Aug 17, 2008 11:21
Todavía le late el corazón a la altura de la garganta, o tal vez un poco más abajo, pero siente como la sangre, su puta sangre, bombea cerca de sus oídos.
La primera bocanada que toma le causa dolor. La segunda ya es más suave.
Acaba de marcharse de Grimmauld Place, y ha corrido como alma que se lo llevaba el diablo por las calles de Londres hasta terminar allí. No logra identificar el sitio, pero tampoco ha paseado lo suficiente por el la parte muggle de la ciudad como para poder orientarse.
Se deja caer al lado de un contenedor de basura que huele mal, pero no le importa demasiado. Siente ganas de llorar, y eso es más humillante para un Gryffindor que para un Black estar sentado junto a un basurero.
Esa noche ha sentido que si hubiese aguantado un segundo más en casa le habría explotado la cabeza. Por eso se levantó de la mesa, donde su familia se regodeaba en el honor de la sangre y su nombre de estrellas, y salió por la puerta con su chaqueta de cuero y la varita en el bolsillo.
Por primera vez repara en el callejón donde se encuentra, y ve un coche aparcado a lo lejos. Pensar en cosas ajenas a él le ayuda a dejar de pensar, de tener ganas de llorar porque ya no hay esperanza.
Si él ha huido, ahora Regulus tendrá que cargar con un destino que le estaba destinado a él. Y Sirius eso no se lo perdonará jamás. Porque ha dejado a Regulus en una familia de hienas. En una familia de bestias sedientas de su propia sangre.
Y él, sentado en ese callejón lúgubre y desangelado lo único que puede hacer es lamentarse, insultarse a sí mismo en lo más hondo.
Porque no quería una existencia atada a unos ideales que no le pertenecen. Y ha condenado a su hermano pequeño a luchar en su lugar.
· fuente: reto,
~ escrito: fanfic,
longitud: drabble,
fandom: harry potter,
personaje: sirius black,
comunidad: lmf_torneo