Capítulo 1 [Original: Fools in love]

Jul 18, 2009 06:46

Título: Un día de primavera / En el país de las maravillas / Casi ilegal / Como cuando era alguien
Fandom | Personajes: Original (Fools In love) | Hellen Wellington, Noelle Raven, Redd Anderson & Rick Dermont
Rating | Advertencias: R | Nada
N/A: Este original está escrito a medias entre pepperbee  y yo. Además es el regalo de cumpleaños de xpunkshadow . El índice está aquí.
Palabras: 1993


Capítulo 1

( Día de primavera )

Era el primer día que no llovía de todo el año, pese a que ya estaba bien entrada la primavera. De hecho, incluso podían verse unas rayuelas de sol colándose entre nubes que recordaban a las frágiles formas del algodón de azúcar.

Iba caminando hacia el instituto, pese a que podría haber ido en limusina. Pero el sol le arrancaba reflejos rojizos del cabello, y eso era algo que valía la pena aprovechar. Como el dedicarles sonrisas entre inocentes y traviesas a todos los chicos con los que se cruzaba.

Porque si algo había aprendido Helen Wellington a lo largo de sus quince años de vida, era a aprovechar las oportunidades, para lo que fuese. Pese a que pudiese considerarse que las oportunidades se pelearían por una niña rica. No le gustaba tener dinero -aunque tampoco le molestaba, que tonta no era- porque tener dinero implicaba tener la mirada de gran parte de la sociedad fija en su nuca todo el rato.

Y pese a todo, la única opinión que alguna vez le había importado a Helen era la de su amiga Noe.

Se agarró la cinturilla de la falda del uniforme y le dio un par de doblas, haciendo que el borde inferior se subiese desde la rodilla hasta el medio muslo, y después se sentó, con un cruce de piernas al más puro estilo Instinto Básico, mientras esperaba a que su amiga llegase.

Noe, Noelle Raven, para ser más concretos, había sido su amiga desde que habían empezado juntas en la escuela primaria. Vale que a lo mejor Noe no podía liarse un porro con un billete de veinte, porque en su casa no sobraba el dinero. Pero Helen siempre había mirado más allá de las cuentas corrientes.

La vio acercarse por la acera y no pudo reprimir una sonrisa. Noe era todo lo que a ella le faltaba. Era dulzura, y esa chispa de inocencia. Era su mitad complementaria. Noelle caminaba de una forma que recordaba a un cruce entre Heidi y Alicia en el camino de baldosas amarillas de la peli de Disney.

Tenía el pelo rubio recogido en un moño del que se escapaba algún que otro mechón rebelde, y esbozó una sonrisa cargada de inocencia, como de niña, cuando la vio.

-¡Hell! Se te pueden ver las bragas desde abajo-dijo, señalando a la parte baja de la escalera.

Helen esbozó una sonrisa traviesa y se puso de pie al lado de Noelle.

-Por eso me siento aquí, Noe, por eso…-dijo, como quien cuenta el secreto más grande del mundo. Después estalló en carcajadas y le pasó a su amiga un brazo por los hombros antes de darle un sonoro beso en la mejilla-Buenos días, mi niña-susurró luego, mientras empezaban a subir hacia la entrada.

( En el país de las maravillas )

Se levantó tarde y tuvo que correr por toda la casa preparando las cosas. A pesar de ser hija única no había tenido caprichos ni los quería, ella era feliz siendo como es, tal vez algo infantil, ella consideraba eso ‘inocencia’ porque no quería ser como los aburridos adultos.

Sin embargo ella era una adulta, llevaba varios meses trabajando los fines de semana en la panadería del barrio, ayudando por las mañanas. El dinero extra siempre era bienvenido y más cuando sus padres la amenazaban con sacarla del colegio.

Porque Noelle era una niña que vivía según las reglas y, cuando no lo hacía, cosas malas sucedían. Y no era una profecía barata, era su vida. Sus padres, quienes no habían gozado de grandes éxitos, se habían matado por meterla en ese colegio y ella debía ser la niña bien, formarse entre los mejores y no desviarse de su camino; toda distracción estaba prohibida.

Pero los secretos no siguen reglas y en la vida de Noelle había uno grande: Hell.

Helena por fuera era una niña rica, guapa, preciosa, con unos modales finísimos y de una de las familias más poderosas del país. Por el otro lado, era la diablesa andante más peligrosa que jamás ha visto el universo. Si había algo en Hell que le gustase a Noelle era ese fuego que corría por sus venas, las dos se compensaban, su amiga le permitía escaparse del mundo, la jaula que sus padres le habían labrado.

