El baño del Strogoff [Original: Besos sabor Gin-Tonic] (Gin/Tony)

Sep 11, 2009 20:06

 

De poco importaba tambalearse un poco borracha encima de esos taconazos. De poco importaba que los ojos de los tíos se tirasen en picado dentro de su escote. De poco importaba nada más que esas manos en su cintura, esos labios pegados al lóbulo de su oreja, y el calor abrasador del pecho de un hombre pegado a su espalda.

De poco importaba no recordar siquiera su nombre. Pero es que, la verdad, ella tampoco había estado prestando demasiada atención a su conversación. La tarea era sencilla. Una mirada a su entrepierna, calibrando si valía o no la pena llevárselo a la cama, y después poner morritos y sacar pecho. No había uno que fallase.

Y eso le gustaba. Le daba poder. Y si había algo que le gustase a Gin era lo de tener el poder. Y mandar. Le encantaba mandar.

Él era alto y tenía una espalda ancha como un puto armario de cuatro puertas. Él, ese chico sin nombre definido, tenía el pelo oscuro y despeinado con gomina. Él, que acababa de empotrarla contra la pared de lo que ella identificó como los baños de tíos de aquel garito de mala muerte. Él y esos ojos azules que la estaban quemando.

La aplastó contra la pared y la besó con avidez, caliente, con mucha saliva, poca lengua y mucho labio. Como a ella le gustaba que la besasen, joder. Así. Caliente. Casi al mismo tiempo una de las manos del tío se coló bajo su minifalda, y Gin separó las piernas, apenas un poco, para dejar que el colase dos dedos bajo sus bragas de encaje.

Y cuando los dedos de ese perfecto desconocido rozaron su clítoris ella dejó de besarlo. Empezó a morder. Le mordió el labio inferior, tironeando levemente. Él se separó de ella y soltó una risita sorda, mirándola, como quien miraría a una niña malcriada que lo quiere todo de golpe. Y atrapó sus muñecas contra la pared, antes de volver a besarla como antes, con mucha saliva mordisqueándole los labios.

A Gin le faltaba el aire. Tenía esa sensación burbujeante por debajo de la cintura. Esa sensación de que faltaba poco para que se corriese.

Él le hizo levantar una pierna, apoyándola en su propia cadera, y coló dos dedos dentro de ella.

Gin cerró los ojos y estiró el cuello, apoyando la cabeza contra la pared. Se estaba derritiendo, joder. Forcejeó levemente con las manos, intentando que él la soltase, pero él solapó una sonrisa contra su cuello, antes de mordisquear su piel. Gin sabía que le quedaría una marca morada, pero qué iba a hacerle. Todos tenían heridas de guerra.

El chico le liberó las manos, y se ocupó de colar la que había tenido ocupada sujetándoselas, por su escote, para enganchar uno de sus pequeños pezones entre dos dedos y frotarlo, con un movimiento que casi podría clasificarse de tierno.

Ahogó un gemido, mordiéndose el labio inferior para ello, mientras colaba una de las manos bajo su camisa, tironeando levemente. Los botones saltaron en todas las direcciones, chocando con las paredes. Casi al mismo tiempo, se las arregló para desabrocharle el pantalón con dos dedos apresurados de la otra mano, antes de colar la mano dentro y buscar a tientas su polla, para envolverla en su mano y hacer que él se derritiese un poco también.

Gin no pudo reprimir una sonrisa, que se cortó a la mitad con un gemido, cuando lo oyó gruñir contra la piel de su cuello. Notó como sacaba los dedos, y soltó un quejido, a modo de protesta, levantando la pelvis para lograr que su clítoris se rozase con la punta de su polla. Necesitaba correrse. Y lo necesitaba ya.

El pie que tenía en el suelo perdió contacto, y de repente, se vio en el aire, aguantada contra la pared por los brazos, bastante musculosos, por cierto, de un chico al que no conocía de nada.

Notó su aliento sobre los labios, entrecortado, como una especie de jadeo casi animal, y se lanzó a besarlo, cerrando los ojos, agarrándose con fuerza a sus hombros para no caer, al tiempo que, de un solo movimiento, lento y profundo, el chico sin nombre definido entraba en ella.

Oh, sí, joder.

Echó la cabeza hacia atrás, pegando la mejilla a la fría pared. Debía ser lo único frío en ese momento, porque se sentía ardiendo. Estaba aferrada al chico, intentando que los gemidos que se escapaban de su garganta no se convirtiesen en gritos.

