Jul 07, 2008 13:35
Si Sirius Black tuviese que clasificar a su prima Bellatrix de alguna forma, le llamaría zorra, ninfómana y un poco gilipollas -más que nada por creer en una filosofía clasista y anticuada que la hace considerarse superior a los demás- porque Sirius Black odia a su prima y ella lo sabe, como también sabe el influjo que ejerce sobre él. Y se aprovecha de ello para conseguir de Sirius todo lo que quiere. Un polvo de vez en cuando, porque la verdad es que el chico no lo hace nada mal.
Si Narcissa Black tuviese que clasificar a su hermana Bellatrix -y la única que tiene de modo oficial- diría que es decidida, idealista y, según su madre, un modelo a seguir. Aunque Narcissa no comparta sus ideales y sólo asienta a ellos; aun que no la considere el modelo por el que ella debería guiarse, según su madre. Bellatrix tiene su misma sangre, y esas cosas influyen a la hora de tomar determinadas decisiones, como por ejemplo dejarla entrar en su dormitorio y abrirse de piernas para sus dedos. Porque hay cosas que son importantes, como la sangre y la pureza, aunque Narcissa no esté dispuesta a empuñar una varita por ellas. Hay otras cosas que puede hacer, y cuando tiene la cabeza de Bella entre las piernas, es cuando lo entiende.
Si Bellatrix Black tuviese que clasificarse a sí misma de alguna forma, se llamaría idealista, constante y bisexual. Porque si. Ella está dispuesta a luchar por lo que quiere y cómo lo quiere. Es constante hasta límites insospechados. Y si. Es un poco bisexual. Ella no lo reconocería jamás, y sólo a veces lo piensa, pero prefiere echarle las culpas a la sangre. Porque al final es todo por ese motivo. Le da igual cabalgar sobre su primo Sirius o meter la cabeza entre las piernas de su hermana Narcissa. Prefiere a cualquiera de los dos antes que a Rodolphus. Porque ellos llevan sangre de Black en las venas.
Eso forma parte de ser un Black. Valorar la sangre por encima de cualquier cosa. De todo.
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El comedor está oscuro, tan solo iluminado por las velas que descansan sobre la mesa en candelabros de plata. Bellatrix come en silencio, sin alzar la mirada de su plato. Le encantaría asesinar a Sirius muy lentamente, con alevosía y premeditación; pero si lo hace perderá la oportunidad de follárselo como ha hecho esa misma tarde, y sería una pérdida notablemente sustanciosa para el mundo.
Ella, sentada delante de Rodolphus, fingiendo ser su adorable futura esposa, sin bragas y con el cuerpo sudado por haber estado follándose a su primo cinco minutos atrás. Y él, jodido cabrón, le ha robado las bragas y se las ha enseñado en el peor momento. Si en aquel momento, en el salón, no hubiesen estado su madre, su tía y su abuela, Bellatrix habría asesinado a Sirius.
Y ahora no puede hacer más que disimular. Aun que desee matar a Sirius. Porque desde antes que Rodolphus se marchase, ya han estado los ojos de su hermana Narcissa clavados en ella. Bella sabe que es una persona muy intuitiva, y que, aunque sólo tenga diecinueve años y sea una cría -no más que Sirius, pero él hilo de otro tapiz- tiene muy claro lo que quiere, cómo lo quiere y que hará lo que sea para conseguirlo.
Y Bellatrix, que conoce a su hermana mejor de lo que ella misma cree, sabe que si Narcissa se entera de que ella se ha follado a Sirius le montará una escena. Y lo peor de todo, no será una escena escandalosa -de las que Bellatrix puede controlar.- sino que será sibilina, silenciosa y dará, como sólo Narcissa sabe, donde a Bellatrix más le duele.
-Bellatrix, querida, ¿podrías pasarme la ensalada?-Narcissa la mira con esos ojos azules fríos como el hielo.
