Me gustaría decir que estoy bien.
Pero no lo estoy.
Siento que están pasando muchas cosas en mi vida, y aparte, que en este momento no tengo orden ni redacción correcta para mencionarlas.
¿La primera? Creo que tengo mucha pena.
Tengo un gran trabajo, y ahora un compañero de trabajo insoportable. O dos.
Al punto que me cuestiono si no seré yo el del problema, quien no se está adaptando, quien no está siendo correcto. El lugar de trabajo nunca debe, o tiene-que-ser un lugar de seguridad y confianza, ni menos un lugar de amigues, pero pasó algo, y esa sensación -aunque fuera superficial- ya no está.
Tendré que resguardarme de todas las formas posibles para no sentirme peor, para que no pasen por encima mío, para no sentirme pésimo o sentir que falto el respeto por aportar y si me equivoco, que no me hagan "tirón de orejas, pero en buena, ah? obvio súper en buena".
¬¬ si claro.
Y aparte, Camila me pidió que abriéramos la relación.
Un lado de mí dice "si claro, demosle, aprenderé a ser openmind, tengo que ampliarme, aprenderé a disfrutar yo también de esta posibilidad, claro que sí, reinita". Pero no tengo ganas de nada.
Y eso incluye el que no quiero realmente nada de esto. el panorama de que estoy cargando con todo, con llevar la casa, con las cuentas, con los costos, con el ser adulto, con la salud, el estar en política - o entrando tímidamente a esto - es una gran carga.
¿Cuándo me toca a mí, para dejarme caer?
Nunca.
Es lindo vivir así, de cita con la amiga del norte, ¿es lindo sentirse invitado? no sé, hace rato no me pasa. Es lindo además sentir las maripositas, y sentir la cosa femenina, de los tragos bonitos, de las tardes de primavera, y las cosas bonitas de sentirse libre.
No me pasa eso.
Hoy iba a comprar almuerzo para les dos, saltó justo la ñaña del norte, despertando de sus remedios en su hotel bonito, y ahí quedé. Que no comprara para tí. "Ok" escribí en el chat. Me pediste disculpas, diciendo cuánto me amas.
Yo me sentí como el hoyo.
Tengo pena, quiero llorar y no puedo. La testo hace lo suyo. Los golpes, la violencia, la salida de los hombres tampoco es solución.
Abrir la relación para mí está siendo una despedida.
No quiero eso.
No será eso.
Sé que depende de mí, pero por ahora mis métodos de autoprotección son retraerme, no hablar, enfocarme en el trabajo, masturbarme pensando en el vacío, en que me siento apático, por no poder seguir adelante con este proceso de "qué lindo es estar así abiertos, no?".
Porque salí de un lado sin privilegios, siendo mujer lesbiana, camiona, que siempre ha estado a cargo. ¿tengo, o tuve otra opción? Y entré a otro lado, donde ni las mujeres cis, ni los hombres cis gay, o hetero, da igual, ninguno está cerca de lo que soy.
Ahora soy yo, Maximiliano, que sigue cargando con todo, con credenciales de hombre de plástico, que francamente tampoco tiene privilegios. ¿Qué tiene un hombre trans, suave, queer, tierno, que empieza a ser leído con apretón de manos, con seriedad, con celos laborales por parte de un pobre diablo mediocre? ¿Qué hace alguien como yo, con esta sensación de abandono?
Para qué me sirve abrir la relación, si no puedo tener citas, si no me interesa, si no tengo tiempo para poder emplearlo de este modo. Si estoy yéndome lejos, lejos, emocionalmente.
Para qué me sirve decir "nosotres", contemplarte, pensarte, pensarnos, proyectar y pensar, adelantarme, si siempre dices "yo haré esto, lo mío, esta es mi perspectiva..."
Yo pensando en ambxs, y para qué.
Estoy cabreado.