Título: Battlecry (3/?).
Fandom: Mass Effect.
Pareja: Fem!Shepard/Kaidan.
Palabras: 1034
Advertencias: Puede contener escenas NC-18 y spoilers. Con el tiempo, aún no.
Notas: Situado durante la misión de Eden Prime.
Battlecry, parte 1 Battlecry, parte 2 Kaidan sabía que no podían hacer otra cosa, pero también sabía que el cuerpo de Jenkins, abandonado en medio del camino, le perseguiría en sus pesadillas. No le había llegado a conocer en profundidad, pero sí que tenía alguna anécdota con él que recordaba con cariño: como aquella vez que, en medio de un entrenamiento, le lanzó con su biótica por los aires con más potencia de la esperada y Jenkins se levantó y gritó ¡Otra vez! Aún recordaba la cara horrorizada de la doctora Chakwas, que pensaba que tendría que llevarse a Jenkins metido en un frasco. Al pensar en su médico Kaidan cerró los ojos durante un instante; la doctora sabía lo que era servir a soldados, pero también sabía lo mucho que se encariñaba con la gente y lo que le dolería perder a Jenkins. Al menos les quedaba el consuelo de que ahora descansaba en el lugar que le vio nacer.
Sin embargo, y por más que Kaidan quisiera recrearse en momentos mejores, la misión continuaba y eran uno menos. Shepard avanzaba por delante de él, refulgiendo en azul. Nunca se había parado a pensar en lo sexy que era, y aunque aquél no era el mejor lugar era la primera vez que veía a Shepard en acción. Trató de buscar otro adjetivo, más apropiado a la situación, que la describiera, pero sexy era el único que se le ocurría. Imponente. Impresionante. Arrolladora. Sexy. Sus ojos azules brillaban, quizá como consecuencia del campo biótico que la envolvía o debido a la expectación de la batalla; Kaidan no estaba seguro, pero agradecía poder mantenerse en su retaguardia y tener tiempo de admirarla con tranquilidad.
-Maldita sea, Alenko -maldijo para sí-. Baja tu estúpida cabeza de biótico de las nubes y concéntrate. Os matarán a los dos si sigues así.
En su cabeza, su antiguo instructor del Brain Camp seguía aleccionándole cuando estaba distraído. El odio que había sentido por él volvía con fuerza sólo de pensar en lo que le diría de estar presente, y le fijaba los pies a la tierra con firmeza.
Finalmente, la batalla llegó. Shepard le señaló una cobertura y ambos cargaron, su poder armamentístico y su biótica complementándose a la perfección. No les hacían falta palabras; la más leve mirada de Shepard y Kaidan ya estaba allí, justo donde ella quería. Parecía que hubieran nacido para pelear juntos.
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Kaidan miró de reojo a su nueva compañera, Ashley Williams. A Kaidan no le gustaba juzgar a nadie sin conocerlo, así que si alguien le preguntara en aquel instante qué pensaba de ella, no habría sabido que responder. Lo que sí sabía es que iba a darle una oportunidad. Y, desde luego, demostró ser una soldado más que valiosa durante el resto de aquella misión; Kaidan podía asegurar ya que más valía tenerla como aliada que como enemiga.
Mientras avanzaban, Kaidan iba atento a todo a su alrededor: el paisaje que les rodeaba, el camino que dejaban atrás, la posición de Shepard y los comentarios que intercambiaba con Ashley. Sin embargo, por segunda vez en aquel día, la muerte se presentó ante ellos. Nihlus yacía en medio del lugar en el que debía estar la baliza, con un charco de sangre azul aún manando de su cuerpo, caliente, espesa. Kaidan maldijo entre dientes. Aquella misión estaba yendo mal, muy mal.
La conversación con el estibador no les alegró el día, ni mucho menos. Ahora, además de contra los geth, se enfrentaban al espectro turiano favorito del consejo, Saren, quien al parecer no tenía ningún reparo en matar a sus camaradas a sangre fría. Y por la espalda. Kaidan sintió que la sangre le hervía al pensarlo, y notó la biótica fluir por su piel. La idea de traicionar a tus amigos no tenía cabida en la mente de Kaidan, para quien lo primero era la lealtad. Y, a juzgar por la expresión en los ojos de Shepard, fría, decidida, metálica, ella opinaba como él.
Bien.
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La baliza estaba frente a ellos. Por fin lo habían conseguido. No había ni rastro de Saren, que debía haber escapado no hacía mucho, y el último geth acababa de sucumbir ante ellos. Se acercaron con cautela y Shepard contactó con la Normandía para que realizaran, de una vez por todas, la recogida. Y entonces ocurrió. Horas después, Kaidan maldeciría su curiosidad, se arrepentiría de haberse acercado, de haber tenido que tocar (metafóricamente, porque nunca le dio tiempo a tocar nada). Pero en aquél momento no pudo prever lo que ocurriría y, mientras Shepard y Ashley hablaban tras él, él avanzó para observar la baliza más de cerca. Era como si algo dentro de ella le atrajese, llamándole. Se acercó más, y más, y más… Sintió cómo flotaba en el aire, pero su mente estaba lejos de su cuerpo, como si fuera algo irreal. La sangre le bombeaba en el cerebro, como si alguien o algo estuviera martilleando en su cabeza, tratando de abrirse paso, de llegar hasta lo más profundo de su ser… Y entonces sintió cómo alguien le agarraba por la cintura y tiraba de él, arrancándole de los brazos de aquél extraño poder.
Cayó al suelo, y Ashley tiró de él. Impotente, observó cómo la baliza atrapaba a Shepard, haciendo con ella lo que casi había hecho con él. Kaidan no podía pensar en nada, sólo en sacarla de allí, liberarla como ella había hecho por él, pero los brazos de Ashley le retuvieron. Estaba mareado, y no sabía si era por la experiencia que acababa de vivir o por el miedo que comenzaba a atenazarle la garganta. De repente, Shepard cayó y la baliza explotó. Kaidan consiguió liberarse de Ashley y correr al lado de su comandante. El mareo aún seguía presente, pero la imagen de Shepard, inconsciente, desvalida, herida por su culpa le mantuvo en pie. La cogió en brazos y se sorprendió, pues pese a las armaduras era más ligera de lo que parecía; y aunque estaba pálido y le temblaban los brazos, no la soltó hasta que no llegó a la Normandía.
La baliza, destrozada, quedó atrás. La misión había sido un completo fracaso, pero nada de eso le importaba. Sólo le importaba ella.