Fog

Aug 25, 2009 23:47


            Contempló el panorama con los labios y el ceño fruncido, y humedeció su pañuelo con el agua que le ofrecían para colocárselo sobre la nariz y poder respirar algo puro de entre toda aquella nube de gas tóxico. La vista no era precisamente encantadora; todo ennegrecido, muerto; las casas destrozadas, la ropa volando vacía, sin cuerpos que cubrir. Incluso el sol se había ocultado y los árboles se habían secado, dejando en su lugar un amasijo negro como el carbón, que se rompía con el primer roce.

Había exploradores que habían sobrevivido al ataque y ayudaban a sus hombres a inspeccionar el lugar, en búsqueda de algo. Lo que fuese. Pero la búsqueda no parecía ser precisamente provechosa. Ni siquiera comprendía como había habido supervivientes en un principio si tenía en cuenta que el batallón de akuma que lo había asolado todo era tan grande como le habían informado.

-¡Inspector!- un joven vestido de negro con una mascarilla cubriéndole el rostro se acercó a él.

-¿Qué sucede?

-Parece que no hay peligro en la zona. Puede adentrarse en el pueblo si lo desea.

-O lo que queda de él.

Sin dar ningún tipo de indicación, comenzó a caminar con pasos firmes hacia el sitio en cuestión, mirando de reojo todo lo que lo rodeaba. Había llegado allí por casualidad, realmente. Ni siquiera debía de estar paseando en ese momento por aquellas calles llenas de polvo y de silencio; pero no había podido evitarlo. Había querido ver con sus propios ojos los devastadores efectos que provocaban los akuma en el mundo, no supo si para concienciarse de que hacían lo correcto o por el puro morbo de la situación.

Llegó a la que debía de haber sido la calle principal. Incluso la fruta de los puestos había caído al suelo, oscurecida por el veneno de las máquinas del Conde. Una manzana que rodó hasta su pie se deshizo cuando la cogió con la mano, convirtiéndose en más polvo. Se quedó mirando la nada durante unos segundos y continuó con su paseo, viendo cómo las puertas y ventanas se movían solas. Las cortinas ondeaban hacia fuera y las flores que adornaban los balcones lloraban pétalos negros. Era todo tan deprimente que incluso le estaba mermando la determinación para continuar.

Entonces, en ese momento, sin saber porqué, se fijó en una casa. Una casa que debía de ser como cualquier otra en esa ciudad, vacía, oscura y siniestra, con la puerta abierta y el mismo silencio rodeándola. Se detuvo frente a ella y la contempló durante varios segundos, hasta que su cuerpo empezó a moverse solo en esa dirección. Atravesó el umbral y contempló la triste escena que había supuesto que encontraría. Una mesa caída, una comida desparramada por el suelo, ropas agujereadas.

Y lo vio.

Sus ojos se agrandaron considerablemente, y sin darse cuenta se había plantado junto a las ropas raídas. Alzó la mano y la colocó sobre un pequeño bulto agazapado que había junto a ellas, y aquello se movió, mostrando una melenita rubia, unos ojos azules, apagados, y un rostro pálido manchado de ceniza. Era un niño. Un niño pequeño. Y solo.

La criatura lo miró, con la expresión cansada y triste, y él se la devolvió. Se quitó el pañuelo de la boca y la nariz y se lo puso a él para que pudiese respirar mejor. El niño al principio forcejeó un poco, pero al darse cuenta de que aquel aire le sentaba mejor que el otro, se estuvo quieto, cogiendo él mismo la tela y presionándola contra su carita manchada. Comenzó a toser.

-Tranquilo. No respires demasiado fuerte- le puso la mano en la espalda.

-Es que quema.

-¿Quema?

-Hace daño respirar sin pañuelo.

-Lo sé. ¿Estás solo?

El niño lo miró, luego desvió la vista hacia el suelo, contemplando la ropa hueca, y asintió con la cabeza. Un niño solo, asolado por la desgracia, y seguramente sin ningún motivo por el que vivir en esos momentos.

-¿Cómo has sobrevivido?

-No estábamos.

-¿Estábamos?

-Sí. Habíamos salido del pueblo a jugar. Nunca salgo, pero mamá me insistió- observó las lágrimas que empezaban a condensarse en sus ojos pequeños- Me dijo que dejara de estudiar y que me fuese con mis amigos. Y nos fuimos. Y al rato el pueblo empezó a arder. Ellos corrieron en otra dirección y yo vine aquí- las lágrimas empezaron a mojar el pañuelo- Y ya estaban muertos… No había nadie… Así que me quedé aquí…

-¿Has estado respirando el aire contaminado todo este tiempo?

-Sí- asintió sin comprender demasiado.

Aquello le sorprendió. Debería de haber muerto envenenado, sin lugar a dudas. Incluso puede que lo estuviese y no lo supiese, porque no presentaba signos de malestar. Quizás porque había permanecido quieto en el mismo sitio y sin moverse. No lo sabía. Pero estaba claro que el niño era fuerte. Lo cogió en brazos, sorprendiéndolo, y lo sentó sobre su brazo.

-¿Qué edad tienes?

-Seis.

-Eres pequeño para tener seis años.

-Lo sé.

Salió de la casa, y el niño apretó el pañuelo contra su rostro para no respirar. De pronto se dio cuenta de que el hombre no llevaba nada, porque le había cedido el suyo, y alarmado, estiró sus bracitos para ponérselo a él en la nariz. El adulto giró la cabeza, sorprendido por el gesto. Los ojos del pequeño parecían desesperados.

-¿Qué haces?- le obligó a ponérselo de nuevo- Has respirado demasiado veneno. No debes quitártelo.

-Pero… ¿y usted? ¿A usted no le va a pasar nada?

Sonrió.

-No te preocupes. Yo estaré bien. Ahora ponte eso. Vendrás conmigo.

-¿Con usted?

-Sí. Estás solo y nosotros podemos cuidar de ti.

-Pero… ¿por qué? Si no me conoce de nada…

-No importa. A cambio te enseñaremos a luchar.

-¿A… luchar?

-Sí, para evitar cosas como esta. Para evitar que más gente muera así.

-¿De verdad… de verdad puedo aprender?

-Claro que sí- le puso la mano en la cabeza y le revolvió el pelo, lacio- Eres un muchachito fuerte.

El niño se sonrojó bajo la tela del pañuelo y sonrió un poco. Podría ser útil y evitar que la gente muriese.

-¿Cómo te llamas?- le preguntó el adulto, llegando a la colina en la que se reagrupaban todos para marcharse.

-Howard. Howard Link. ¿Y usted?

-Malcom C. Leverrier. Y desde hoy, jovencito, usted forma parte de la Orden Oscura.

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Pequeño fic de mi visión sobre cómo Leverrier encontró a Link. Es cortito pero se hizo con mucho amor (sobre todo por mi queridísimo Señor Dos Puntos)

No mucho que contar, realmente. Estoy ocupada estos días y no paro, de arriba abajo, siempre dando vueltas y haciendo cosas. Y por una vez en mucho tiempo, me siento realizada.

Espero que os guste =)

¡Besitooos!

fics, livejournal, fandom: d.gray-man, claim: howard link, autor: hikari_world, aburrimiento

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