Eterno Retorno [Fandom Original]
Rota.
Nunca en su vida se había sentido igual. Igual de mal. Como rota en pedacitos diminutos. Y eso que su vida había sido siempre una sucesión continua de sentirse mal.
Pero al menos sabía donde buscar. Porque mala hierba nunca muere. Y los gatos viejos saben donde están todos los escondrijos para sobrevivir al invierno.
Entró en el lugar, polvoriento, maloliente, destartalado. No era lugar para alguien como ella. Y lo sabía. Nadie bajaba a los barrios bajos con zapatos de tacón y un vestido de princesa.
Se acercó al rincón más alejado de la puerta. Y le dedicó una sonrisa a Raoul, un viejo marinero jubilado que se ganaba la vida en París vendiendo drogas a niñas que no deberían tomarla. Lo había conocido tiempo atrás. En otra vida.
-Años sin verte-le dijo él a modo de saludo.
Le dedicó una sonrisa de niña adorable y colocó un billete de cincuenta euros sobre la mesa coja.
Él le dedicó una sonrisa con su boca medio desdentada y le pasó cinco pastillas.
La chica frunció levemente el ceño. Años atrás por cincuenta daban diez. Pero bueno, la vida sigue, los tiempos cambian y todo parece ir a peor por momentos.
Y sin embargo allí estaba ella, en la misma barra del mismo bar en el que se había hecho el tatuaje. Con la misma cantidad de pastillas en la mano. Y con un vaso lleno de tequila para ayudar a bajarlas.
Los griegos y su Eterno Retorno. Pasase lo que pasase siempre volveríamos a lo mismo.
Las pastillas se movían en su mano, y ella fue consciente de que le temblaba la mano. Las apretó con fuerza. Antes la mano no le había temblado nunca. Ni con las pastillas ni liando porros para compartir entre tres.
Se preguntó qué habría sido de Jaqueline y Sebastian.
Recordó la calavera gigantesca con la que se había despertado Jacquie en la espalda, y dio gracias al cielo por haber salido sólo con una estrella.
Su estrella.
Dejó el vaso con el tequila sobre la barra. Se acercó a Raoul con una sonrisa y dejó las pastillas sobre la mesa.
Que les diesen a los griegos y a su Eterno Retorno.
No tenía pensado volver a lo mismo. Ya iba siendo hora de aprender a saltar las paredes antes de darse golpes contra ellas.