-Si quieres te sirvo yo.-la voz en el punto exacto de sugerente y una sonrisa de medio lado junto con una caída de párpados logran que Narcissa sea consciente de la exacta sensación de lo que es que las manos de su hermana mayor -que logra siempre dominarla sobre la cama- le recorran el torso desnudo.
-Creo poder valerme por mi misma, gracias.-y Bellatrix odia ese tono de Narcissa, que logra partir la frialdad del hielo. Ese tono que es indiferente, casi magnánimo, y que una criatura visceral como ella no sabe controlar, ni combatir.
-Insisto, Cissy, para eso estamos las hermanas.-dice sirviéndole ensalada directamente en el plato. Cissy -ese nombre que solo usa en sus juegos de cama- ha logrado que los ojos de Narcissa se vuelvan un poco más oscuros cuando las pupilas se le dilatan.
Pero si algo tiene Narcissa Black y Bellatrix lo sabe, es esa magnanimidad que le hace parecer intocable en todo momento. Altiva. Alza levemente una ceja y aparta la mirada de ella.
-Madre.-su voz es dulce y cantarina.-¿Puedo retirarme?-pregunta en voz baja pero perfectamente audible.
-¿Te encuentras bien, hija?-pregunta con dulzura.
-Claro. Es sólo que estoy un poco mareada y no me apetece comer más.
Su madre se estira hacia Narcissa y deposita un beso en su frente.
-Claro, cielo, puedes irte.-replica su madre acariciando el cabello dorado de su hija.
Bella centra sus ojos en su hermana Narcissa. Ve como se levanta majestuosa, con la espalda recta y la barbilla alzada; sus ojos se encuentran con los de su hermana durante una décima de segundo, y luego sale del comedor.
Bellatrix siente la ira latiéndole en la garganta. Nadie la deja plantada en medio de uno de sus juegos poco sanos para la salud mental. Y sexual. Pero para entrar en las filas del Señor Tenebroso hay que saber tragarse los sentimientos y a veces, incluso el vómito -sobre todo las primeras semanas y si vas con Greyback- así que Bellatrix no tiene problemas para esbozar una sonrisa y beber un sorbo de vino de su copa, mirando a Regulus, que se sienta a su lado.
Su primo le dedica una leve sonrisa. Tal vez él sea el próximo en ser reclutado para las filas del Señor Tenebroso. Tiene que dejar a la familia en buen lugar, y al parecer Sirius no está demasiado dispuesto. Al fin y al cabo es un Gryffindor.
Deja los cubiertos sobre el plato con delicadeza y parpadea un par de veces mientras se gira hacia su madre. Es rubia y casi de porcelana. Como Narcissa. Tiene unas finas arrugas en su piel blanca, al lado de los ojos y en la comisura de los labios. Las arrugas elegantes y cargadas de dignidad de una mujer que vive solo para sus hijas, que se desviviría por ellas. Y que ha acusado un golpe en su orgullo cuando su hija mediana huyó.
Bellatrix adora a su madre. Es la persona a quien más quiere después de a su Amo. Y cada vez que recuerda todo lo que lloró cuando Andromdeda le explicó que estaba enamorada de un Sangre Sucia, y que tenía que irse con él porque tenía un hijo suyo en el vientre, Bellatrix siente deseos de matar a la renegada, a su hijo y a todos los que se le pongan a tiro. Porque si. Druella ha preferido entender a su hija que al compromiso de esta con su sangre; porque Bellatrix sabe que su madre prefiere perder a Andromeda y que esta sea feliz antes que conservarla y que sea desdichada.
Su madre la mira con una media sonrisa.
-¿Va todo bien, cielo?-pregunta con suavidad.
-Si, madre, eso creo…-responde con algo que, dentro de sus parámetros, podría clasificarse como dulzura.-Es solo que estoy preocupada por Narcissa. ¿Podría ir a mirar qué tal se encuentra?
