REGALO ESPECIAL: FIC

Jul 30, 2012 17:08

Título: Matrimonio por conveniencia.
Personaje: Draco, Harry
Rating: NC-17
Género: Slash
Advertencias: Mpreg
Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia ni se infringen deliberadamente derechos de autor.



Harry Potter llevaba una vida corriente, bueno, todo lo corriente que se puede si eres un mago y tu padre es el dueño de la segunda fábrica de escobas de carreras más importante del reino.
Su niñez estuvo colmada de mimos y cariño, uno que otro capricho y la dosis justa de adrenalina provista por su incombustible padrino, quien no veía inconvenientes en sacarlo a volar en su motocicleta en pleno día de lluvia.

Pero su despreocupada vida tuvo un giro inesperado el día de su cumpleaños número catorce.
Luego de una animada fiesta sus padres se sentaron con él en la sala y tuvieron “esa charla”. Él se rehusó, hizo una rabieta, de esas que no se veían desde sus siete años, y corrió a encerrarse en su cuarto.

Estuvo una semana sin dirigirles la palabra a sus padres, pensaba tercamente que si persistía en ello James y Lily Potter desistirían de tan descabellada decisión.

El miércoles siguiente, mientras leía un libro de quidditch, tocaron a su puerta, reconocería la suave pero segura forma de tocar de su madre en cualquier parte. Le permitió pasar, sólo porque esperaba convencerla de lo insólito de sus planes para con él.

- Cariño… - comenzó la bruja pelirroja, sentándose en su cama. - sé que de momento la idea te genera molestia, pero falta mucho aún para que se concrete, no sucederá sino hasta seis años más.

- ¡Pero má, no lo conozco! Es decir, todo lo que se de él es que es un pagado y que se pone insoportable cuando le gano al Quidditch. No me agrada y yo no le agrado a él.

- Pero eso puede cambiar. James en el colegio era un buscapleitos, pero con el tiempo maduró. - sonrió con dulzura y tomó la mano de su hijo entre las suyas. - el cariño viene con la convivencia.

- ¡Tú te casaste por amor!

El hermoso rostro de la bruja se ensombreció bruscamente.
- Harry, hay una muy buena razón para que con tu padre hayamos arreglado este enlace ahora, antes que te enamores. - El chico de cabello revuelto la miro con dureza, dispuesto a no dar su brazo a torcer. La bruja prosiguió su explicación. - es verdad, James y yo estábamos enamorados, pero tuvimos que enfrentarnos a los prejuicios de la sociedad mágica de la época. Fue muy duro, no queremos que pases por las dificultades que nosotros vivimos.

- No soy ningún debilucho, puedo enfrentarme a la maledicencia de la gente.

- Por favor, sólo piénsalo. Además, Draco es un chico muy guapo. - dijo, antes de besarlo en la frente y dar por terminada la conversación.
En la casa de los Potter-Evans no se volvió a hablar sobre el compromiso. Harry se dijo que podría fingir que nada había sucedido, por lo pronto tenia seis años para inventar el modo de escaquearse.

Pero no contaba con lo que le esperaba al iniciar su cuarto año escolar.

Curioso e impulsivo por naturaleza, no pudo evitar que se le fuera esporádicamente la mirada a la mesa de las serpientes. Al menos su madre tenía razón en algo, Draco Malfoy era guapo, era muy probable que los rumores sobre sus genes veela fueran ciertos. Pero eso no quitaba que tuviera el carácter repulsivo de una babosa carnívora. Y no tuvo que esperar mucho para comprobarlo.

Esa misma semana, yendo atrasado a clase de pociones, fue emboscado por su “prometido” y el par de matones que no lo dejaban ni a sol ni a sombra. Crabbe - o pudo ser Goyle, esos grandulones se mimetizaban uno con otro. - lo cogió de la solapa y lo estampó contra la pared. Harry tentó a sacar su varita, pero el otro le inmovilizó la mano dolorosamente. Malfoy se acercó y le susurró un par de palabras al oído, luego dio la orden y sus secuaces lo soltaron.

Harry nunca olvidó esas palabras, quedaron grabadas a fuego en su mente.

“Podrán obligarme a ser tu novio, podrán obligarme a ser tu esposo, pero nadie me obligará a amarte”

oOo

El Gry no les contó a sus amigos sobre la emboscada, ni mucho menos sobre el “cariñoso” mensaje de su prometido. Se lo guardó para si, después de todo, no era como si él tuviera intenciones de que ese enlace se llevara a cabo.
Así y todo no podía dejar de espiar al
rubio cuando creía que este no se daba cuenta. Era un impulso incontenible que no conseguía frenar.

Pronto observarlo en el aula, los pasillos o el gran salón no fue suficiente, necesitaba desentrañar a ese espécimen llamado Draco Malfoy en profundidad, por lo que recurrió a la capa que le regaló su padre y un día cualquiera, luego de estudiar muy bien sus horarios y rutinas, se coló en Slytherin.

A juzgar por las leyendas que circulaban en Gryffindor esperaba que la sala común de las serpientes fuera algo así como el cuartel general de algún mago tenebroso ansioso de conquistar el mundo y barrer a los muggles del planeta. Lo que encontró en su lugar fueron chicos charlando alrededor de la chimenea, escuchando música en una radio mágica, o haciendo sus deberes.
Tras un rápido barrido visual encontró a su objetivo en una de las mesas del fondo, junto a sus matones - “Hay cosas que no cambian” pensó el moreno. - Draco hablaba y gesticulaba con efusividad y luego regresaba a garabatear su pergamino.

Intrigado por su comportamiento, se acercó hasta ellos sólo para descubrir que su “prometido” les estaba explicando pociones.

Harry frunció el ceño, nunca se hubiera imaginado que el rubio se preocupara realmente por sus escoltas. Con Ron solían pensar que sólo los utilizaba para no quebrarse una uña realizando encantamientos de ataque. Pero allí estaba, sin su túnica escolar y con la camisa arremangada, subrayando con su pluma ciertos pasajes del procedimiento para realizar correctamente una poción contra los furúnculos.

Él nunca lo había visto en su ambiente natural, entre amigos. No había petulancia ni socarronería en sus gestos, y su sonrisa cuando alguno de sus amigos hacía un comentario acertado era genuina. Ese era un Draco Malfoy que nunca creyó posible, quizás debería replantearse su visión del mago, quizás había mucho de prejuicios en ella.

Claro que esa no fue la única ocasión en que el chico se metió a hurtadillas a las mazmorras. Esa sonrisa despreocupada y carente de malicia lo había atrapado, aunque se negara a aceptarlo y se inventara las más disparatadas razones para justificar su presencia allí.

Así transcurrió gran parte de su cuarto curso, hasta que una noche Draco invadió algo más personal que su sala común.

