Casi a ciegas

Jan 23, 2011 00:57


~Life with Derek: Derek Venturi/Casey McDonald. 
~reto: Destino | DAC 
~palabras: 2,077. 
~géneros: Romance, Comedia.
~advertencias: El canon está ligeramente tergiversado, digamos que Derek y Casey son hermanastros pero no se conocen. Nora y Jorge se casaron unos años después cuando ellos ya habían dejado su hogar para entrar a la Universidad, por lo que no se conocieron.

disclaimer: Daphne Ballon©. Disney Channel Latin America©.

Casey miró su reloj con disimulo, no quería parecer demasiado desesperada sólo casual, echó un vistazo rápido a su tercer daiquiri -completamente lleno- y sonrió cansada.

Necesitaba distenderse un rato pero hacía tiempo que no era completamente capaz, vamos si ella era una mujer muy ocupada. Su sueldo no era bueno, sólo le pagaban bien cuando se vendían muchos ejemplares, pero era el precio de hacer lo que le gustaba: escribir. Era editora de una revista política.

Últimamente el trabajo le tenía sobre-estresada, las odiadas cartas al editor no cesaban de llegar mientras que ella intentaba superar la polémica que había surgido al publicarse un artículo amarillista. No volvería a dejar a su asistente hacer la última revisión, así fueran las cuatro de la mañana y le rogase.

Jake decía que le tenía un poco de envidia, claro a sus veinticuatro siendo editora de una de las revistas políticas más importantes del país…

Jake…

Retuvo el aire un segundo y soltó un sonoro suspiro.

Sus mejillas se tiñeron de un suave rosa cuando el hombre de la mesa de enfrente la observó unos segundos antes de seguir ‘jugando’ con su celular. Lo analizó rápidamente, estaba bien vestido pero tenía un look extraño. Algo estrafalario para ella; usaba una pulsera negra con taches y tenía el cabello desordenado, además de una chaqueta de cuero remangada sobre una camisa roja medio abierta. Su tez era muy clara y su cabello bronce, a decir verdad, el chico estaba guapo.

Tenía un je-ne-sais-quoi que llamaba la atención.

Quizás si sabía. Tenía un aire rebelde, quizá la manera en la que estaba repantigado en la silla o su voz (Casey le escuchó llamar a la camarera para repetir la ración. Le sorprendió que, como ella, tuviera varios vasos vacíos y pensó que tal vez a él también le hubieran… ¡No! A ella no le harían eso cierto, no a una chica guapa e inteligente…). Lo admitía; hasta su sonrisa era linda, una mezcla de picardía y suficiencia. Y sus ojos…

Un momento.

Pero él la estaba viendo a los ojos. Se había tardado tanto en su estudio que él había terminado por darse cuenta, con qué era la razón de aquella sonrisilla suficiente. Bien hecho Casey, ahora pensará que estás desesperada buscando a alguien ya que tu cita no llegó. Casi se llevó la mano a la frente, casi. Con el autocontrol nuevamente a su alcance levantó su mirada de los ojos cafés y buscó a la camarera haciendo el gesto típico de cuando alguien tiene prisa.

Derek sonrió para sus adentros.

Reconocía los movimientos torpes y nerviosos de cuando las chicas se daban cuenta de que las miraba con interés. La de enfrente suyo era bastante ‘peculiar’. Había estado estirando el cuello desde hacía casi una hora con dirección a la puerta de la entrada, contemplaba el reloj como si estuviera en chino y bebía su cóctel como autómata…

No era tonto, lo sabía a la perfección. De hecho esa era la razón por la que estaba en ese lugar: solo, pretendiendo estar ocupado y esperando a ‘quién-sea’. Se repantigó en la silla una vez más preparándose para la acción. Cuando vio que la mujer se disponía a salir del local no pudo más que felicitarse mentalmente.

Derek Venturi eres un genio.

Saltó de su asiento hacia un lado con el whiskey en la mano, justo al tiempo que ella pasaba por ahí y tal como estaba planeado ella colisionó con él. Hizo una mueca cuando el líquido frío se derramó en su jean oscuro, frunció el ceño teatralmente al sentir la caída y el peso extra aunque no le molestase tenerla encima suyo. Ella parpadeó casi en shock, Derek se dio la oportunidad de admirar su leve escote y regresar a sus bonitos ojos azules.

Ella pareció perdida unos segundos, hasta que se dio cuenta de que la gente cuchicheaba y que estaban demasiado cerca -bueno, literalmente ella estaba encima de él- pero sus rostros. Sus narices casi se rozaban, ella mojó sus labios repentinamente y Derek se relamió los suyos, sintiendo una sequedad en la garganta.

