hfgjfgnkfhl. No sé que pensar de este coso, es que al principio como que me quería matar porque no me estaba quedando nada como quería, pero después tomo un buen rumbo, al menos. Esta es la parte que menos me gusta de la historia, porque no hay angst directo sin tirar toda la trama (?) y fue difícil escribirlo.
¤ Título: Tanta queratina te puede matar (1/3)
¤ Fandom: LMF!R!OP
¤ Claim: Bastante obvio y aún no encuentro un buen nombre :D
¤ Palabras: 529
¤ Notas: Bizarro es bizarro, así no tenga sentido.
Las cosas en Lyneel no eran tan difíciles como se puede pensar. El océano era basto, las islas sobrevivían por ellas y nadie más, y ese reino coloquial se había sostenido por sus habitantes. Más allá de ser el lugar de nacimiento del Rey de los Mentirosos, Norland, no era un reino que sobresaliera demasiado.
Normal. Diferente. Cada persona encerrada en su propia vida. Cada persona tratando de romper sus barreras para mantenerse vivo. Habitantes unidos por una misma causa (mantener a flote un lugar de común importancia), habitantes que se encerraban después, cada uno temeroso a algo, cada uno mostrando su valía en singular manera.
Entonces, ¿en que se diferenciaba un drama de otro? Sólo el futuro lo diría.
En una casa sobre una verde colina vivía un chico, sólo, esperando la oportunidad de su vida, siendo fuerte por la única persona que merecía el esfuerzo. Llovía, de nuevo. Sonriendo salió a la intemperie, disfrutando las gotas contra su rostro, el suave consuelo que ofrecía el continuo golpeteo producido por el choque de todo y de nada.
Simplemente era igual a aquel día. Bajo la lluvia le había prometido a él, le había mentido. Estaré bien. Cuidarán de mí. Te alcanzaré cuando pueda. ¿Qué clase de padre abandona a su único hijo? ¿Qué clase de ser humano deja a un niño a su suerte?
La clase de persona que no tiene opción. La clase de familia que está condenada por los actos de su pasado. Es increíble como un lejano suceso aún tiene repercusiones en el presente, en el futuro.
Te odiaré si no te vas. Podré sobrevivir.
Entonces, cuando la isla perdió sentido para él, la vida tomo otro rumbo. Cayendo de bruces al húmedo pasto, sonriendo, llorando, decidió que tendría que seguir. No sólo por él, por sus sueños, por sus metas. Por el odio que sentía hacia la injusticia del mundo.
Entonces, eran sonrisas perdidas con los demás niños del pueblo. Miradas de pena, lástima que le dirigían las personas que no sabían, pero aún así se atrevían. El hecho de saber que no era importante, que eso no cambiaría nada, no lo hacía menos doloroso. Dinero, lo tenía. Comida, no le hacía falta. Fortaleza, solo la necesaria. No podía rendirse ahora, no cuando ya se habían ido, no cuando sabía que todavía había algo ahí, afuera, para él, y nadie más. Su dolor no era nada, estaba seguro que su situación era una de las mejores.
Saberlo no disminuía el ardor en su pecho.
Un pequeño estallido de luz en la lejanía llamó su atención, lo despertó. No sabía cuando había caído al mojado suelo, restándole importancia se incorporó, tendría que seguir con la rutina. Aprehéndelos a ellos antes de que de aprehendan a ti. Si eres débil, explótalo, y hazte fuerte. Si la lluvia te hace daño, hazle cara y enfréntala, huirá temerosa de ti.
Así, un puño al aire. Más fuerte, una patada a la nada. Era lo mejor que podía hacer, si debía esperar le sacaría provecho, si debía sufrir aprendería algo de ello. Un día menos en la cuenta, un paso más cerca. Pronto podría seguirlo, podría hacer la diferencia.
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Reclamos personales por MSN, nada acá (?)