Su espalda chocaba contra la pared cada vez que él embestía, y cada vez que su espalda chocaba contra la pared, ella gemía un poco más alto. Se estaba corriendo. En realidad llevaba corriéndose desde que empezaron con eso más o menos. Pero no quería acabar. Todavía no.

-¿Qué pasa, grandullón? ¿No puedes darme más? -preguntó tirando de su pelo para besarlo, profundamente. Mucha lengua, emborrachándose de esa forma que tenía de moverse, mientras enroscaba las piernas alrededor de su cintura, apretándolo con fuerza contra ella, haciendo que los movimientos fuesen más profundos. Se separó de sus labios porque se ahogaba, y pegó la mejilla a su pelo.

Lo oyó soltar una risita ahogada contra su garganta, y tuvo que agarrarse fuerte a sus hombros para no caer (aunque no creía que fuese a dejarla caer) cuando las embestidas se hicieron más bruscas, más profundas. Notaba como la excitación se acumulaba en su bajo vientre. Y Gin entendió que no podría aguantar mucho más intentando no hacer caso de los músculos tensos de su abdomen.

Se agarró con fuerza, casi crispando los dedos, aguantó la respiración, y se dejó llevar.

Fue como una explosión, como un latigazo que la recorrió de pies a cabeza. Y Gin gritó. O al menos lo intentó, porque el chico sin nombre la besó de nuevo, profundo, caliente, demente; mientras la embestía de tal forma que si Gin pudiese pensar en ese momento, pensaría que iba a romperse. Y se estaba rompiendo. Se estaba deshaciendo. Su interior era casi líquido, líquido y caliente. Ahogó un nuevo gemido contra los labios del chico e intentó respirar, mientras sentía como tres bruscas embestidas la hacían palpitar.

El chico ahogó un gruñido contra sus labios, y ella notó como se le tensaban todos los músculos del cuerpo. Y una embestida más, brutal, que Gin pensó que la partiría en dos, antes de quedarse quieto, con la cabeza escondida en su cuello, respirando entrecortadamente.

Ella misma no era capaz de respirar bien. En alguna parte de su cerebro se registró un hecho: nunca, nunca se había corrido así. Devastador, punzante. Intenso.

Desenroscó las piernas de la cintura del chico sin nombre y las bajó hasta el suelo, porque no le parecía bien que tuviese que aguantarla ahora, cuando apenas debía tener fuerzas. Por un momento le fallaron las rodillas y apoyó la cabeza contra la pared, acorralada entre ella y su cuerpo.

Con un movimiento perezoso, enroscó los dedos en su pelo y tiró de él para hacerle levantar la cabeza y besarlo.

Un beso de despedida de esos que saben a nostalgia.

Él se separó de ella y le dedicó una sonrisa, empezando a arreglarse la ropa. Gin miró al suelo. El efecto del alcohol había desaparecido, y era en esos momentos en los que la chica desinhibida desaparecía para dejar a la casi niña de dieciocho años que jugaba a abrirse de piernas en cualquier rincón.

Y no sabía qué decir ni cómo actuar después de soltarse de ellos.

Todavía tenía el corazón acelerado mientras se enderezaba la falda y se alisaba la camiseta. Tal vez fuese hora de irse a casa.

Se acercó al chico sin nombre y se puso de puntillas para besar sus labios.

-Hasta la vista, grandullón-susurró con una media sonrisa, alejándose de él.

El aire del bar estaba demasiado viciado en comparación con el del baño, y eso hizo que le lagrimeasen los ojos, por culpa del humo de tabaco. Se acercó a la puerta, intentando tambalearse lo mínimo posible sobre aquellos tacones.

Cuando salió al exterior pudo respirar. Hacía un poco de fresco, y ella no tenía más que una camiseta sin espalda y una falda minúscula para taparse hasta llegar a casa.

Suspiró. Se notaba cansada, y sabía que seguramente por la mañana tendría agujetas en sitios que no se deberían tener agujetas, pero le daba igual. Había sido muy bueno. El mejor hasta la fecha.

Una sonrisa involuntaria se apoderó de sus labios cuando, de repente, recordó su nombre.

Tony.

longitud: drabble, fandom: original (besos), advertencia: lemmon, pairing: gin/tony, ~ escrito: original

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