-Y-Yo -balbuceó ella.

Se separó antes de poder completar la frase.

-No te preocupes -dijo Derek mientras jalaba unas servilletas de la mesa para limpiarse el pantalón. Ella miró la mancha, el vaso a un costado suyo y cayó en la cuenta; finalmente.

Derek se puso en pie. Verla ahí, de rodillas en el bar con las mejillas sonrojadas a causa de la vergüenza le conmovió.

-Lo siento, no me fije y…

Tendió su mano, esperando que ella la aceptase.

-Ah, gracias.

Él se encogió de hombros y la ayudó. Ella simplemente se quedó a su lado, muerta de vergüenza, con la cara como un tomate y escuchando los hirientes comentarios de las chicas a sus espaldas. Maldijo suavemente el lugar por atraer más población femenina que masculina (aunque por esa razón le gustaba, era el típico lugar dónde una chica podía estar tranquila sin que la acosaran).

Escuchó una risa ahogada y al levantar la vista se percató que él la miraba.

- ¿Te estás riendo de mí?

La incredulidad distorsionaba su voz.

-Sí -respondió con una sinceridad que la dejo anonadada-. Te ves bastante ‘peculiar’ parada en la mitad del pasillo, haciendo muecas.

Bueno eso no era nada nuevo.

Casey sonrió un poco.

-Oye -se quejó.

Sin darse cuenta dio el paso que la hacía quedar pegada a la mesa. El chico estaba tras la silla que cómodamente ocupaba antes, fregando su pantalón. Suspiró audiblemente.

-Bien, no se puede hacer más. -Ella desvió su vista al gran manchón ligeramente disimulado por el color de la prenda.

-Cuanto lo siento en verdad, no me fije y fue enteramente mi culpa.

Él río, Casey se molestó un poco.

-Ahora sí tendré que lavarlo -respondió con una sonrisa amplia mirándola directamente a los ojos. Casey sabía el juego que estaban jugando, tanta amabilidad no viene gratis. Los chistes de situaciones embarazosas no eran típicos de esa clase de hombres; pero no pudo evitar sonreír.

-Entonces te hice un favor.

-Puede… -le concedió él-. Deberías acompañarme, me haría la noche.

Ella lo pensó mientras él se sentaba. Realmente no tenía nada que perder, es decir, venía a una cita con un hombre -uno que nunca llegó- pero llegaría a su casa habiendo tenido una cita con un hombre -y guapo, además de todo- que conoció en el local. Era casi como una cita a ciegas, casi.

La vio vacilar.

Gruñó, era del tipo difícil. Generalmente ellas le rogaban que saliesen juntos, no al revés. Las mujeres gritaban cuando le veían, en la Universidad hacían carteles cursis con su nombre o sus admiradoras le mandaban cartas cada semana, con una invitación para cada sábado. Sinceramente le aburrían. Era probable que por eso la escogiera, era distinta a las demás. No era cualquier chica, sus ágiles ojos azules se lo habían dicho antes.

-Te puedo invitar un batido, de esos que tanto te gustan -señaló con un cabeceo la mesa de enfrente dónde aún habían tres vasos vacíos. Ella pareció sorprendida pero no supo decir por qué.

Finalmente la mujer se volvió hacia él, separó la silla de enfrente y se sentó.

-Preferiría una galleta.

Derek sonrió. El tono sarcástico era increíble en sus labios.

-Soy Derek por cierto -le dijo con la mano extendida-. Venturi.

Ella negó con la cabeza pero su rostro tenía una sonrisa.

-Casey McDonald.

Se lo estaba pasando increíble.

Derek era más divertido que ese prospecto de novio que tenía, ya hasta aseguraba que le gustaría pasar un sábado más con él que con el patán de Jake; la había hecho reír tanto con aquel tono despreocupado y mirada carismática. Le contaba algunas de las cosas que había realizado en su vida, y pese a que Casey generalmente repelía a los tipos como él, Derek le atraía demasiado.

Era tan fácil sonreír a su lado.

-Entonces no me negarás que eres un Don Juan -inquirió cuando él terminó de contarle cómo se salvó de un arresto al flirtear con la policía.

-Eso estaría mal ¿no?

El tono juguetón de su voz le llamó la atención, la picardía y sensualidad de su voz le sorprendieron pero no le amilanaron. Derek tendría que responder.

