Oct 07, 2008 01:11
Te odio de una manera que no entenderías. Tu rostro me dice cosas que no son ciertas, me cuenta historias dolorosas, historias de momentos interrumpidos, de imágenes extraordinarias. ¡Me mantienes tan alejada y a la vez tan cerca!
Es una absurda situación de la que quisiera librarme y al mismo tiempo no.
Deberías idealizarme como yo lo hago contigo. Deberías mantenerte en un estado latente, estando a la espera de que yo me acerque, de que me pierda en ti. Y en cambio, me manipulas cual viento al cometa.
Deberías encontrarte en un embrollo constante, en el quererme y el no hacerlo, en el adorarme y al mismo tiempo querer matarme. Sí, es cierto que a veces quisiera acabar contigo; o quizá darte por muerto, que sería mucho más simple.
Eres incierto, un tanto frágil. Tienes muchas debilidades que no quieres ver, y yo no las comparto, porque tengo otras; la diferencia cae en que las mías son sumamente obvias, y las tuyas, no sé cuáles sean, pero sé que están ahí. Me lo dice tu forma de mirar, tú forma de expresarte, y hasta tu manera de ser que aparenta eterna honestidad; tienes miedos que no entiendo, y que, desgraciadamente, quisiera comprender y curar.
No me atrevería, quizá, a mostrarte todo esto, a darte más de mí de lo que esperas. No puedes lidiar con ello.
¿Por qué la indiferencia debe ser compartida? ¿Por qué me miras si no quieres mirarme?
Esto es algo, que no tiene explicación. ¡Tú no quieres entenderme! Si quisieras, sólo bastaría con mirarme, o acaso hace falta que te grite, que escandalice, y todo para que sepas que eres lo más maravilloso que conozco, y que no me das miedo, aunque seas tan indiferente, opaco e inexplicablemente impresionante.
Te odio de una manera inexplicable. Te odio porque no te atreves a abrir los ojos, y darte cuenta de que quizá soy lo mejor que tienes también.
l'amour,
mi cabeza,
cuento