Comenzó como un sueño de Quidditch, como tenía muchos. Draco y él peleando palmo a palmo la posesión de la snitch, un rápido giro y la pelotita finalmente fue suya, hasta ahí nada fuera de lo común, lo inquietante vino después, cuando se volteó y le entregó la snitch al rubio y este lo recompensó con un efusivo beso.

Despertó jadeando, se sentía inexplicablemente culpable pese a que fue un sueño inocente. Había descubierto algo inquietante. Había disfrutado el beso, en el fondo le gustaba Malfoy.

Después de esa noche suspendió el espionaje, pero los sueños persistieron, peor aún, se volvieron más osados y detallados. La mañana siguiente a la noche en que soñó que el rubio se metía a su dosel y le hacía el amor salvajemente Slytherin y Gryffindor jugaba la final de la copa de Quidditch, fue incapaz de mirar al rubio a la cara y estuvo tan desconcentrado que por su culpa perdieron el partido . Los leones le hicieron la ley del hielo toda la semana, pero él apenas si se dio cuenta, ocupado como estaba en evitar a su “prometido”, porque cada vez que lo veía se ruborizaba furiosamente y se pintaba en su rostro una estúpida sonrisa.

Las vacaciones de verano supusieron un descanso, al menos ya no vería al protagonista de sus sueños húmedos - al menos, no fura de ellos. - sin embargo, al regresar al castillo un nudo se instaló en su pecho y no desapareció. Malfoy tenía novia.

- Es un idiota - terció Ron cuando se enteró, dándole un gran mordida a una madalena. - le partiré su aristocrática nariz cuando lo pille descuidado

- Nadie va a romperle nada a nadie. - dijo, apartando los huevos tocino, había perdido el apetito. - es libre de salir con quien quiera. No tengo intención de enlazarme con él.
Quizás sus amigos se tragaran sus mentiras, pero no podía mentirse a si mismo, estaba total y absolutamente enamorado de Draco Malfoy y cada nueva “noviecita” que el rubio estrenaba le dolía muy profundo.

- Lo hace a propósito. - había dicho Mione, mirando al Sly con rencor, una tarde en sentados bajo el haya lo vieron pasear con su nueva conquista. - solo quiere humillar a Harry.
“Y lo ha conseguido” - pensó el moreno, arrancando un manojo de pasto con rabia.
Para marzo ya no aguantó más. Una tarde en que lo vio caminando por los pasillos de la mano de un Ravenclaw lo cogió de un brazo y lo llevó aparte. Le dio una mirada fulminante que acalló toda protesta del rubio. Fue breve y directo, quizás nada de lo que dijo fuera verdad, pero de alguna manera se sintió más desahogado al hacerlo.

“El desfile de magos y brujas es innecesario, por mi te follaras al calamar gigante, no me importa con quien te líes porque no tengo intención de cumplir con ese compromiso. Antes me mudo a una ciénaga y me caso con una banshee”.

Por un segundo creyó ver desconcierto en la mirada gris tormenta. Pero la máscara de suficiencia se recompuso nuevamente.

De alguna manera la regañina funcionó, el rubio cesó de cambiar de pareja cada semana, ahora no se separaba de Pansy Parkinson, con quien cuchicheaba a toda hora.

Pero pronto Harry tuvo algo más en que pensar. De un día para otro comenzó a recibir mensajitos anónimos. Primero eran breves frases copiadas de algún libro de poemas, que con el paso de las semanas se fueron extendiendo hasta cubrir varios centímetros de pergamino, a ello se sumaron las rosas y los regalos.

El Gry estaba halagado. Nunca antes había sido cortejado por nadie y los sentimientos que expresaban esos poemas indicaban que “esa persona” (aun no sabía si era hombre o mujer) estaba perdidamente enamorada de él. Por desgracia Mione vino a pinchar su burbuja de felicidad.

- No puedes alentar algo que no puedes corresponder.

- ¿Quién dice que no puedo?

- Estás comprometido.

- No por mucho.

- Harry, el acuerdo de enlace firmado por tu padre y Lucius es un contrato vinculante. Ambas partes están obligadas a cumplir o…

- ¿O?

- Las consecuencias pueden ser desastrosas.

Con amargura Harry devolvió todas las cartas y la mayoría de los regalos (los chocolates se los había comido junto con Ron). No dio mayores explicaciones, estimó que poner “Estoy obligado a casarme con alguien que me desprecia” no era lo más apropiado.

El tiempo pasó volando, ni cuenta se dio cuando ya estaba vistiendo la toga y el birrete y se graduaba del colegio.

Luego de eso no volvió a ver a su “prometido” sino hasta la ceremonia en que se haría oficial el compromiso.

Draco se veía diferente, no menos guapo para su desgracia. Le bastó verlo nuevamente para comprobar que el mago aun le movía el piso con sólo sonreír. Pero algo mas había cambiado en ese año en que no se vieron y lo supo cuando el mago se acercó a él y con toda corrección se disculpó con sus acompañantes y lo sacó a bailar.

Harry estaba extremadamente nervioso, no pudo relajarse ni disfrutar del baile porque en todo momento temió dar un mal paso y ponerse en vergüenza ante todos los asistentes. Ya no había odio ni desprecio en la expresión de su prometido, el moreno quiso permitirse albergar esperanzas y una pequeña sonrisa se esbozó en su rostro, hasta que recordó las crueles palabras que el mago le había dirigido tiempo atrás. Draco sólo se acataba el “deber ser”. Actuaba como se espera de un mago de su alcurnia, nada de escándalos en público.

Terminada la pieza se excusó y regresó con sus amigos. Preguntándose como alguien podía ser tan hipócrita para fingir encanto estando podrido por dentro.

oOo

El veinticuatro de noviembre de dos mil sería una fecha que todos en el reino recordarían por mucho tiempo. Ese día se realizó el enlace más fastuoso del que se tuviera recuerdo. Harry Potter, el buscador estrella de los Tutshill Tornados y Draco Malfoy, empresario y heredero de Malfoy Corp.

Resultaba irónico que el único que no estuviera feliz con esa unión fuera el propio Harry Potter, pese a las palabras que su madre había repetido la noche anterior. “El amor llega con el tiempo, eres un chico encantador, Draco sabrá verlo”.

Estuvo ido durante toda la ceremonia, ni siquiera el desvaído beso con que Draco selló el enlace lo sacó de ensimismamiento. La fiesta no fue muy diferente.

Ya en la alcoba masculló una disculpa y se encerró en el baño. Sus pensamientos fueron para su padre, por haberlo metido en esto. Le parecía un tanto irónico que esa fuera su manera de protegerlo del sufrimiento. Ahora estaba atrapado en un enlace con un hombre que no lo amaba y, como él era de naturaleza fiel, eso implicaba que jamás sabría que se sentía ser amado, perderse en unos ojos que sólo lo vieran a él. Saberse deseado y seducido. Apretó la mandíbula, y contuvo las lágrimas, porque no lloraría por culpa del imbécil de Malfoy.

