Madre mía xD creo que todo es gracias a
tyfiore porque creo que sin los "deberes" que nos mandamos mutuamente, no escribiría nah de nah de NAH! XDDD
Pues nada, otro vicio. Van 3 en un mes, estoy imparable. Esta vez se trata de Calor. ¡Espero que os guste! (A quien me lea, porque ya digo que el LJ está agonizando.
8. Calor
Lily no solía morderse las uñas. Era una costumbre que nunca le había gustado. Su amiga de la escuela, Mery, lo hacía y ella consiguió que se quitase esa manía que la ponía de los nervios. No, a ella no le parecía nada bien esa costumbre.
Pero en ese momento no podía hacer otra cosa más que mirar la puerta de entrada desde el salón donde se encontraba, sentada, con la mesa puesta y la cena humeante en ella. Estaba en penumbra pero le daba igual. Esperaba el momento en que James atravesase esa puerta al volver de la reunión rutinaria de la Orden.
Se había pasado toda la tarde de aquí para allá en casa. Sólo había salido un momento para hacer la compra a un establecimiento cercano en la zona. Hacía frío ya, normal a principios de diciembre, pero no le importó que el aire helado inglés le diera en la cara de esa manera cortante que tenía de soplar. No le importó nada en ese momento ni durante todo el día. Lo único que le importaba era cómo se lo iba a explicar a James.
Había tenido la oportunidad durante toda la mañana, sin embargo no se había atrevido a hacerlo. Justo antes de que el merodeador se fuera había estado a punto, pero al final se había echado atrás. ¿Qué le diría? ¿Cómo se lo diría? ¿Qué opinaría él? Sólo tenían veinte años.
Veinte años, con casi dos años casados y ahora un hijo en camino.
Lily había empezado a tener sus sospechas un par de semanas atrás, cuando empezó a encontrarse mal por las mañanas. No llegó a decirle nada a nadie de sus sospechas, simplemente se notaba diferente. Sus sospechas se agrandaron cuando la semana anterior no le vino su periodo, siempre regular, por lo que optó por ir al médico mágico y salir de dudas.
Y obviamente sus sospechas se confirmaron. Estaba embarazada.
Primero vino la sorpresa, a pesar de sospecharlo. Después le asaltó la incertidumbre. ¿Un hijo? Eran malos tiempos para la familia, sin embargo, pensar en James con un pequeño bebé en brazos, alargando las manos para cogerle las gafas y sonriendo le hizo sentir un calor interior que le tranquilizó. Tocándose levemente el vientre, pensó en ese niño de él y de ella, y en lo dichoso que probablemente le haría a James cuando se enterase.
Ahí estaba, pues, después de haberse mantenido ocupada toda la tarde. Había limpiado, ordenado, tejido, leído y cocinado. Todo al modo muggle para estar más rato y estar entretenida el máximo posible, pero en ese instante ya nada podía hacer, solamente esperar.
Se le encendían las mejillas sólo de pensar en cómo la observaría James y en cómo reaccionaría. Notaba arder todo su cuerpo pensando en su reacción y deseó poder hacerlo cuanto antes.
-¡Ya he llegado!- Lily oyó a James, al mismo tiempo que lo vio entrar en casa desde su posición. Él miró a su alrededor, sin verla-. ¿Lily?
-Estoy aquí- le dijo con una sonrisa. James se sobresaltó levemente al encontrarla más cerca de lo que esperaba.
-¿Qué haces ahí tan a oscuras?- preguntó mientras de un golpe de varita encendía las luces-. Me has asustado.
-Perdona- Lily se levantó y caminó hasta su marido, dándole un beso de bienvenida.
-¿Te pasa algo? Estas roja- le preguntó alzando las cejas después de abrazarla.
-No, tranquilo, es de hacer la cena- le mintió. Tenía que tantear el terreno primero, no soltarlo de sopetón.
