Reto #14: Fanfiction

Jul 31, 2012 00:33

Título: Aumentando la deuda
Personajes: Harry Potter, Severus Snape
Rating: PG-13
Género: Slash.
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de autor.


Una semana después de su encuentro con Snape terminaban sus vacaciones tras haberse graduado en la Academia de Aurores. Era su primer día de trabajo y estaba impaciente por resolver casos reales. No dudaba que iba a ser duro, tal y como lo habían sido los primeros meses en la Academia cuando sus profesores y alumnos se dividían entre los que lo reverenciaban no viendo más allá de su fama como Salvador del Mundo Mágico, y los que lo despreciaban por la misma razón a causa de envidias. Pero esperaba, como entonces, lograr que llegaran a apreciarle por quién realmente era: un chico con un poco más de suerte que la media, la cabeza muy dura y reflejos a veces demasiado rápidos que le metían en más problemas de los que le sacaban.

Sobre todo en esto último sus compañeros de trabajo serían conscientes en muy poco tiempo.

*****

Tres meses más tarde, el novato auror, Harry Potter, ostentaba el cuarto puesto en el ranking de aurores con más casos resueltos del mes y también el primer puesto del que más veces había visitado San Mungo. Esa semana era la segunda vez que estaba en el hospital y aún quedaba media semana para que ésta llegase a su fin.

Cuando dejó Hogwarts, pese a abandonar el único lugar que hasta entonces había podido llamar hogar, había sido feliz ante la perspectiva de no volver a pisar la enfermería con la sobre-protectora Madame Pomfrey y perder de vista a su profesor de pociones. Ninguno de esos deseos se había cumplido, porque si bien aquello no era la enfermería no se diferenciaba mucho y con su fama podía decir sin exagerar que un día en San Mungo era mil veces peor que pasar una semana bajo la atenta mirada de la medibruja de Hogwarts.

En cuanto a Snape, gracias a su capacidad para meterse en problemas en los que nadie más sería capaz de entrar, o de salir, reiteradas veces los sanadores del hospital requerían de la ayuda del maestro de pociones para crear una cura específica para él. Como en ese momento.

No estaba seguro de qué era lo que le había golpeado y no, no era porque no lo hubiese visto sino porque realmente no sabía qué era. Les habían llegado varios avisos a la central que declaraban haber visto diversos animales peligrosos en la casa de su vecino. Unos decían que era un nundu, otros que un dragón, otros que un troll y otros que un erumpent. A Harry le habían asignado hacer un reconocimiento ya que los de Control de Criaturas Mágicas estaban sobrecargados de trabajo a causa del intento de unos muggles de talar un bosque protegido por bowtruckle.

Harry fue a la casa, pensando que su jefe empezaba demasiado pronto a comportarse como un padre mandándole a aquella aburrida misión, preocupándose porque el día anterior había salido de San Mungo tras quemarse todo el lado izquierdo del cuerpo.

Se aproximó por la parte trasera de la casa y efectuó los hechizos rutinarios sorprendiéndose por la alta cantidad de magia oscura en el aire que llevaba incomodándole y poniéndole en tensión desde que llegó. Se acercó con sigilo un poco más y se detuvo cuando vio un sombra pasar por una de las ventanas, si eso era lo que habían visto los vecinos comprendía que los avisos fuesen tan dispares, de lo único que estaba seguro era que se trataba de una bestia muy grande con dientes. Pasó por su cabeza entrar a averiguar qué era en realidad antes de avisar, pero la descartó: su jefe había amenazado con suspenderle por un mes si hacía algo antes de dar el aviso. Invocando su patronus le dictó el mensaje informando de la magia oscura y de una criatura desconocida en el interior de la casa.

Observó marchar a Prongs y se dispuso a esperar oculto tras unos árboles mientras torturaba el terreno con sus pies debido a su impaciencia sin despegar la vista de esa ventana.

Estaba a punto de empezar a morder sus ya inexistentes uñas cuando vio pasar la sombra de una persona por la ventana, seguida por la bestia. Casi con alivio y alegría corrió hasta la casa, derrumbó la puerta y avistando entre los ocupantes se interpuso entre el hombre y la criatura. Lo demás estaba borroso, sabía que el ser había embestido contra él de lleno, había oído pisadas en la puerta y supuso que eran los refuerzos. Perdió la conciencia cuando un dolor insoportable comenzó a extenderse por todo su cuerpo.

En la niebla de su drogada conciencia miró su cuerpo para apartar rápidamente la vista y dejar caer la cabeza pesadamente en la almohada al ser capaz de observar sus intestinos.

-¿Qué ha sido esta vez? -escuchó la inconfundible voz de Snape.

-Un híbrido, mezcla de nundu, colacuerno húngaro y erumpent -respondió un medimago a su izquierda.

-¡Un erumpent! -gritó alarmado el pocionista.

-Por suerte la criatura no tenía el cuerno, pero creo que sus colmillos heredaron parte de su potencial y cuando fue mordido parte de sus órganos internos estallaron -informó la Sanadora Robers, que siempre le trataba, a su derecha-. No tenemos una poción lo bastante fuerte para recomponer todos sus tejidos satisfactoriamente. Al ritmo de las pociones actuales se necrotizaría antes de lograrlo.

El pelo de Snape entró en su campo de visión, su rostro estaba dirigido en dirección a su herida.

-¿Pueden mantenerlo por tres horas? -preguntó.

-Quizás si...

-Sí o no, si no está segura sería mejor que lo maten en este instante -la interrumpió.

-Sí, podemos mantener los tejidos vivos por tres horas.