Dos toques a la puerta y la voz preocupada de su “esposo”.

- Harry. ¿Estás bien? Llevas media hora dentro.

Balbuceó que ya salía. Con un pase de varita se colocó su camisa (sabía que era algo anticuado, la mayoría delos jóvenes magos había adoptado el pijama muggle, pero él la encontraba sumamente cómoda) y salió.

Draco estaba sentado en la cama, se había quitado la túnica ceremonial, aflojado la corbata y desabrochado los primeros botones. Tenía una copa de champagne en la mano, que miraba como si entrañara un gran misterio.

- Siéntate. - dijo, el moreno se sorprendió de que la voz del rubio trasuntara nerviosismo, así como el innegable gesto de morderse el labio inferior. - por favor, - insistió. Harry no tuvo más alternativa que obedecer. - sé que esto no es de tu agrado, pero es una vieja costumbre y es necesario cumplir con ella.

- ¿De que estás hablando?

- El enlace se debe consumar antes del amanecer o de lo contrario no será válido. - replicó, y se bebió de un trago el contenido de la copa.

El familiar nudo en el estomago regresó, Había fantaseado miles de veces con ello, que Draco se lo follaba en los vestidores, en la biblioteca, en su cuarto. Pero en todas las fantasías este lo deseaba, no lo hacía por obligación.

- Entonces… ¿No sería más sencillo no hacerlo y así acabar de una vez con esta farsa?

El rubio lo miro sonriente, pero era una sonrisa falsa, no como las que él había llegado a amar.

- ¿Eso te gustaría, verdad? ¿Deshacerte de mí de una vez? Pero no es tan fácil, hay mucho en juego para ambas compañías. Tal vez a ti no te importe, pero yo no echaré por tierra los planes de mi familia por el capricho de un niñato. Descuida, solo será esta noche, y los encuentros necesarios para engendrar un heredero. No es un gran sacrificio, ¿o si?

- No, supongo que no. - balbuceó al fin.

Se tendió de espaldas en la cama y trató de poner la mente en blanco, no debería ser difícil, lo había hecho todo el día. La diferencia radicaba en que estaba aterrado. Había pasado los últimos años tan obsesionado con el rubio que no dio espacio a que nadie se acercara a él, salvo a su “admirador secreto”. Quizás si no le hubiera hecho caso a Mione y hubiera tenido al menos una pequeña aventura con él (o ella) no sería tan abrumadoramente virgen.

Cuando percibió que el rubio intentaba desabotonarle la camisa entró en pánico y le sostuvo la muñeca con fuerza.

- No. No es necesario.

- Está bien.

Pese a su férrea determinación no pudo evitar excitarse ni jadear cuando el otro mago metió la mano bajo la tela y le acarició la polla.

- Debes relajarte o te va a doler. Puedes pensar en otra persona si eso ayuda, alguien que te guste de verdad. - el tono del rubio era condescendiente, incluso un poco triste. Harry moriría antes de confesarle que en quien realmente estaba pensando era en el Draco de sus sueños, ese que lo amaba con locura.

Se concentró en esa imagen, en la sonrisa descuidada y genuina. En los ojos grises brillando, como esa vez que le ganó el partido.

Cuando Draco buscó sus labios respondió al beso con entrega, hundiendo sus dedos en ese cabello que siempre anheló tocar, pero que en la realidad era aun mas suave que en sus sueños. Se permitió entornar los ojos, por un segundo creyó verlos oscurecidos por la lujuria, pero se dijo que debía ser su imaginación, su esposo lo odiaba.

El rubio dejó un sendero de besos desde su clavícula hasta su oreja que lo estaban enloqueciendo. Desconocía que su cuerpo tuviera esas reacciones ante actos tan nimios. El placer que estaba experimentando no se comparaba a la mejor de sus pajas.

Harry se preguntó por qué si el objetivo era solo consumar el enlace su esposo se estaba tomando tantas molestias. Aunque debía reconocer que lo estaba disfrutando mucho.

Se contorsionó como un gato cuando los labios de Draco encontraron uno de sus pezones y se dedicaron a estimularlo con fruición, con lamidas, mordidas y chupetones. Si el otro mago continuaba por el mismo camino se correría antes de que lo penetrara siquiera.

Bajó una mano, necesitaba tocarse con urgencia, pero el rubio se la sostuvo un momento y la llevó a su propia polla. Harry jadeó de sorpresa y un poco de temor, su tamaño no era nada despreciable y él pronto la tendría dentro.

- ¿Qué ocurre? - inquirió Draco, algo agitado.

- Me va a doler. - jadeó, asustado.

- No, te prepararé apropiadamente.

- Pero…

- Nunca te lastimaría. - ahí estaba, esa sonrisa que Harry tanto amaba, y esta vez era toda suya. Draco se impulsó hacia delante y le dio un beso lleno de ternura. - ahora eres mi esposo, debo cuidar de ti.

Así que era eso, “ahora que era su esposo” Draco sería atento con él. Harry no sabía si explotar de alegría o rebelarse. No quería que cuidaran de él, quería que lo amaran, que lo desearan. Pero supuso que podría ser peor. Entre un esposo atento y uno maltratador se decantó por el primero.
Su primera vez fue más o menos lo que esperaba en ciertos aspectos, fue un poco tensa y dolorosa, y por otro lado excitante y placentera.

Para cuando acabó Draco ya lo había despojado de su camisa sin que él se diera cuenta. Se durmió acurrucado en su pecho, lleno de sentimientos encontrados.

oOo

Al abrir los ojos al día siguiente lo primero que vio fue una mancha difusa de color claro, pero estaba lo suficientemente cerca como enfocar con un poco de esfuerzo. Draco lo estaba observando.

- Buenos días.

- Buenos días. ¿Llevas mucho rato mirando? - por algún motivo eso lo ruborizó.

- Un poco, quería despertarte para que bajáramos a desayunar, pero dormías tan plácidamente que no quise importunarte.

- Que considerado. - Harry quiso golpearse la cabeza contra la pared, eso se había oído despectivo, después de lo gentil que el otro mago se había comportado con él la noche anterior. - lo siento, no quise.

- Está bien. Harry, hay un par de cosas sobre las que me gustaría hablar. - Y ahí estaba el nudo otra vez, Harry se preguntó si aquí era donde el rubio le dejaba en claro que estaba acostumbrado a sus aventurillas y que no las dejaría solo por portar un anillo en el dedo. - escucha, sé que… bueno… - Draco se veía realmente adorable cuando se mordía el labio, y si no dejaba de hacerlo Harry no prestaría atención a nada que este dijera. - Nuestra relación no comenzó de la mejor manera… pero ese no es motivo para que no podamos ser felices. Después de todo, estaremos juntos los próximos ciento cincuenta años.

Harry se permitió relajarse por primera vez en mucho tiempo. Quizás el rubio no lo amara, pero estaba dispuesto al menos a hacer el intento.

