La Compostura ha Abandonado el Edificio 2da parte

Jul 02, 2009 23:07


Fandom: Harry Potter
Título: La Compostura Ha Abandonado el Edificio
Autora: Anna Fugazzi
Clasificación: M
Resumen: Secuela de una parte de La Confesión Es Buena para el alma. Timestamp para scrtkpr, que pidió una historia ubicada seis horas después del final de la Confesión.



La Compostura Ha Abandonado el Edificio

Esto era ridículo. Estaba increíblemente nervioso, de una forma que no había sentido cuando le mostró su casa a Draco el sábado. Pero ahora era diferente, eso había sido enseñarle la casa a un amigo y colega y ahora se la iba a mostrar a... fuera lo que fuera Draco ahora. Comenzó a desear haberse reprimido de limpiar tanto porque era obvio que había hecho algo. La cocina rechinaba de limpia, muy parecido al estado en que la tenía tía Petunia. Todo estaba alzado, las superficies relucientes, las especias ordenadas alfabéticamente. La sala estaba igualmente prístina. En contraste el pasillo y el comedor seguían teniendo las mismas pilas de libros y papeles desordenados que Draco había visto el sábado y oh, qué bonito, había una canasta de ropa sucia en el descanso de las escaleras.

“Erm.” Movió la varita hacia la canasta para llevarla hasta el cuarto de lavado e hizo una mueca cuando unos bóxers se cayeron quedando completamente extendidos en las escaleras.

Y por supuesto tenían que ser los bóxers de snitches rosas que Ginny le había regalado de broma. Movió la varita con mas fuerza de la pretendida y los bóxers salieron volando escaleras abajo dejando una estela rosada que quemaba las retinas. Se dio la vuelta hacia Draco esperando que no hubiera visto nada.

No tuvo tanta suerte; Draco parpadeaba rápidamente, como si se hubiera quedado ciego y tenía los labios fruncidos. “Me gusta lo que has hecho con tu casa,” dijo finalmente, Harry no pudo evitar comenzar a reírse y Draco se le unió.

“Erm. Si. Lamento lo de ahorita.” Se aclaró la garganta. “¿Te puedo ofrecer algo?”

“¿Café?”

“Si, claro, tengo un poco. Creo.” Buscó en la alacena percatándose del contraste entre el desastre que reinaba ahí y el resto de la cocina.

“¿Panecillos Berthold?” preguntó Draco señalando con la cabeza una lata sobre el mostrador.

“¿Quieres? Son de Ginny, pero ella no vendrá en un rato.”

“Asumo que ustedes dos siguen siendo amigos,” comentó Draco.

“Si, por supuesto.” Sonrió al pensar en Ginny. Se preguntó si la chica le creería algún día quien estaba en su cocina en este momento. “Ella... bueno, no te diré que es como una hermana para mi, porque eso implicaría todo tipo de cosas desagradables sobre lo que pienso de las relaciones entre hermanos, pero es como de la familia. Quizá... como una prima. ¿Si quieres un panecillo?”

Draco asintió. “Si, tomaré uno. No los he probado en mucho tiempo. No los venden en Lerwick.”

Harry lanzó un hechizo y llevó flotando tanto los panecillos como las dos tazas hacia la sala. Movió la varita hacia la ventana para atenuar un poco la luz, para darse cuenta después de que lo mas probable era que pareciera que estaba tratando de crear una atmósfera romántica. Exhaló impaciente porque ésa no era su idea; si no que a veces podía resultar irritante el sol de medio día que entraba por la ventana a estas horas de la noche. Aunque al parecer la mayoría de los muggles se habían acostumbrado. Y tampoco era que tuvieran muchas opciones.

Dejó los panecillos y los cafés sobre la mesita, felicitándose por ser un buen anfitrión a pesar del incidente de la ropa interior. Se recordó inmediatamente que no tenía que jugar al anfitrión, Draco lo conocía.

Bueno... lo conocía como colega y como paciente. Siempre existía la posibilidad de que al observar mas de cerca el ambiente descuidado de su casa y sus modales propios de un troll descubriera que su interés romántico disminuía dramáticamente.

Pero Draco no estaba observando el ambiente descuidado de su casa. Estaba en la ventana de la sala observando la vista espectacular de los acantilados de Papa Stour con las olas que reventaban en la base y lanzaban la espuma hacia el cielo.

