Un poco menos solo
Fandom: Axis Powers Hetalia.
Claim: Argentina/Chile o.o.
Advertencias: Intento fail de drama.
Rating: K.
Palabras:762.
Edit: :33 gracias <333. yin_tiempo. Ains, mi te ama mucho (L).
Nota: Basado en el hermoso y triste y awesome comic que hizo neh_chan. Robé dos oraciones de su comic 8D *huye cual flaite común(?)*
Resumen: Se preguntó hasta cuando tendría que esperar para crecer y poder saltar el muro que le separaba del mundo.
Un poco menos solo
Levantas la cabeza hasta que tu cuello cruje, destino similar sufren tus pies desnudos; intentas de forma más que desesperada ganar centímetros que no posees para así cumplir tu más grande anhelo desde que tienes uso de razón: poder saltar el maldito muro que te separa del resto del mundo, ese muro al que tú y tu gente le han dado el nombre de Cordillera de los Andes.
Y te frustra ser recién un niño, porque todo lo ves tan inalcanzable…
-Por la cresta… -murmuras al mismo tiempo que un tímido sonrojo adorna tus mejillas. Sabes que los niños en crecimiento como tú no debe decir groserías, pero también sabes que decirlas es parte de tu naturaleza-. ¡¿A quién mierda se le ocurrió poner este pedazo de tierra frente a mi casa?!
Tus palabras se las lleva el viento, porque nadie te oye. Pateas la tierra, levantando polvo y sigues con la cabeza elevada al cielo; porque eres tan terco que seguirás tratando de crecer como sea para ser más grande que ese muro y poder ver que hay al otro lado. Las ganas de carcomen y te pican los dedos…
Pero los años pasan y si bien te vuelves más alto, no es suficiente. La frustración prácticamente se vuelve una contigo y cuando giras tu cabeza hacía la Cordillera mientras trabajas en el campo, el maldito sentimiento te estruja el corazón con amargura.
Aún así, tratas de seguir adelante, con tu vida, con tu gente.
- ¡¿Hay alguien ahí?!
Hasta que un día, esa voz que retumba con fuerza por tus tierras y te estremece hasta lo más profundo de tu ser, hace que la frustración desaparezca, como si nunca te hubiera invadido.
Esa voz vuelve a llamarte, porque estás seguro de que te llama a ti, aunque no la conozcas. Sorprendido corres hacia la Cordillera y tratas como cuando eras más niño de lo que eres ahora de elevarte; ruegas ser deleitado otra vez con los maravillosos sonidos de antes, pero estos no se vuelven a oír y tú, desesperado buscas una forma de hacerle saber a ese nuevo extraño que existes… Gritas con toda la fuerza de tus pulmones, dejando que el tono salvaje de tu voz escape como nunca antes de tus labios.
Y vuelves a rogar que te respondan.
- ¿¡Quién sos?! -la respuesta, la tan ansiada respuesta te hace sonreír.
Te importa una reverenda mierda que esa voz tenga palabras que desconoces, sólo te importa oírla y te sientes flotar en una nube al escucharla. Ríes y no te das cuenta de que tus manos están aferradas a la Cordillera, intentando romperla.
- ¡Soy Manuel! -Contestas, desgarrando tu garganta con alegría, tu corazón salta y late con fuerza-. ¡¿Y tú?!
- ¡Martin, che! -escuchas de vuelta, el grito vuelve a agitarte, hasta el fondo de tu alma.
Algo cae en tu cabeza y se pierda en aquella desordenada mata castaña que tú orgullosamente llamas pelo; levantas tu rostro y te sientes morir cuanto tu vista se encuentra con otra persona. Tu cuerpo se encuentra paralizado y estás seguro de que has olvidado hasta de respirar; demasiado absorto en observar a ese nuevo desconocido asomar su cabeza -totalmente diferente a la tuya, especialmente por el cabello que parecía brillar como el sol- por la cima del muro.
Lo único que atinas a hacer es a grabar a fuego en tu mente su nombre. Martin…
Él te mira, curioso, asombrado y quizás cuantas cosas más. Tú sigues impresionado, completamente sorprendido y feliz.
-Hey -dice Martin sin dejar de verte, sus ojos azules como el mar te atrapan-. Este lugar es enorme… ¿Siempre has estado acá?
Asientes. El rostro de Martin te sonríe y estás seguro de que es una sonrisa que nunca antes habías visto, demasiado distinta a la de tu gente, no alcanzas a preguntarte bien que es lo que tiene que la haga distinta.
- ¿No te sentís solo?
La pregunta inesperada te aprieta el corazón ¡Claro que te sientes solo! Si así no fuera, no estarías día a día luchando por cruzar esa muralla.
Y no sabes porque, ni te molestas en saberlo, en realidad, pero te ríes como nunca antes, incluso te sientes tan bien que por tus labios se desliza alguna grosería…
-Creo que todo el tiempo -respondes, la risa aún bailando en tu boca.
Martin te observa con extrañeza pero no te importa, porque acabas de descubrir que reírte de tu soledad es lo mejor que has hecho en tu vida.
Aunque la presión en tu pecho sigue siendo igual de dolorosa, pero piensas que quizás, sólo quizás, Martin te ayude a hacerla desaparecer, del mismo modo que cuando le viste por primera vez hace algunos minutos.
