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Los profesores de literatura tienden a plantear problemas tales como: "¿Cuál es propósito del autor?", o, peor aún: "¿Qué trata de decir este tipo?". Ahora bien, ocurre que pertenezco a esa clase de autores que al empezar a escribir un libro no tiene otro propósito claro que librarse de él...
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Aunque es cierto que en la antigua Europa, y hasta muy avanzado el siglo XVIII (en Francia hay ejemplos obvios), la salacidad deliberada no era incompatible con la comedia, no con la sátira vigorosa, ni con el numen de un poeta de nota que se dejara llevar por un remalazo de traviesa inspiración, no es menos cierto que en la época actual el término "pornografía" sugiere mediocridad, lucro y ciertas normas estrictas de narración. La obscenidad debe ir acompañada de la trivialidad, porque cualquier índole de placer estético ha de reemplazarse por entero por la simple estimulación sexual que exige el término tradicional, a fin de ejercer una acción directa sobre el paciente. El pornógrafo tiene que seguir esas viejas normas rígidas para que su paciente sienta la misma seguridad de satisfacción que, por ejemplo, los aficionados a los relatos policiacos -relatos en que, si no se anda uno con cuidado, el verdadero asesino puede ser, con gran disgusto del aficionado, la originalidad artística (por ejemplo: ¿quién desearía un relato policiaco sin un solo diálogo?)-. Así, en las novelas pornográficas, la acción debe limitarse a la copulación de clichés. Estilo, estructura, imágenes, nunca han de distraer al lector de su tibia lujuria. La novela debe consistir en una alternancia de escenas sexuales. Los pasajes intermedios se reducirán a suturas sin sentido, puentes lógicos del diseño más simple, breves exposiciones y explicaciones que, el lector, probablemente, omitirá, pero cuya existencia debe reconocer para no sentirse defraudado (una mentalidad que emana de la rutina de los cuentos de hadas "verdaderos" de la niñez). Además, las escenas sexuales del libro han de ir in crescendo, con nuevas variantes, nuevas combinaciones, nuevos sexos y un continuo incremento en el número de participantes (en una obra teatral de Sade incluso llaman al jardinero); por lo tanto el final del libro debe estar más repleto de lascivia que los capítulos iniciales.
Algunas técnicas al comiendo de Lolita (el diario de Humbert, por ejemplo) hicieron pensar a mis primeros lectores que sería un libro obsceno. Esperaban esa sucesión de escenas eróticas cada vez más fuertes; cuando estas se detuvieron, también se detuvieron los lectores, aburridos, y abandonaron el libro.
Sospecho que este es uno de los motivos por los cuales en ninguna de las cuatro empresas editoras leyeron el original hasta el fin. No me importó que lo consideraran o no pornográfico. Su negativa a comprar el libro no se basaba en mi tratamiento del tema, sino en el tema mismo.
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En un país libre no debe esperarse que ningún escritor se inquiete por el límite exacto entre lo sensual y lo voluptuoso. Eso es ridículo.
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Presumo que existirán lectores que encontrarán excitante la exhibición de palabras rimbombantes que ofrecen esas novelas enormes y desesperadamente triviales escritas a máquina por los pulgares de densas mediocridades y consideradas "fuertes" o "duras" por la grey de los críticos. Hay gentes sencillas que declararán sin sentido a Lolita porque no les enseña nada. No soy lector ni autor de novelas didácticas y, a pesar de lo que diga John Ray, Lolita carece de pretensiones moralizantes. Para mí, una obra de ficción solo existe en la medida en que me proporciona lo que llamaré, lisa y llanamente, placer estético, es decir, la sensación de que es algo, en algún lugar, relacionado con otros estados de ánimo en que el arte (curiosidad, ternura, bondad, éxtasis) es la norma. Todo lo demás es hojarasca temática o lo que algunos llaman la Literatura de Ideas, que a menudo no es más que hojarasca temática solidificada en inmensos bloques de yeso cuidadosamente transmitidos de época en época hasta que al fin aparece alguien con un martillo y le hace una buena raja a Balzac, a Gorki, a Mann.
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Es muy cierto que mi novela contiene varias alusiones a las necesidades fisiológicas de un pervertido. Pero, después de todo, no somos niños, ni delincuentes juveniles analfabetos, ni alumnos de escuelas públicas que, tras una noche de juegos homosexuales, deben soportar la paradoja de leer a los clásicos en versiones expurgadas.
Vladimir Nabokov
12 de noviembre de 1956
Lolita, de Vladimir Nabokov
Notas del propio autor de un libro que me gustó muchísimo pese a la mala edición (me lo voy a comprar de nuevo y a esta la voy a prender fuego), quería compartirlas con ustedes porque pese a la época en la que fue escrito (década del 50') lo siento muy actual. Más allá de que Nabokov se vio "obligado" de cierta manera a excusarse (hoy en día no me la imagino a James explicando su aberración -perdón Nabokov por la espantosa comparación-), el libro no deja de ser una joya.
Trata de un pervertido, sí... Nabokov engancha sutilmente con escenas muy eróticas, el lector se puede sentir estafado si solo buscaba una novela sobre sexo, al menos yo encontré mucho más. Reitero que la edición que tengo es mala, pero así y todo, la narración, las escenas, los personajes principales (Humbert y Dolores) me encantaron. El relato del tipo me daba mucha curiosidad, supongo que me sedujo más que nada el que estuviera narrado en primera persona. No miento si digo que hasta incluso sentí cierta simpatía por el monstruo que encarna Humbert; no miento ni siento remordimientos por admitirlo. Uno no puede evitar sentir hasta pena. Digo, joder, es un libro muy bien contado. Que cada uno se quede con lo que quiera de él, yo me quedo con todo.
Mierdah, no iba a hacer una reseña, solo subir las notas de Nabokov, y sin darme cuenta terminé haciendo una XD.
¿Qué opinan de lo que dice, fanfickers o ávidos lectores de lemons? :D Sabemos -como fanfickers- que es muy cierto eso de que hay ciertas normas de narración cuando de porno hablamos, o quizás no sé si normas, pero sí reconocemos que muchas veces caemos en el cliché (por necesidad o ignorando en su momento el percance XD). A mí me encanta escribir sobre mis OTP.
¿Será por eso que, después de año dentro de los fandoms, nos hartamos del lemon y buscamos historias que, si bien son eróticas, no se centran tanto en el sexo y/o en como la pareja de turno es una pareja? A mí me gusta el lemon y el romance a más de 10 años de conocer el fanfiction, pero reconozco que es repetitivo y cliché; como me dijo alguien años atrás: "no hay demasiada ciencia: palito A se inserta en ranura B". Ya, no es que estemos revelando un secreto, es algo bien sabido en el mundo del fanfiction (digo, porque todos sabemos que el 90% de los fics son porno y/o giran entorno al romance de una pareja), pero quería compartir con ustedes las notas de este señor.
Bueno, me voy a dormir porque no me siento demasiado elocuente, mañana edito esta entrada si resulta que al levantarme la encuentro muy picássica (?). Quería decir algo más, pero mi cerebro no quiere cooperar...<