GRACIAS A SHIRLEYPAZ por estos maravillosos separadores!!!!!!!!! y por la portada mas hermosa posible!!!!!! jo, que cosa mas bonita!!!!!!!!!!!!
CAPITULO 2
La cita con Sandy fue mucho mejor de lo que esperaba, ella no sólo era preciosa sino también encantadora.
Fue una compañera divertida de equipo, y descubrió además su lado dulce durante la comida. Jared se alegró de poder conocerla mejor.
En el lago todos los jóvenes acababan las citas con besos robados, explorándose mutuamente con curiosidad. Notó el nerviosismo de Sandy por ello y la hizo reír con tonterías hasta advertir que se relajaba.
Sin embargo, y a pesar de todas las miradas de Chad instándole a ello, y de las sonrisas de ella invitandole, no sentía el deseo de besarla.
Disfrutó cada minuto a su lado, y en cierto modo quería abrazarla y protegerla,sin embargo los besos estaban muy alejados de su pensamiento.
Al cabo de un rato identificó la emoción que sentía. Era como estar con su hermanita, no tan entrañable, claro, pero igual de fraternal.
Lo lamentó,estaba seguro de estar decepcionándola.
Cuando se despidieron, con Chad mirándole acusadoramente, como si Jared hubiera desperdiciado el mejor regalo que le habían hecho en su vida, ella lo abrazó y lo besó en la mejilla con ternura.
-Me gustaria conocer a la chica de la que te enamores- le dijo y Jared se sonrojó.
-Yo...no...- ella sonrió mordiéndose el labio con cierto nerviosismo.
-No es que no esperase que tú y yo....ya sabes -parecía inquieta, Jared volvió a sonrojarse y eso le dio fuerza a ella para continuar.
-Pero creo que prefiero un amigo,- miró a Chad, que besaba a Sophia junto a su coche -él cree que todo es sexo pero se equivoca, Jay, y yo creo que es hermoso que necesites enamorarte....¡vas a hacer muy feliz a una chica! -sonrió y Jared la imitó, maldiciendose por sonrojarse con tanta facilidad.
-Podríamos vernos sin Chad e ir al cine si quieres- le sugirió, Sandy asintió aparentemente contenta
-Tienes mi número, y espero que lo uses- le recordó con una dulce sonrisa que le hizo lamentar no sentirse de otra manera hacia ella.
De camino a casa pensó en lo sucedido, se sentía afortunado porque Sandy, no solo no se habia molestado, sino que podía considerarla una futura amiga.
Ya encontraría el modo de lidiar con Chad.
Éste estaba tan molesto que ni siquiera le ofreció acercarlo a casa con su coche, aunque realmente no le importó.
La noche era espléndida, y, el olor de las camelias del paseo hasta su calle, le hizo sentirse vivo y satisfecho.
El lago se encontraba tras la colina de los barrios altos y Jared vivía en la otra punta, asi que fue un camino largo, tan largo como para que su mente divagase, quizá en exceso.
Se encontró pensando en Jensen otra vez. Desde cualquier lugar de Riverdale podía verse la mansión de su familia, en lo alto de la colina, casi oculta por la vegetación de la propia parcela.
Miró hacia allí con curiosidad.
Jensen y su naturaleza secreta.
No era la primera vez que se preguntaba qué significaba realmente. Podía percibir esa fuerza, como un halo rodeándole, una especie de canto de tiempos remotos. La canción tenía siempre la misma letra y Jared reconocía el lenguaje.
Y le asustaba, como si el entenderlo le marcase con una señal ajena, un sello en su rostro que lo identificaba como miembro de otra comunidad, quizá tan extraña a la humana como la del propio Jensen.
"¿Qué soy yo para saber lo que él es?"
La voz de su padre le alcanzó, a través de la puerta, antes de entrar en su hogar.
Una pequeña casa, algo vieja pero acogedora. Ninguno de sus habitantes la habría cambiado por una de las mansiones de la colina.
Desde que su madre ya no estaba, John hacía lo que podía, pero seguía sin saber como criar a una niña, y Jared no pudo evitar sonreír al pensar cómo iba a lidiar su padre con la adolescencia de Megan. Por suerte, para todos, aun quedaban unos años para ello.
