fandom: Pretty Little Liars
claim: Caleb Rivers/Hanna Marin.
tema | extensión: 03. Amarillo | 619 palabras.
rating: T
advertencias: Ninguna.
summary: Desde el principio hasta el final, Caleb y Hanna.
disclaimer: ABC Family ©. Tabla (
Colores)
mision_insana ©.
notas: Quede con ganas de más, adoro esta pareja y no me pude resistir.
Hanna tiene un vestido amarillo.
Y tú odias el amarillo.
Es dañino para la vista, es horrendo, es el color más luminoso que hay. Puedes lidiar con el blanco pero no con el amarillo. La casa de tus padres adoptivos era de ese color, antes claro de que tú pintaras unos trozos de negro y café (porque eso los obligaría a que la pintasen de un color más adecuado). Era el color favorito de tu madre y también el que usaba cuando quería aparentar que era feliz, era el color de la tarjeta.
La falsedad de ese color era lo que más te fastidiaba, era algo que pretendía compararse con la luz. Era una falacia porque proclamaba ser el sol, la luz, lo luminoso cuando ese color era el blanco
Era el color de lo feliz, tú no tenías nada que ver con él, tú nunca mereciste usarlo, nunca fuiste feliz.
Por esa razón ese día tú te enojaste:
-Caleb -dijo Hanna apenas abrió la puerta del sótano-. Soñé contigo -dijo como si no lo pudiera creer acompañado de un pequeño brinquito, parecía emocionada por algo.
- ¿De nuevo?
Sonreíste al imitar su brinco y ella rodó los ojos, ignorándote mediamente.
-Me regalabas unas flores amarillas -sonrió insinuante al pronunciar estas palabras, todavía sonriendo señaló sus ropas-. Y… combinaban con mi vestido.
Tu rostro se desfiguró. O eso es lo que crees, porque ella te miró fijamente como esperando a que sucediese algo.
Tú la viste, de pie delante de ti con ese vestido amarillo y te pareció falsa. Te miró como si no te conociera, aunque realmente no te conocía mucho, pero no sabías nada de la chica delante de ti. (Ni siquiera importaba si desayunaba contigo o no, nada, ni siquiera si vivías en su sótano). Ese color la hacía ver falsa.
-El amarillo es un asco.
-A mí me gusta -respondió en voz baja.
Hanna apretó los labios por un segundo y no dijo nada. Tú te fuiste y no la viste hasta el día siguiente.
-Buenos días… -te saludó ella, te sirvió café en una taza amarilla. Maldijiste en silencio, la rubia estaba completamente seria.
Cuando regresaste a cenar, ella te recibió con un delantal amarillo. Y cuando te dio otro cepillo de dientes era amarillo; varios días las fueron cosas amarillas a su alrededor. No sabías que tenía tantas cosas, por aquí, por allá, en los últimos dos días parecía haber conseguido todos los artículos de Rosewood de ese peculiar color.
Ella te miró.
-Es una idiotez Caleb -dijo finalmente, esperabas que eso sucediera. Ella por fin te estaba enfrentado-. Es estúpido que odies un color.
-Creí que era un país libre -replicaste saliendo por la vía de escape.
-Yo no dije que no pudieras -se defendió ella-, pero es una idiotez.
Frunciste el ceño, no estabas dispuesto. No esta vez.
- ¿Qué pasa? -Hanna te miraba confundida y exasperada.
-Era su color favorito… -soltaste en un hilo de voz resignada.
-Oh.
Ella no dijo nada, simplemente se acercó a ti y te beso, débilmente al principio, un poco tímida. Como si no supiera cómo enfrentar tu dolor, como mirarte después de haber estado torturándote durante varios días seguidos. Luego, todo fue pasión, un sentimiento cálido extendiéndose dentro de tu pecho y creciendo apagando el falso resplandor del amarillo. Y te dejó de importar que ella usara ese color y te lo restregara en la cara, te dejó de importar que la taza donde servía el café fuera de ese color ahora…
Podías lidiar con él siempre que ella te besase de ese modo.
Hanna usaba ese día el vestido amarillo…
Y a ti ya no te importaba aunque odiases ese color.