El autobús la dejaba a tres calles del colegio, por lo que se hizo el moño por el camino, mirándose en los escaparates para que quedase bien puesto; se arregló el uniforme y repasó mentalmente si llevaba todas las cosas necesarias. La falda a cuadros azules y verdes no era gran cosa, le llegaba por las rodillas y era plisada; el suéter azul marino le quedaba más bien grande, se había comprado con previsión de gastarlo durante los años que le quedaban, al igual que la camisa blanca que asomaba por el cuello del suéter. Se subió los calcetines hasta la rodilla mientras esperaba a que el semáforo se pusiese verde.

-¡Hell! Se te pueden ver las bragas desde abajo- llegó al lado de su amiga y sonrió. Estaba segura de que Helen ya lo sabía, ¡eran amigas desde primaria! Si no se conocían, que la quemasen viva.

Aceptó el beso de Hell encantada. En algún momento de su infancia ‘Noelle’, una niña bien, trabajadora y sin sueños, se había convertido en ‘Noe’, alguien con ganas de vivir pero aún sin el coraje suficiente para enfrentarse a las reglas. Pero siempre estaba Hell, que la acompañaría pasase lo que pasase.

-A más de uno se le caerán los lib-... -calló cuando un chico alto y rubio tropezó mirando las largas piernas de la morena y se le cayó todo de las manos- ¿ves? A eso me refiero...

Pero ella quería a Helen más que a nada en el mundo, como a una hermana o más, porque las dos soñaban con que un día serían libres.

( Casi ilegal )

Abrió un ojo y volvió a cerrarlo rápidamente, cegado por el sol. Notaba un cuerpo prieto y cálido pegado a su espalda, así que se giró despacio y observó las formas que hacía el sol en la piel desnuda de Rose.

Rick se sentó en la cama y se pasó una mano por el rostro, para intentar despejarse un poco. Llevaba tres semanas tirándosela, y la verdad es que empezaba a estar aburrido. Sobre todo porque ella quería cosas que él no. Ella quería abrazos, quería besos en el pelo y caricias en la espalda después de follar. Y a él sólo le apetecía dormir.

Las tías le daban al sexo una importancia que él nunca lograría entender.

Se levantó de la cama, intentando no despertarla, y fue hacia la cocina. Abrió la nevera y bebió un largo trago del cartón de leche, directamente a morro. Después volvió a su cuarto a buscar algo que ponerse.

Rose estaba despierta, y sentada en el borde de la cama, envuelta en una sábana y con sus enormes ojos azules mirándolo fijamente. Siempre había tenido una extraña debilidad por los ojos azules.

Ella tenía dieciséis años. Él diecinueve. Casi podría considerarse ilegal. De hecho, lo sería, si él no fuese capaz de hacerle perder el control.

Había llegado la noche anterior. Había llamado a su puerta y lo había besado ya en el umbral. Y habían acabado en la cama. Como siempre. Y sólo porque ella había discutido con su padre.

-Oye, Rick… ¿puedes llevarme al instituto? -y lo mira casi suplicante, con esos enormes ojos azules. Y él no sabe negarse.

-Vale, pero rápido que tengo que ir a currar.

Porque aunque en otra vida hubiese sido un nene bien, Richard Dermont había muerto y el hombre que había huido de la universidad a la primera de cambio se llamaba Rick, y no tenía nada que ver con el niñato pijo que había sido antes.

Sólo tenía su moto, su guitarra y su trabajo de mecánico. Y a ratos tenía a pibas. A otros sólo a Redd. Como si de un compañero de fatigas se tratase.

Cuando llegaron a la calle miró al cielo. Estaba más despejado de lo que había estado durante meses. Y eso le hizo ponerse de buen humor.

Rose se subió a la moto, pegando lo máximo posible las tetas a su espalda. Sabía lo mucho que le encantaba provocar. Tenía ese algo de chica fácil que casi siempre lo volvía loco.

El tráfico era fluido por las calles que tomó para llegar al instituto de la chica. Se paró en frente y esperó a que ella se bajase para mirarla.

-Oye, Rose… no vuelvas a buscarme, ¿vale? Esto se acabó.

Y sin esperar respuesta alguna, aceleró la moto y se alejó de allí.

Así era él. El chico callado que prefiere decirlo todo con un beso o un puñetazo. El chico que prefiere un corte en seco antes que andarse con rodeos.

A veces hiriente. Pero al menos, y estaba orgulloso de ello, siempre sincero.

( Como cuando era alguien )

Tiró las baquetas contra la pared que cayeron haciendo ruido por la habitación. Estaba cabreado y encima no podía tocar. ¡Joder! Lo que habría dado por borrar a todo el mundo del mapa.