Abrió la puerta y su hermana saltó a sus brazos aliviada, protestando lastimosamente porque John no sabía poner voces al leer su cuento ni tampoco era capaz de "mejorarlo"....lo que en el lenguaje de Megan suponía cambiar la historia según su ánimo y apetencia.
John lo miró, aún más aliviado que la niña, y se puso a hacer la cena, dejándola a su cuidado.
Jared sonrió mientras escuchaba a Megan contarle todo lo que quería que pasara en su cuento. El olor del pescado y las patatas fritas, que John estaba cocinando, alcanzó su olfato y se relajó.
Era bueno estar en casa.
Su padre no era demasiado tierno ni locuaz, pero se desvivía por ellos y siempre les apoyaba, a su manera.
Jared lo observó con cariño.
Mientras le contaba la historia “bien” a Megan, una parte de si mismo recordó a su madre, ahora su rostro era tan solo un boceto en su memoria, apenas lograba recordarlo sino a través de las lineas que lo evocaban en el rostro de su hermana.
Pero sí recordaba la sensación de sus brazos alrededor de su cuerpo, lo seguro que se sentía en ellos, maravillosamente seguro.
La primera vez que aquella "extrañeza" en él se había revelado, había sido el día en que su madre murió .
Como si su muerte hubiera levantado un velo.
Tenía nueve años y su hermana lloraba en su cuna.
Su padre había salido a trabajar pero su madre se había quedado en casa para cuidarle, ya que estaba pasando el sarampión.
Solo salió un momento a buscar medicinas para él, y Jared recordaba el tacto de sus labios en la frente y su voz despidiéndose mientras se adormecía.
Un rato después algo le despertó de repente. Una sensación punzante en el pecho le hizo abrir los ojos.
Luego un desamparo absoluto se apoderó de él. Experimentó la impresión de que algo esencial le había sido arrebatado y estalló en lágrimas aterrado.
Estaba oscuro a su alrededor y no había sonidos. Como si el mundo se hubiera apagado para decirle
“escucha”
Cerró los ojos,”nada malo sucede” se dijo, estaba en casa, estaba seguro.
Su hermana lloró, solidarizándose al escucharle, y se levantó para calmarla.
De camino a la cuna de Megan, la verdad le sacudió como un golpe, la certeza absoluta de que nunca volvería a ver a su madre.
Se limpió las traicioneras lágrimas que pretendían caer. Aquella mañana de años atrás, una parte de su mundo se habia apagado para siempre. Nunca había vuelto a sentir aquella seguridad de antaño. Sabia que a John le sucedía algo similar.
La necia creencia en finales felices parecía haberse esfumado junto con ella y la realidad había revelado su naturaleza inconstante.
Megan le preguntó entonces si era posible que las tortugas volasen, obligándole a a centrarse en el presente. Su hermana estaba pasando su fase tortugas, que ahora eran sus criaturas favoritas en el mundo y se obligó a sonreir y responder.
John y él se habian convertido en dos enormes galápagos a sus ojos. Aún recordaba la fase cocodrilos, que había precedido la actual, o la anterior, con leones, y mucho antes, un mundo de jirafas.
A Megan parecía confortarle controlar su universo, decidiendo qué sucedía en sus cuentos, e incluso la naturaleza de lo que le rodeaba. Jared esperaba que pudiera aferrarse a aquella fantasía, el tiempo suficiente para que la imprevisiblilidad real del mundo no la paralizase.
La abrazó con cariño cargándola hasta la mesa, y sentándola en su sitio.
Megan era su chica, la única que ahora mismo queria en su vida.
Huyó al baño con una excusa, no quería que John le viera llorando, su padre aún añoraba demasiado a Mary. Cuando alguien la mencionaba, Jared miraba cómo se apagaba y, una parte de él que se negaba a creer que madurar fuera abandonar los momentos de ternura, ansiaba abrazarle y prometerle que todo estaría bien.
Pero ambos eran ya demasiado mayores para permitirse esa clase de consuelo. Nunca dejaría de ser lamentable todo lo que se perdía con la edad. Quizá por eso no se sentía seguro de querer seguir avanzando, no quería perder nada más, pero no podía evitarlo, cada día una parte de quién era parecía desprenderse de él como la piel de una serpiente, y la carne nueva que surgía era cada vez más irreconocible.
