Título: Memoria
Fandom: Harry Potter
Personajes: Teddy Lupin, Ron Weasley
Summary: Teddy encontró una memoria de su padrino y no sabe cómo interpretarla.
Advertencias: Ninguna
Notas: Regalo para
sowelu_26. Llegó mucho después de navidad, lo siento. Aún así, ¡aquí está! Espero que te guste :).
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quinesob con 1.397 palabras.
Su nombre empezó a acercarse, en la voz de tío Ron. Lo repitió varias veces, escuchando cómo sus pisadas se adentraban en los cuartos y volvían a salir al pasillo, acercándose cada vez más.
-¿Teddy? Oh, Teddy… Ven aquí, muchacho.
Por fin llegó a su escondite. Estaba en la habitación de Ginny (“nunca me llames tía, ¿vale, Ted?” le dijo cuando aprendió a hablar). Era el mejor lugar de la casa para desaparecer un par de horas sin que lo molestaran. Los jardines parecían estar atestados de niños aprendiendo a caminar, que servían de espías que revelaban su paradero. Y en los otros cuartos, sería más evidente encontrarlo. Después de todo, que fuera un chico y usara de refugio el antiguo cuarto de Ginny, una mujer, era extraño.
-¡Aquí estás! -chasqueó los dedos y le dio una palmadita en la nuca-. Venga, vamos. La cena está servida.
Lo miró en silencio, sintiendo que todas las horas que llevaba meditando no habían servido de nada. Volvía a sentirse malhumorado.
-¿Mencioné que mamá preparó su famoso estofado de carne?
-Estoy pensando en ser vegetariano -respondió, rodando los ojos.
-Vale, eso no me lo esperaba -susurró, rascándose la nuca con aire pensativo-. Hermione nunca me ha dicho cómo lidiar con esta situación… Mira, lo único que puedo decirte es que estás muy ido de la olla si no comes carne. Es primordial en tu dieta. Y es tan deliciosa… -añadió, sonriendo-. Además estás en crecimiento.
Teddy simplemente bufó, y se cruzó de brazos. Volvió a sumergirse en la tarea de observar el atardecer.
-¿Fue una broma, cierto? -preguntó después de un rato. Teddy dijo que sí-. Bueno… ¿Chicas, entonces? No sé si seré el mejor consejero. A los diecisiete años recién pude tener algo de experiencia en aquel aspecto. Tal vez deberías hablar con Harry de eso. A él le llovían las chicas desde… prácticamente desde siempre.
-Tengo once años. Lo menos que me importa ahora son las chicas -dijo, asqueado ante la idea de pensar siquiera en besar a alguna en la boca.
-Ya, no lo he pillado -sonaba rendido. Era raro, ya que su relación con tío Ron se basaba en él dándole órdenes y básicamente, seguirlas hasta que alguien (usualmente tía Hermione) lo reprendiera por tratarlo así-. ¿Qué pasa?
Ya no podía más. Necesitaba decirlo, sin importar a quién fuera. Pero también tenía miedo. Constatarlo en palabras habladas, porque aquello significaba que era… real. Más real que las simples ganas de llorar que había tenido desde la mañana.
-Encontré el frasco con las memorias de mi padrino -explicó, sin mirarlo-. E introduje una en el pensadero… y… Y era de mi padre abandonándome.
Tío Ron se sentó a su lado y sintió que se cruzaba de piernas, imitándolo.
La mañana de aquel día, su padrino le pidió ayudarlo a ordenar su habitación. El escritorio estaba tapizado de papeles, por lo que lo que requería más tiempo era organizarlos y archivarlos o desecharlos, según fuera necesario. Mientras guardaba los papeles de su matrícula en la Academia de Aurores, Teddy encontró uno de los tres frascos llenos de hilos brillantes flotando en un líquido transparente.
Se trataban de memorias, según le explicó una vez su padrino, y picado en curiosidad, tomó su varita y la introdujo en el frasco. Una se adhirió en la punta, como si fuera una extensión de la varita y la llevó hacia el imponente cáliz en la mesita de la esquina de la habitación. Luego de dejar que el hilo cayera en el pensadero, sumergió la cabeza, tal como se lo había explicado tío Harry, y todo empezó a girar, hasta que todo tomó forma definida.
-¿Qué viste? -preguntó, más serio de lo que jamás lo había escuchado en toda su vida.
-A ti. A tía Hermione y mi padrino -el sol desapareció, dejando como última muestra de su presencia, una pequeña fracción del cielo teñida en morados y azulinos-. Estaban en una casa grande y muy oscura. Creo que era Grimmauld Place 12. Y mi papá también estaba allí.