Estaba observando la vista con el mismo embeleso con el que Harry la veía todavía, aún después de tener tres años viviendo ahí. Al igual que las llamas del fuego, el mar siempre era fascinante, a veces juguetón y pacífico y otras molesto y turbulento pero nunca igual. En este momento la luz del sol arrancaba destellos de las olas y Harry pensó en una cama de joyas parpadeando en la guarida de un dragón.

Era todo lo que amaba de este lugar; la vida, la naturaleza y la soledad.

“Es hermoso,” dijo Draco suavemente. “Y casi no hay nadie mas que lo vea.”

“Eso lo hace aún más hermoso,” replicó Harry con voz ronca.

Draco asintió lentamente. “Aquí a veces te da la sensación de ser la única persona en el mundo.”

Harry sonrió. “En especial en Papa Stour, solo hay unos veinte muggles en toda la isla.”

“¿Cuántos magos?”

“Creo que cinco. No nos reunimos mucho. Mi casa es indetectable, por lo que resulta difícil que la gente venga.”

“Es curioso como eso no parece ser muy importante aquí. Este es un lugar fantástico para la gente a la que no le importa su propia compañía.”

Harry asintió. Precisamente ésa era una de las mejores cosas de Shetland: su inmensa soledad y tranquilidad. La forma en que podías sentir el lugar en sí, con sus rocas, mar y pájaros, con unos cuantos humanos alrededor para dibujar una línea entre tu y la naturaleza.

“Es un lugar fantástico para la gente a la que le gusta sentirse parte del lugar en sí,” comentó. “Y no sólo ser un grupo de personas que viven ahí.”

Draco miraba el mar. “Se siente como si pertenecieras aquí, mas que en ningún otro lado, ¿no? Algo raro si no eres originario de aquí.”

“De hecho la población mágica es muy buena en eso.”

“¿Si?”

“Si. A muchos de los magos de Shetland no les gusta mucho la gente. No te hacen a un lado porque seas extranjero, te hacen a un lado porque hacen a un lado a todo el mundo. Un evento social al mes es mas que suficiente para ellos.”

Draco soltó una risita. “Me pregunto si los muggles de Shetland harán lo mismo.”

Harry se encogió de hombros. Era curioso que a él nunca se le hubiera ocurrido esa pregunta.

“¿A... a Ginny le gusta aquí?”

“Oh, si,” sonrió Harry. “Le encantaba venir de visita. Pero no se quedaba mucho tiempo. Y no sólo por su carrera - es que necesitaba estar cerca de su familia y amigos.” Se volvió para alcanzar una mirada de... ¿qué era eso? ¿Alivio? Una expresión bastante complicada en el rostro de Draco.

Harry echó un vistazo a los panecillos y al café, percatándose de pronto que no tenía ganas de comerlos. Y quizá Draco tampoco a juzgar por la forma en que lo estaba mirando. Harry se acercó lentamente y sintió que la camaradería fácil cambiaba nuevamente mientras las mariposas en su estómago entraban en un frenesí de actividad.

Y quizá tendría que dar él el primer paso, porque lo mas probable era que Draco estuviera incluso más nervioso que él. Sintió una pizca de orgullo al haber descifrado eso él solo - sin la ayuda de Hermione o Ginny - así que se acercó lentamente, le puso una mano en la nuca, lo jaló un poco y entonces se abrazaron.

Al principio el beso fue lento. Como el beso de esa mañana en el cuarto de Pociones. Y al igual que ese beso, lo puso duro como una roca en un instante, y pasó con tanta rapidez de estar nervioso y excitado a completamente listo para cualquier cosa, que se sintió mareado.

Ah, que encanto; de regreso a los quince años. A este ritmo tendría suerte si no se corría en los pantalones en el momento en que hubiera una pizca de lengua.

Se obligó a no empujar a Draco contra la pared para restregarse contra él en ese mismo momento. Había descubierto que los hombres no necesitaban de tanta preparación como las mujeres, pero sin importar el género, siempre se esperaba un ápice de decoro. Quizá no resultara del todo bien si le agarraba las partes privadas inmediatamente. Además, eso ya lo había hecho en el cuarto de Pociones esta mañana; no había necesidad de repetir el acto en este mismo momento.

