Título: Y su cabello rojo como fuego
Fandom: Harry Potter
Personajes: Severus Snape, Ginny Weasley, Severus Snape/Lily Evans, y un poco de Harry Potter
Summary: Todos los profesores han tenido pensamientos extraños sobre algún estudiante.
Advertencias: Crack!Fic, pero tiene algo de sentido (creo).
Notas: Escrito para
lyeth por el Amigo Secreto de
kddchile. Es la primera vez que escribo algo así y ya sabes cuánto me costó, así que cerrando los ojos y rogando a JKR, espero que te guste (o al menos que no quieras lanzarte por la ventana luego de leer esto). No pude escribir un Snape/Ginny porque creo que habría sido una experiencia perturbadora para ambas, pero… bueno, mejor lee. Trate que no fuera tan crack! y se ajustara al cannon de algún retorcido modo.
En las pequeñas e íntimas reuniones que organizaban los docentes de la escuela, a veces alguien comentaba el último pensamiento que ha tenido sobre un estudiante en particular. A Severus Snape le sorprendía que Pomona Sprout tuviera la capacidad de siquiera pensar en seres humanos cuando se encerraba la mayor parte del día en los invernaderos, y con poco fingido hastío escuchaba a sus compañeros compartir el odio por algún estudiante, e incluso alguna que otra fantasía que causaba que los pelos detrás del cuello se le erizarán de nervio.
Nadie, en los más de veinte años que llevaba trabajando en el lugar, le había preguntado su opinión particular sobre un estudiante. A veces Flitwick lo miraba fijamente, como si quisiera preguntarle respecto al tema; pero con una de sus típicas miradas frías lo hacía cesar la curiosidad. De seguro le preguntarían sobre Potter. Y ciertamente, no tenía el mínimo interés en perder saliva y tiempo en explicar qué sentía sobre ese mocoso. Todavía le quedaba orgullo y dignidad para no andar gritando a los cuatro vientos sobre asuntos tan privados, insulsos y… avergonzantes.
Lo cierto era que Harry Potter ocupaba el primer lugar en esa categoría. Pero no precisamente por lo que muchos dirían. El secreto que guardaban los ojos de Potter solo lo sabía él y su memoria, y nunca se atrevería a revelarlo a alguien.
Con incomodidad, Snape sabía que aquello no era toda la verdad. Los ojos de Potter sí escondían un significado especial, pero no solo eran ellos. Otra persona también tenía esa importancia, y lo admitía con pesar. Lo supo desde el primer día que la vio a ella y a su cabello rojo como el fuego.
Ginny Weasley, la única hija mujer y la menor del clan Weasley, dio un paso en silencio y con los ojos llenos de miedo se acercó al Sombrero Seleccionador para elegir su futura casa. A pesar de la sorpresa inicial por el sorprendente parecido debido al color de cabello, pronto se dio cuenta que no había nada de ella en esta chiquilla. Ella no trató de pasar desapercibida en clases ni miró como un patético cachorro abandonado a su amor de niñez (si es que alguna vez tuvo uno). Weasley solo tenía el color y la textura de cabello fogoso como la chica, pero no era más que una simple casualidad.
Sin embargo, con los años y los sucesos en Hogwarts, esa simple casualidad se transformaba más en Lily Evans, hasta el punto que Snape miraba un punto tras el hombro de la chica cuando ésta le preguntaba algo respecto a una Poción y era absolutamente necesario observarla mientras respondía con voz monótona.
Una vez a la semana, durante tres largas horas, debía enfrentarse a la asfixiante presencia de Lily Evans inundando la habitación. No era solo el particular color de pelo, sino que los recuerdos de su sonrisa, de la intensidad de su voz cuando hablaba de algo que consideraba como justo, el brillo de sus ojos cuando era cómplice de un secreto; y el modo tan característico en que jugaba con las páginas de un libro, nuevo, hojeándolo como si con eso supiera si le iba a gustar antes de siquiera leer la primera página.
Lo único que deseaba Snape, es que Ginny Weasley terminara pronto la escuela. Y eso no se lo podía decir al resto de profesores, que seguían discutiendo cómo descubrieron a tale estudiante tratando de copiar en tal examen. En silencio, el hombre se sintió aliviado, pero extrañamente triste al saber que cuando la pelirroja se graduara de Hogwarts, ya no tendría a nadie para traer a Lily Evans del pasado a recordarle cuán miserable era su presente sin ella.