Sus tíos dormían cuando vio a su padrino ir hacia la cocina, acompañando a un Remus Lupin más viejo y triste de lo que había imaginado. Nunca le hablaban mucho de sus padres, solo que encontraron el amor en la guerra y vivieron luchando por la justicia de la sociedad mágica. Pero habría imaginado que su padre tuviera la misma sonrisa que él poseía, o que fuera un hombre que calzara mejor con sus expectativas.
-Eran tiempos difíciles, Teddy -empezó a decir él-. La guerra, su licantropía y-
-¡Y quería abandonarme! -sentenció, soltando toda la rabia contenida desde hacía horas. Lo miró con odio, como si él tuviera la culpa de las intenciones de su padre-. Quería abandonar a mi mamá, quería morir. Si no fuera porque mi padrino le hubiera dicho lo contrario… Él no me quería. ¡No nos quería!
-Remus amaba a Tonks. Nunca digas que no, porque eso sería deshonrar la memoria de tus padres -dijo, severamente. Contempló por un instante cómo Teddy lloraba sin reparos. Eran solo dos lágrimas, delgadas y solitarias, empezando a caer por sus mejillas-. Y estoy seguro que también te amaba a ti. Solo tenía miedo -abrió la boca y la cerró. Tío Ron parecía no querer arruinar todo con alguna de sus típicas frases que siempre causaban confusiones y malentendidos-. Piensa que en aquel tiempo, ser hombre lobo era una maldición. La mayoría de la sociedad los repudiaba. Los torturaban y encarcelaban injustamente. Remus vivió la mayor parte de su vida huyendo de las personas y para él, siempre fue difícil aceptar la idea que habían personas que lo querían.
-Pero estuvo con mamá. Tú dijiste que la amaba…
-¿No te contaron lo que sufrió ella para que él lo aceptara? Tu padre tenía serios problemas de autoestima. Se demoró casi un año en decirle a tu madre que quería salir con ella… Y luego se casan y tienen un hijo. ¿No te lo imaginas, verdad? -lo interrogó, alzándose levemente de hombros-. El miedo de ser padre en medio de la guerra, sin trabajo estable para otorgarle un buen futuro a su futura familia. ¿Y si eras licántropo como él? Remus era capaz de suicidarse con tal que no tuvieras que pasar la niñez infernal que tuvo él con su licantropía -se dio cuenta en lo que había dicho y suspiró-. Lo siento. No quería mencionar lo del suicidio… -dijo, con una pequeña sonrisa, incómoda-. Tu padre los amaba, Teddy. De eso no lo dudes. Sin embargo, él era tan humano como los demás y le costaba afrontar ciertas situaciones… Todos tenemos miedo.
No entendía bien de lo que hablaba tío Ron. A Teddy no le gustaba pensar sobre la guerra, sobretodo porque le costaba pensar en que sus padres habían muerto como unos héroes. La guerra para él significaba estar solo en este mundo. Porque aunque la abuela lo quisiera como un hijo, su padrino era como un padre y Ginny su madre; no lo eran. Eran la abuela, el padrino y la novia del padrino.
Pero Teddy entendía bien el miedo. Sabía que muchas veces, gracias a éste, actuábamos de maneras que no nos hacía sentirnos orgullosos de nosotros mismos.
-Bien… -seguramente pensó que su prolongada calma, significaba que ya estaba mejor. Lo cual, era muy cierto-, ¿vamos? -se puso de pie-. Tengo que aceptar que me da escalofríos estar aquí. Respeto que Ginny juegue para las Arpías de Holyhead, pero estar rodeado de pósters y cosas de chica, no me agrada para nada.
Sonriendo por el repentino cambio de tema, lo imitó y se levantó.
Mientras bajaban hacia el comedor, Teddy lo tomó por el codo y lo hizo detenerse en la escalera:
-Gracias, tío Ron.
-De nada, Teddy -le desordenó el pelo, con cariño.
-¡No me hagas eso! -se quejó, sintiendo que su cara ardía de vergüenza. Su pelo debía estar pelirrojo, en signo de molestia por aquel gesto-. No soy un niño.
-Ya, eso es lo que tú crees -rió, bajando de dos en dos el tramo que quedaba.
Abajo, se escuchó a tía Hermione preguntarle por qué demoraron tanto.
Teddy nunca conocería los verdaderos sentimientos de sus padres, pero esperaba que con la madurez, pudiera tener una idea de lo que vivieron en antes de morir.
Al menos, le consolaba saber que tenía una familia que lo amaba incondicionalmente.
FIN