Título: Take a breath
Fandom | Personajes: RPG (Beauxbatons Academie) | Adrièn Fronsac & Elianne Noire
Rating | Advertencias: NC-17 | Lemmon
N/A: Cuenta para el
quinesob . Está situado después del
Baile de Primavera, y antes de
la conversación entre Adrièn y Lionel en la Sala Común. Mñe. Espero que os guste y eso. Dedicado a
xpunkshadow . Porque si no fuese por ella nada de esto habría nacido (y dile a tu L interior que cierre los ojos; esto es pa ti y pa Julie)
Palabras: 2364
Se dejó caer tras aquellos arbustos, que olían bastante bien, la verdad, y se tumbó de espaldas sobre el césped, con los ojos cerrados e intentando dejar la mente en blanco.
No quería pensar en todo lo que había pasado. No quería pensar en nada, de hecho; pero una y otra vez la realidad caía sobre ella como una maldita losa, aplastándola y haciéndole sentirse pequeñita e indefensa.
Porque sí, estaba colada por Lionel Fournier, como una idiota, como una imbécil, como una niña. Por favor, si sólo había sido un puto polvo, no entendía por qué su estúpido corazón se había encoñado de esa forma.
Y eso no era lo peor, no, porque Elianne Noire podía vivir perfectamente estando enamorada de un tío que se tiraba a todo lo que llevaba falda. Lo que le había dolido de verdad había sido que se había tirado a su mejor amiga. Que oh, vale, llevaba falda, pero…
Dejó escapar un gemido, mientras se frotaba los ojos con los nudillos. No debía pensar en él. Ni en lo que había pasado. No debía pensar en nada.
Pero claro, lo peor no era que el tío del que estaba enamorada se acostase con su mejor amiga, no. Lo mejor era que el tío del que estaba enamorada y se había acostado con su mejor amiga era el padre del futuro ser humano berreante que le crecía en la tripa. Porque, oh, joder, Ely, sólo a ti se te ocurre lo de tirarte a alguien sin usar la cabeza.
Es que en esos momentos no se usa la cabeza.
Todo era un asco. Y ella sólo quería desaparecer de allí. Una parte de ella quería que Lionel la abrazase, y esa parte sólo hacía que se sintiese estúpida por momentos. Otra parte de ella quería pagarle con la misma moneda. Pero claro, oh, hija de puta moralidad, eso le hacía sentirse mala persona.
Se giró, al notar una presencia a su lado, y miró al chico con la cabeza ladeada, al tiempo que el recién llegado se sentaba a su lado.
Lo conocía de vista y de oídas. Era Adrièn Fronsac, hermano de su primo Alphonse y, oh, sorpresa, mejor amigo de Lionel.
Era guapo. Era asquerosamente guapo. Aunque claro, Lionel también lo era. Era como si para pertenecer a su grupito hubiese que ser promiscuo, guapo y… Ely lo decidió en tres décimas de segundo, acostarse con ella.
-Elianne Noire-dijo el chico mirándola fijamente.
-Sí… ¿y qué quieres ahora, si puede saberse?-preguntó, alzando levemente una ceja y mirándolo con una media sonrisa.
-Estás a punto de acostarte conmigo…
Por supuesto, y pagarle a Lionel con la misma moneda, aunque eso le hiciese sentirse como una mierda. Oh, querida moralidad, cierra la puta boca o te la parto a patadas.
-¿Y eso lo has decidido tú solito?-preguntó cruzándose de brazos.
-Bueno… no creo que tú vayas a poner muchas pegas-dijo él, acercándose a ella sin miedo y besándola.
Ely le correspondió al beso, y durante cuatro segundos exactos, se sintió en las nubes. Después, la verdad, empezó a sentirse mal. Porque Lionel se fuese con cualquiera, ella no tenía por qué convertirse en una chica fácil. Ella no era él.
Pero quería… joder, quería sentirse… fuerte.
Se soltó de Adrièn, que, joder, besaba como tres dioses o cuatro juntos, y le dio una bofetada. Dejándole la marca de las uñas y todo.
-¿Y puedes explicarme qué te hace creer que no voy a poner pegas?-preguntó, mirándolo con los ojos entrecerrados, mientras su nariz se rozaba con la del chico. Joder, que ojos más monos tenía.
-Bueno…-la sonrisa del chico se volvió un tanto más inocente y casi podría decirse que compuso un puchero.-Estabas aburrida y… el sexo es bueno para pasar el rato…-añadió, como quien no quiere la cosa.
Ely se mordió el labio inferior. Oh, joder, ella sólo había estado con un tío en toda su vida. Aunque claro, tenía que tener en cuenta que ya no podía quedarse embarazada, así que… de perdidos al río. Ya daba igual todo, porque sabía que a Lionel le iba a importar una mierda que se hubiese acostado con Adrièn. Pero qué cojones, ella también tenía derecho a pasárselo bien. Y punto.
