Un momento en la eternidad (dinámica de cuerpos) [Crepúsculo] (Jacob/Leah)

Feb 13, 2010 14:49

 

Hubo una época en la que Jacob era un cabeza loca. Tal vez en algún momento, antes de que sus hermanas se fuesen y él tuviese que hacerse cargo de su padre. Tal vez en algún momento, antes de recibir el legado de los ancestros. Tal vez en algún momento, antes de saber lo que es querer a una persona y que ésta no te quiera a ti (al menos, no de la misma forma).

Hubo una época en la que Leah era una chica encantadora. Tal ven en algún momento, antes de que el amor de su vida la dejase por su prima a la que quería como a una hermana. Tal vez en algún momento, antes de que su padre se muriese. Tal vez en algún momento, antes de convertirse en una chica-lobo y que todos la mirasen con cierto desdén (porque sus preocupaciones no preocupaban a nadie más que a ella).

Para Jacob, formar parte de la manada de Sam era una responsabilidad, y a ratos (siendo sincero) una jodienda del tamaño de un piano, aproximadamente. No podía contarle a Bella lo que estaba pasando. Y eso lo mataba. No literalmente, claro, que los licántropos son inmortales, casi.

Para Leah, formar parte de la manada de Sam era como una tortura, y a ratos (francamente) casi sentía como si le clavasen astillas imaginarias bajo las uñas de los pies; casi sentía como una mano invisible la estrangulaba. Y no podía contarle a nadie lo que estaba pasando, porque la tratarían de cría despechada y celosa. Y eso la mataba. No literalmente, por desgracia, que los licántropos son inmortales, casi.

Pero había una persona que molestaba a Jacob casi tanto como el frío que salía con Bella. Leah.

Y, por supuesto, había alguien, Jacob, que molestaba a Leah casi tanto como la molestaba ver a Sam con Emily. Y no la interpretéis mal, no era que no quisiera que fuese feliz. Era que, por mucho que le doliese incluso admitirlo, quería que fuese feliz con ella.

Jacob, por su parte, tenía intenciones más nobles, quería que Bella fuese feliz, y no le importaría trinchar al vampiro que ella tenía por novio con tal de conseguirlo. Aunque claro, ella decía ser feliz con él, así que, bueno, Jacob no tenía mucho que hacer. Debería confiar en su palabra.

Podría decirse que, aunque no pudiesen verse ni en foto, se parecían más de lo que ellos mismos reconocerían jamás. Almas atormentadas, tal vez. Corazones rotos que no quieren ser sanados. En algunos idiomas, a eso se les llama almas gemelas.

Con el paso del tiempo, se fue asentando una rutina en la manada, y, por lo tanto, en las vidas de Jacob y Leah. Sam los obligaba a patrullar juntos. Tal vez porque así esperaba que pudiesen solventar sus diferencias, tal vez porque quería a Leah todo lo lejos posible. Corrían a la par por los bosques centenarios, en una muda lucha cargada de rabia por ver quién era más rápido,  quien tenía mejores reflejos, o más fuerza. Una muda lucha por ver cuál de los dos tenía el corazón más hecho pedazos, tal vez.

Y tal vez debería haber surgido entre ellos la camaradería, la comprensión, quizás. Pero eran tan parecidos (estaban tan obcecados por sus propios sentimientos, por su propio dolor, por su propio vacío existencial) que no eran conscientes del sufrimiento del otro. Al menos, mientras no entraban en fase.

Bajo la forma de lobos, casi podría decirse que el dolor entraba en combustión y se convertía en rabia del uno hacia el otro. Como si Jacob no tuviese suficiente con su propio dolor, como para tener que sufrir por Sam. Como si Leah no tuviese suficiente con su propio dolor, como para tener que sufrir por Bella. Y la culpa era del otro. Porque ambos tenían problemas propios mucho más dolorosos e importantes.

Cuando el calor empieza a hacerse insoportable, las ollas a presión terminan estallando, y probablemente en dos personas con más paciencia o autocontrol habrían intentado llevar las cosas por otro cauce, la consabida vía del diálogo. Paparruchas. Ellos tenían un estilo mucho mejor para resolver las cosas.

