Fandom: Caminos torcidos [Original]
Claim: Damián Gutierrez/Eduardo. Samuel está de infiltrado por allí.
Advertencias: Spoilers de cuando los profesores están presos.
Rating: K.
Para|Prompt:
crack_and_roll,
menteoriginal &
quinesob | Realidad de la Tabla
Media | Humor del drabblethon.
Palabras: 515.
Resumen: La verdad duele más cuando es dicha con una sonrisa y una voz seria.
Risa con sabor a amarga verdad
- ¡¿Por qué te estás riendo?!
El grito lleno de furia de Eduardo resonó por toda la cárcel donde estaban los profesores atrapados que se habían levantado contra el gobierno. Algunos curiosos sacaron la mitad de sus cabezas entre las celdas para ver qué pasaba, otros, seguían mirando al vacío, haciendo que el tiempo pasara aún con más lentitud.
Eduardo se acercó más a la celda, afirmando sus manos en los fríos barrotes; su rostro estaba rojo, quizás por la furia, quizás por el calor encerrado en el lugar.
Volvió a reclamar y otra vez alguien se rió, aparentemente gozando con toda la situación. Eduardo apretó más sus manos en los barrotes, la ira se acumulaba con lentitud en su ser.
- ¿Qué te parece gracioso, Damián? -Preguntó entre dientes, mirando como el profesor de historia estaba acostado en el piso de su celda, completamente desordenado y descuidado. Los ojos de ambos se encontraron, unos brillaban de risa, los otros, de furia-. No veo el chiste de estar encerrado aquí, esperando una condena.
Damián volvió a soltar una risilla divertida antes de encogerse de hombros y afirmar su espalda en la pared de cemento.
-No veo la razón para amargarme -contestó sin borrar la sonrisa de su rostro-. Si me amargo sólo estaré dándole al gobierno lo que quiere -se encogió de hombros y jugueteo con su corbata, intentando volver a anudarla-. Además es divertido ver como vienes a diario a vernos y a gritarnos que el gobierno logró reducirnos, cuando eso es mentira. Porque nosotros no somos los únicos profesores del país ni los únicos que se han levantado para protestar.
A pesar de que en su rostro brillaba la alegría, su voz sonaba completamente seria. Eduardo volvió a apretar más los barrotes, sus nudillos estaban blancos.
-Estás más loco de lo que pensé, friki.
Un bufido que salió del pequeño camarote que estaba en la celda, hizo que Eduardo girará la cabeza en aquella dirección.
-No conoces lo loco que puede ser Damián, niño -dijo Samuel, asomando la cabeza desde la parte superior del camarote-. Y ten más respeto, que aún sigue siendo tu profesor.
-Déjalo Samuel, a los títeres del gobierno es imposible enseñarles modales -acotó Damián haciendo un además con el brazo, quitándole importancia al asunto-. ¿Sabes Eduardo? Hay otra cosa por la que me rio cada vez que vienes para acá.
Eduardo alzó las cejas, molesto antes de exigir que le diera una respuesta.
-Me rio porque eres un pobre niño que no ha tenido la valentía de tener su propia opinión y se deja llevar por su tío, cumpliendo sus órdenes -al igual que antes, su sonrisa seguía allí, completamente fuera de lugar con respecto a su mortalmente serio tono de voz-. Y me da pena el ver que te niegas a enfrentar y a tomar lo que por derecho te corresponde. Porque veo en tus ojos que compartes nuestros ideales.
Eduardo se quedó en silencio, porque en el fondo y aunque ni él mismo fuera capaz de admitirlo, sabía que Damián tenía la razón.