El mejor regalo que München podía hacerme ya me lo ha hecho: el regreso a la poesía.
No he vuelto a escribir, y quizá no lo haga, pero ya es algo volver a recuperar esa parte de mí. Ayer pasé un buen rato leyendo mis Deletreos, aquel intento de poemario, hace mucho abandonado en mi ordenador a medio camino entre la osadía y el desastre. Y llevo
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