Deslizó una mano por su cabello concentrándose en la sensación sedosa, en el terciopelo de su lengua, en la calidez de su boca. El gemido de placer de Draco hizo que cerrara los ojos deleitado, concentrándose en sus cuerpos juntos y sintió que el corazón le daba un vuelco cuando Draco se recargó contra la pared junto a la ventana y lo acercó hacia sí. Nadie iba a entrar, nadie los iba a interrumpir - pero antes de que pudiera decirse que debía bajar el ritmo para disfrutar del momento, se comenzaron a acariciar con fiereza, Draco le acunó la quijada con la mano izquierda mientras que con la derecha le acariciaba la cintura.

Merlín, eso se sentía fantástico. El cabello de Draco olía a brisa marina y su boca sabía a vino rojo.

Y pronto estuvieron acariciando todo lo que podían con las manos y resultó mas erótico que lo de esa mañana, porque había estado tenso todo el día anticipando esto, repitiendo una y otra vez su encuentro en el cuarto de Pociones y lo mas probable era que nunca pudiera volver a entrar ahí sin excitarse inmediatamente.

Sintió los dedos cálidos de Draco en su nuca y jadeó conteniendo el aliento mientras sus labios y lengua recorrían su garganta y le lamían el hueco de la base. Volvió a unir sus labios para besarlo con fuerza, el vino rojo y la brisa del mar llenaron sus sentidos mientras crecía la presión y gruñían al mismo tiempo, al diablo con el decoro, metió un pie entre los de Draco y sintió que el estómago le daba una voltereta cuando éste abrió inmediatamente los muslos de tal forma que quedaron mas juntos y luego se frotó lentamente contra él.

“Oh, joder,” susurró. “Si, oh, si...” se presionó contra Draco y la firmeza que sintió lo prendió al instante.

Luego Draco bajó una mano a sus pantalones y Harry le sujetó los brazos mientras Draco le desabrochaba el pantalón, jadeó cuando Draco metió la mano y lo sujetó con firmeza y oh, joder.

Luego su mano comenzó a subir y a bajar, sujetándolo firme, seguramente, provocando chispas que lo recorrieron arrancándole un gemido. Joder, joder, esto era mucho mejor de lo que había sentido en mucho tiempo, era mil veces mejor que ese sueño que había tenido hacía tanto en el que Draco hacía exactamente lo mismo que ahora. No podía hacer nada al respecto y pensó vagamente que quizá debería estar haciéndole algo a él también, pero no podía concentrarse lo suficiente para decidir qué, mientras la talentosa mano de Draco subía y bajaba sin provocarlo, si no sujetándolo con fuerza, elegancia y joder, era tan jodidamente erótico -

Se estremeció y con un esfuerzo sobrehumano se obligó a poner una mano sobre la de Draco para detenerlo y se obligó a concentrarse lo suficiente para abrirle el cierre. Metió una mano temblorosa para sujetarlo, sintió que su cuerpo se ponía tenso y escuchó en su garganta un gruñido estrangulado. Luego Draco se presionó contra su mano urgentemente, se restregaron uno contra el otro, flexionando los músculos, se estaban dando todo lo que tenían, sus respiraciones pesadas se volvieron entrecortadas, el ritmo aumentó y luego -

Oh, dios...

Dios, no había nada en el mundo que fuera como esto. Ninguna paja, ninguna fantasía, ningún sueño húmedo, nada.

Estaban gimiendo, la corrida se les enfriaba sobre los estómagos, sus pechos subían y bajaban trabajosamente. Draco, que tenía la cabeza recargada contra la pared detrás suyo, fue aflojando lentamente la mano para levantarla vacilante para acunar su mejilla y Harry se recargó contra ella suspirando feliz.

Ésta había sido muy diferente a otras primeras veces que había tenido. Caliente, si, y excitante, pero a la vez mas tierna, reconfortante y está bien, de acuerdo, ya se estaba poniendo duro otra vez. Estaba comenzando a creer que no tenía oportunidad alguna de ‘tomarse el asunto con calma y ver a donde va’.

“Joder, eso fue...” se interrumpió y Draco soltó una risita débil.

“Fue brillante,” dijo.

Cubrió la mano de Draco con la suya y sintió algo increíble... ¿cercanía? ¿calidez? No, eso no era lo suficientemente fuerte. Fuera lo que fuera no podía describirlo, y se sentía muy raro. No había pensado de esta forma en Draco antes de ayer por la mañana y aún así parecía que llevaban juntos mucho, mucho más.