Lo siguiente que oyó fue el fru fru de la capa de Snape alejándose.

*****

Lo primero que vio al abrir los ojos fue a Severus Snape observándole desde una silla a unos metros de él. Respiró profundamente y se sintió de una pieza, levantó la sábana y palpó su abdomen, comprobando que todo había vuelto en su sitio. Suspiró aliviado y volvió a dirigir su atención al mago mayor.

-Gracias -susurró con la voz rasposa.

-Se le acumulan las deudas, Señor Potter -comentó Snape-. Haría bien en quedarse en su casa y no salir, quizás así evitaría meterse en tantos problemas.

-Lo tendré en cuenta, Severus -respondió con calma, demasiado habituado después de tres meses a despertar de ese modo en la cama del hospital.

El hombre no le había dado permiso para llamarle por su primer nombre, pero después de tanto tiempo despertando bajo la negra mirada un día inconscientemente lo había llamado así y desde entonces el gesto torcido que hacía Snape ante esa licencia para él era un pequeño triunfo. Una vez llegó a amenazarlo a punta de varita, ante la pérdida de control del hombre debía decir a su favor que había sido un día particularmente estresante y él había despertado demasiado pronto, sin embargo su amenaza quedó inconclusa ante la oportuna aparición de la escandalizada sanadora. Eso fue dos meses atrás, Harry sabía que si la bruja encontrase la misma escena ahora lo más seguro era que incluso animase al amargado mago a llevar a cabo su amenaza, la pobre mujer era puesta a prueba casi a diario por culpa de sus múltiples accidentes.

Harry estudió el rostro efectivamente torcido de su ex-profesor sonriendo ante tal hecho. Se le veía cansado, seguramente no había sido sencillo hallar el modo de reconstruir sus tripas, pero ignorando las ojeras formadas había un brillo malicioso en sus ojos que le advirtió de que quizás su suerte había llegado a su fin.

-Creo que va siendo hora de que empiece a pagar sus deudas. Venga mañana a las seis en punto, de una pieza, a mi laboratorio. Estoy seguro que será capaz de averiguar su ubicación. Le daré qué hacer -dijo en un tono sedoso que podría haber helado la sangre a cualquiera, pero que por alguna razón en su caso caldeó su cuerpo concentrándose en sus partes bajas.

Snape se marchó de la habitación, sin esperar una contestación. Él se quedó observando su espalda hasta que desapareció por la puerta reflexionando acerca de sus reacciones. Había ocurrido semanas atrás, o más bien entonces fue cuando fue consciente de ello: el murciélago grasiento le atraía.

Había comenzado agradecido por en el último momento haberle contado la verdad, reconociendo y estimando la ayuda prestada por el hombre durante todos esos años lo que poco a poco había ido apagando el arraigado odio. A esto se le había unido la chispa de la curiosidad nuevamente encendida en él tras su encuentro en la Casa de los Gritos.

Después no le había quedado más remedio que aceptar el ingenio del pocionista para hallar soluciones a imposibles que todo un cualificado grupo de sanadores era incapaz de encontrar para una vez tras otra salvar su vida, superando cada reto que le era planteado sobre la marcha.

Con el tiempo, en vez de molestarle despertar con la desagradable imagen de mago lo había ido apreciando. Su sarcasmo y las pequeñas discusiones que mantenían en su estado convaleciente despertaban más rápido su mente, agitando su magia, y con ello agilizando su recuperación. Realmente le divertían esos momentos. Disfrutaba enormemente de lo creativo que en ocasiones podía ser con sus insultos, tan crueles y sutiles que otro que no estuviese tan acostumbrado como él podría llegar a tomarlo por un elogio cuando en realidad podría estar comparando su inteligencia con la de un troll tras golpearse en la cabeza con un mazo. Además, no todo eran insultos, conforme pasa el tiempo cada vez le daba aún más sutiles elogios y disfrazaba su genuina preocupación disfrazada con sarcasmo e indiferencia.
A menudo pensaba que nunca podría aburrirse con este hombre, siempre lograba mantenerle despierto, atento a una nueva batalla.

Y por si eso fuera poco, estaba esa voz de barítono que parecía acariciar su polla con cada sílaba. Harry respiró profundamente intentando calmar su excitación ante el recuerdo de esa voz y aquella vez que Severus había acabado tan pringado de sangre y pus que ni un Fregotego había podido limpiar su ropa y había tenido que aceptar ponerse una túnica de sanador. Él fue lo suficientemente afortunado de despertar en el preciso momento en que procedía a ponerse la túnica blanca que destacaba aún más la palidez de su rostro y el contraste con su cabello. Antes de que su torso fuese cubierto pudo atisbar un pecho bien definido que denotaba un entrenamiento constante, seguramente aún después de la guerra seguía practicando duelo, un estómago cóncavo que le hizo pensar si debería invitarle a comer algún día, y si bien su culo no casi inexistente no decía gran cosa, sí lo hacía el bulto en el frente. La prenda bajó demasiado rápido para su gusto y el mago giró su rostro en su dirección con el ceño fruncido poniendo fin a su detenida observación, devolviéndole al mundo en que su polla comenzaba a erguir una tienda bajo las sábanas.

No, definitivamente no era un buen momento, quizás cuando volviese a casa. Sólo esperaba que fuese pronto pues ante el recuerdo y la perspectiva de encuentro del día siguiente para hacer Merlín sabía qué, no sabía cuánto tiempo podría contener la excitación en su cuerpo.

Continuará...

personaje: severus snape, autor: mekare-nuance, personaje: harry potter, género: slash, 2012: reto #14, pareja: harry/snape

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