Me miraste con tus ojos celestes de pavo y supe que no te quería comer. Tu rostro rosa pálido y tu pico, tu forma de esconderte, tu forma de mirar. Tienes todas las de perder y aún así miras.
Me he llevado el cuerpo de otro en una bolsa amarilla y no he podido dejar en tus ojos celestes de pavo. Mañana serán menundencia.