- Supongo, entonces que podremos ser algo así como… ¿Amigos?
La sonrisa que le regaló el rubio era radiante.
- Amigos.

oOo

Su madre tuvo razón en una cosa, la gente madura con la edad. Quizás no tuviera un amor de leyenda, ni sexo salvaje todas las noches. Pero tenía un matrimonio bien avenido, un esposo que lo respetaba y una carrera ascendente como buscador.

Si bien, todo eso parecía bastarle, secretamente anhelaba que llegara el primer vienes de cada mes. Esa noche no importaban los compromisos y se postergaban viajes de negocios. Esa noche Draco lo llevaba a la ópera o al teatro, cenaban en algún exclusivo restaurante y luego corrían a casa.

Esa noche hacían el amor, de manera un poco torpe y contenida. Harry debía agotar el deseo acumulado todo el mes en una sola noche. Muchas veces estuvo tentado de pedirle repetir la experiencia durante la quincena tal vez, pero se recordaba que Draco lo veía sólo como un amigo, un amigo con el que debía tener un hijo y eso frenaba cualquier intento.

oOo

Para su tercer aniversario Harry le tenía a Draco un regalo muy especial. Sabía que debería estar exultante, pero una manchita nublaba su felicidad. La llegada de un hijo significaba que las incursiones a su cuarto llegaban a su fin.

Esos meses Draco lo colmó de atenciones, mudó su cama al cuarto del moreno y estuvo pendiente de su más mínimo capricho. En ocasiones incluso se metía a su cama, desabrochaba un par de botones de su camisa de dormir y le besaba y acariciaba la panza con mucho cuidado, como si temiera lastimar al bebé. Harry podía sentir el aun débil pulso mágico de su hijo reconocer el de su esposo.

oOo

El parto se adelantó todo un mes, pese a que sus padres, suegros y amigos lo acompañaron, Harry solo deseaba ver a Draco. Pero el empresario estaba en un seminario en Kiev. No había tiempo para enviar lechuza alguna, la única alternativa era que alguien se trasladara y lo trajera de regreso, pero los trasladores internacionales requerían cierto papeleo.

Finalmente el mago llegó, todo vestido de verde, cuando Harry ya tenía en sus brazos al pequeño Scorpius. Lo único que el moreno podía ver eran esos ojos de plata que lo veían con adoración. Draco se bajo el cubreboca y besó la cabecita cubierta por una fina pelusa rubia. Lo siguiente tomó al moreno por sorpresa, Draco lo besó, fue un beso tierno y muy corto para su gusto. Pero aun así lo descolocó. Draco sólo lo besaba en medio del sexo. Era verdad que en los últimos meses se había mostrado un tanto más cariñoso cuando estaban en el cuarto, pero no pasaba de besarle la frente o la mejilla.

oOo

Como lo esperaba, las cosas cambiaron luego del nacimiento.

Scorpius fue trasladado a su propia habitación y dejado al cuidado de dos elfinas y una aya, Harry deseó quedárselo un poco más, pero la tradición Malfoy así lo ordenaba. También Draco regresó a su cuarto.

Acostumbrado a estar acompañado por sus dos amores, el moreno se sentía muy solo y las noches las pasaba en vela.

Finalmente optó por sentarse en la mecedora del cuarto de su hijo y velar su sueño.

oOo

Para cuando Scorpius cumplió su décimo mes la abstinencia lo estaba matando, llevaba apenas cuatro meses de haberse reincorporado al club e intentaba enfocarse en los entrenamientos pero todos se habían dado cuenta de que algo malo ocurría con él, el propio entrenador le había llamado la atención en repetidas ocasiones porque estaba jugando de manera demasiado agresiva, cuando uno de sus compañeros osó insinuar que sería para compensar algún tipo de carencia se fue contra él y no dejó de golpearlo hasta que entre cinco consiguieron quitárselo.

Ahora estaba suspendido por cuatro fechas y ni siquiera tenía manera de desfogar su frustración.
En esas circunstancias no pensaba con claridad, de lo contrario no hubiera cometido la locura que hizo.

Aún sin quitarse el uniforme de Quidditch se apareció en el edificio corporativo de Malfoy Corp. Entró en la reunión de directorio - sin anunciarse cabe agregar. - caminó hasta la cabecera, en que estaba sentado su esposo, lo cogió de las solapas de su costosa túnica y lo besó como si no hubiera mañana.

Cuando consiguió darse cuenta de lo que había hecho ya era demasiado tarde. Avergonzado, el presidente del directorio se excusó con sus interlocutores y cogiéndolo de un brazo lo sacó a empujones de la sala.

- ¿Qué demonios crees que haces? - lo interpeló en el pasillo.

- Lo siento.

- Sentirlo no cambiará la impresión que esos dinosaurios se han formado de mí. ¡Por Merlín, Harry! Me paso los últimos cinco años tratando de demostrarles que, pese a mi juventud, estoy capacitado para mi cargo y tú en un parpadeo lo hechas por la borda. ¿Qué no deberías estar en el entrenamiento?

- Me expulsaron por agredir a un compañero.

- Fantástico. Vete a casa y no hagas más tonterías.

oOo

Estaba deprimido, si de él dependiera no se levantaría de la cama, pero si lo hacía Draco llegaría a preguntar porque no había bajado a desayunar y no deseaba ganarse una nueva bronca gratuita.

Al parecer su esposo lo había perdonado por su acto de impulsividad porque no había vuelto a tocar el tema. Pero para él no había terminado, por cuatro años se había conformado pasivamente con el acuerdo que tenía con Draco. Ser amigos, tratarse con cordialidad, asistir a los eventos públicos como una pareja feliz y follar una vez al mes. Pero ya no era suficiente. Se dijo que había sido un estúpido, que la solución era mucho mas sencilla delo que parecía, solo que nunca la había visto.

La semana siguiente puso en marcha su plan, conjuró la chimenea y se pasó a la habitación de Draco que leía un libro en su cama.

- ¿Puedo dormir contigo? - preguntó, con el corazón latiendo a mil. - Tengo frío. Algo le pasa a la chimenea, creo que está descompuesta.

- Está bien. - aceptó el rubio, abriendo la cama, invitándolo a meterse en ella.
Harry se acostó de costado, a prudente distancia, pero sin dejar de observarlo.

- ¿Tengo monos en la cara? - preguntó, divertido el otro mago.

- No sabía que usabas anteojos.

- Sólo los uso para leer. - repuso, quitándoselos y dejándolos junto al libro sobre la mesta.

- ¿Terminaste?

- No, pero no me puedo concentrar si me estas mirando. - repuso, pero no había acritud en el tono.

Aquella era una oportunidad tan mala como cualquiera, con temor a estar tentando la suerte, Harry se acurrucó contra el pecho de su esposo, este con mucho cuidado colocó tímidamente su brazo alrededor.