Leah, que era muy pequeñita, sobre todo comparada con Jacob, arremetió contra él, en forma humana (por favor, ella no necesitaba estar en fase de lobo para enfrentarse a Jacob “llorica” Black), estampándolo contra un árbol.

-¡Tío! ¿Se puede saber qué coño pasa contigo?-aulló-Tengo los suficientes problemas en mi vida como para tener que aguantarte llorando por esa… humana-pronunció la palabra como si fuese le mayor insulto pronunciado nunca-Ella ha hecho su elección, que, por cierto, no eres tú. ¡Superalo ya!-soltó, separándose de él.

Pero de pronto, una mano se cerró en torno a su muñeca y fue ella la que terminó contra el árbol, acorralada por Jacob, que la miraba con tal expresión de furia que, si Leah hubiese sido una persona sensata y no un pequeño rayo de luna con tendencias suicidas, se habría acojonado.

-¿Se puede saber qué coño pasa contigo?-preguntó, usando ese tonito burlón que usan las personas derrotadas cuando no les queda mucho más por perder-Ya tengo la suficiente mierda en mi vida como para tener que aguantarte llorando por Sam-añadió-Se ha ido con Emily… ¡asúmelo!

Ignorando que sentía como si acabasen de clavarle alfileres al rojo vivo bajo las uñas, Leah se quitó a Jacob de encima con un empujón y se apartó del árbol, mirándolo a medias dolida y a medias furibunda.

-Para que lo sepas, gilipollas, Sam se fue con Emily porque, al contrario que tu humana, no pudo elegir-le espetó en un chillido.

-Ambos sabemos, Leah, que aunque hubiese podido elegir, se habría ido igual-le soltó él.

Leah sabía que eso era mentira, que sólo quería herirla. Le lanzó su mejor derechazo, directo a la nariz. A ver si se la rompía y se ahogaba en su propia sangre o así.

Pero Jacob, y sus estúpidos reflejos de licántropo, le atrapó el puñito en una de sus enormes manazas, deteniéndola a cinco centímetros de su cara. Como en un paso de baile o en una lucha a muerte, la hizo girar sobre sí misma como si fuese una muñeca, y pegó su pecho a la menuda espalda de Leah.

-Nunca vuelvas a intentar pegarme-gruñó en su oído, retorciéndole la muñeca-¿Me oyes? Porque te juro que no respondo…

-Nunca vuelvas a provocarme, entonces-susurró ella, notando su aliento en la nuca y el calor de su cuerpo contra su espalda-Porque te juro que tampoco respondo…-no sabía si era por el calor o qué, pero la voz le salió ahogada.

-Ya… veremos…-gruñó Jacob contra su pelo. Si no fuese porque era Jacob y era despreciable, Leah había jurado que la estaba… olfateando.

Leah quiso girarse, mirarlo, porque no entendía a que venía ese “ya… veremos…” con voz amenazadora y ronca. Pero cuando quiso darse cuenta, estaba sola, y de Jacob sólo quedaban los girones de un pantalón.

Se quedó mirando el lugar en el que instantes atrás había estado él. Tenía dos opciones: ir tras él y preguntarle qué quería decir con eso, o irse a su cama y pasar de Jacob.

Las opciones estaban claras.

-Que te follen un rato, Jacob-le gritó al bosque, antes de darse la vuelta y encaminarse hacia su casa.

Era probable que Sam se cabrease con ella, pero Leah sabía que no tendría cojones a echarle la bronca. No los había tenido nunca.

Tenía que llegar a su casa cuanto antes. Y meterse en la ducha para quitarse el calor que, así de golpe, llevaba encima. Y tenía que hacer nota mental para picar un poco más a Jacob. “¿Ya… veremos…?”  Pues sí. Ya verían.

fandom: crepúsculo, ~ escrito: fanfic, pairing: jacob/leah, comunidad: san_drabbletin, advertencia: ust

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