Jun 03, 2004 01:46
Hoy salía del desastroso examen de Introducción al Periodismo (cuyo suspenso significará mi inevitable deportación a Siberia) y cuando caminaba cabizbaja por el pasillo me ha asaltado una nostalgia muy dulce. Sin venir a cuento, he recordado cuando estaba en el instituto.No sé si es que las de la limpieza han usado el mismo producto para el suelo que usaban en mi instituto, pero la sensación ha sido muy intensa. Y también, sin venir a cuento, me he acordado de Mercè Mas.
Mercè Mas era mi profesora de latín en el instituto. Tendría unos 55 años, pero aparentaba más, porque ser profesor erosiona mucho más que cualquier otra profesión normal. Medía como medio metro y tenía una pancilla muy graciosa, que siempre le sobresalía de perfil, con ese pantalón subido que llevaba. Lucía el pelo corto y tenía la típica voz de "llevo 30 años dando clases y estoy blindada contra vuestras hormonas". Pero lo mejor eran las cosas que decía ¡Eran increíbles! Y mira que me hizo sudar tinta la muy....Porque a mí el latín, como el alemán, las matemáticas, y cualquier otra asignatura que requiera una mente ordenada, se me daba dolorosamente mal.
Su clase era a las nueve, y a las ocho solíamos tener gimnasia. Gimnasia no requiere una mente ordenada pero sí un cuerpo tonificado, y como tampoco lo tenía...XD. El caso es que cuando acabábamos de pegarle las tres patadas al balón y el par de abdominales, tenía que ponerme a copiar como una loca la traducción de latín de algun alma caritativa me dejara. Nos llevó dos años darnos cuenta de que la sala de profesores daba al patio y desde el ventanal Mercè nos observaba tranquilamente con el café en la mano, viendo cómo traficábamos como locos con las traducciones de latín que tocaban para ese día XD.
Las traducciones, cuando me salían, me salían por ciencia infusa. Pero claro, eso no es aprender, eso es adivinar XD y a Mercè no le valía que yo tradujera la frase preo no tuviera ni guarra de por qué el acusativo estaba ahí. Así que SIEMPRE me hacía salir a la pizarra y cuando me sentaba me decía: Magdalena, cuando vea a tu madre le diré: su hija crece pero no traduce XD"
Yo ya me veía anclada a las sillas de esa clase por el resto de mis días como unos repetidores sempiternos que teníamos sentados al fondo. Yo creo que se casaron entre ellos, o que eran de porcelana y les quitaban el polvo, porque los años pasaban y seguían allí, con el latín colgado. Por eso, en clase, a veces se dirigía a ellos diciendo: "Vosotros, las almas fantasmales del fondo" o "Los del siglo X Antes de Cristo".
LO mejor llegaba siempre a final de curso, cuando se percataba de que algunos nos obstinábamos en seguir sin sabernos bien las declinaciones. Entonces daba una palmada en la mesa y decía: "Después no me vengáis con las sábanas de llorar! Yo, tururú de la chamba!" o "Ni una lágrima cayó en la arena" "Lo que tenéis todos es morrus-morra-morrum" "Luego lloraréis, a ver con qué media o calcetín entramos en la carrera" o "Estáis atontados, venís de un fumadero de opio"? Y la mítica: "Magda, dspués de ver este verbo, ya te puedes hacer el harakiri". Me sé todas sus perlas porque me dedicaba a copiarlas en un cuaderno. A final de curso, las imprimí todas, hice un dossier y se lo regalamos. Se emocionó mucho :_). ( Hay q decir q me aprobó, aunque fuera por pena).(Seguro que fue por pena XD).
Y ahora, acabada la parte anecdótica, que como habréis observado lo más perspicaces, siempre uso como introducción amena...pasamos al verdadero tema.
Sólo al entrar en la facultad me he dado cuenta de lo mucho que añoro según qué cosas. Estoy en una facultad pequeña, y aún te conocen los profesores, pero en las grandes tipo Pompeu o Bellaterra...supongo que es radicalmente distinto. Cuando estaba en el colegio o en el instituto, que además eran centros relativamente pequeños, a mi me agobiaba ese aire de comuna en el que te ibas a mear y se lo notificaban a tus padres. Si te veían floja, hablaban contigo, te daban la chapa. Eran un coñazo. Yo nunca falté al respeto a ningún profesor, pero mis compañeros a veces solían hacerlo. Meterse con el profesor era como atentar contra la autoridad, tomarla a pitorreo.El profesor, al fin y al cabo representa el modus operandi del mundo, está ahí para enseñar una materia, pero su finalidad real es la de enseñarnos las reglas de la sociedad. Por esto entiendo q a segun que edad sea casi esperable que puteen al personal docente. Pero con los años, y por evidente que parezca, te vas dando cuenta de que los profesores son personas!. Sí, son personas, y no se congelan cuando salen de clase, ni se doblan en un rincón a la espera de empezar otra vez lsa clases. Cuando salen del aula, tienen una vida, tienen unos problemas, unas inquietuds, unos miedos. Repito: es una chorrada y es de perogrullo...pero comprendes muchas más cosas. Esos profesores que me daban la chapa y me han visto crecer...a veces creo que me gustaría invitarles a tomar algo y descubrir esa otra mitad que se reservan para la vida extraescolar. La otra cara de la luna.
Y me doy cuenta de lo que me pasa. Que casi echo de menos que me den la chapa.