Título: Ciudadela.
Fandom: Mass Effect.
Personajes: Shepard/Kaidan.
Notas: Situado en ME3, ligeros spoilers. Escrito para
amandabeicker en el San Drabbletín de la comunidad
normandia-sr Kaidan se sentía extraño. Le invadía una sensación de calidez, como de haber vuelto a casa, que se mezclaba con la fata de costumbre y la incertidumbre haciéndole sentir alerta. Había aceptado unirse a Shepard tras mucho pensarlo, en realidad. Lo había estado pensando desde que volvió a verla en Horizonte; cada día, y cada noche, aquella proposición daba vueltas en su cabeza impidéndole dormir. Tendría que haberse unido a ella entonces, pero no podía trabajar con Cerberus. Y tras los eventos sucedidos en Marte quiso pedirle que le dejara volver, pero el miedo le atenazó. ¿Y si había cambiado? ¿Y si no era ella? Y dejó que su miedo volviera a vencer, refugiándose en la oferta de Udina, marchándose lejos de su lado. Tendría que haberse unido a ella entonces, ahora lo sabía. Y cuando se le acabaron las excusas, cuando el deseo fue más fuerte que el miedo, casi le hubiera suplicado que le dejara entrar. Pero ella se lo ofreció primero y, ¿cómo rechazarlo?
Por eso estaba nuevamente a bordo de la Normandía, y todo era igual y distinto. Era la Normandía, pero más grande y más llena de gente. Era la tripulación, pero los que estaban habían cambiado y los que no estaban habían sido reemplazados. Él también había cambiado. Ya no era el mismo teniente apocado que revisaba números para pasar el rato. Era mayor, en más de un sentido, y se sentía igual de perdido que entonces.
La Normandía estaba detenida para llevar a cabo unas reparaciones, y él no podía permanecer dentro. Así que salió a la Ciudadela, dos pasos por detrás del resto de sus compañeros con los que todavía no había cruzado palabra. Ni siquiera con Garrus, Tali o Joker. Tendría que hablar con ellos, tarde o temprano, pero no ese día. Tenía mucho que pensar. Su vida había cambiado mucho, debía reflexionar sobre él, sobre Shepard...
Shepard. En cuanto apareció en su mente la vio, como si él la hubiera invocado. Si siempre fuera tan fácil, habría pasado muy pocas noches solo estos últimos años. Él estaba ya en el ascensor que partía del puerto y ella se apresuraba hacia él, en un evidente intento de coger el mismo y no tener que esperar, por lo que Kaidan sujetó la puerta hasta que llegó.
-Kaidan -saludó Shepard, y su sonrisa le paró momentáneamente el corazón. ¿Cómo era posible, después de tanto tiempo, que al verla siempre se sintiera como un adolescente enamorado?
-Hey, Shepard -contestó. Había muchas cosas sin resolver entre ellos, mucho de que hablar; y sin embargo, aquella tensión punzante entre ellos había desaparecido. Kaidan estaba tan aliviado por ello que esbozó una amplia sonrisa-. ¿De compras? -preguntó.
Shepard se encogió de hombros,
-No necesito nada de la Ciudadela, pero supongo que acabaré comprando algún pez -comentó. Kaidan rió-. En realidad iba a aprovechar la visita para adelantar papeleo en mi camarote.
-¿Y qué haces fuera de él, entonces?
-Joker -contestó Shepard, y aunque frunció el ceño su voz era divertida-. Me ha echado diciendo que él y su pequeña necesitan tiempo solos para arreglar su relación, que ya no es como antes y que no quiere a nadie que les pueda interrumpir -citó.
Kaidan se atragantó. Mientras salían del ascensor, dudó entre si preguntar o no.
-¿Quieres decir...? -titubeó-. ¿Quieres decir que él e EDI están solos en la nave?
La sonora carcajada de Shepard atrajo las miradas de algunos curiosos.
-Ojalá fuera eso -rió-. EDI ha sido amablemente invitada a salir con los demás. Joker quiere estar totalmente a solas con la Normandía mientras los técnicos la reparan.
Hacía tiempo que Kaidan no reía tan de corazón como en aquél momento.
-Así que... ¿no tienes planes? -preguntó. Shepard esbozó una amplia sonrisa y negó con la cabeza.
Mientras hablaban, habían ido caminando sin rumbo hasta llegar al mirador frente a la consulta de la doctora Michelle.
-¿Algo en mente, Mayor? -preguntó Shepard. El tono juguetón hizo que la biótica de Kaidan soltara un chispazo.
-Podemos admirar las vistas -dijo, señalando lo que se veía de la Ciudadela-. La estación espacial más grande; más incluso que Salto Cero.
Rememorar aquella conversación en su primera visita a la Ciudadela hizo que Shepard sonriera.
-¡Qué grande! -exclamó, jocosa.
-¿Es esa tu opinión personal? -respondió Kaidan, imitando un tono de mujer que intentaba ser el de Ashley. Se quedaron un rato en silencio, recordando aquél y otros momentos en común con la antigua jefa; y otros momentos a solas.
-Pues yo si necesito algo de la Ciudadela -comentó Kaidan, al cabo de un rato. Shepard le miró, intrigada-. He notado una alarmante falta de whisky en el bar de la Normandía. ¿Te parece si vamos a por unas botellas?
Shepard sonrió.
-Habrá que probarla mercancía primero -dijo.
-Por supuesto, por supuesto -concedió Kaidan, en tono solemne-. Estamos moralmente obligados a probar aquí todo lo que llevemos para nuestros camaradas.
Shepard rió, y en un impulso le rozó la mano con los dedos.
-Y luego podemos continuar allí -añadió en un susurro.
Kaidan sonrió. El uno al lado del otro, tan cercanos que sus manos rozaban, se adentraron en la Ciudadela. Y Kaidan ya no se sentía extraño. Sentía que estaba exactamente donde tenía que estar.