Pero ahora estaban solos con Megan y ella los necesitaba, no podían ponerse a llorar en la mesa. Su hermana parecía necesitar algo sólido, no era la única.
Miró su rostro en el espejo del baño, éste formaba parte de lo que había cambiado, ya no parecía un niño, tenía prácticamente 17 años, pronto sería un hombre.
“Pronto”
Parecía una promesa, y por algún motivo eso le hizo pensar en Jensen.
Antes de que Jensen apareciese en Riverdale, había pasado en otras dos ocasiones. Ninguna tan intensa ni desoladora como el adiós a su madre.
Y Jared sentía que, aquella especie de instinto, era algo inútil y embarazoso, nunca le “advertía” de algo con la suficiente antelación como para poder evitarlo. Si hubiera sido así, nunca habría dejado que su madre saliera aquella mañana, nunca habría cogido su coche y no habría estado en aquella esquina cuando aquel borracho perdió el control...
Nunca servían de nada, solo “sucedían” y eran tan subjetivas que no podía compartirlas sin que parecieran una locura. Su padre le miraría atónito si se lo dijese, pero Jared sabía que eran reales.
La segunda vez que le sucedió tenía once años y caminaba por una acera con su bicicleta en dirección al bosque. Sus amigos le aguardaban allí y su mente vagaba complacida recreándose en las aventuras de la tarde.Repentinamente, un olor a podredumbre y ponzoña, y una desoladora sensación de vacío, se habían apoderado de él.
Miró a su alrededor, un hombre cortaba el césped en su jardín, su perro ladraba desde su caseta. No había nada de especial en ello, era solo una escena cotidiana similar a muchas otras, pero Jared supo que aquel hombre había quitado una vida, como si pudiese ver, literalmente, sus manos manchadas de sangre.
El hombre le sonrió pero Jared miró a la casa. Quiso correr, no sabía en qué dirección; Acusarle, revelando la atrocidad que leía en él. Pero nadie le creería y, en todo caso, ya era demasiado tarde. Otra vez, no servía de nada.
Estaba muerto, lo que fuera, estaba completamente muerto, y muy cerca.
Dos días después todo el mundo hablaba de ello. El olor había advertido a sus vecinos.
La muerta era su esposa. Le había destrozado el cráneo a golpes, con un cenicero, por una tonta discusión sobre la cena.
Cuando Jared pasó por delante ella llevaba unos veinte minutos fallecida. A pesar de ello, su asesino cortaba el césped como si no hubiera nada de particular en lo que había hecho.
Una muerte tan inútil y absurda como la de su madre.
Recordaba la frustración que le invadió, ¿De qué servía aquella especie de “intuición” si siempre funcionaba a posteriori?
En la otra ocasión fue algo más leve, también menos grave. Sólo la sensación imperiosa de que debía ir al la caseta del bosque, allí encontró los restos de la misma,desperdigados como pedazos de un naufragio. Aparentemente, otro grupo de niños había decidido vengarse por algún motivo trivial que ya no recordaba.
No debería haber sido tan importante, pero lo fue.
No la reconstruyeron, ya empezaban a ser mayores para ella y simplemente la olvidaron. Pero Jared no lo hizo, aquel lugar lo había construido John para él y sus amigos, poco antes de la muerte de su madre.
Aquel había sido un John diferente, uno que aún tenia esperanza. Cuando veía los restos rotos de la cabaña, creía ver en ellos los pedazos de su padre cuando ella se fue.
Una parte de si mismo sabia que era inútil reconstruirla, la otra mitad no soportaba verla destruída.
En cierto modo era bueno que ya no fueran por allí. Ahora el lago era el lugar de reunión, y estaba bien, no tenia muchos recuerdos de ese lugar. Cuando era niño, los Ackles no permitían que nadie entrase en ese lado del bosque, aunque desde el regreso de Jensen eso había cambiado.
El regreso de Jensen.....
Jared cerró los ojos, no quería seguir viendo su propio rostro, latía una promesa en él que le llevaba a lugares oscuros, donde ya no se jugaba. El hombre que se insinuaba en sus rasgos era un adulto, y pronto habitaría en otro mundo.