Al día siguiente la excusa fue que los técnicos aún no habían reparado la chimenea, el tercer día que esta echaba mucho humo, al cuarto Draco ya no preguntó.

oOo

Llevaban compartiendo el lecho cerca de una semana y Harry sentía que su plan avanzaba exageradamente lento. Tal vez estaba siendo demasiado sutil, pero la vez en que había sido directo había sido un desastre.

Esa noche esperó a Draco vestido solo con bóxers, tenía frío pero confiaba en que valiera la pena. Se arrebujó más en las mantas y aguardó… pero su esposo nunca llegó.
A la mañana siguiente una lechuza entregó una nota muy breve en la que explicaba que le había surgido un viaje de último minuto y que no había tenido tiempo de avisar. Dejaba besos para Scorpius.

Eso era ridículo. ¡Seducir a un hombre no debía de ser tan complicado! Aunque si él lo pensaba, nunca había hecho algo así, por lo que no tenía la mas mínima idea de que hacer. Estuvo tentado de preguntarle a Ron, pero Ron detestaba a Draco, Mione ni hablar. Quizás su padrino...

oOo

Algo le decía que aquello era una pésima idea desde el principio, pero ya estaba metido en ese barco y no le quedaba más que seguir hasta el final.

El lugar tenía el sugerente nombre de “Minotaur”, había mucho humo de un olor extraño. Se preguntó como ese lugar podría ayudarlo a conquistar a su esquivo esposo.

Los condujeron a una mesa situada junto a un pequeño escenario. Aunque el lugar no se parecía en nada a los teatros que frecuentaba con Draco. El único decorado era una silla ubicada al centro del mismo. El presentador anunció de manera rimbombante a la que se suponía era la estrella de la noche. Sirius bebió de su copa y le guiñó un ojo. “Mira y aprende”.

El espectáculo duro cortos cinco minutos, tras los cuales Harry aun permanecía con la boca abierta.

- Te lo dije, no hay hombre que se resista. - aseguró su padrino, poniéndose de pie.

- ¿Estas insinuando que yo…? - fue incapaz de terminar la idea, estaba demasiado abochornado. Tanto que no se dio ni cuenta adonde lo conducía su acompañante hasta que estuvieron frente a una sencilla puerta de madera con una estrella brillante en medio. Con un pase de varita Sirius conjuró un enorme ramo de flores y golpeó la puerta.

Dentro era otro mundo, boas de plumas, luces, pestañas postizas y glitter por doquier. Se preguntó desde cuando su padrino frecuentaba ese lugar y si Remus lo sabría.

- Harry, te presento a Anastasia. - dijo el otro mago, indicando a una muggle muy atractiva. Harry hubiera apostado a que era un nombre falso, como la mitad de lo que la chica traía encima. - Anna, él será tu alumno por las próximas dos semanas.

- ¡¿Queeee?! - cogió al otro mago y lo llevó a un rincón, cosa difícil con tanta mujer ligera de ropa pululando. - ¿Estás loco? Si Draco me ve en esas fachas va a pensar que me volví loco, o peor, me va a pedir el divorcio.

- En primer lugar, los Malfoys no se divorcian, es demasiado corriente para ellos. Y en segundo lugar… ¿Quieres seducir a Draco sí o no?

- Si pero…

- Entonces hazme caso. - un nuevo guiño.
Su padrino parecía demasiado confiado en que su idea daría resultado, Harry suspiró, no tendría nada malo si lo intentaba al menos.

oOo

Una cosa si podía decir, al menos las “clases particulares” lo mantenían ocupado en cuerpo y mente, por lo que no había espacio para pensar en su suspenso.

Como buscador era ágil y se consideraba en forma, pero la rutina de ejercicios a la que se vio sometido lo dejaban exhausto y por las noches se quedaba dormido apenas ponía la cabeza sobre la almohada.

Draco comenzó a actuar extraño. Parecía muy interesado en saber donde pasaba las tardes, y este se las tuvo que apañar lo mejor que pudo para no develar la sorpresa. Por desgracia nunca fue muy bueno para mentir, ni le agrada hacerlo a su esposo.

Las dos semanas se pasaron volando, El vienes por la mañana fue de compras con Anna y por la tarde realizó el ensayo general y prueba de vestuario.

Hacía mucho tiempo que no estaba tan emocionado, ni nervioso. Si el plan de Sirius fallaba no se le ocurría que otra cosa hacer.

Al llegar a la mansión, cargado de paquetes, una elfina le entregó una pequeña tarjeta. “Veme en mi estudio”.

Tenía un mal presentimiento de todo ello. Se apareció en el pasillo y golpeó la puerta.
Draco lucía cansado y tenía una expresión indescifrable. Lo invitó a sentarse con cierta tirantez.

- Harry… - dijo, y el moreno no pudo dejar de notar que no le sostenía la mirada. - yo... no me importa que hagas con tu vida privada, pero al menos se más discreto. Por nuestra familia, por Scorpius.

- Draco… ¿De que estas…?
Un sobre manila fue arrojado sobre el escritorio, lo cogió con manos temblorosas. Draco parecía muy afectado. No lo demostraba a simple vista, desde luego, pero Harry había aprendido a leer en cada pequeña arruga y variación en la voz. Dentro había una docena de fotografías, habían sido tomadas la última semana y esa misma mañana.

- Merlín. - dejó las fotos sobre el escritorio y se pasó las manos por el rostro. - sé lo que parecen, pero no es nada de lo que estás pensando.

- ¿Qué quieres que piense? Te encuentras con esa muggle todas las tardes en su apartamento, llegas agotado a casa…

- Draco, no estoy teniendo una aventura.

- Eso es irrelevante. Eres libre de hacer con tu intimidad lo que desees, en tanto no pongas a la familia en tela de juicio.

Harry ardía en impotencia, deseaba arrojarle el disfraz a la cara y decirle unas cuantas verdades, pero su medida indiferencia le dolía. ¿Cómo era capaz de insinuar que no le importaba si tenía una aventura en tanto la mantuviera en secreto? Una idea repentina cruzó por su mente.

- ¿O sea que tu si has tenido aventuras? Solo que fuiste lo suficientemente previsor para que nadie se diera cuenta. - la vista se le nubló y no se dio cuenta del porqué hasta que se tocó la mejilla y la encontró húmeda.

- Harry yo no he…

- Soy un idiota. - dijo, y se marchó dando un portazo.

oOo

Arrojó los polvos flu y gritó la dirección, del otro lado lo recibió un alegre Remus Lupin que lo estrechó en un fuerte abrazo.

- Harry, muchacho, que gran sorpresa. ¿Cenas con nosotros?

- No, Remus yo sólo… necesito hablar con Sirius por favor.

- Claro, pasa le avisaré que estás aquí.

Se desplomó contra una vieja poltrona, pasándose las manos por el pelo, cosa que hacía cuando estaba nervioso.