-Oh, vale- se conformó el moreno. Olfateó un poco el aire-. Qué bien huele.
-Sip, he hecho la pasta que me dijiste que te gustaba tanto. ¿Tienes hambre?
-Me comería un hipogrifo.
Lily soltó una carcajada, sentándose en su sitio y trayendo la bebida, que era lo que faltaba en la mesa. Empezaron a cenar mientras James le explicaba por encima la reunión. Como bien había dicho, era rutinaria, evaluación de personal y un largo etcétera. Después se había ido al Caldero Chorreante a tomar algo con algunos de la orden.
-¿Sabes qué? ¡Los Longbottom van a tener un bebé!- James soltó esa frase con inocencia sin saber cómo iba a hacer reaccionar a Lily.
La susodicha, que justo en ese momento se acababa de llevar comida a la boca, por poco se atraganta. Tuvo que beber rápidamente de la copa de agua que tenía delante entre tosidos bajo la preocupada y curiosa mirada de James.
-¿Estás bien?- le preguntó él, una vez vio que su mujer no iba a morir ahogada.
-Sí…- contestó, tosiendo una vez más y aclarándose la garganta-. ¿Qué… qué decías? ¿Alice está embarazada?
-¡Oh! Sí. Nos lo ha dicho Frank esta tarde. Hace una semana que lo saben pero no habían tenido ocasión de comentarlo. ¿A que es genial?
Los nervios de la pelirroja volvieron a aflorar, como los había tenido durante todo el día. No sabía dónde meterse y qué decir.
-Sí, bueno… ¿no les preocupa la situación actual? Es decir… es una gran noticia pero… tal y como están las cosas ahora…
Lily tanteó el terreno. Necesitaba saber qué opinaba su marido de ello para saber qué podía pensar cuando le dijera que con ella ya serían dos las embarazadas.
-¿Por qué tendría que preocuparles eso?- James pareció contrariado por el comentario.
-No sé… Están en la Orden del Fénix. ¿Y si les pasase algo? Su hijo se quedaría solo y… no sé. No digo que tenga que suceder eso ni mucho menos, pero es una posibilidad que…
-Lily, sé que el miedo está a la orden del día con ese lunático haciendo lo que le da la gana pero tenemos que vivir nuestra vida y tenemos que cuidar de los nuestros. Creo que un hijo ahora mismo es lo que necesitan para tener esperanza, ¿no?
Lily se mordió el labio inferior. Sentía las mejillas encendidas. Tenía calor y no sabía qué hacer ni cómo decírselo a James. Se abanicó un momento con la mano. Empezaba a encontrarse mal. Le dolía la cabeza, se sentía mareada y el calor la sofocaba. Había dejado de tener hambre y de hecho, sintió una náusea subiéndole por el esófago.
Sin decir nada y bajo la mirada atónita de James, Lily se llevó una mano a la boca y corrió hacia el baño donde devolvió lo que llevaba de cena. El moreno la siguió al oírla vomitar, preocupado por ella y su repentino cambio de estado.
-¿Estás bien?- James esperó a que la pelirroja saliese del baño, al cabo de unos minutos, y la miró preocupado-. Estabas roja. ¿Te ha sentado mal la comida o te has puesto enferma?
Lily no contestó, simplemente negó con la cabeza, aun agarrándose el estómago y con algo de nauseas que parecía que iban remitiendo. Caminó hasta el salón de nuevo, pero se sentó en el sofá en vez de en la mesa. El olor a comida le daba arcadas.
-¿Qué sucede?- preguntó el moreno. Él la siguió y se sentó a su lado, cogiéndole una mano y obligándola a mirarle. Seguía con las mejillas arreboladas-. Dímelo, por favor.
-Lo que has contado antes… ¿Lo decías en serio? ¿Crees que un bebé ahora no complicaría las cosas?
