fandom: Bleach
claim: Ichigo Kurosaki/Rukia Kuchiki.
notas: Para
vejibra y
kmiya con cariño. Ya que ambas pidieron un IchiRuki he aquí para las dos, como petición a través de
san_drabbletin . No es tan IchiRuki pero la verdad es que me ha gustado mucho, y tampoco es que sea un drabble sino una viñeta.
géneros: Humor.
advertencias: Posibles spoilers, aunque en realidad no creo. Está situado apróximadamente después de la saga de los Bount (en el anime) ya son capítulos muy lejanos, no voy tan al día. ¿Groserías? Digamos que Ichigo no es la clase de personaje que grita groserías y menos Rukia.
extensión: 1,665 palabras.
disclaimer: Bleach no me pertenece, es de Tite Kubo.
Ella, su nombre es Kuchiki Rukia y tiene un problema: es alcohólica.
Sí, a causa de la teniente del décimo escuadrón Matsumoto pero principalmente fue de Ichigo. Fue ella quien le presentó aquella nueva adicción, y el shinigami sustituto sólo sirvió para reafirmarla o adoptarla. Ya era suficiente con Chappy… pero tenía que suceder eso. Había comenzado como todos primero probando, luego tomando unos pocos tragos que finalmente se convirtieron en algo más grande; en una necesidad, no poder vivir sin aquellas gotas.
◊◊
Tenía un ligero tic en el ojo, aún no comprendía que era lo que significaba. De acuerdo; quizá esperaba un hollow, una batalla, que Aizen hubiera aparecido otra vez pero nada lo hubiera preparado para aquello. Matsumoto aún reía de la cara de consternación del shinigami sustituto mientras que Renji salía muy cómodo del baño y entraba a la habitación.
─ ¿Qué hay Ichigo? ─saludó casualmente para pasar por un lado y tomar su lugar en el improvisado círculo.
Al darse que cuenta de que éste sólo fruncía el ceño y cruzaba los brazos quiso decirle algo para picarlo, la teniente puso una mano en su hombro distrayéndolo momentáneamente y haciendo que Renji olvidase aquello con lo que iba a fastidiar.
─Kurosaki está un poco… ─dudó─…molesto, porque hemos llegado sin avisarle. ─Matsumoto sonrió mientras preparaba otro sake para Renji.
Yumichika barajeaba las cartas con maestría mientras ignoraba la conversación, no pensaba inmiscuirse en una escaramuza de ese estilo. Primero por que se ensuciaría y segundo porque en absoluto tenía que ver con ello, Matsumoto había dicho que no había problema con llegar allí y el pelirrojo había secundado la moción; ya si el dueño de la casa no aceptaba, no era su asunto.
─ ¿Y no pueden explicarme por qué? ─Sólo Ichigo podía darle la entonación adecuada a las palabras para que sonaran absolutamente ofensivas.
Madarame suspiró completamente aburrido bebiendo su sake, el constante parloteo que derivaba del enojo-con-ceño fruncido y las ‘explicaciones’ de los tenientes no hacían más que atrasar la “misión”. Una idea cruzó por su mente, su mirada se estrechó. ¿Acaso era una estrategia para hacerle perder? Era algo completamente sensato, después de todo él iba ganando. Renji y Matsumoto eran un par de tramposos, lo esperaba de Yumichika se dijo, sintiéndose repentinamente más molesto pero no creía que ellos jugaran tan sucio.
Golpeó el suelo con furia y le dio a Kurosaki su explicación de mierda:
─Pero si ya te lo dijimos Kurosaki, te tenemos confianza. ─La burla estaba plasmada en sus palabras, Ichigo se quedó de piedra, Yumichika alzó las perfectas cejas y Matsumoto sonrió complacida. A todos les sorprendió que hubiese decidido participar en la riña.
─Sí, pese a que no eres nada amable ─concedió el shinigami narcisista con un gesto de desdén. A pesar de que sabía perfectamente que no tenían la obligación de ser bienvenidos en el hogar Kurosaki.
─A la mierda la confianza. ─El ceño se acentuó, cada vez más cercano al punto de ebullición. Por la frente de Renji resbaló una gota cuando sintió acrecentarse la energía espiritual del shinigami que había vencido a su capitán, alcanzaba ya proporciones que no podía ser sanas.
Paseó la mirada por la casa, recordando repentinamente algo que había pasado por alto.
─ A todo esto… ¿dónde está…
─ ¡Ichigo! ─se escuchó desde el recibidor, la rabia impregnaba completamente aquel nombre y el susodicho bufó con aparente fastidio. Rukia siguió despotricando desde el recibidor, las palabras bajaban de intensidad conforme se acercaba al lugar─. ¡Eres un mal nacido! Te pedí que esperarás a que Inoue me contara la localización de la nueva tienda de Chappy.
El siseo de la menor de los Kuchiki sorprendió a los shinigamis, quizá sólo Renji conocía aquella faceta demandante y malhumorada de la morena, para todos los demás era la reservada noble Kuchiki Rukia que había estado a punto de ser ejecutada en la Sociedad de las Almas.
─Lárguense de mi casa ─repitió el chico de secundaria con fuerza.
Cada que escuchaba los siseos aproximarse quería encerrarse en su habitación para poder tener tranquilidad pero algo le decía ─quizá sus cuatro ‘invitados’─ que no iba a ser posible.
─Ichigo… ─llamó la morena con aquella voz melosa que utilizaba en el colegio, o con él cada que necesitaba algo. Lo que daba pie a pensar, dada la conversación con Orihime, que quería dinero o chappys─. ¿Crees que me puedas dar un poco de dinero?
─No.