- ¿No deberías estar preparándote para la gran noche? - preguntó alegremente su padrino en cuanto entró a la sala.

- Todo se fue a la mierda.

- ¿Qué? ¿Pero que…?

- Draco descubrió que visitaba a Anna, hasta tiene fotografías, debió contratar a alguien para espiarme, lo que si lo piensas es repulsivo. Cree que tengo algo con ella, pero eso no es lo peor. ¿Sabes lo que me dijo? Que podía salir con quien quisiera si nadie se enteraba. ¿Esa es la moral del mago con el que he estado casado por cuatro años? - Sirius le sirvió un vaso de fire whisky que él bebió de una vez. - quien sabe cuantas amantes ha tenido y yo creyendo que era el esposo perfecto.

- ¿No te estás dejando llevar por las apariencias al igual que él?

- ¿Apariencias? ¿Qué apariencias? Sus palabras fueron muy claras “No me interesa tu intimidad en tanto no pongas en tela de juicio a la familia”. Todo lo que siempre le importó fue su maldita empresa y tener un hijo, ahora que se lo he dado ya no me necesita. - cogió la botella de licor y se sirvió otro vaso. - pues bien, no le impondré mi presencia un día mas.

- Harry, no dejes que la rabia tome decisiones por ti. No hagas nada de lo que luego te arrepientas.

- Sirius, él no me quiere, nunca lo hizo. Siempre lo supe, pero se suponía que teníamos un acuerdo, que podíamos ser una familia feliz. “Una familia”. - bufó. - una gran farsa es lo que hemos sido. - cogió la botella nuevamente, pero el otro mago se la quitó de las manos.

- No vas a resolver nada embriagándote. Por qué no te vas a dormir y mañana te enfrentas al problema con la mente mas despejada.

- Dudo que pueda pegar un ojo.

- Ve a acostarte, en un momento te subo una poción para dormir sin soñar.

- Gracias Sirius. No tenía a quien más acudir, Ron se hubiera aparecido en casa para partirle la cara a Draco y papá… bueno… no quería que sintiera que lo culpo, ¿sabes?

oOo

Despertó con energía y muy buen humor, esa noche le daría su gran sorpresa a Draco y…
Bruscamente los sucesos ocurridos el día anterior regresaron a su memoria, al punto que deseó no haber despertado.

Sirius tenía razón, no podía tomar ninguna medida apresurada. No por Draco, fue doloroso reconocerlo, pero entre el rubio y él ya no existía nada, sino por su hijo. Scorp pronto cumpliría un año y lo necesitaba más que nunca.

Desayunó con Sirius y Remus y luego se armó de valor para regresar a su casa.

Tras preguntarle a las elfinas encontró a Scorpius en el cuarto de juegos, el pequeño alzó sus bracitos y balbuceó contento en cuanto lo vio. Se dijo que ese sería su norte de ahí en más, su hijo y su carrera, que nada más importaría.

Pero no contó con lo difícil que sería fingir normalidad ante Draco, le costó horrores que la comida pasara por su garganta a la hora del almuerzo. Mientras tanto Draco intentaba vanamente iniciar una conversación. Quizá los Malfoy tuvieran la sangre fría de una serpiente, pero él no. Dejó su plato a la mitad y se retiró sin pedir disculpas.

Estuvo volando hasta la puesta de sol. Volar no lo calmaba, pero a esa altura podía gritar a todo pulmón sin que nadie se asustara por ello. Se sentía estúpido por haberle entregado tanto a un mago del que siempre supo no obtendría retribución. Se había conformado con migajas de… ¿Cariño? No, el rubio nunca había sentido cariño por él. Amabilidad, pero Draco era amable con quien le convenía serlo, no tenía por qué haberse sentido especial por ello.

Regresó caminando lentamente a casa, no tenía ganas de ver su esposo. Estaba cansado pero se sentía un poco más ligero, quizás algún día dejase de doler.

Pasó por la habitación de Scorpius, ya estaba acostado, pero aun no dormía. Tomó la pequeña manita con un dedo y le besó la frente, el pequeño lo miró con sus enormes ojos grises, pero en estos no había falsedad aún. Se juró que le enseñaría a su bebé el valor de la honestidad. Lo arropó y, antes de salir, conjuró las estrellas brillantes en el techo que tanto le gustaban a su hijo.

oOo

Al entrar en su habitación encontró el disfraz de mucama francesa extendido pulcramente sobre la cama. Draco estaba sentado en un sillón frente a la chimenea.

- Harry yo…

- Lárgate.

- Necesito que me escuches.

- Pues yo necesito una ducha. - dijo, volteándose hacia el baño, pero el rubio lo retuvo de un brazo.

- Perdóname. Ayer me excedí, dije cosas horribles…

- Draco, estoy sucio y cansado y sinceramente, aunque no lo estuviera tampoco te escucharía. - tras esas palabras el rubio lo liberó con expresión derrotada. Pero cuando Harry le dio la espalda dijo algo que hizo que el moreno se quedara clavado en el lugar.

- Estaba celoso. - no lo veía, pero podía jurar que tenía la mandíbula apretada y el cuerpo en tensión. - de sólo pensar que tenías algo con esa mujer, me volví loco de celos.
Harry cerró los ojos no quería creerle, ya había salido suficientemente lastimado, no quería abrigar esperanzas.

- De un día para otro te volviste callado, era evidente que ocultabas algo. No tenías entrenamiento y sin embargo estabas cansado todo el tiempo y cuando te preguntaba donde habías estado no sabías que responder. No quería desconfiar pero las evidencias estaban ahí, ante mis ojos. Le pedí a Ian que te siguiera. Cuando me dijo que te veías con una muggle no le creí así que al día siguiente trajo fotografías. Al verte entrando a su apartamento mi mundo se derrumbó. Siempre temí que te aburrieras de nuestro acuerdo, después de todo, tú nunca estuviste de acuerdo con este enlace. No quería perderte, pero tampoco podía arriesgar nuestra estabilidad por un desliz tuyo. Así que si era eso lo que deseabas…

- Draco… ¿Qué estas diciendo?

Harry se giró a encararlo y se quedó de piedra. Nunca había visto a Draco tan disminuido.

- Esta mañana me llegó el reporte completo de Ian. ¿He sido un completo idiota, verdad?

El moreno se permitió un esbozo de sonrisa.

- Si, un poco.

- ¿De verdad estabas preparando un número de burlesque para mí? - allí estaban, esos dientes atrapando el labio inferior, lo que Harry necesitaba para derretirse.

- ¿De verdad estabas dispuesto a permitir que yo tuviera una amante con tal de no perderme?

- Es retorcido, lo sé, pero en ese momento estaba ofuscado. - dijo, acercándose hasta llegar frente a Harry. Le acarició la mejilla suavemente, lo que hizo al moreno estremecer. - Haría lo que tú me pidieras.

