Mar 09, 2015 01:09
Mi vieja lo reconoce: está mal, está rara, y está desolada.
Yo lo reconozco: mi vieja está mal. Y yo estoy viéndome afectada.
De a poco me quedo sin recursos, mi vieja se queda sin relaciones, sin familia, sin ánimo de nada. Y con un "lo dejaré como está, ¿qué más voy a hacer?" como respuesta.
Es lo que me dijo hoy: que no tiene sentido su vida, que ojalá se muriera, que nada le importa, que da todo lo mismo.
Y yo le dejé claro que no soy quien puede ayudarla, no soy la persona que puede salvarla, y que nadie la va a salvar de todo el cochambre emocional que tiene, de la fractura interna de su propia energía, de todo.
Temo que todo termine mal. Hago y hago cosas, me siento contenta con eso, pero no sé cómo ayudar a mi madre.
Tendré que ir yo donde una sicóloga que me ayude a darle ayuda, a no atacarla. Y no ir con ella, no por ahora.
Siento que, estando ahora sola, con Elisa en Coquimbo, y todo, estoy tristísima. Mi madre llora, desespera, grita y patalea por una soledad brutal que no puedo remediar, donde ella misma se ha encargado cerrar puertas y ventanas y decir "nada vale la pena".
Temo que mi madre se termine matando.
Y no podré evitar echarme la culpa.