Envoltorio de seda [Ficción original] Cuervos de santa

Dec 24, 2012 12:30

Título: Envoltorio de seda
Autor: shiorita
Fandom: Ficción original
Pairing/Personaje/Grupo: Nombres Completos
Rating: NC-17
Resumen: Pero, todo el mundo sabe, que en familia, nadie usa el cuchillo y el tenedor, y la carne se come con las manos. Se juega con la comida, como los niños chicos, porque navidad es volver a ser un niño, a buscar los regalos que no deberías abrir antes de tiempo, y no preguntarse nunca porqué porque para eso ya están los adultos.
Advertencias: Sexo explícito. Feemslash.
Cuervos de Santa : Prompt #21
Le había dicho que vale, que ya que no se iban a volver a ver, al menos podría darle un regalo de navidad. Cuando le comentó que probablemente se acordara toda su vida de ello, ella sólo sonrió. Es lo típico que se dice siempre, claro.
Pero cuando, con los ojos cerrados -los regalos se reciben con los ojos cerrados -tuvo que quitarle el envoltorio y sus dedos sintieron el suave tacto del algodón, el encaje y la seda, sospechó que, evidentemente, no era algo de lo que iba a ser fácil olvidar.

Con los párpados aún bajados, a pesar de que una parte de ella quería abrir los ojos y grabarse en la memoria fotográfica que tenía los rasgos de ese cuerpo desnudo que se desperezaba ante ella, siguió desvistiéndola. La curva de sus pechos, los pliegues de su ombligo, la maraña cabellera que anunciaba el principio de sus piernas y la puerta del placer le enviaban las contraseñas precisas para acceder a la memoria que esa piel guardaba dentro de sí misma.
Rodeó su cintura con un brazo y la acercó a ella. Sus cuerpos, tan parecidos y a la vez tan distintos, tan desnudos y cubiertos, tan conocidos y a la vez parajes por descubrir, chocaron con un susurro morboso que se oyó en todos los rincones de la habitación. Con la mano libre tanteo el panorama, y a la altura de la cintura decidió que la culpa, íntegra y absolutamente, de lo que iba a pasar no tenía nada que ver con ella.
Le echaría la culpa al champán con que habían celebrado el nuevo año, o al cordero y al turrón que le habían embotado los sentidos y más que saciarla, le habían dado más y más ganas de comer sólo aquello que estuviera delicioso. Pero, todo el mundo sabe, que en familia, nadie usa el cuchillo y el tenedor, y la carne se come con las manos. Se juega con la comida, como los niños chicos, porque navidad es volver a ser un niño, a buscar los regalos que no deberías abrir antes de tiempo, y no preguntarse nunca porqué porque para eso ya están los adultos.

Así que, como una niña inocente, introduce sus dedos en la vagina de su chica, y con suaves círculos que dan presión en el punto exacto donde tienen que darla, empieza a disfrutar de su regalo. No abre los ojos ni siquiera cuando ambas doblan sus espaldas y terminan cayendo sobre la cama; ni cuando sus manos se desentienden de toda la seda que envuelve el presente, y, decidida, acerca su boca a las piernas de quien iba a convertirse en una desconocida, y ahora en un rinconcito de su memoria será algo más que el mejor polvo que ha echado en su vida -porque ambas saben que esto es sólo el principio de una larga y prometedora noche -. Y saborea, lengua con lengua; entre suspiros, saliva, susurros que se escapan entre los pliegues de la poca ropa que aún les queda y de la piel acariciada una y otra vez, flujos vaginales y gemidos que la llaman insistentemente desde la otra boca del paraíso. O del infierno porque sabe que ese será el cuerpo de su perdición, del pecado por el que tantos las condenan porque, en realidad, simboliza ese saber prohibido tan poco propio de los mortales, ese saber que mientras estén la una con la otra, todo irá bien.

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