“Fue endemoniadamente fantástico,” dijo con voz de sueño. Draco rió suavemente.

“Genial.”

“Si.”

Bueno, esta tenía que ser una de las conversaciones mas tontas que hubiera tenido jamás. Y no es que el momento post sexo fuera lo mas divertido de la vida de nadie, pero...

Se alejó con la mano todavía sobre la de Draco. “¿Quieres...?” miró vacilante hacia la puerta de su recámara.

“Lo que sea,” suspiró Draco acariciando con la nariz el cuello de Harry y éste gimió cuando un calorcito comenzó a recorrerlo nuevamente.

“Dios, ni siquiera te he preguntado...”

“Lo que sea,” volvió a murmurar Draco hacia el hueco detrás de su oreja.

Harry cerró los ojos, su mente iba feliz varios pasos mas adelante hasta el momento - que con suerte sería pronto - en el que su cuerpo se hubiera recuperado lo suficiente para hacerlo otra vez, y entonces estarían en su cama con menos ropa - si, mucha menos ropa, eso sería genial - y quizá pudiera haber más piel y pudiera saborear más tiempo esos dedos talentosos sobre su cuerpo, haciéndolo venirse, los dos pegajosos y todo tipo de posibilidades maravillosas...

Y todavía tenía el lubricante de Robin, el de olor a miel -

Robin. Oh, diablos, sería mejor que no hubiera cualquier otro objeto vergonzoso en su recámara. Repasó mentalmente todos los regalitos de broma que habían intercambiado él y Robin y se preguntó brevemente si a Draco le agradaría eso también y si sería correcto que se hicieran regalos mientras que éste siguiera técnicamente casado y si Draco seguía haciendo lo que estaba haciendo con la lengua, lo mas probable sería que necesitaran antes del lubricante...

Aunque había algo que no estaba... del todo... bien.

Comenzó a alejarse - no, sí estaba bien. Iban a subir a su recámara y eso estaba bien; a diferencia de Jessica, Robin se había marchado por completo de la vida de Harry, nunca habían vivido juntos, a diferencia de Draco y Jessica - ¡argh!

Se alejó un poquito descansando la frente sobre la de Draco durante un momento, no tenía idea de qué decir. Draco le tocó la mejilla volviendo a juntar sus bocas, el sabor de sus labios hizo que Harry se mareara nuevamente y le arrancó un gemido de respuesta antes de que se volviera a alejar.

“Espera.”

Draco se alejó también y lo miró un momento y Harry se percató de que haber puesto el freno había sido una mala idea, una muy mala, porque la falta de los labios de Draco sobre su piel le estaban permitiendo pensar con mayor claridad y eso no era necesariamente algo bueno. Porque pensar con mayor claridad no era para nada un buen sustituto de sus labios.

“¿Qué pasa?” preguntó Draco. Y ahora tenía que dar una explicación. Bien hecho, Potter.

“Erm,” hizo una pausa. “Yo, erm, no estoy seguro de esto...”

“¿Sobre... qué?” Draco frunció el ceño.

“Erm... me refiero a...” Harry se pasó una mano por el cabello repentinamente consciente de lo desaliñados que estaban los dos.

“Mira,” dijo Draco un poco tenso. “Tu... tu sabes lo que siento.” También se escuchaba un poco molesto y Harry no podía culparlo. “¿Tienes dudas?”

“Si, no, no es eso, es tan sólo que -”

“Si no quieres -”

“No, dios, no es que no quiera.” Se pasó una mano agitada por el cabello. “Joder, no es que no quiera,” repitió y algo en su voz pareció relajar un podo de la repentina cautela de Draco.

“¿Entonces qué pasa?”

“Soy algo seguro,” murmuró Harry. “Si quiero, lo quiero tanto que es -” cerró la boca antes de que pudiera decir ‘patético’.

Draco esperó desconcertado y Harry intentó poner sus ideas en orden.