Druella Black esboza una sonrisa enternecida a su hija y asiente con la cabeza. Bellatrix se levanta, alisándose la dobla del vestido y sale del comedor, contoneando las caderas, aun que solo sea por joder a Sirius.
Una vez en el pasillo, camina apresurada escaleras arriba, oyendo como los tacones de sus botas resuenan contra la madera. Dedica una sonrisa al retrato de su bisabuela Violetta y sigue por el pasillo de las cabezas de elfos decapitados, hasta llegar a la puerta de la habitación de su hermana.
Entra sin llamar, y se encuentra a Narcissa apoyada en la pared de enfrente a la puerta, mirándola de brazos cruzados y los labios fruncidos. Una mueca irritada en su rostro de porcelana. Bellatrix siente los ojos de su hermana apuñalándola como cuchillos de hielo.
-¿Qué te pasa, Cissy?-pregunta con voz burlona, caminando hacia ella y contoneando las caderas.
-No me pasa nada, Bella.-replica la rubia, apartándose de la pared para que su hermana no pueda acorralarla.
-Narcissa, a mí no me engañas.-dice la mayor de las hermanas acercándose a ella, que está de pie al lado de la cama.-Sé que te pasa algo, y no voy a parar hasta que me lo digas.
Bellatrix sabe que si la acosa, si le aprieta las tuercas, terminará cediendo, diciéndole lo que le pasa. Porque Narcissa es fría como el hielo. Altiva. Pero es una Black y la furia de su misma sangre le corre por las venas.
-Ya sé que no te engaño, Bellatrix; pero tú a mi sí-le espeta, sacudiendo la cabeza para que un largo mechón de pelo fuese a parar a detrás de su hombro. Bella jamás ha visto a su hermana tan encendida.-¿Se puede saber a santo de qué te has acostado con Sirius?
-¿A que viene eso, Narcissa? ¡Estás paranoica!-le espeta Bellatrix a su hermana. Si, poner por loca a la gente también se le da bastante bien.
-¿¡Paranoica yo!?- Narcissa da un paso hacia su hermana, sin que de repente, en medio de su furia, parezca importarle que Bellatrix le saque casi una cabeza.- ¡¿Puedes explicarme entonces por qué tiene él las bragas de encaje que te regalé las Navidades pasadas?-pregunta poniéndose de puntillas y encarándola.
Porque Narcissa Black es una mujer de hielo, fría y altiva. Contenida. Pero cuando se enfurece, cuando se le suelta todo lo Black que lleva dentro, es como el resto de su familia. Calculadora pero actúa sin pensar. Indiferente pero fiera. Indomable.
Bellatrix sabe que las cosas no están yendo por donde ella quiere que vayan, y está empezando a perder la paciencia. Mira a su hermana de arriba abajo con algo parecido a superioridad y sus ojos se detienen en la blusa azul de seda semitransparente y en la corta falda negra. Le pasa un brazo por la cintura y la atrae hacia ella.
Le encanta que los ojos de Narcissa se vuelvan casi tan peligrosos como los de Rodolphus bajo la máscara. Los labios de su hermana son rosados y carnosos. No lo duda más, y como sabe que la va a rechazar, la besa. Narcissa se retuerce. Y a Bellatrix le encanta.
-Ahora no me vengas con esas.-sisea la rubia. Parece haber recuperado ya el aplomo y el dominio de sí misma. Bellatrix suspira interiormente. Va a tener que hacerle perder el control de nuevo.
-Si te encanta…-susurra pasándole la lengua por la clavícula blanca y suave a su hermana.
-¿A Sirius también le encanta?-pregunta en un susurro venenoso.
A Bellatrix no le gusta nada esa conversación. Pero sabe como hacer callar a la gente. A los muggles con un sencillo Avada Kedavra y a su hermana metiéndole la mano bajo la falda y apartando las bragas de encaje rosa que sabe que lleva para separarle los labios y oír un gemido lento y grave salir de su garganta.