Con un movimiento fluido, casi felino, aprendido de tanto jugar al Quidditch, se sentó sobre las piernas de Adrièn, sentado a su lado, y lo besó con algo muy parecido a la fiereza. Porque tenía mucha rabia dentro, mucho dolor, y sobre todo mucho miedo. Y quería quemarlo todo.
El chico le respondió entusiasmado, y Ely se estremeció al notar como sus manos subían por sus piernas, entrando bajo su falda y acariciando con suavidad la piel blanca de sus muslos.
La chica se separó levemente de él y lo miró a los ojos. Eran de un color verde grisáceo bastante chulo. La forma en que la tocaba, parecía decir que tuviese miedo a que se rompiese. Y ella no era frágil, en ningún aspecto.
-No me gusta la suavidad-susurró contra sus labios, antes de besarlo y morderle, todo a la vez. No le gustaba porque le recordaba a Lionel, que había sido muy mono con ella. Y eso no estaba bien. Quería sacarlo de su mente. Punto final.
Notó como Adrièn sonreía en medio del beso y entonces sus manos subieron por sus caderas y tiraron con brusquedad de la blusa del uniforme, dejando su cintura al descubierto.
Los dedos de Ely se enredaron con la corbata de Adrièn mientras se la aflojaba y se la dejaba suelta sobre los hombros. Sus dientes mordisquearon la mandíbula del chico mientras bajaba un poco más, hacia la piel de su garganta. Al mismo tiempo las manos del chico subían por su espalda, y sus dedos se clavaban en su piel, en una áspera caricia que logró que se estremeciese por completo.
Adrièn tiró de su blusa, logrando que se saltasen todos los botones, y se la quitó por los hombros. Ely entreabrió los ojos cuando los dientes del chico se clavaron en su clavícula derecha, y se mordió el labio inferior para ahogar un gemido. Enredó los dedos en el pelo del chico y lo obligó a separarse de su piel para besarlo con violencia. Algo en ella, algo oscuro, y que le daba bastante miedo, se estaba desatando. Una tendencia autodestructiva. Quería que Adrièn le hiciese daño, daño físico. Aunque el chico no parecía estar mucho por la labor. Sus dedos fueron resbalando por el cuello del chico y empezó a desabrochar su camisa.
-Te gusta ir rápido, eh…-susurró él, con la voz un tanto enronquecida.
Elianne esbozó una sonrisa traviesa, mientras le quitaba la camisa por los hombros y le mordía la barbilla.
-Mucho-susurró contra sus labios, antes de besarlo de nuevo.
Una de las manos de Adrièn se coló bajo su falda, rozando de forma un tanto áspera la piel de su muslo izquierdo, mientras subía lentamente. Ely podía intuir como sonreía en medio del beso, y, joder, aquello le hacía querer sonreír también a ella; pero no era la sonrisa agilipollada que se le había escapado continuamente en otro lugar, en otro momento, con… él. Era una sonrisa diferente, que hablaba de otros sentimientos, o de la carencia de ellos.
Era plenamente consciente de que estaba pensando demasiado, y el recuerdo de unas palabras susurradas contra sus labios, mientras una mano bajaba por su tripa… “Déjate llevar. No pienses…”, la sacudió por completo, y se le llenaron los ojos de lágrimas.
Con los ojos firmemente cerrados desconectó la conexión neuronal que le enviaba los pensamientos, y juntó su frente con la del chico, mientras, con la falda todavía puesta, él le quitaba la ropa interior.
-Me la quedo para mi colección, ¿vale?-le susurró contra la mejilla.
Y Ely no pudo reprimir una carcajada, que Adrièn ahogó besándola con más intensidad que antes. Ella sabía, porque Alphonse se lo había contado, que Adrièn coleccionaba la ropa interior de todas las chicas con las que se acostaba, para llevar la cuenta o algo así, porque no repetía nunca. La verdad es que le daba un poco igual. Le respondió al beso como si quisiese quemarse, o algo por el estilo.
Ella, que siempre había sido una niña un poco inocente, estaba segura de que tendría que sonrojarse, sentir vergüenza o algo; porque, oh, joder, Adrièn Fronsac le estaba metiendo mano en medio de los terrenos a plena luz del día. Pero sorprendentemente le daba igual. Mientras sus manos, siguiendo unos pensamientos que no eran los suyos le desabrochaban el pantalón al chico. Sorprendentemente, no le temblaban las manos. No estaba nerviosa y eso debería ser raro. Pero ya no tenía nada que perder.
Las manos de Adrièn se colocaron sobre su cintura y Ely se aferró con fuerza a sus hombros, y clavó las uñas en ellos mientras sus cuerpos se juntaban. Se mordió el labio inferior para ahogar un gemido, y apoyó la frente en la de Adrièn, que le rozó despacio la piel de la espalda, por dentro de la camisa.
-Hey… ¿estás bien?-preguntó con suavidad el chico, antes de besar despacio sus labios.