Jensen....
Todo el pueblo estalló en habladurías por su causa cuando apareció. Las mujeres Ackles eran las representantes de la familia más poderosa de Riverdale, y una de las más ricas de América.
Los Ackles eran propietarios de varios imperios de nueva fecha, pero también se remontaban a la fundación del país, y era allí, en aquel pequeño pueblecito, donde los primeros Ackles se habían asentado.
La familia había sido propietaria de todo el pueblo, pero ahora eso había cambiado. Aunque Samantha y Lauren Ackles eran las benefactoras del lugar, sostenían el colegio y el hospital, facilitando a sus conciudadanos la mejor educación y sanidad posibles, de forma totalmente gratuita.
Riverdale era un buen lugar para vivir gracias, en parte, a estas dos mujeres, así que nadie las juzgaba por su aislamiento o rareza.
Sin embargo la aparición de Jensen fue demasiado sorprendente como para evitar los rumores.
Pocas veces recibían visitas, aunque, en algunas ocasiones, había forasteros en lo alto de la colina. En la mayoría de los casos eran miembros de la familia que se acercaban a reconocer a sus excéntricas parientes.
Las dos Ackles se mantenían imperturbables en la mansión familiar, que incluía el extenso terreno que colindaba la pequeña ciudad, junto con el bosque y el lago.
Madre e hija parecían vivir en un mundo propio, distantes pero amables con sus vecinos. Nunca participaban en eventos sociales excepto durante las fiestas de la primavera, cuando abandonaban su retiro para presidir las celebraciones.
Y, de la noche a la mañana, Jensen apareció en Riverdale.
Un adolescente menudo de enormes ojos verdes que Lauren inscribió en el colegio como su hijo, Ackles....ninguna mención al padre.
Nadie sabía nada sobre su existencia anterior, de hecho cualquiera habría dicho que Lauren no se había cruzado con ningún hombre en su vida pero, de repente, el oscuro secreto de la familia había aparecido para pasmo de todos. Y nadie había tenido el valor de preguntar de donde había salido.
En un par de años, sin embargo, Jensen se había ganado el respeto y la admiración de todos, y era consenso general sostener que, probablemente, habría estado internado en algún caro colegio europeo.
El joven Ackles, modelo para cualquier joven del lugar, tan educado y formal, que no podía ser sino lo que Jared sabía que era: una ficción.
Era como un personaje que Jensen se vestía cada mañana, cordial y encantador, siempre con la palabra exacta, bueno en los estudios pero no tanto como para asustar. Amable con todos, extremadamente cordial de hecho, pero capaz de realizar alguna pulla, de soltar algún exabrupto,e incluso en esas escasas salidas de tono, Jared veía la premeditación.
Casi podía verle anotar en un diario esos momentos para componer una simulación más eficaz de lo normal:“hoy molestar a tal profesor o reír fuera de lugar durante la misa” , tan artificioso como irreal, y sin embargo funcionaba, todos creían en la máscara que Jensen había creado, todos menos él.
Recordaba el momento en que le vio por primera vez con suma claridad. Había sido el día de su cumpleaños, cumplía 15 años y se había sentido, por primera vez, extraño en su propia piel. Una sensación que iba a agudizarse en los años venideros.
Para entonces ya había oído hablar del oscuro secreto de la familia Ackles, como todos, pero aún no lo había visto en persona.
Alona y sus amigas no habían dejado de mencionar lo guapo que era. A veces ella hacía de canguro de Megan y Jared había acabado un poco harto de escuchar maravillas sobre el chico nuevo.
Sin embargo recordaba haber sentido curiosidad, ¿como no hacerlo? Nunca había visto a su madre y a su abuela, excepto por los retratos, pero sabía lo suficiente de ellas como para sentirse intrigado por su heredero.
Así que habia mirado, como todos, cuando el chófer de la familia Ackles había dejado, en la entrada del colegio, al retoño de la estirpe durante el comienzo del nuevo curso.
Justo antes de que la puerta se abriera, lo había sentido....
Como un relámpago que le había aturdido del todo, un reconocimiento visceral, casi como si sus tripas lo gritasen, literalmente....