Le mete la lengua en la boca y la besa con algo parecido a desenfreno. Saben que lo que hacen no está bien. Pero no les importa. En esos momentos solo importan sus pieles.
Bella empuja a su hermana sobre la cama y se encarama encima de ella, quedándose sentada a horcajadas sobre su cintura. Le aprisiona las manos sobre la cama y la mira a los ojos. La melena le cae por los hombros y las envuelve a ambas.
-Suéltame, Bella.-dice Narcissa en voz baja, controlada y calmada, en apariencia.
Pero ella se limita a besarla, con violencia, levantándose levemente, sin soltar todavía las manos de su hermana y a colocar una pierna entre las de su hermana, frotándole el sexo con ella, haciendo que, en medio del beso, Narcissa empiece a respirar entrecortada.
Bellatrix rompe el beso, le lame los labios y luego la vuelve a besar, metiéndole mucha lengua y logrando que Narcissa mueva levemente las caderas, para frotarse ella misma contra la pierna de su hermana.
-¿Qué pasa, hermanita, tienes prisa?-pregunta Bellatrix separándose de Narcissa levemente.
Ella se incorpora y la besa con rabia, pero Bellatrix tiene muy claro que es ella quien manda sobre la cama. Como siempre. Suelta una de las manos de su hermana, y tan rápido como si estuviese sacando la varita en un duelo, ya la tiene bajo su falda.
Y Narcissa gime en voz baja, mientras Bellatrix la masturba. La otra mano de la morena baja despacio, acariciando el brazo de su hermana y le empieza a desabrochar la blusa, dejando al descubierto su sujetador de encaje, rosa.
Sus labios empiezan a bordear la piel blanco satén de su hermana, mordiendo los pezones que se yerguen bajo el encaje. Y Narcissa gime. Gime cada vez más, mientras Bellatrix baja por su tripa, lamiendo, dejando un camino de saliva por la suave piel de la única hermana que tiene.
Llega a la falda y se la baja con las dos manos, dejándola por las rodillas. Narcissa suelta un pequeño gruñido de protesta al perder el contacto de los dedos de Bellatrix en su clítoris, y se retuerce levemente. Pero su hermana le pone una mano en el vientre plano y de aspecto frágil, logrando que se esté quieta.
Y Bellatrix roza con la nariz el suave vello rubio de su hermana, antes de separarle los labios con la lengua y rozarle levemente el clítoris. El gemido que suelta Narcissa es ronco y prolongado. No parece terminar nunca, y Bellatrix sigue lamiendo, mientras uno de sus dedos, largos y finos, juguetea en la entrada de su hermana, haciendo que las caderas de Narcissa se muevan involuntariamente contra él.
Los gemidos de Narcissa casi parecen sollozos cuando Bellatrix introduce despacio el dedo. La morena sonríe de medio lado y rodea el clítoris de su hermana con la lengua, haciendo que la menor de las dos ahogue un grito. Le gusta hacer eso. Le gusta tener el control.
Sabe que eso no lo haría con ninguna otra mujer en el mundo; pero su hermana tiene su misma sangre. Sangre de Black.
Nota como se corre despacio, lento y en voz alta. Y Bellatrix sonríe de medio lado, divertida. Se pone de pie al lado de la cama. Y sonríe a su hermana casi con desprecio.
-Y no vuelvas a pedirme explicaciones, Cissy.-dice luego, en voz baja, antes de salir del dormitorio.
Porque ella no le rinde jamás cuentas a nadie. Y menos a su hermana menor, que se corre con el simple roce de su lengua.
~ escrito: fanfic,
# periodo: quinesob,
advertencia: incesto,
advertencia: femmslash,
advertencia: lemmon,
longitud: historia larga,
pairing: bellatrix/narcissa,
fandom: harry potter