Ely le dedicó una sonrisa traviesa y después asintió con la cabeza. Se mordió el labio inferior, porque, oh, joder, no sabía muy bien como iba aquello de estar arriba; pero tampoco quería decírselo y que empezase a tratarla como a una niña de dos años. Por suerte, o tal vez Adrièn había estado con tantas chicas como para saberlo sin que se lo dijese, él le rodeó la cintura con los brazos para ayudarle y ella suspiró, mitad ahogada, mitad agradecida.
Porque, oh, joder, aquello era algo así como genial, o algo de eso. Entrelazó las manos tras la nuca del chico y lo besó profundamente. Ahogó un gemido contra su barbilla cuando la mano del chico que no le rodeaba la cintura casi por completo se coló bajo su falda. Si con aquello se estaba perdiendo a sí misma, bienvenida fuese la perdición.
O algo así.
Era casi como si la hubiese abandonado su conciencia humana, como si no pudiese razonar, y en el fondo ya no podía. El olor de Adrièn, un olor salvaje, animal y el olor del arbusto junto al que estaban, más almizclado, la envolvieron, y le nublaron los sentidos. No oía nada más allá de la respiración agitada de Adrièn en alguna zona cercana a su garganta, y su propia respiración, que estaba conteniendo para no gemir. Sus manos, ardiendo, rozando su piel. Y la piel de la espalda de Adrièn, rasgándose bajo la presión de sus uñas.
Se estremeció, y no pudo seguir reprimiendo el enorme gemido que se estaba atrincherando en su pecho, preludio de otro mucho mayor, que acompañó al orgasmo cuando Adrièn le mordió en la garganta.
Notó como él se estremecía y como, con un ronco gruñido contra la piel de su cuello, llegaba también al territorio del Nirvana.
Su cuerpo se fue aflojando poco a poco, mientras todos sus músculos se iban relajando y su mejilla, pegada al pecho del chico, notaba el latido acelerado de su corazón.
Intentó incorporarse para irse, porque su cerebro estaba empezando a funcionar a marchas forzadas y estaba empezando a pensar de nuevo, cosa que no quería; pero Adrién se dejó caer hacia atrás, abrazándola en el proceso, y fue así como Ely terminó tumbada en el césped, sin ropa interior, con la falda un poco arrugada y la camisa sin botones, abrazada a un chico por el que no sentía absolutamente nada, preguntándose en qué cojones acababa de convertirse.
Aunque no quería que eso ocurriese, porque las comparaciones son más que odiosas, recordó la tarde en la Torre Norte. En aquel momento ella habría vendido más de la mitad de su alma por que Lionel la hubiese abrazado. Porque ahora lo tenía muy claro: estaba enamorada de él. Aunque hubiese tenido que acostarse con su mejor amigo para darse cuenta.
-Oye… ¿tú eres así de cariñoso con todas?-preguntó con una media sonrisa, haciendo un gesto para indicar la posición en que estaban: ella sobre su pecho y él rodeándola con los brazos.
Notó como su pecho retumbaba bajo ella cuando soltó una carcajada.
-Sé que a las chicas os gustan los abrazos después de follar-dijo, mirándola pensativo.-Y aunque sea sólo sexo… me gusta que las chicas se sientan bien.
Ely esbozó una sonrisa agradecida.
-Pues gracias… en serio-dijo después, con suavidad.
Adrièn le estaba acariciando la espalda por dentro de la blusa, y eso la estaba empezando a adormilar.
-Ahora vas a decirme que antes nunca te habían dado un abrazo de estos, o algo…-dijo con incredulidad.
Soltó una risita y cerró los ojos.
-Si yo te contase…
-Tenemos toda la tarde…-dijo él con suavidad, incorporándose con cuidado y dejándola a su lado.
Ely alzó una ceja.
-¿Ahora vamos a ser amiguitos o algo de eso?-preguntó con una sonrisa un tanto traviesa.
La sonrisa que Adrièn esbozó era una de esas demoledoras, que hacen que un chico consiga lo que quiere porque a la chica en cuestión se le derriten las rodillas o algo de eso.
-Sólo si tú quieres-aseguró.
Ely soltó una carcajada.
-Vale… tú has sido mi segundo chico, y no, nunca antes me habían dado un abrazo de esos.
Adrièn, le acarició él pelo mientras esbozaba una sonrisa.
-Pues… tú has sido mi… mi… chica número…-soltó un bufido-Si te sirve de consuelo, a mí tampoco me han dado nunca un abrazo de esos-añadió con una sonrisa traviesa.
Ely le soltó un puñetazo suave en el hombro al tiempo que soltaba una risita.
-Adrièn… me tengo que ir, ¿vale?-dijo con suavidad, poniéndose en pie y cerrándose la blusa con un nudo.
Él asintió y le dedicó una sonrisa.
-Nos vemos…
-Claro-repuso ella. Después esbozó una sonrisa maliciosa.-Oye… dale saludos a Lionel de mi parte, ¿vale?
Y se alejó de allí. Porque sí, fijo que un Seitrè sabía sumar dos más dos.
Porque sí. A eso de follar podían jugar todos, ¿o no?