Claim: Argentina/Chile o.o.
Advertencias: Intento fail de drama.
Rating: K.
Palabras:762.
Edit: :33 gracias <333. yin_tiempo. Ains, mi te ama mucho (L).
Nota: Basado en el hermoso y triste y awesome comic que hizo neh_chan. Robé dos oraciones de su comic 8D *huye cual flaite común(?)*
Resumen: Se preguntó hasta cuando tendría que esperar para crecer y poder saltar el muro que le separaba del mundo.
Un poco menos solo
Levantas la cabeza hasta que tu cuello cruje, destino similar sufren tus pies desnudos; intentas de forma más que desesperada ganar centímetros que no posees para así cumplir tu más grande anhelo desde que tienes uso de razón: poder saltar el maldito muro que te separa del resto del mundo, ese muro al que tú y tu gente le han dado el nombre de Cordillera de los Andes.
Y te frustra ser recién un niño, porque todo lo ves tan inalcanzable…
-Por la cresta… -murmuras al mismo tiempo que un tímido sonrojo adorna tus mejillas. Sabes que los niños en crecimiento como tú no debe decir groserías, pero también sabes que decirlas es parte de tu naturaleza-. ¡¿A quién mierda se le ocurrió poner este pedazo de tierra frente a mi casa?!
Tus palabras se las lleva el viento, porque nadie te oye. Pateas la tierra, levantando polvo y sigues con la cabeza elevada al cielo; porque eres tan terco que seguirás tratando de crecer como sea para ser más grande que ese muro y poder ver que hay al otro lado. Las ganas de carcomen y te pican los dedos…
Pero los años pasan y si bien te vuelves más alto, no es suficiente. La frustración prácticamente se vuelve una contigo y cuando giras tu cabeza hacía la Cordillera mientras trabajas en el campo, el maldito sentimiento te estruja el corazón con amargura.
Aún así, tratas de seguir adelante, con tu vida, con tu gente.
- ¡¿Hay alguien ahí?!
Hasta que un día, esa voz que retumba con fuerza por tus tierras y te estremece hasta lo más profundo de tu ser, hace que la frustración desaparezca, como si nunca te hubiera invadido.
Esa voz vuelve a llamarte, porque estás seguro de que te llama a ti, aunque no la conozcas. Sorprendido corres hacia la Cordillera y tratas como cuando eras más niño de lo que eres ahora de elevarte; ruegas ser deleitado otra vez con los maravillosos sonidos de antes, pero estos no se vuelven a oír y tú, desesperado buscas una forma de hacerle saber a ese nuevo extraño que existes… Gritas con toda la fuerza de tus pulmones, dejando que el tono salvaje de tu voz escape como nunca antes de tus labios.
Y vuelves a rogar que te respondan.
- ¿¡Quién sos?! -la respuesta, la tan ansiada respuesta te hace sonreír.
Te importa una reverenda mierda que esa voz tenga palabras que desconoces, sólo te importa oírla y te sientes flotar en una nube al escucharla. Ríes y no te das cuenta de que tus manos están aferradas a la Cordillera, intentando romperla.
- ¡Soy Manuel! -Contestas, desgarrando tu garganta con alegría, tu corazón salta y late con fuerza-. ¡¿Y tú?!
- ¡Martin, che! -escuchas de vuelta, el grito vuelve a agitarte, hasta el fondo de tu alma.
Algo cae en tu cabeza y se pierda en aquella desordenada mata castaña que tú orgullosamente llamas pelo; levantas tu rostro y te sientes morir cuanto tu vista se encuentra con otra persona. Tu cuerpo se encuentra paralizado y estás seguro de que has olvidado hasta de respirar; demasiado absorto en observar a ese nuevo desconocido asomar su cabeza -totalmente diferente a la tuya, especialmente por el cabello que parecía brillar como el sol- por la cima del muro.
Lo único que atinas a hacer es a grabar a fuego en tu mente su nombre. Martin…
Él te mira, curioso, asombrado y quizás cuantas cosas más. Tú sigues impresionado, completamente sorprendido y feliz.
-Hey -dice Martin sin dejar de verte, sus ojos azules como el mar te atrapan-. Este lugar es enorme… ¿Siempre has estado acá?
Asientes. El rostro de Martin te sonríe y estás seguro de que es una sonrisa que nunca antes habías visto, demasiado distinta a la de tu gente, no alcanzas a preguntarte bien que es lo que tiene que la haga distinta.
- ¿No te sentís solo?
La pregunta inesperada te aprieta el corazón ¡Claro que te sientes solo! Si así no fuera, no estarías día a día luchando por cruzar esa muralla.
Y no sabes porque, ni te molestas en saberlo, en realidad, pero te ríes como nunca antes, incluso te sientes tan bien que por tus labios se desliza alguna grosería…
-Creo que todo el tiempo -respondes, la risa aún bailando en tu boca.
Martin te observa con extrañeza pero no te importa, porque acabas de descubrir que reírte de tu soledad es lo mejor que has hecho en tu vida.
Aunque la presión en tu pecho sigue siendo igual de dolorosa, pero piensas que quizás, sólo quizás, Martin te ayude a hacerla desaparecer, del mismo modo que cuando le viste por primera vez hace algunos minutos.