénix por el otro. La empuñadura era negra y tenía incrustadas bellas piedras de rubí y ámbar en una intrincada decoración, aunque parecía inacabada. Todavía había espacio en esa empuñadura para más piedras. Han Tai sacó un rubí de su brazalete y con un poco de calor lo incrustó en la empuñadura. Él dejaría de añadir piedras preciosas a esta empuñadura cuando llegara la fecha en la que su amada reina fénix y él regresaran juntos al Templo Celestial. Han Tai tomó otra piedra preciosa, un ámbar y la colocó en la mano de Lian. Después levantó la daga y con un rápido movimiento se la clavó en el corazón. Han Tai sintió el momento en el que salió de la prisión del cuerpo y se encontró de nuevo en un estado más puro y limpio. Pero éste estado no duró mucho ya que el espíritu de Lian abandonaba su cuerpo en ese momento. En ese estado incorpóreo ambas esencias se unieron en un breve abrazo antes de ser separados bruscamente por fuerzas opuestas. Han Tai entró en el cuerpo de Lian y durmió, esperando la llegada de la mañana para enfrentarse a una nueva vida, una nueva vida junto a Yongtai.
* * * * *
Li Po Yen concluyó su relato. El sol se ponía en el horizonte y las estrellas en el cielo comenzaban a brillar con intensidad.
- Bien, mis pequeños hsien, creo que ya es hora de que os vayáis a la cama.-Los pequeños hsien-tsu protestaron ya que querían oír el resto de la historia, pero Li Po Yen fue muy directo con ellos.-Mañana continuaré con la historia de Yongtai, Han Tai y Lian. Pero ya es hora de que los más pequeños vayan al mundo de los sueños. Buenas noches, mis pequeños hsien.-