-Claro que lo decía en serio pero… - James frunció el ceño, mirándola con confusión-. No sé qué tiene que ver con…
El merodeador no terminó la frase. Algo en su cabeza se iluminó, como si alguien hubiese encendido un interruptor muggle. Abrió los ojos y miró atentamente a su pelirroja, la cual lo observaba con sus ojos verdes, brillantes, directamente a los suyos con una expresión difícil de definir.
-Lily…
-Vamos a tener un hijo, James- soltó finalmente ella con un hilo de voz.
El susodicho no dejó de mirarla, pero pareció quedarse mudo. Sintió una calidez embargarle. Un hijo. Un bebé. Un pequeño ser creado entre los dos crecía en ese momento en el interior de Lily.
Veinte años, casado desde hacía casi dos y con un bebé en camino.
El que sintió vértigo en ese momento fue él. Perdió todo el color de su expresión mientras sentía un calor demasiado sofocante.
-¿James? James estás pálido- oyó la voz de Lily a duras penas. El vértigo le nublaba la vista.
-Agua...- logró decir. Lily tardó dos segundos en alcanzarle la copa al chico, que se la tiró literalmente por encima de la cabeza.
La pelirroja volvió a morderse el brazo y cogió de la mano a su marido, asustada por su reacción. Había debido pillarle muy por sorpresa para haber perdido el color de la cara de esa manera.
-¿Estás bien?- le preguntó con timidez después de ver que el chico iba recuperando el color en su faz.
-Eso debería preguntártelo yo a ti, ¿no?- James respiró hondo, dándose cuenta que se había recostado en el sofá sin darse cuenta.
Lily desvió la mirada. Ya está, ya lo había dicho. Y la reacción de James no era lo que esperaba. De hecho, jamás hubiera pensado que su marido llegase hasta casi el desmayo. ¿Tanto le había impactado? Sintió la mano de James rozarle con suavidad la barbilla para que le mirase.
-¿Desde cuándo lo sabes?- le preguntó sin ningún ápice de molestia.
-Ayer…- La pelirroja se mordió la cara interna de la boca con nerviosismo, mientras jugueteaba con sus manos-. Pero tengo sospechas desde hace un par de semanas. Cuando vi que las fechas cuadraban y no me venía el periodo fui a una medimaga para confirmarlo.
-¿Por qué no me lo dijiste?- James sonrió y le cogió ambas manos para que se detuviese y las acarició con los pulgares.
-¡No sé!- Lily se encontraba al borde del llanto. Ella no solía llorar con facilidad pero las hormonas la tenían muy alterada-. Tuve miedo, por todo lo que hemos hablado antes. ¡Tenemos veinte años, James!
-Y dentro de poco veintiuno. ¿Qué más da, Lily? Somos jóvenes, sí, pero estamos casados, nos queremos y podemos mantener una familia. Sí hay guerra pero… esto nos une más y nos hace más fuertes.
James posó una mano en la mejilla de su esposa, sonriendo. Le secó la comisura de los ojos, y la besó con dulzura antes de abrazarla con fuerza. Su corazón lleno de dicha. Con la idea asimilada, podía decir que tener un hijo con Lily había sido siempre su sueño. Recordaba todas las veces que le dijo en la escuela los cinco, siete, diez hijos que iban a tener. El recuerdo le hizo sonreír. Habían pasado pocos años, pero para él parecían haber sido décadas.
-Bueno- dijo finalmente Lily-. Al menos podré ir de compras con Alice y compartir el embarazo.
James asintió y ambos se rieron, antes de volver a abrazarse. No importaba nada, ni la guerra, ni la edad, ni lo que pudiesen opinar. Estaban juntos y eso era lo que importaba. El calor que podían darse el uno al otro.
Pues hasta aquí. Se me ha hecho raro volver a escribir sobre cómo le explica Lily a James que está embarazada. Ya lo hice hace unos años en un
One Shot que escribí en Navidad (que es mi preferido, creo. Estoy orgullosa de ese fic). Pero ha sido interesante volver a plantearlo ^^