- Entonces bésame. - pidió, con el estomago lleno de mariposas.

Draco lo tomó de la nuca con seguridad y lo besó como nunca antes lo había hecho. Harry se dio cuenta que con ese gesto el rubio lo estaba reclamando para sí. En ese beso había deseo y posesividad que nunca creyó posibles.

Pero ¿Desde cuando Draco…?

- Por favor, si es un sueño, no quiero despertar. - jadeó en los labios de su esposo, rodeándolo con sus brazos.

- Harry…

- ¿Hummm?

- Creo que sí necesitas esa ducha.

- Aguafiestas. - se intentó deshacer del agarre pero su esposo parecía tener otra idea en mente, porque lo tomó de la mano y lo guió hasta el cuarto de baño.

Su baño tenía un jacuzzi que él nunca había utilizado pero que esa noche inauguraron.

Permanecieron en el varias horas, disfrutando de la mutua compañía. Había muchos malos entendidos que aclarar pero aquél no era el momento.

Draco le hizo el amor como por primera vez y en cierta forma lo era. Era la primera vez que estaban juntos sin mentiras, con sus verdaderos sentimientos expuestos.

oOo

Despertaron abrazados, con la sonrisa aún pintada en el rostro.

- Buenos días. - saludó Harry, rascándose la cabeza algo adormilado aún.

Draco no respondió, lo tomó del mentón y lo besó a conciencia. Harry lo prefirió al buenos días.

- ¿Tienes apetito?

- No, planeo quedarme en cama todo el día, contigo.
Era tan difícil resistirse a los labios de Draco teniéndolos tan cerca. Pero por una vez no tuvo que hacerlo y el rubio los recibió gustoso.

El moreno deslizó una pierna entre las de su esposo, esperando que este entendiera la indirecta, una mano bajando por su abdomen hasta su polla le indicó que sí.

- Vas a tener que compensarme por meses de pajas. - dijo, en tono sugerente. Meciendo sus caderas contra esa mano caliente.

- ¿Crees que para mi fue muy fácil? Sabiéndote en el cuarto contiguo y creyendo que no deseabas que te tocara. Me masturbaba cada noche recordando nuestro último encuentro. Fantaseando con que gemías mí nombre al correrte.

Las caricias en su polla iban aumentando progresivamente de intensidad, Harry cerró los ojos y se entregó al placer, sin dejar de jadear. Su esposo lo hizo rodar hasta quedar sobre su espalda.

Sin dejar de acariciarlo inició un sendero de besos desde su mandíbula, su cuello, clavícula, deteniéndose en sus pezones, algo que a Harry parecía gustarle particularmente. Prueba de ello fue que se mordió los labios y gimió pidiendo más. El otro pezón recibió un tratamiento similar, a esas alturas el moreno se retorcía bajo las caricias de su esposo y le rogaba porque se lo follara de una vez, pero Draco parecía tener otros planes.

Inopinadamente la mano se retiró de su polla, Harry protestó por ello, lo que sintió a continuación lo hizo chillar de sorpresa. Nunca había experimentado algo semejante, todos los encuentros con Draco habían tenido fines reproductivos, por lo que se basaban únicamente en la penetración.

- Wow. ¿Así que esto es una mamada? - jadeó, buscando aire. Draco sonrió sin desviarse de su labor. - ¡Oh, Merlín! ¡No dejes de hacerlo, te lo pro- hibo…!

Bajo sus manos y cogió el cabello platino para afianzar los movimientos de su esposo. Se sentía delicioso pero no quería correrse aún, por lo que cuando sintió la sensación conocida en las bolas jaló a Draco para impelerle a que se retirara.

- ¿Ocurre algo, amor? - inquirió este, besándole el ombligo. El moreno no supo si se estaba derritiendo porque Draco lo había llamado “amor” o por la caricia tan íntima.

- Quiero venirme contigo dentro. - jadeó, el otro mago le sonrió con malicia.

- Eso tiene solución.
En un movimiento fluido el rubio se situó en su entrada y entró lentamente, demasiado lento para gusto de Harry.
- Draco, más rápido, no voy a romperme.

- ¿Así está bien? - el otro mago no tardó en alcanzar un ritmo satisfactorio que llevó al moreno rápidamente al borde del orgasmo nuevamente. - Harry, no cierres los ojos.

- ¿Qué?

- Quiero verte a los ojos cuando te corras.

Harry se ruborizó, pero accedió a la extraña petición y fue recompensado por un lúbrico beso.

- Merlín, te amo. - susurró el rubio, sobre sus labios. - No te imaginas cuanto.
Y ese fue todo el estímulo que necesitó para correrse.

oOo

Draco cumplió su promesa y ambos pasaron el día remoloneando en la cama. Charlando y haciendo el amor.

Finalmente el rubio no aguantó más y se confesó.

- He estado enamorado de ti desde quinto año.

- ¿Quinto año? ¿Qué por esa época no salías con todo lo que se moviera?

- Oh, bueno… esa fue idea de Blaise, pretendía darte celos.

- Pues si lo conseguiste y de paso me hiciste sufrir mucho, pensé que no te importaba nuestro compromiso.

- Pero tú dijiste…

- Sé lo que dije. Quería demostrarte que no me afectaba lo que hicieras. Y al parecer a ti tampoco, porque comenzaste a salir con Pansy.

- En realidad Pansy me estaba asesorando.

- ¿Asesorando?

- ¿Recuerdas esos poemas…?

- ¿Fuiste tú?

- Creí que funcionarían, Panse dijo que eran infalibles, pero tampoco consiguieron conmoverte.

- La verdad, si me gustaron. Pero no podía dejarme cortejar por nadie más, ya estaba comprometido. Si al menos los hubieras FIRMADO.

- Te lo iba a decir a su tiempo, cuando estuviera seguro que la pésima opinión que tenías de mí había cambiado.

- Yo estaba colado por ti, pero tu aseguraste que nadie podía obligarte a que me amaras.

- Oh, si eso… Me acababan de dar la noticia y estaba furioso, aun no lo había asimilado.
Pero acabé cambiando de opinión. Luego en la noche de bodas sugeriste anular el enlace y… lo vi como la confirmación de que no lo deseabas y que me detestabas.

Harry guardó silencio, no era diferente a lo que él mismo pensó en su momento.

- Nos habríamos ahorrado muchos malos entendidos si hubiéramos sido sinceros esa noche.

- No sabes lo que me tuve que contener cuando te viniste a dormir a mi cuarto.

- Prácticamente me estaba ofreciendo. ¿Por qué nunca hiciste nada?

- Me consideraba bastante afortunado con que quisieras compartir mi cama como para intentar nada y ahuyentarte. Y ese día, cuando irrumpiste en la sala de juntas. ¡Merlín! Creí que estaba soñando, una de mis mayores fantasías se hizo realidad.

- ¡Pero me regañaste!