“Lo sé, te estás divorciando. Y... es estúpido, lo sé, no puedo creer que esté diciendo esto y lo mas probable es que yo solito me vaya a patear si es que estás de acuerdo conmigo, pero verás, no quiero que esto vaya demasiado aprisa. No en este momento. No quiero un polvo rápido contra la pared - de acuerdo, eso es exactamente lo que quiero hacer, y mucho, pero también quiero, erm.” Se detuvo completamente antes de que su boca se declarara soberana absoluta de su voluntad y sentido común. Respiró profundo. “Y el problema es que estás casado.”

Draco lo miró fijamente. “Entonces, ¿es que... no quieres hacer nada más hasta que mi divorcio sea oficial?” preguntó lentamente.

“Es una estupidez, ¿verdad?” Harry suspiró. “Tienes razón. No, es una ridiculez -”

“Erm.” Draco parpadeó unas cuantas veces. “No... no es una ridiculez,” dijo finalmente y luego rió en voz baja. “Lo siento, es que no pienso en mí como alguien casado desde hace tanto tiempo que es patético, pero...” suspiró. “Pero lo estoy. Y si es importante para ti... bueno, la cita para llevar a cabo el hechizo de divorcio es para dentro de dos semanas. He, er,” le dirigió una media sonrisa a Harry. “He esperado un año... dos semanas no parecen demasiado tiempo.”

“¿En serio?” de pronto Harry tuvo ganas de besarlo, pero sentía que sería algo incómodo y además un poco extraño tomando en cuenta que todavía no se habían acomodado los pantalones, pero estaba bien, porque Draco se veía divertido y un poco decepcionado, mas no enojado o impaciente.

“Vaya.” Draco respiró profundo alejándose de la pared, miró su reloj para luego volver a mirarlo inmediatamente. “Oh, diablos.” Miró a Harry. “Odio tener que, erm, llegar e irme, pero -”

“Tienes turno mañana,” recordó de pronto Harry. “Y uno muy temprano, ¿verdad?” hizo una mueca. “Maldición, se me olvidó por completo.”

“También a mi,” dijo Draco tímidamente.

Harry sonrió. No era algo difícil de olvidar cuando uno está disfrutando tanto como ellos hacía unos momentos. Y no dudaba mucho que si hubieran seguido con sus recientes actividades, ninguno se hubiera acordado ni le hubiera importado lo tarde de la hora o el hecho de que Draco se tenía que despertar temprano mañana. Pero cuando lo único que enfrentaban era la idea de platicar más... “Si. Lo siento. Deberíamos irnos a la cama. Erm, separados.”

Draco soltó una risita al tiempo que volvía a acercar a Harry para capturar sus labios en otro beso.

“Creo que estoy loco,” murmuró Harry cuando se volvieron a separar y Draco rió abiertamente. “¿Crees que podamos coordinarnos para descansar el mismo día cuando ya se haya realizado tu divorcio?”

“Yo creo que si.”

Harry asintió. “Lo que trae a colación otra cosa. ¿En el trabajo? Digo, tu decides qué se le dirá a la gente, yo no soy el que está haciendo la residencia. O el que sigue técnicamente casado.”

Draco se encogió de hombros. “No me importa mucho,” dijo.

“Pepper y Gwen serán capaces de detectar esto a kilómetros de distancia.”

“Probablemente.”

“¿Te importa?”

Draco lo pensó un momento. “No. ¿Y a ti?”

“No.” Harry le sonrió. “Qué bueno. Actualmente no soy bueno guardando secretos.”

Draco retrocedió pasándose una mano por el cabello. Harry levantó su varita y murmuró un hechizo de limpieza sobre ambos e intentó no mirarlo mientras se reacomodaban los pantalones.

“¿Que pasa?” preguntó y Harry levantó la mirada hacia él un poco sobresaltado.

“¿Qué?”

“Te estás sonrojando,” dijo Draco, sus labios se curvaron en una sonrisa.

“Si?” preguntó dándose cuenta repentinamente de que sentía la cara caliente.

“Y bastante profundo,” señaló Draco.

Harry rió tímidamente. “Bien.” Se pasó una mano por el cabello. “Erm. Bueno. Esto fue...” oh, está bien, después de lo que acababan de hacer esto no era para hacer tanto alboroto. “Lo que acaba de pasar fue bastante parecido a un par de... ideas que tuve hace mucho tiempo.” Se aclaró la garganta. “¿Recuerdas que te conté que me había enamorado de ti en quinto?”

“¿Si?”

