Jan 28, 2009 12:00
Isabella Swan siempre tendría dudas.
Pasaran años, pasaran meses, pasaran días pero aquellas dudas estarán. Son pequeños misterios sin resolver que siempre estaban en la punta de su lengua, robándole los pensamientos y quitándole el descanso en sus noches.
Había momentos, en que aquellos pensamientos se filtraban en su mente como una pequeña voz cantarina e interrumpía su momento de paz y plenitud con Edward. Y la dejaban nerviosa. Y el romance se rompía, cómo un químico que dejaba de surtir efecto.
Por eso, aquella noche, una de las más frías que había pasado en Forks, en la que la calefacción no calentaba y las mantas no parecían ser suficientes, decidió soltar las palabras que colgaban en la punta de su lengua.
Miró a Edward, tratando de no perderse en los ojos dorados y brillantes ni en las perfectas facciones de su rostro dulce. No. Iba a hacer fuerte.
Al menos, por esta vez.
-Edward -empezó Bella con voz cansada, ligeramente ronca, y con una expresión demasiada perezosa como para tomársela en serio.
Tal vez se debía a que Edward acariciaba sus dedos con los de él. Fríos, pero la derretían igualmente.
-Es mejor que duermas -le susurró besándole en la mejilla, permaneciendo sólo unos segundos más sobre su piel. Y ella saboreó aquellos segundos.
Las palabras que colgaban en su lengua murieron, se olvidaron, volviéndose polvo en las profundidades de su mente.
Bella se acomodó en la cama, acurrucándose contra Edward sin importarle el frío. Aquél misterio sin resolver, aquellas incógnitas que colgaban en su mente podrían esperar un poco más. Porque, sabía, tendría todo el tiempo del mundo para hacerla.
Toda la eternidad.
Otro día podría preguntarle.
crepusculo,
30vicios,
cliam: edward/bella