Otra maqueta rechazada, otra vez a empezar de nuevo y el alquiler no se pagaba solo. Tendría que buscarse otro trabajo, lo que significaba menos tiempo para ensayar, bueno, daba igual, no dormiría si hacía falta pero nadie le arrebataría el sueño. Su sueño, ese maldito sueño que lo había consumido desde que empezó el instituto. Lo dejó todo por su sueño y éste estaba jodiéndole la existencia ahora. ¿Es que no podría haber un poco de ayuda divina? Y no, no es que creyera en Dios ni en gilipolleces esas, lo que esperaba es algo que le ayudara porque él estaba en las mínimas.

Se acostó en la cama poniendo las manos sobre la frente y mirando el techo recordó, los fragmentos de memoria dolían, en el corazón, en la cabeza, pero ahí estaban, como atormentándolo.

-¡Redd! - Gritó una voz femenina desde la cocina - ¡Deja ya ese trasto y ponte a estudiar!

Papá llegaba tarde. Su madre estaba vistiéndose porque tenían una cena de la empresa de él, porque ella no trabajaba, siempre estaba en casa con Redd, desde que era pequeño siempre la recuerda ahí.

Aquella noche nunca volvieron. Un accidente de coche. Ocurren tantos y con tanta frecuencia que piensas que jamás te ocurrirá a ti. Es verdad, les ocurre a las personas que más quieres, que duele más.

Apretó los párpados con fuerza y algo parecido a un gemido salió de entre sus labios. Ya habían pasado tres años y las cosas habían cambiado drásticamente.

Ya no había nadie ahí para pagarle un techo, una comida, el colegio, las clases de batería, la ropa; ya no había nadie que le quisiera, sus padres ya no estaban ahí. Así que él, con diecisiete años, se había visto en la calle, nadie querría adoptar a un niño tan adulto. Al menos pudo escaparse de aquel lugar.

Ahora estaba en ese apartamento. Solo. Como estaría desde esa noche que su madre le sonrió a través del espejo mientras se ponía unos pendientes de perlas. Nunca olvidaría su sonrisa.

Saltó de la cama. Debía despejarse.

Afuera hacía buen tiempo, por fin había dejado de llover, tomó la cazadora y salió cerrando la casa con un portazo. A lo mejor iba a su antiguo instituto, había un parque precioso en frente. A lo mejor recordaba aquellos tiempos en los que su madre venía a mirar si su pequeño estaba bien, pero lo miraba de lejos, no fuera que los mayores se diesen cuenta, era una madre perspicaz. A lo mejor, sólo a lo mejor, nada de eso ocurría y su vida no era más que una pesadilla, se despertaría y ella le sonreiría como siempre diciéndole que ya era hora de levantarse.

Se sentó en uno de los bancos. A pesar de ser primavera aún hacía frío. Y no, ella no estaba ahí.

Nota de pepper: primero, estoy muy orgullosa de poder escribir algo conjunto con Thaly, creo que es una persona maravillosa. Ya sabes, querida, no te quiero por tu dinero, te quiero por tus ideas~ segundo, no sé cómo irán avanzando los personajes pero debo de admitir que ninguno de los cuatro que están mencionados ahí arriba son lo que parecen. Es curioso pero pronto tomarán vida propia~ tercero, si esto aparece último es para darle más importancia, no porque casi me haya olvidado: FELICIDADES A LA NIÑA MÁS MARAVILLOSA, ADORABLE Y ACHUCHABLE DEL UNIVERSO, tú eres como una estrella que jamás se apagará, tienes la paciencia de un santo para soportarnos y las ideas de una maravillosa escritora, estoy segura de que lo que se esconde en esa cabecita algún día será más que premiado, porque, babe, ¡tú lo vales!

Nota de la perra neurótica, aka Thaly: Ains. Esto de traer un nuevo hijo al mundo cuesta, pero vale la pena. Cuando mi señora *señala el párrafo anterior* me propuso escribir algo, dije algo así como "¿en tu casa o en la mía?" ni caso. Neurosis y resaca combinados no hacen bien, so, espero que os haya gustado y todo eso. La verdad es que de momento estamos un poco a la deriva. Los nenes nos dominan (y eso siempre mola) y a ver a dónde les apetece llevarnos. De momento sólo os mando muuuucho amor. Y para mi Chiky: te quiero con toooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooodo mi yo.

Siguiente capi.

personaje: rick dermont, fandom: original (fools in love), personaje: redd anderson, [regalitos, longitud: historia larga, personaje: helen wellington, personaje: noelle raven, ~ escrito: original

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