Maldita sea el día en que crearon ese conejo estúpido…
─ ¡Pero necesito una bufanda…! ─Replicó la shinigami.
─ ¡Puta madre! ¡Qué se larguen! ─Gritó a los shinigamis presentes, poco le importaba si deseaban descansar de su misión, bien podían ir otro lado y él quería su cuarto. Estaba demasiado furioso.
Por supuesto que a nadie le gustaba que un grupo de tipos raros, estuviera metido en su casa cuando llegase del colegio. Era extraño que Yuzu y Karin no hubieran llegado ya, además no había escuchado sonidos procedentes de la clínica, le sorprendía que su padre no le hubiera recibido. Pero cuando fue a indagar en la cocina y vio la nota membretada ─con el símbolo del escuadrón 10 de la Sociedad de las Almas─ escrita con puño y letra de su hermanita Yuzu, supo que las cosas no iban a ser del todo agradables.
─Y unos guantes de Chappy y quizá… ─añadió en voz baja mientras asomaba la cabeza por la puerta sin entrar al lugar. Se sorprendió cuando se encontró con los miembros de los escuadrones seis, diez y once de la Sociedad de las Almas; sentados en el suelo jugando cartas y bebiendo.
─ ¡Lárguense de mi habitación!
Y por esta vez le hicieron caso, salieron del lugar pero no de la casa. Después de todo tenían permiso de Isshin, lo que sirvió para convencer al da cabello naranja de que no podía confiar en el juicio de su padre. ¿A qué clase de persona se le ocurría dejar en su casa a unos extraños, mientras él y sus hijas salían al campeonato de Karin, que decían ser amigos de su hijo pero que nunca había conocido?
Se ganó la lotería…
◊◊
Era su culpa, completamente. Al menos eso fue lo que se dijo cuando las memorias retornaron nuevamente a su memoria, la pesadez de su gigai la sorprendió. Si bien era algo que nunca había experimentado, jamás se imaginó que fuera a resultar de aquella manera; en la Sociedad de las Almas nunca había visto a nadie el día después por lo que no podía estar cien por ciento segura. Rukia sabía que no tenía nada que ver después de todo él la había prácticamente obligado a aquella situación; ahora no podía andarse con remordimientos además no había nada de que preocuparse ¿no?
Es decir, aún conservaba su ropa interior. De hecho, tenía su pijama de Chappy aunque no recordaba haberse cambiado; pero había muchas cosas que no recordaba todavía…
Pese a que estaba dormida en su cama, entre sus sábanas y pese a que él roncaba a su lado con un brazo por encima de ella, el leve mareo que sintió se identificó como los efectos de la noche anterior. Se sacó el brazo rapidez y salió corriendo al baño dándose tumbos a causa de la visión borrosa; Ichigo abrazó su almohada balbuceando palabras intangibles y babeándola.
◊◊
─Enana ─la cortó Ichigo mientras tomaba su inocente jugo de naranja; la mano de la shinigami estaba a punto de tomar la peligrosa bebida que le tendía la teniente. Rukia le dirigió una mirada sorprendida, ninguno había escuchado que el bajara, los miró a todos ¿tan concentrados estaban? ─Será mejor que no tomes, a los ancianos suele caerles pesado.
Los presentes parpadearon de incredulidad hasta que la voluptuosa del grupo soltó unas cuantas risitas, que terminaron convirtiéndose en carcajadas. Pronto se unieron decididos a corear a la teniente las carcajadas de Renji, Ikkaku y Yumichika; para los tres era una novedad que alguien se metiera con la Kuchiki. El irritante sonido hizo arder de ira la cara de Rukia.
─ ¡Cállate idiota! ─Rugió completamente enfadada levantando otro vaso hacia la teniente Rangiku. La aludida dio por finalizada la gracia y la miró interrogante─. El mío que sea doble.
─Pero Rukia, tú…
─ ¡Doble!
◊◊
─ ¿Qué es lo que crees que haces? ─Retiró el vaso de los labios de la chica, su tono era una clara advertencia.
En el rostro del shinigami sustituto había un tenue sonrojo que hizo sonreír a Rangiku con malicia, Rukia había estado muy reticente a contrale los sucesos que se perdieron cuando fueron a comprar más sake y no volvieron. La teniente se había esforzado mucho para dejarles la casa libre, ¿creían que era fácil escaparse de su capitán? Ja, incluso debió prever que apareciera algún hollow que arruinase el momento que ellos dos eran demasiado idiotas para construir.
El sonrojo de respuesta en la cara de la Kuchiki le respondió por si sólo. Matsumoto Rangiku eres una genio, se dijo satisfecha.
─Sólo una… ─rogó Rukia, prometiendo a su vez que no pasaría lo mismo de la anterior.
Sin saber muy bien porque Ichigo aceptó con un encogimiento de hombros, después de todo ¿qué daño podía hacer una sóla copa de sake? La morena sonrió cuando se le concedió su dulce, lo deseaba, lo ansiaba pero más que nada aquel premio que venía tras aquel estado de semi-inconsciencia que le producía el alcohol.
Dirigió una mirada de reojo al shinigami sustituto, éste pareció desconcertado por el repentino interés de las mujeres porque Matsumoto tampoco le quitaba la mirada incrédula de encima; hasta que Rukia empinó el vaso y la rubia aprovechó la oportunidad para escaquearse antes de que el pudiera ver donde demonios se había metido.
Un beso en el hombro lo distrajo. Rukia estaba borracha nuevamente; era su necesidad, su placer culposo. Sabía que le hacía daño a su razón y lo disfrutaba… Porque siempre que tenía el vaso a mano quería beberlo todo de él.