-En definitiva.

Su semblante se volvió serio, murmuró en un tono grave y bajo algo parecido a ‘complazcamos a la dama’.

-Lo soy.

Pero ella no lucía sorprendida, parecía más que preparada para cualquier trampa que él pudiese tenderle. Ahora que lo pensaba no la veía del todo frágil, desde el principio supo que era una mujer fuerte e inteligente. Derek decidió tentar a la suerte.

-Puede incluso que haya venido hasta acá a conquistar a alguna chica que haya sido plantada por un imbécil que se acobardó de este lugar romanticón. ¿Qué dirías de eso Casey?

-No entiendo porqué tendrías que consolar a una chica. Estoy segura, eres del tipo de hombre que tiene miles babeando a sus pies.

Él asintió.

-Pero miles no son tan buenas como una distinta.

-Ya veo.

Ella parecía desarmada, aquella confesión la había dejado indefensa. Pero era extraño porque una mujer real no se queda así rápidamente, fue cuando Derek se dio cuenta de que había bajado las armas. Casey confiaba en sus palabras. No pudo evitar sonreír complacido; tras cavilar unos instantes notó que él había hecho lo propio. Chicas como Casey sólo bajan la guardia cuando los chicos se muestran reales.

-Nada típico de un músico.

Derek levantó un dedo en señal de advertencia.

-No es que sólo sea un músico ¿recuerdas? Estoy haciendo mi pasantía en una empresa, trabajo 8 horas diarias Casey y también doy conciertos los fines de semana.

Ella suspiró.

-Me cuesta creer que el cantante de una banda de rock “conocida” -enfatizó las comillas con los dedos- se vista como empresario y trate de liderar una empresa.

-El mundo es extraño -se encogió de hombros-, supongo que no es la mejor combinación de trabajos del mundo pero al menos es lo que me gusta.

-Créeme que no tiene punto de comparación.

Apuntó Casey con una mueca.

- ¿Cuál es tu opinión de mí, Casey? -preguntó Derek.

Estaban recargados en el automóvil de ella. A él había molestado bastante que ella tuviese su propio carro, sabía que ahora no tenía excusa para enterarse de dónde vivía (a menos de que Casey le pidiera que le acompañase -cosa que no haría porque dejarían la motocicleta de él abandonada- o le diera más información suya).

-Sigo pensando que eres insufrible.

- ¿Ah sí?

Ella sonrió complacida por la mueca disconforme del hombre. Remojó sus labios, imaginando la posible respuesta de él. ¿Lo admitiría todo o simplemente negaría cualquier cosa que pudiese arruinar su coqueteo? Casey barajeó rápidamente sus posibilidades, había decidido.

-Tal como Lizzie había dicho, Derek.

- ¿Lizzie, eh?

Asintió.

Él suspiró.

-Eres tenaz, pensé que no lo comentarías jamás.

Casey suspiró. Había esperado que llegase aquella parte de la noche pero en este momento le parecía tan inoportuno. Se acercó a ella, acorralándola entre su cuerpo y el vehículo, cerrando todo espacio entre ambos. La temperatura aumentó varios grados, o el frío de la noche descendió. Sus respiraciones casi chocaban, los vellos de su piel estaban erizados pero su mente seguía dispuesta a darle un poco más de batalla…

-No es algo que se puede olvidar fácilmente ¿eh?

Fue un esfuerzo sobrehumano lograr que su voz sonara medianamente controlada.

-Tienes razón.

Tras aquella afirmación disfrazada de susurro Derek desvió su boca y posó sus labios en el lóbulo de su oreja.

-Derek.

Reprochó Casey.

Él suspiró. Sus ojos se encontraron en una muda aceptación antes de que él la besara, ahogando las quejas de la mujer bajo sus ansiosos labios. No importaba y lo sabían; así como Casey conocía que el apellido de Jorge era Venturi, así como Derek supo que ella era la Casey de la que Liz y Nora le habían hablado tanto. Todo lo que necesitaban en ese momento y en los que venían era el encuentro de aquellos labios que estaban hechos a medida, de esos ojos que se sumergían mutuamente en un velo belicoso y calmado. Y aquel coqueteo cargado de preguntas intencionadas, miradas semi-asesinas y tensión sexual.

-Eres… la hermanastra más molesta… que he tenido jamás -dijo Derek al romper el beso.

Las respiraciones de ambos luchaban por calmarse.

Ella lo desafió con la mirada.

-No es que te importe mucho.

!dotación anual de crack, life with derek: derek/casey

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