“Brujo”
No había sido una sensación grata, el tejido de la realidad parecía haberse resquebrajado, permitiendo que surgiera algo que no podia existir, algo que desafiaba el equilibrio, algo que le revolvía las tripas con su mera presencia..
Algo poderoso, antiguo, peligroso.
Jensen había descendido del coche y lo había mirado, directamente, y Jared había podido ver la sorpresa en su mirada.
Parecía tan perplejo como él, como si Jared fuera también algo inesperado.
Que alguien te asuste es una cosa, pero ver como tú le asustas a su vez es muy distinto, mucho más atemorizante....
Jared se había preguntado entonces cómo nadie había advertido como se mantenían la mirada desconcertados. Solo cuando, al fin, Jensen se desprendió de aquella especie de semi embrujo que había atrapado sus miradas, se había dado cuenta de que solo habían pasado unos segundos.
Con el tiempo, esa especie de reconocimiento se hizo menos visceral, mas familiar, algo que agradeció ya que al principio se sentía enfermo durante horas después de cruzarse con él.
En un college tan pequeño era inevitable encontrarse con frecuencia con las mismas caras y, durante los los primeros meses de la llegada de Jensen al colegio, se había sentido perennemente enfermo. Incluso su padre había llegado a preocuparse por sus continuos mareos.
Aquella primera vez, mientras Jensen se alejaba de él, Jared había vomitado mareado. Había sentido que durante horas, aunque realmente había sido mucho menos.
El vómito y las nauseas no habían sido los únicos sintomas, todo el tiempo había sufrido la presión de una especie de zumbido, o vibración en el aire, como un sonido sordo que casi sentía mas que oía, y al que acabó por achacarle los mareos.
Pero, por suerte, con el tiempo se había adaptado a su presencia y ya casi no experimentaba ningún trastorno físico. El malestar nunca había vuelto a ser tan intenso como con aquella primera mirada, de todos modos, y había ido atenuándose, hasta convertirse en una leve desazón.
Nunca había intentado, sin embargo, acercarse a él. Jensen tampoco lo había hecho, sólo se miraban desde la distancia.
Un secreto compartido saltaba entre miradas, y siempre ese esbozo de sonrisa en los labios de Jensen, que, de algún modo, le indicaba que le gustaba ser reconocido.
A veces Jensen le hablaba como precepto. Se había convertido muy pronto en delegado, tan responsable y sensato que profesores y padres confiaron de inmediato en él.
Siempre que le hablaba era para hacerle alguna recomendación, como que recogiera sus apuntes desperdigados por el suelo (por culpa de una tonta broma de Chad) o, ultimamente, para darle una nota para la sastrería del colegio, porque el uniforme habia vuelto a quedarle pequeño.
Odiaba que siempre fuera él quien lo notase, le hacia sentirse expuesto, como si Jensen se burlara de lo incómodo que se sentía en ese nuevo cuerpo.
Y, de una manera inquietante, le hacía consciente del tamaño que había adquirido.
Cualquiera vería aquellos breves intercambios verbales como un delegado hablándole con firmeza y calma con un alumno más joven.
Pero había algo sutilmente distinto, un tono muy diferente cuando se dirigía él.
Jared lo percibía como un leve matiz socarrón,que le destinaba específicamente, como si le dijera que sólo jugaba, y que sabía que Jared lo sabia.
Y lo que más le preocupaba, como si ambos jugaran a ser reales y también Jared portase tan solo una máscara.
Cuando eso sucedía, Jared siempre se quedaba algo aturdido y confuso, como si la voz de Jensen le hiciera extrañas promesas que no sabía ni nombrar.
Durante aquellos dos años nunca había entendido cómo nadie más podía ver la obvia falsedad.
Pero el auténtico Jensen había permanecido oculto, sonriéndole de medio lado, retándole siempre.
Jared se preguntaba si un día cruzaría el patio hacia él y aceptaría el reto, pero aún no entendía lo que Jensen parecía insinuar con sus sonrisas, la ofrenda latente en cada mirada que intercambiaban.
Pero sentía que le distinguía, que entre todos los jóvenes que, como ellos, estudiaban en su colegio, él era "alguien" para Jensen. Lo que ignoraba era "quién" o "qué".
continua
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