Soulmates never die: viñeta 5
TÍTULO: See you at the bitter end
FANDOM: Fútbol RPF
PERSONAJES: Zlatan Ibrahimovic, Maxwell
PAIRING: Zlatan/Maxwell (Ibraxwell)
RATING: PG-13
ADVERTENCIAS: none
RECUENTO DE PALABRAS: 510
NOTAS: Forma parte del conjunto de viñetas Soulmates never die, quinto capítulo. Gracias una vez más por seguir leyendo esta historia :)
Y dentro de nada cambiamos de escenario: de Ámsterdam a Turín, de Turín a Milán...
Había pasado sólo un año y medio de la muerte de su hermano, y Maxwell, a pesar de que le era imposible haberlo superado del todo, reconocía ser feliz de nuevo, con los dos campeonatos de la Eredivise vencidos, con su éxito profesional, con la ciudad de Ámsterdam. Y, sobre todo, con Zlatan Ibrahimovic. Había veces en las que su propia rutina se convertía en algo idílico: se iba a entrenar con Zlatan, comía con Zlatan, reía con Zlatan, ganaba partidos con Zlatan. Algunas veces, incluso, cenaban juntos, y se duchaban, y follaban y después dormían, para luego despertarse uno al lado del otro.
Y Maxwell lo disfrutaba tanto, que nunca se había llegado a plantear que aquello podría tener un final.
Zlatan había logrado una más que exitosa carrera en el fútbol holandés, y aquello no pasó desapercibido en Europa. Maxwell sabía que Zlatan habría recibido más de una oferta para la próxima temporada, pero a duras penas le daba importancia: el sueco lo ganaba todo en el Ajax y todo el mundo reconocía su talento, había conseguido comprarse un apartamento mucho mejor que aquél en el que vivía al llegar por primera vez en Ámsterdam, tenía dinero, felicidad, le tenía a él. ¿Por qué iba a querer marcharse?
Tal vez fue por eso que sintió cómo su corazón se rompía a pedazos al leer ese maldito titular. “¡IBRAHIMOVIC FICHA POR LA JUVENTUS!”.
Cogió el teléfono dominado por el nerviosismo, se apresuró a llamarlo, todavía con la respiración entrecortada, agitando la cabeza de un lado a otro y repitiendo “no, no, no…”. Se habían hecho tantas especulaciones sobre su futuro, y todas ellas acabando en mentira, que le costaba creérselo. Pero jamás se había llegado a decir nada de forma oficial.
-Zlatan -fingió un tono amistoso, sin preocupación, pero aquella voz temblorosa lo delató del todo- ¿…qué tal estás?
-Sé por qué me llamas, Max.
Se hizo un tenso e incómodo silencio en uno y otro lado del teléfono. Maxwell, totalmente paralizado, intentaba encontrar sin éxito cualquier excusa, cualquier pregunta. Algo. Cualquier cosa que le permitiese romper ese silencio, cuando, en realidad, era todo mucho más fácil de lo que parecía:
-Entonces… ¿por qué, Zlatan? ¿Por qué lo has hecho, y por qué no me lo dijiste?
-Mierda -dejó ir Zlatan, en un suspiro- Max, necesito cambiar de aires. Necesito… motivación, ¿sabes? Retos, saber que puedo ganar en una liga tan distinta, cambios en mi vida, no sé.
-¿No eres feliz, aquí?
“¿Conmigo?”, quiso añadir Maxwell, pero se contuvo.
-Lo soy, Maxwell -reconoció Zlatan, llamándole por su nombre completo por primera vez en mucho tiempo- No lo dudes.
A Maxwell se le subieron todos los colores en su rostro. No sabía si sentirse halagado, decepcionado, afligido o enrabietado. Confundido, sorprendido, aquéllas eran las palabras exactas. Al fin y al cabo, era incapaz de enfadarse o de sentirse traicionado por él, que en pocos años se había convertido en su vida.
-¿Cuándo te vas a Turín?
-Mañana por la tarde. Acompáñame al aeropuerto, Maxwell. Es demasiado doloroso hacer esto solo.
