cucurucho: Digimon
jarabe de: Yamato Ishida/Mimi Tachikawa
carta | sabor:
Helados | 024. Maracuyá.
prueba: Se sentía desfallecer antes de pensar siquiera admitir el rumor...
chispas de: Drama, Romance.
pote | cuchara: T| Ninguna.
sevilleta:
ff@net . Continuación de
espeso panorama chocolate.
ticket: Digimon no me pertenece, es de Akiyoshi Hongo.
"Mi volundad no puede resistir...
No me decido si me quedo, si me voy..."
Enfermedad de ti ~Andrés Cepeda.
Ella miró con incredulidad la revista en sus manos. Omitió las grandes letras rojas que antes le habían llamado la atención y se concentró en él. La fotografía de Matt le sonreía desde la portada, tenía el rostro ligeramente ladeado y levantado. La mueca suficiente de su rostro, así como su mirada no iban dirigidas al fotógrafo sino a quién estaba a un costado de él. Aquella expresión se le antojó rara. Hizo la cuenta mentalmente otra vez; sí, ella le había acompañado en aquella sesión pero no recordaba dónde estaba en ese momento. Esa vez, ella se había distraído mucho con una amiga suya ex-modelo que llevaba a su hijo de tres años a su primera campaña de publicidad.
La abrió por la mitad, estaba adivinando realmente, supuso que al ser Yamato Ishida el ídolo del momento debería tener las páginas centrales. Las fotos que le recibieron la hicieron bufar pero nada comparado al grito furioso que profirió al terminar el artículo, maldijo el momento en que se bajó del auto para comprar aquella estupidez.
-Patrañas -dijo mientras aventaba la revista al asiento trasero de su auto.
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Matt salió de aquella rueda de prensa con el corazón desbocado. ¿Sería cierto aquello? Cuando le habían preguntado por el paradero de Mimi había dudado, concretamente no sabía cuál era, así como tampoco entendía que había pasado entre ellos para que ella desapareciera de la noche a la mañana. Pero no podía decir ‘se fue y no lo hemos hablado’ ni dar información falsa porque de lo contrario ocasionaría problemas a la chica... así que simplemente salió del embrollo con el seco y típico cartel de ‘vida privada’.
Aún así, toda la frialdad que había mostrado se desvaneció al escuchar las palabras ‘saliendo’ y ‘hospital’. Concretamente: ‘hemos visto a la Srita. Tachikawa entrar al hospital de Tokio, se veía muy demacrada, ¿está grave?’. Yamato no respondió, su mánager se encargo de desviar las preguntas hacia el rumor de gira de los Teenage Wolves, esas que sin duda sabía responder él.
¿Estaría enferma?
Ni Sora ni Yolei habían accedido a darle información sobre el paradero de la castaña, ambas negaban el asunto constantemente. Pero quedarse callada no era el estilo de Mimi generalmente contaba todo a su amiga, estaba seguro que de haber confesado algo quién sabría todo sería Yolei (le molestaba pensar que se había guardado todos sus planes y que cortaba tajantemente la posibilidad de averiguarlos). Matt incluso se había pasado tanto discutiendo con esta última que Ken había tenido que frenarlo; estaba llevando a su esposa a los límites de una crisis nerviosa. Puede que la situación fuera lo suficientemente grave como para que no quisieran decir algo. O quizás realmente nadie sabía nada.
Iba sentado en la limo, casi en penumbras de no ser por la luz del mini bar. Se le veía bastante flaco y ojeroso, parecía que no se alimentaba bien y no tenía buenas rutinas de sueño. Pasaba noches enteras en vela en compañía de su favorita, aquella acústica que mitigaba un poco el dolor del abandono o quién por lo menos ayudaba a la creación de nuevo material. El vocalista de la banda sonrió forzadamente al recordar que había considerado contratar un detective privado pero su resolución falló cuando al día siguiente le llegó una nota con tres palabras y perfume dulce.
‘No me busques.’
Y no conseguía decidir si hacerlo o retarla.
Le daba mil vueltas al asunto sin encontrar respuesta, si hacía caso significaba que valoraba la inteligencia de la mujer y que, como buen perrito, obedecía. Si la retaba significaba que le importaba demasiado, lo suficiente para movilizar a la policía en su búsqueda y era admitir bastante con aquella que se fue.
Típico de Mimi dejarle trampas que le impedían actuar.
En su desesperación compuso cuatro canciones y destrozó levemente su departamento. No fueron grandes daños pero eran visibles para la humanidad que lo visitaba como Tai, los Teenage Wolves, Takeru y su mánager (su mejor amigo no había permitido que Sora se acercase a él en ese tiempo; debido a la inestabilidad emocional del rubio y su complejo de tirar las cosas al aire cuando perdía los estribos, que ocurría tocar temas afines a la castaña). Yamato aún se negaba a aclarar la situación de ambos, por lo que sus amigos sólo podían hacer conjeturas.
Sacó una cerveza y la destapó con movimientos bruscos.
- ¿Mimi Tachikawa en dónde carajos te metiste? -pronunció antes de darle un gran sorbo.