“Esta fue una de las cosas en las que pensaba. Tu y yo y, erm, esto.” Hizo una seña vaga que, pensándolo bien, resultó ser bastante más gráfica de lo estrictamente necesario. “En un nicho, en la escuela.”

Draco levantó las cejas. “Bromeas.”

“Debo decir que esto es mil veces mejor, puesto que ya no te odio con todo mi ser.”

Draco se volvió a reír. “Si, eso hubiera estropeado las cosas.”

“Y sin sentirme como un pervertido por fantasear con alguien a quien odio.”

“Intenta fantasear con alguien con quien trabajas todo el tiempo,” dijo Draco a secas. “Mientras estás casado.”

Harry puso los ojos en blanco. “Pero no me odias.”

“¡Creía que eras heterosexual!” protestó Draco.

“Eso no se acerca para nada -”

“Y luego fuiste mi paciente.”

“- está bien, quizá si se acerque un poco.”

“Aunque intenté con todas mis fuerzas no fantasear contigo,” dijo Draco.

“¿Si? ¿Y cómo te fue?”

“Ah. Erm, no muy bien.”

“Y... ¿qué fue lo que...?” Harry se interrumpió cuando Draco le dirigió una sonrisa burlona.

“¿Quieres escucharlas ahora?”

A Harry se le aceleró un poco el pulso. “¿No sería muy buena idea?”

“Probablemente,” contestó Draco serio. “En su mayoría involucraban duchas y -”

“Si, está bien, detente ahí,” se apresuró a decir Harry y Draco se rió de él. “Te veo mañana, entonces,” dijo en la puerta en donde compartieron otro beso abrasador.

“¿Tu también tienes turno?”

“Si, al medio día.”

“Oh, pobrecito bebé,” lo bromeó Draco. “Vas a dormir menos de diez horas.”

“Cierra el pico,” dijo Harry sonriendo. Con el cuerpo todavía hirviendo de endorfinas, se recargó contra el marco un poco deslumbrado por el sol radiante.

“Nos vemos mañana,” dijo Draco dirigiéndole una última sonrisa antes de voltearse y Desaparecer.

Harry se quedó recargado contra el marco un poco mas, observando los acantilados y el mar en la entrada de Kirstan’s Hole, a donde habían ido a dar un paseo cuando le mostró su casa a Draco. Las olas golpeaban suavemente las rocas, la brisa era suave y refrescante.

Regresó al interior, levantó la lata de panecillos y las tazas de café y escombró un poco. Se sentía increíblemente inquieto y no tenía nada que ver con el hecho de que el sol estuviera entrando a raudales en su casa a la non santa hora... quien sabe qué hora era.

Lo que hubiera dado por tener a Ron ahí para poder platicar con él, escucharlo - una vez que se hubiera hecho a la idea - decir algo así como, “Escucha, compañero, lo quieres, ¿por qué no vas por él?” diciéndole lo que quería escuchar, en vez de la voz de Hermione en su consciencia llena de buenas intenciones pero correcta. O las bromas de Ginny.

Suspiró. Se sentó en su escritorio saboreando su cita, la cena, las actividades contra la pared... incluso saboreando la idea de poder estar a solas con él dentro de dos semanas, después de haberlas pasado trabajando juntos anticipando el momento en que estuvieran juntos sin tener esa vocecita estúpida en la consciencia molestándolo. Ocioso, se acercó un trozo de pergamino para ponerse a garabatear ausentemente.

Se quedó pensando un momento y luego escribió

Querida Ginny:

Se detuvo y lo tachó.

Querida Hermione:

No, no, no, no. Eso sería peor que contárselo a Ginny.

Pero, ¿por qué? ¿No querrían saberlo las dos? ¿Y no quería compartir esto con alguien que pudiera comprenderlo? ¿Alguien que se pusiera contento por él dejando de lado todas las bromas y los sermones?

Querida... de acuerdo, no tengo idea a cuál de las dos le llegará primero esto. No importa.

De verdad que nunca van a creer esto. Hizo una pausa y luego sonrió al comenzar a escribir nuevamente.

- fin.

La vista de la ventana de Harry en Papa Stour:

http://i9.photobucket.com/albums/a71/AnnaFugazzi/TheView.jpg

http://i9.photobucket.com/albums/a71/AnnaFugazzi/stacks.jpg

Primera Parte

oneshots, la compostura

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