FANDOM: Fútbol RPF
PERSONAJES: Zlatan Ibrahimovic, Maxwell
PAIRING: Zlatan/Maxwell (Ibraxwell)
RATING: PG-13
ADVERTENCIAS: none
RECUENTO DE PALABRAS: 510
NOTAS: Forma parte del conjunto de viñetas Soulmates never die, quinto capítulo. Gracias una vez más por seguir leyendo esta historia :)
Y dentro de nada cambiamos de escenario: de Ámsterdam a Turín, de Turín a Milán...
Había pasado sólo un año y medio de la muerte de su hermano, y Maxwell, a pesar de que le era imposible haberlo superado del todo, reconocía ser feliz de nuevo, con los dos campeonatos de la Eredivise vencidos, con su éxito profesional, con la ciudad de Ámsterdam. Y, sobre todo, con Zlatan Ibrahimovic. Había veces en las que su propia rutina se convertía en algo idílico: se iba a entrenar con Zlatan, comía con Zlatan, reía con Zlatan, ganaba partidos con Zlatan. Algunas veces, incluso, cenaban juntos, y se duchaban, y follaban y después dormían, para luego despertarse uno al lado del otro.
Y Maxwell lo disfrutaba tanto, que nunca se había llegado a plantear que aquello podría tener un final.
Zlatan había logrado una más que exitosa carrera en el fútbol holandés, y aquello no pasó desapercibido en Europa. Maxwell sabía que Zlatan habría recibido más de una oferta para la próxima temporada, pero a duras penas le daba importancia: el sueco lo ganaba todo en el Ajax y todo el mundo reconocía su talento, había conseguido comprarse un apartamento mucho mejor que aquél en el que vivía al llegar por primera vez en Ámsterdam, tenía dinero, felicidad, le tenía a él. ¿Por qué iba a querer marcharse?
Tal vez fue por eso que sintió cómo su corazón se rompía a pedazos al leer ese maldito titular. “¡IBRAHIMOVIC FICHA POR LA JUVENTUS!”.
Cogió el teléfono dominado por el nerviosismo, se apresuró a llamarlo, todavía con la respiración entrecortada, agitando la cabeza de un lado a otro y repitiendo “no, no, no…”. Se habían hecho tantas especulaciones sobre su futuro, y todas ellas acabando en mentira, que le costaba creérselo. Pero jamás se había llegado a decir nada de forma oficial.
-Zlatan -fingió un tono amistoso, sin preocupación, pero aquella voz temblorosa lo delató del todo- ¿…qué tal estás?
-Sé por qué me llamas, Max.
Se hizo un tenso e incómodo silencio en uno y otro lado del teléfono. Maxwell, totalmente paralizado, intentaba encontrar sin éxito cualquier excusa, cualquier pregunta. Algo. Cualquier cosa que le permitiese romper ese silencio, cuando, en realidad, era todo mucho más fácil de lo que parecía:
-Entonces… ¿por qué, Zlatan? ¿Por qué lo has hecho, y por qué no me lo dijiste?
-Mierda -dejó ir Zlatan, en un suspiro- Max, necesito cambiar de aires. Necesito… motivación, ¿sabes? Retos, saber que puedo ganar en una liga tan distinta, cambios en mi vida, no sé.
-¿No eres feliz, aquí?
“¿Conmigo?”, quiso añadir Maxwell, pero se contuvo.
-Lo soy, Maxwell -reconoció Zlatan, llamándole por su nombre completo por primera vez en mucho tiempo- No lo dudes.
A Maxwell se le subieron todos los colores en su rostro. No sabía si sentirse halagado, decepcionado, afligido o enrabietado. Confundido, sorprendido, aquéllas eran las palabras exactas. Al fin y al cabo, era incapaz de enfadarse o de sentirse traicionado por él, que en pocos años se había convertido en su vida.
-¿Cuándo te vas a Turín?
-Mañana por la tarde. Acompáñame al aeropuerto, Maxwell. Es demasiado doloroso hacer esto solo.