Los deseos de buscarla aparecían en cuanto traía a su memoria aquella necesidad de ella, pero eran amordazados rápidamente por un par de cervezas. Yamato estaba mal, se preguntaba que tanto lo estaría ella. Arrogante y orgulloso arrugó la nariz, se dijo ‘que vuelva la diva por sus propios pies’.
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Daba vueltas de un lado a otro, de continuar con el paso terminaría haciendo una zanja a mitad del apartamento. Ahora que lo pensaba detenidamente fue una buena idea conservar ese lugar. Matt pensaba que lo había vendido pero ella se sentía tan segura allí, era su refugio. Las cortinas ondearon a causa del viento, era agradable cuando el sol caía y el sofocante calor aminoraba. Mimi agitó la cabeza, despeinando su cabello en el acto. Se detuvo unos momentos y salió, desde la terraza se podía contemplar el océano. El aroma salino en sus fosas nasales junto a los espectaculares matices del atardecer...
Aquello era paz.
Casi la hacía olvidar… casi. Pero estaba preocupada, mucho. Bufó indignada nuevamente. Confidencialidad, sí claro.
El médico es el primero que se vende en el mundo de la farándula. Tan sólo había que mirar su ejemplo, ni siquiera había pasado un mes y ya circulaban por ahí ciertos rumores. Que si iba a hacerse los chequeos, a visitar a su abuelita, a su padre. Que iba a operarse los senos o las nalgas, si se había hecho una lipo o se la iba a hacer. También dijeron que probablemente tenía trastornos alimenticios o que estaba en depresión. Puede que fuera modelo pero ella no se destruiría a sí misma de esa manera, igual puede que estuviera triste pero la vida siempre continuaba, Mimi valoraba mucho su vida. Que si estaba enferma, que si era terminal… que si estaba… ella estaba…
Lo de Matt.
Suspiró.
Se preguntó si el rubio ya había leído la revista, era probable que no. Su mánager tenía la manía de juntarlas por mes y cuando se las enseñaba al grupo era una caja grande a la que desinteresadamente le echaban un ojo y despachaban inmediatamente. ¿Cuántas veces ella no había querido que leyera un reportaje suyo o que viera la foto de la entrega de premios, donde ambos iban de la mano? Una sonrisa ácida se plasmó en su rostro. Lo que menos quería en estos momentos era que Matt leyese los chismes.
¿Qué diría él? Probablemente algo como ‘chismes faranduleros’. Mimi lo recordaba a la perfección, ya en una ocasión había salido el tema. En la portada, ella llevando a un pequeño rubio de la mano que se restregaba los ojos enrojecidos tras de ellos un fondo verde. Titular: ‘¿La top y el rock star al fin se decidieron?’. Hubiera sido más cierto que Yolei fuese heredera a la corona española. Esa vez Mimi había llevado al niño que se cayó en el parque con su mamá, al otro lado de éste. Menudo escándalo que se armó.
Ni ella ni Yamato le dieron importancia.
Fue una conversación tan casual que parecía irreal.
-Ah, Matt aquí hay un artículo de nosotros -dijo Mimi, sentada cómodamente en el sillón.
El rubio iba con una cerveza y unas palomitas, se sentó al lado de ella y tomó el control remoto. -Ah, sí. -Encendió la televisión.
-Dice que ya nos decidimos a ser padres.
Inquirió ella, todavía sorprendida por aquella foto tan casual.
-Mmm… -murmuró el rubio distraídamente mientras pasaba los canales-. Veamos ésta.
-Dice que ya. ¿Puedes creerlo? Que mentirosos -refunfuñó Mimi-. Seguro que toda la gente lo cree, yo no dudaba nunca de estas palabras. Mínimo no tarda en llamarme Sora a preguntarme si es verdad.
-Estúpidos chismes.
Su voz sonó neutra, con certeza y aplomo suficientes. Al mismo tiempo fue extraña, como si hablara del clima o algo de aún menos importancia. La castaña se había quedado en una pieza, con el semblante congelado a causa de la indiferencia de Matt con el tema. Pero en el fondo lo entendía, sí, muy a su manera. Era su carrera, si unos tres años antes le hubiese sucedido ella habría reaccionado de la misma manera que él. Podían tirarle mil vendas a los ojos pero ella no dejaría de ver su objetivo. Ahora era diferente. Más significativo de lo que había pensado, eso no podía arruinar su carrera. Simplemente eran cosas distintas, aunque daba miedo, era un paso tan grande que tenía que dar mil brazadas para mantener el equilibrio.
Se sentía desfallecer antes que pensar siquiera admitir el rumor.
Le aterrorizaba, más que nada, que él se diera cuenta porque…
Yamato Ishida iba ser padre.
Ella trató de aligerar sus pensamientos con la fría brisa -ahora nocturna-, le convenía sonreír un poco para darse ánimos pero no le salía bien. Su alma parecía haber tomado por horas y horas los baños con esencia de maracuyá que a ella tanto le gustaban, aunque ahora convertían sus sonrisas y miradas en ácido puro.