- ¡Porque fue un completo desastre! Esos viejos apergaminados ya ni recuerdan la última vez que tuvieron un polvo, creo que por un momento pensaron que nos íbamos a poner a follar sobre la mesa. Me costó mucho calmarlos. - Draco hizo una pausa para besar la coronilla de Harry. - tuve una barra de hierro en los pantalones el resto de la tarde.

- No puedo creer que hayamos sido tan ciegos.

- Pero estamos a tiempo de recuperar el tiempo perdido.

- ¿Amor?

- ¿Humm?

- Levantémonos, quiero que vayamos al parque con Scorp.

- Lo que tú desees.

oOo

El día lunes el presidente del directorio de Malfoy Corp. se retiró mas temprano de lo acostumbrado de su trabajo. De todas maneras es día no había sido muy productivo, se la pasó enviando y recibiendo lechuzas y soñando despierto con lo que esperaba por él en casa, la sorpresa que no lo era tanto.

Al llegar a casa se apareció directamente en su cuarto, se estaba cambiando ropa cuando un par de manos invisibles lo atraparon, le vendaron los ojos y luego sintió el inconfundible tirón de la desaparición conjunta. Para cuando le quitaron la venda se encontró atado a una silla, en lo que parecía ser el salón azul, pero con una decoración muy peculiar. Las cortinas estaban cerradas, las lámparas irradiaban una suave luz rojiza y directamente frente a él “alguien” había colocado una silla.

Los sugerentes acordes de una melodía de origen claramente muggle comenzaron a oírse proveniente de algún lugar a sus espaldas. Estaba inexplicablemente nervioso y ansioso en partes iguales.

A tiempo con los bronces la “estrella” hizo su entrada, su primer impulso fue reír, su esposo vestía el disfraz de mucama francesa que había descubierto el día anterior. Pero apenas este comenzó a caminar con seguridad sobre esos enormes tacones y a ejecutar su sensual rutina alrededor de esa silla, el rubio no podía despegar sus ojos de las evoluciones de esas impresionantes piernas que, enfundadas en unas medias de red se veían larguísimas.

Harry se movía con la sinuosidad de una sirena en el agua y no dejaba de mirarlo con el desafío claramente pintado en el rostro. Draco tenía la garganta seca y cuando intentó tragar se dio cuenta de que había tenido la boca abierta todo el tiempo. Deseaba saltarle encima pero su esposo se había esforzado demasiado preparando esa performance para que él la arruinara con su calentura.

Cuando el moreno se apartó de la silla y caminó contoneándose hasta él creyó que no podría aguantar, su pantalón se sentía demasiado apretado, máxime cuando él se le montó a horcajadas y lo jaló de la corbata. Anhelaba el beso, que sólo se insinuó para luego ser apartado por una palma en su pecho.

Merlín, debía ser ilegal moverse así, menearse provocativamente sobre su ya notoria erección y tener esas caderas tan perfectas luego de haber dado a luz. El rubio se estaba derritiendo, literalmente y si el baile no acababa pronto él si lo haría. En especial cuando Harry se inclinó hacia el piso y dejó a la vista sus pantaletas de encaje y portaligas a juego. De solo pensar en que los quitaría con los dientes Draco jadeó audiblemente, indudablemente su esposo lo oyó, porque le sonrió al incorporarse.

Harry caminó un par de pasos con ese contoneo que lo tenía loco, movió sus caderas una vez a cada lado al son de la percusión y giró la parte superior de su cuerpo para comenzar a quitarse muy lentamente el guante derecho. Solo que sus dedos estaban dispuestos de tal manera que parecía que se deslizaran por otra parte de su cuerpo y en los eternos segundos que duró aquello no dejó de moverse al ritmo de la música.

Ya con su mano completamente desnuda, el moreno hizo girar el guante con la zurda un par de veces antes de regresar a él, colocárselo alrededor del cuello y jalar rudamente ambos extremos, para dejar ambas bocas dolorosamente cerca al tiempo que terminaba la música.

Recién en ese momento, en el silencio reinante, Draco pudo notar que su esposo también estaba jadeando y que su pecho subía y bajaba aceleradamente.

oOo

- Si pudiera usar mis manos primero te aplaudiría y luego te cogería en mis brazos para besarte, pero dadas las circunstancia solo puedo felicitarte. Amor, ha sido fantástico.

- ¿De verdad te gustó? - inquirió, cansado, sentándose en el regazo de su esposo. No le pasó desapercibido el jadeo acongojado de este.

- Muchísimo. Ahora… ¿Puedes?

El moreno comprendió la elocuente mirada de su esposo, convocó su varita y con un movimiento fluido quitó las amarras.

- ¿No te importa que me quite los zapatos? No se como las mujeres los soportan, son como un crucio permane…

El rubio cumplió lo prometido, apenas tuvo sus manos libres rodeó la cintura de esposo y lo besó apasionadamente.

- Voy a corregir una gran injusticia. - dijo el rubio, con solemnidad, incorporándose y alzando en sus brazos al buscador.

- ¿Cuál? - inquirió este, adivinando los planes del otro mago.

- Nunca te cargué a la alcoba la noche de bodas.

- Draco, estamos en el primer piso.

- ¿Y?

- Nuestros dormitorios están en el… - Pero Harry no pudo terminar sus reclamos porque Draco los apareció ante la puerta de su habitación.

- ¿Decías?

Se acurrucó contra el cuello de su esposo, enormemente feliz por el inesperado giro que había tomado su vida marital los últimos dos días. Se dejó cargar a través del umbral y ser depositado cuidadosamente en su cama.

Draco se deshizo de sus zapatos y estuvo junto a él en un parpadeo, atrapándolo en un apretado abrazo y un beso que le quitó el aliento.

- ¿Amor?

- ¿Hummm?

- ¿Qué posibilidades hay de que me vuelvas a hacer el “numerito del burlesque”? - pidió insinuante sobre los labios ofrecidos.

- Ninguna.

- ¿Ninguna?

Harry sonrió descaradamente ante la decepción de su marido y le dio un besito en la nariz a modo de consolación.

- Anna ha prometido enseñarme “Pole Dance”. Pero sólo si eres un buen chico.

- Haré méritos, lo prometo. - aseveró, cruzando su índice sobre su pecho.

- Para empezar… quiero nuestra propia alcoba

- Hecho. ¿Algo más?

- Es todo por el momento, te mantendré informado.

Draco no se contuvo mucho más antes de quitarle el portaligas y besar esas torneadas piernas. El rubio ponía tanta devoción en cada caricia que Harry se amonestó mentalmente por no haber tomado cartas en el asunto mucho tiempo antes.

Cerró los ojos y se dejó envolver por la sensación de plena felicidad y pensando que, quizás no seria mala idea “encargar” un segundo bebé.

FIN

2012: regalo especial, pareja: harry/draco, género: slash, autor: ha_ru_ka_na

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